sábado, 22 de septiembre de 2007

1° Domingo de Lucas

El evangelista Lucas nos describe hoy la pesca milagrosa del lago de Genesaret.Los Apóstoes siguieron siendo pescadores pero... de hombres. Es un error creer que la invitación de Cristo a pescar almas, se dirige sólo a unos pocos que cumplen hasta hoy la tarea de la evangelización. El Señor, en la persona de Pedro se dirige a cada uno de nosotros. La Iglesia no eligió esta lectura para informarnos sobre el comienzo que el Mesías dio a su obra en la tierra y el alistamiento de sus colaboradores. Enfoca nuestra atención a la manera en que los cuatro pescadores aceptaron el llamado y respondieron inmediatamente a él. De esta manera tenemos todos un ejemplo paradigmático, un modelo de cómo deben aceptar las personas el llamado divino. La vida de la Iglesia está entrelazada con el llamado a la evangelización. Aquel “Id a hacer discípulos a todas las naciones” no se dirige exclusivamente a los Apóstoles, sino, a través de ellos, a todos los miembros de la Iglesia. El cristiano debe obrar conforme a la voluntad de Cristo, voluntad que se expresa en sus mandamientos, a través del Nuevo Testamento. Los cristianos son la sal de la tierra y la luz del mundo. La autolimitación o la indiferencia por la salvación del mundo, no sólo perjudica al mundo, sino a los cristianos mismos. Por otra parte, el testimonio de fe no tiene como única consecuencia la iluminación del mundo, sino también la revitalización de los cristianos mismos. “Quien ha tomado el gusto del cielo, fácilmente desprecia las cosas mundanas”, escribe San Juan Clímaco. Con la evangelización se fortalece internamente también, la sociedad evangelizadora. Cuando no se revela el anuncio del amor, se marchita, pero aun cuando se revele sin ser vivenciado, permanece meteoro. No basta la confesión de fe ortodoxa, se necesita su enlace y compromiso con la vida. La evangelización interna y externa es una función esencial e ineludible de la Iglesia. La evangelización externa puede ser considerada como el índice de su vitalidad y dinamismo. La ausencia de esta función revela la falta de vitalidad interna, mientras su presencia revela su vitalidad espiritual. Cabe señalar que la obra evangelizadora de la Iglesia no se realiza tan sólo por medio de su acción en el Tercer Mundo sino con toda su presencia en la sociedad contemporánea. Cuando la Iglesia vive el contenido de su fe, cuando cultiva el amor y la unidad, está dando testimonio cristiano. Esta presencia de la Iglesia no se corresponde sólo cuando la acción evangelizadora es obstaculizada, se corresponde también en los casos en que hay una prédica pletórica y una falta de vida espiritual, como acontece hoy. La evangelización y nuestro interés por el prójimo, significa el abandono de las preocupaciones mundanas, pero no la negación de la vida. Renuncia no significa abandonar las necesidades vitales básicas, como la familia o el trabajo. Lo que principalmente debemos dejar es nuestro encierro en una seguridad egocéntrica, que no nos permite abrirnos al prójimo para verlo como hijo de Dios, del mismo Dios en quien creemos y a quien adoramos. Dios no nos pide cosas exageradas y ajenas a la realidad. La renunciación y la auto-inmolación son presupuestos para la perfección espiritual y el progreso de cada cristiano. Escribe San Basilio Magno el siguiente ejemplo: “Supón que tienes dos hijas, la mundana y la celestial. Si no quieres darle todo a la mejor, al menos repártelo por igual entre ellas. No presentes muy rica tu vida mundana mientras dejas desnuda y vestida con harapos la celestial”. Cristo nos llama a todos para que seamos pescadores de almas. Espera que respondamos positivamente a su llamada y que tomemos la tarea espiritual. Espera que nosotros también le contestemos: “por tu palabra echaré la red”. Por más que dudemos de nuestras posibilidades, por más que nos decepcionemos de nuestros esfuerzos, la maravillosa pesca de Pedro será la mejor garantía para el éxito, la mejor prueba para un nuevo milagro. Nuestro entorno familiar, el ámbito de nuestro trabajo, la sociedad en la que vivimos y nos movemos, son las aguas profundas donde debemos echar las redes salvíficas de Cristo. Pero no debemos esperar ver los resultados, si no tenemos antes la fe de Pedro. No esperemos que entren otros al barco, si nosotros no somos cristianos correctos y concientes, porque, en ese caso, tendremos que confesar que “habiendo trabajado, nada hemos conseguido”.

