sábado, 2 de junio de 2007



FIESTA DE TODOS LOS SANTOS
A cada uno de los santos que nos son conocidos, los honramos específicamente en un cierto día del año, sin embargo hay muchos que son desconocidos para nosotros, y es a esos a quienes nuestra Iglesia en un día como hoy, honra, reverencia y llama Justos y benditos. Honramos a todos ellos, tanto como a los Profetas, Apóstoles, Mártires, Confesores, Pastores, Maestros, y Santos Monacales (tanto hombres como mujeres) y su número se va multiplicando agregándose a los coros de los Santos, desde el tiempo de Adán hasta el fin de los tiempos, glorificando a Dios Santo así como a los órdenes angélicos, y especialmente a nuestra Señora y Madre de Dios y Siempre Virgen Maria. Dios permite que muchos de sus santos permanezcan desconocidos para nosotros por un tiempo, para revelarlos en la magnitud de su Gloria mucho tiempo después como hizo con los mártires de la turcocracia santos Rafael, Nicolás e Irene. Esto sucede para que en tiempos de tibieza de la Fe, los fieles se conforten y se confirmen en el camino hacia el Reino de Dios. De otros santos parece que no sabremos nada, salvo que el Señor disponga lo contrario, hasta que nos presentemos "ante el temible Tribunal de Cristo". Pero sepamos nosotros sus nombres y sus vidas, o no los sepamos, el Señor sí los conoce y los inscribe en el Libro de la Vida Eterna, porque "el Buen Pastor conoce sus ovejas". A todos ellos festejamos hoy, con este banquete eucarístico. Es la cosecha de la venida del Espíritu Santo en el mundo; es el "mucho fruto" que dio a luz: “Ciertamente les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero si muere, produce mucho fruto. " (Juan 12:24) . Es la glorificación de los Santos como "la base de la Iglesia, la perfección del Evangelio", pues ellos cumplieron con lo dicho por Él Salvador. En el Doxasticon de las Vísperas dice: “¡Congreguémonos ahora fieles en la fiesta! Porque ha sido puesto ante nosotros, un cáliz místico y un banquete espiritual lleno del gozo de las deliciosas comidas, que son las virtudes de los mártires; porque aquellos, de almas valientes, ofrecieron el cuerpo a Dios como una ofrenda racional por todos los corporales de los rincones de la tierra. Pues, en la plenitud de su juventud fueron castigados severamente; unos fueron degollados y otros se les fueron amputadas las manos y todos sus miembros; pues todos los santos devinieron en partícipes de la Pasión de Cristo. Pero Tú, Señor, que les otorgaste la corona como recompensa por sus luchas, haznos dignos de seguir sus huellas, porque eres Amante de la humanidad.” Pongamos sus vidas ante nosotros como ejemplos de virtud, roguémosles que intercedan en nuestro beneficio ante Dios, Cuya gracia y misericordia ilimitada está con todos nosotros. Amén