jueves, 20 de septiembre de 2007

21 de Septiembre: Santos Mártires del Monasterio de Zographu

En Julio de 1274, el emperador bizantino miguel VIII firmo un acta de unión con Roma ante las amenazas de Carlos de Anjou y los turcos otomanos. Pensó que esta unión llamada de Lyon, le sería de ayuda para conjurar tales amenazas. La unión de Lyon suponía para los ortodoxos aceptar el uso del Filioque, el uso del pan ácimo en la Liturgia y sobre todo la superioridad indiscutible del Papa. Al no poder aceptar estas cosas el Patriarca José fue depuesto por el Emperador. El clero, los monjes y los laicos no aceptaron esta unión forzada y el resto de reinos ortodoxos se negó a aceptar la unión denunciando al Emperador por su oportunismo político y sobre todo por su traición a la Fe Ortodoxa.

El 9 de enero de 1275, se celebró una Liturgia en Constantinopla en la que se conmemoró al Papa como “Gregorio, Pontífice universal de la Iglesia Apostólica y Papa de Roma”. Ante esta traición a la fe, la hermana del Emperador, exclamó: ¡Preferible sería que mi hermano perdiera el Imperio antes que traicionara la Fe Ortodoxa! Recordando los horrores y las tropelías de la infame cruzada de 1204, en la que los cruzados latinos saquearon las Iglesias, profanaron los Iconos, robaron las Santas Reliquias y asesinaron a sacerdotes, monjes y fieles, el pueblo clamaba que prefería someterse a los infieles antes que abandonar la Fe que les fue transmitida íntegra.


Veintiséis mártires de Monasterio de Zographou en el Monte Athos están entre aquéllos que fueron perseguidos por el emperador Miguel VIII Paleologo (1261-1282) y el patriarca acimita Juan Bekkos (1275-1282) ya que se negaron a obedecer la orden imperial de que reconocieran la Unión de Lyon. Ellos guardaron las enseñanzas de los Padres de la Iglesia firmemente, e intrépidamente censuraron a aquéllos que aceptaron las doctrinas romanas.

Ante la negativa de aceptar el conciliabulo de unión fueron quemados vivos mientras cantaban el Credo dentro de la torre del monasterio en la que se refugiaron ante las amenazas de los asaltantes

Veintiséis son los mártires que recibieron las coronas inmarcesibles de manos de Cristo: El igumeno Tomás, los monjes Barsanufio, Cirilo, Miguel, Simón, Hilarión, Jaime, Job, Cipriano, Sava, Jaime, Martiniano, Cosme, Sergio, Menas, Josafat, Joanicio, pablo, Antonio, Eutimio, Domeciano, Partemio y cuatro servidores del monasterio que se unieron a ellos.

Su sangre derramada junto a la de tantos y tantos mártires nos recuerda la importancia de nuestra fidelidad a la fe que hemos recibido de nuestros padres y que no es más que nuestra fidelidad a Cristo y nos interpela para que pongamos siempre la Verdad por encima de la conveniencia de los hombres.

La OTAN está en connivencia con el genocidio de la población no albana de Kosovo






Simferópol (Ucrania), 20 de septiembre, RIA Novosti.



La OTAN está en connivencia con el genocidio de la población no albana de Kosovo, considera el obispo Artemije, de la Iglesia Ortodoxa Serbia de Raska-Prizren y Kosovo-Metohija.


"Ocho años bajo la protección de la OTAN y la UNMIK (Misión de Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo) superaron por su severidad cuanto había ocurrido en el pasado", declaró el jerarca religioso al intervenir una conferencia internacional organizada en Simferópol para analizar las ventajas y los riesgos de la eventual adhesión de Ucrania a la OTAN.

"Quedaron expulsados en este período dos tercios de la población cristiana: 250.000 serbios, gitanos, egipcios y otros no-albaneses", recordó el obispo. Artemije calificó lo ocurrido como "purga étnica y genocidio sin precedentes en tiempos de paz", al mencionar entre otros crímenes "asesinatos, incendios, explosiones, secuestros, violaciones, profanación de iglesias y monasterios".


"Numerosos cementerios serbios a lo largo de Kosovo y Metohija fueron profanados; los crucifijos y las lápidas, destruidas; los restos mortales, exhumados y dispersados en el entorno, sin que nadie haya pagado por estas fechorías. Ni siquiera los muertos pueden dormir tranquilos en Kosovo", afirmó el líder religioso.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

LIBERTAD DE EXPRESIÓN POR ENCIM DE LOS SENTIMIENTOS RELIGIOSOS DE LOS CRISTIANOS

El Ayuntamiento de Ibiza patrocina una exposición pornográfica en una Iglesia de Ibiza.

La exposición colectiva Vamos a Ibiza muestra desde el pasado día 7 de septiembre algunas imágenes con sexo explícito. En una de ellas aparece el Papa Juan Pablo II siendo sodomizado y en otro cuadro se puede ver a Jesucristo cargando con la cruz al lado de una persona, mitad hombre mitad mujer, con un pene cerca de su boca.

Estos escandalosos cuadros llevan más de una semana expuestos en la Iglesia del Hospitalet de la ciudad de Ibiza, cedida por el obispado al Museo de Arte Contemporáneo del Ayuntamiento. El obispo Vicente Juan Segura ha recordado que aunque en la iglesia ya no se celebran actos litúrgicos sigue siendo un templo sagrado y ha anunciado que tomará cartas en el asunto después de visitar la exposición blasfema.

Por su parte, la concejala de Cultura en el consistorio ibicenco, Sandra Mayans, ha declarado que no se retirará la exposición con imágenes que forman parte de la obra de Ivo Hendriks.

Y qué hacemos los cristianos ante esta ofensa a nuestra fe? Católicos, protestantes, ortodoxos... Callados con miedo de que se nos acuse de no respetar la libertad de expresión, de ser integristas. Calladitos en nuestras Iglesias con miedo a decir lo que sentimos, ofendidos pero en silencio por miedo al rechazo.

Esto cansa ya, esta situación de ataque sistemático al cristianismo y valores fundamentales como la familia es algo que no debemos de dejar pasar, intentando que la tormenta pase lo antes posible o mirando hacia otro lado como no dándonos cuenta de lo ocurrido.

Libertad de expresión para el que ofende, el que insulta, pero silencio para el ofendido. Eso no es libertad de expresión, es permitir que se ofenda impunemente a los cristianos.

Me gustaría saber si ese "artista" de tres al cuarto, tendría el valor de ejercer su libertad de expresión exponiendo en una mezquita cuadros con Mahoma siendo sodomizado por Alí, y me gustaría saber si la concejal socialista de "cultura" de Ibiza, se presentaría tan ufana ante los medios si fueran los musulmanes de Ibiza los ofendidos por la exposición.

Dios los perdone, pero no nos quedemos callados, no nos avergoncemos de ser cristianos, no nos avergoncemos de Cristo, porque Él se avergonzará de nosotros.

jueves, 13 de septiembre de 2007

ICONO DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA Y VIVIFICANTE CRUZ


EXALTACION UNIVERSAL DE LA SANTA CRUZ

Tropario tono 1º
Oh Señor, salva a tu pueblo y bendice tu herdad.
Concede la victoria a los cristianos ortodoxos sobre sus adversarios
y por tu Cruz, salva a tu Iglesia.


“Hermanos, el mensaje de la cruz, para los perdidos es una necedad, pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios. Pues se ha escrito: “Destruiré la sabiduría de los sabios y la prudencia de los prudentes desafiaré”. ¿Dónde hay un sabio? ¿Dónde hay un hombre culto? ¿Dónde hay un hábil discutidor de este mundo? ¿No ha demostrado Dios que la sabiduría de este mundo es necia? Dado pues, que por obra de la sabiduría de Dios, el mundo no ha conocido a Dios por medio de la sabiduría, plúgole a Dios salvar a los creyentes a través de la necedad de la predicación. Dado que los judíos piden señal y los griegos buscan sabiduría, y nosotros anunciamos a Cristo crucificado, cosa que es escándalo para los judíos y necedad para los griegos, pero a los llamados, judíos y griegos, anunciamos a Cristo como fuerza de Dios y sabiduría de Dios”.( 1Co. 1,18-24)


Hoy elevamos en el medio de la iglesia la Preciosa Cruz, recordando la triunfal entrada de la auténtica Santa Cruz a Constantinopla, en manos del emperador Heraclio y la Exaltación Universal de la Santa Cruz que fue realizada a continuación, proclamando al mundo la fe en el poder de Dios, revelado a través de Su Hijo unigénito, desde la sublime Pasión en la Cruz. La importancia de la conmemoración no se reduce en el recuerdo del hecho histórico, es un acto simbólico que revela principalmente dos cosas: El amor de Dios para con el ser humano, que se reveló en la Cruz, y la respuesta de la gente a este amor que se manifestó con el anhelo del pueblo creyente de ver y venerar la Preciosa Cruz, esta vez rescatada de los saqueadores persas. Elevamos pues, nosotros también la Preciosa Cruz de nuestro Salvador Cristo y la veneramos con fe y amor, sabiendo que hoy, para los creyentes, la Cruz es “fuerza de Dios y sabiduría de Dios”, mientras para otros no ha dejado de ser “escándalo” y “necedad”, tal como lo fue para los judíos y para los griegos de la época del Apóstol Pablo. En la lectura apostólica de hoy, San Pablo se refiere a la Cruz como “escándalo” para los judíos y como “necedad” para los griegos idólatras. San Pablo quiere así sortear los problemas que afrontaban los cristianos de Corinto, de cara a una peligrosa tentación. Nos informa al respecto, San Teofílacto de Bulgaria que unos corintios no creyentes se mofaban de la Cruz, diciendo que resultaba una necedad anunciar a un Dios crucificado. ¿Qué se podía esperar de un Dios crucificado? Si el crucificado fuera Dios, se habría defendido a sí mismo y no habría quedado indefenso, para morir en la Cruz. Completaban sus silogismos diciendo: Aquel que no pudo salvarse de la muerte, ¿cómo puede resucitar de entre los muertos? Su lógica cuadrada ignoraba que el Dios de los cristianos no se parecía a los narcisistas e impotentes dioses de los idólatras, como para necesitar defenderse a sí mismo. Este Dios no está sujeto a ninguna necesidad, no está atado a la predestinación, como los antiguos dioses artificiales. Al mismo tiempo ama a los humanos en demasía, de manera incomprensible, y respeta su libertad. Fue por eso que quiso encontrarlos en el fondo de su degradación, en los reinos del hades, para regalarles la vida, sin obligarlos que lo acepten y que le obedezcan. Lo que pide siempre de los humanos es que lo amen, sin cálculos ni intereses egoístas. Estas cosas no son de fácil comprensión para los corintios no creyentes. Fue por ello que los cristianos de Corinto tratan de presentarles el misterio de la Cruz con argumentos basados en la sabiduría humana. Esta es la gran tentación, la racionalización de la fe, la demostración del misterio de la salvación realizada en la Cruz, por medio de silogismos. Pues la sabiduría de Dios no se parece a la sabiduría de los hombres. Lo necio de Dios es más sabio que la sabiduría humana y lo débil de Dios es más poderoso que todo el poder humano. Pablo trata de hacer aterrizar en la realidad de Dios a los cristianos de Corinto. Con las palabras que les escribe, les dice esencialmente, que los idólatras y los judíos no pueden aceptar el misterio de la Cruz, mientras siguen cautivos de sus prejuicios. Hemos mencionado ya cómo pensaban los idólatras. Los judíos fuertemente influenciados por los fariseos, tropezaban frente a la persona de Cristo con el pensamiento: ¿Cómo puede ser Dios alguien que comía y bebía con recaudadores de impuestos y prostitutas, y terminó su vida colgado entre dos asaltantes? Se habían encerrado en una concepción estrecha de la ley, por eso no podían sentir el amor y la libertad del Legislador. Pues, para vivenciar la Cruz de Cristo como fuerza de Dios y sabiduría de Dios, es necesario liberarse de todos los prejuicios y abrirse la mente a la fe. El punto crucial de nuestra vida es tomar o no la decisión de entregarnos a la fe de Cristo. Me entrego a la fe, significa, me libero de la ética superficial de los fariseos y de las necesidades lógicas de los pensadores. Aquellos que no se entregan a la fe, tropiezan siempre frente a la Cruz de Cristo, a veces como los judíos y otras como los griegos. Dicho de otro modo, la Cruz se les presenta a veces como un escándalo y otras como necedad. Resulta evidente que la calidad de nuestra fe depende de nuestras dependencias internas. Es por eso que la fe que salva, está indisolublemente atada a la renunciación, al espíritu crucificado del sacrificio de todas las pasiones y al sacrificio de los aspectos que nos separan de Cristo.

NUESTRA ARMA ES LA CRUZ

Con ninguna otra arma combate mejor el cristiano, que con el arma invencible de la Cruz. Está escrito en la insignia de la Iglesia: “En este vence”. El cristiano pone a Cristo en su corazón, se persigna y así vence, y conquista, como San Antonio en el desierto, a miles de demonios –incorpóreos y corpóreos- cualesquiera que sean y cualquiera sea el método de su ataque. Pero para ello debemos tener los ojos clavados en la Cruz y pedir de inmediato su auxilio ante cualquier necesidad. La Cruz es para el cristiano lo mismo que fue, para el pueblo del Antiguo Testamento, la serpiente que elevó Moisés para defenderlo de las serpientes venenosas. Precisamente por eso, aquel hecho fue una profecía de lo que acontecerá siempre hasta el final de nuestra vida. Porque, mientras nos dirigimos a la tierra prometida, nos muerden las serpientes y nos matan el alma. Calumnias, injurias, mentiras, estafas, delitos, inundan al mundo. Enemigos visibles e invisibles nos atacan. La envidia y el odio nos presionan y nos ahogan. Serpientes venenosas, las pasiones del alma y del cuerpo, nos muerden a diario, nos hierren, nos envenenan el alma, nos amargan la vida. Así como la gente de Moisés apenas les mordían las serpientes, dirigía la mirada a la serpiente de cobre que elevó Moisés, para salvarse de la muerte, así nosotros también, cualquiera que sea la serpiente que nos muerda - el alma o el cuerpo – debemos mirar inmediatamente la Cruz del Señor, para curarnos.

NUEVO PATRIARCA DE RUMANÍA



Ref. No 3911/13 Septiembre de 2007

COMUNICADO DE PRENSA


Su Eminencia Dr. Daniel Ciobotea, Metropolitano de Moldavia y Bucovina, ha sido electo como Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rumana

El 12 de Septiembre de 2007, el Colegio Electoral Eclesiástico ha electo – por votación secreta – a Su Eminencia el Dr. Daniel Ciobotea, Metropolitano de Moldavia y Bucovina para la vacante del Arzobispo de Bucarest, Metropolitano de Muntenia y Dobrogea y Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rumana.

El Colegio Electoral Eclesiástico es el cuerpo electivo central de la Iglesia Ortodoxa Rumana formado por: los jerarcas del Santo Sínodo; tres representantes de cada Diócesis en la Asamblea Nacional Eclesiástica (2 laicos y un clérigo); los miembros de la Asamblea Diocesana de la diócesis vacane (en este caso, el Arzobispado de Bucarest); un deán de cada Facultad de Teología Ortodoxa y un director de cada Seminario Ortodoxo de la seis Metrópolis de Rumania.

El Santo Sínodo convocó a una sesión extraordinaria en la mañana del mismo día, bajo la presidencia de Su Eminencia Nicolás, Metropolitano de Banat, quien es el más antiguo en consagración como jerarca de entre los otros metropolitanos, y había designado, por votación secreta, a Su Eminencia el Dr. Daniel Ciobotea, Metropolitano de Moldavia y Bucovina, a Su Eminencia Bartolomé, Metropolitano de Cluj, Alba, Crişana y Maramureş y a Su Gracia Juan, Obispo de Covasna y Harghita, como candidatos para la elección como nuevo Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rumana, por el Colegio Electoral Eclesiástico.

Después de la primera votación, ninguno de los tres candidatos había recibido la mayoría absoluta de los votos, esto es, sobre el 50% del número de votos válidamente emitidos para ser electo como Primado de la Iglesia Ortodoxa Rumana. Siguió una segunda votación, con la participación de los primeros dos de auqellos que recibieron la mayoría de los votos, a saber, Su eminencia el Metropolitano Daniel y Su Eminencia el Metropolitano Bartolomé. Después del conteo de los votos, Su Eminencia el Metropolitano Daniel obtuvo 95 del total de los votos, mientras que Su Eminencia el Metropolitano Bartolomé tuvo el 66 del total de los 161 votos válidamente emitidos respectivamente.

Al anochecer, durante una sesión plenaria de trabajo, el Santo Sínodo validó la elección de Su Eminencia el Metropolitano Dr. Daniel Ciobotea como el sexto Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rumana.

La entronización de Su Eminencia Dr. Daniel, Metropolitano de Moldavia y Bucovina y Patriarca Electo de la Iglesia Ortodoxa Rumana, tendrá lugar el Domingo 30 de Septiembre de 2007, a las 10.30 horas, en la Catedral Patriarcal en Bucarest.

OFICINA DE PRENSA DEL PATRIARCADO


http://www.patriarhia.ro/Site/Stiri/2007/100.html

lunes, 10 de septiembre de 2007

LA VIDA DE NUESTRO VIRTUOSO PADRE ENTRE LOS SANTOS SAN EUFRÓSINO EL COCINERO - ICONO DE LA HUMILDAD


Nuestro virtuoso padre Eufrósino nació de padres campesinos, y por eso se crió sin educación escolar. Luego entró en cierto monasterio, y se vistió con el santo esquema (hábito) monástico y servía a los padres. Pero, debido a su crianza campesina rústica, se quedó en la obediencia de servir en la cocina, siendo despreciado y burlado por algunos de los monjes que se habían olvidado el porqué abandonaron el mundo. Mas aguantaba el bendito este desprecio con el corazón muy valioso, sabiduría y tranquilidad de mente; ni siendo por lo menos molestado por tales cosas. Si de este modo se parecía analfabeto según su manera de hablar, aún no era así en la verdadera sabiduría que poseía, tal como veremos al siguiente: Había en ese monasterio al mismo tiempo que el siempre memorable Eufrósino, cierto sacerdote piadoso que hacía súplicas fervientes que se le revelara las cosas buenas que los que aman a Dios gozarán. Así una noche, mientras dormía el sacerdote, se le parecía como si fuera en algún jardín. Con asombro y éxtasis observó cosas muy deleitosos. También vio a Eufrósino, el cocinero del monasterio, quien estaba en medio del jardín y consumía de las diversas bondades de aquel lugar. Acercándose, preguntó al bienaventurado a quien pertenecía ese jardín, y como había llegado ahí. —Eufrósino respondió, «Esta es la habitación de los elegidos de Dios, y por la gracia de mi Dios, aquí tengo mi morada.» Entonces inquirió el padre, «¿Pero qué haces en este jardín?» —Contestó el santo, «Tengo dominio sobre todo lo que ves, y regocijo y estoy lleno de alegría de la vista y del gozo noético de todo ello». —Otra vez habló el sacerdote, «¿Puedes darme algo de estas maravillas?» —«Sí, por la bondad de Dios, toma todo lo que quieras.» Luego indicó a algunas manzanas y pidió a Eufrósino si pudiera tener una de ellas. Tomando una porción de las manzanas, el Santo las puso en el rason exterior (sotana) del hieromonje (monje que es sacerdote) diciendo, —«Reciba lo que has pedido y deléitate en él». A ese momento sonó el símandron para que los padres se levanten para el oficio nocturno. El hieromonje, habiendo despertado y vuelto en sí, consideraba la visión un mero sueño, pero cuando extendió la mano para tomar su rason—¡Oh, qué maravilla!— descubrió en realidad, las mismas manzanas que le había regalado Eufrósino en su visión, y asombraba de la fragrancia maravillosa que aún les quedaba. Levantándose de su cama, puso al lado las manzanas y se apuró al servicio. Ahí vio a Eufrósino. Le acercó y le rogó con votos que le revelara donde había sido esa noche. (*una tabla de madera, batida con un mazo en vez de usar una campana; muy común en los monasterios, aún más durante la dominación turca musulmana, ¡cuando las campanas no se permitían!) El bendito de Dios respondió, —«Perdóname padre, pero no salí a ninguna parte esta noche, pero ya acabo de venir al templo para los servicios». Contestó el hieromonje, —«Por esta razón te cargo con votos, que serías obligado a manifestar las grandes obras de Dios—¿y tú no estás persuadido a hacer conocido la verdad?» El humilde Eufrósino entonces contestó al cura, —«Me encontré yo ahí donde hay las bondades que ellos que aman a Dios heredarán, las que por muchos años has buscado a contemplar. Ahí me viste consumiendo de las bendiciones del jardín; porque Dios, queriendo a revelar a tu santidad las bendiciones de los Justos, ha hecho tal milagro por medio de mí, el despreciable.» Después dijo el sacerdote, —«¿Y qué, padre Eufrósino, dijiste a mí del dicho jardín?» —«Esas deleitosas y fragrantes manzanas, las que hace poco pusiste en tu cama. Pero, perdóname padre, porque soy yo un gusano, no un hombre». Al terminar las Maitines, el hieromonje relató a todos los padres su visión y les mostró las manzanas del Paraíso. Los padres podían notar la inefable fragrancia dulce y sintieron una gran alegría espiritual dentro de sus corazones, y maravillaron a todo lo que el cura los relató. Y, yendo apresurados a la cocina a venerar el bienaventurado Eufrósino, encontraron que, huyendo la gloria de los hombres, él ya había marchado secretamente del monasterio y no se encontró por ninguna parte. Los padres dividieron las manzanas entre sí y dieron porciones a muchos que visitaron el monasterio, como bendición y especialmente como fuente de curación, porque cualquiera que consumó de las manzanas se curó de sus enfermedades. Y así, muchos recibieron beneficio del regalo del santo Eufrósino. Anotaron la visión no sólo en tablillas, sino también en sus corazones; y lucharon vigorosamente a hacerse gratos ante Dios. Por los ruegos de nuestro virtuoso padre Eufrósino, que el Señor nos juzgue dignos de las moradas del Paraíso. Amén.



TROPARIO


Viviste virtuosamente y en gran humildad,

en labores de ascetismo y en sinceridad de alma,

Oh virtuoso Eufrósino.

De ahí, por una visión mística,

demostraste de gran maravilla el regocijo celestial que tú encontraste.

Así haz también que seamos dignos nosotros

de consumir del mismo por tus intercesiones.

CARTA DE LOS REPRESENTANTES Y SUPERIORES DE LA SAGRADA SYNAXIS DE LOS XX MONASTERIOS DE LA SANTA MONTAÑA DE ATHOS


Comunicado de la Comunidad sagrada de la Santa Montaña
Karyes, 30 diciembre 2006

La reciente visita del Papa Benedcito XVI al Patriarcado ecuménico, en la fiesta patronal de San Andrés (30 noviembre 2006), después la visita de S. B. el arzobispo de Atenas, Monseñor Christodoulos (14 de diciembre 2006), ha provocado una multitud de impresiones, análisis y reacciones. No nos detendremos a hablar sobre lo que la prensa secularizada ha juzgado positivo o negativo, para insistir sólo sobre lo que concierne a nuestra salvación, en virtud de la cual nosotros hemos salido del mundo para vivir en la soledad de la Santa Montaña.

Como monjes de la Santa Montaña, respetamos el Patriarca ecuménico, a la jurisdicción del cual nosotros pertenecemos. Honoramos y veneramos nuestro santo patriarca ecuménico Bartolomé y nos alegramos de todo lo que hace con amor en Dios y con dolor por la Iglesia. Somos especialmente sensibles a su defensa firme e infatigable de los derechos inalienables del patriarcado ecuménico, y haciéndolo en circunstancias desfavorables. Añadamos a esto su preocupación para anunciar al mundo entero el mensaje de la Iglesia Ortodoxa. También nosotros, monjes de la Santa Montaña, honoramos la muy santa Iglesia de Grecia, de donde la mayor parte de nosotros hemos nacido, y respetamos su beatísimo primado.

A la vez, los acontecimientos que se produjeron durante las recientes visitas del papa al Phanar y de S. B. el arzobispo de Atenas al Vaticano, han provocado una profunda pena en nuestros corazones. Deseamos y luchamos, toda nuestra vida, para conservar el depósito de los santos Padres que nos han legado los santos fundadores de nuestros monasterios y los bienaventurados padres de eterna memoria que nos han precedido. Nos esforzamos en vivir, en la medida que podemos, el misterio de la Iglesia y de la fe ortodoxa inmaculada, conforme a lo que nos enseñan cada día los oficios divinos, las Escrituras sagradas y, en general, la doctrina de los santos Padres que está fijada en sus escritos y en las decisiones de los concilios ecuménicos. Ellas son la “niña de nuestros ojos”, guardamos nuestra conciencia dogmática, que se edifica por los combates agradables a Dios de los santos confesores de la fe y por los esfuerzos que llevaron a cabo en la lucha contra las diferentes herejías. Entre ellos, pensamos en nuestro padre entre los santos Gregorio Palamas, a los santos monjes mártires de la Santa Montaña y en el santo mártir Cosme el Protos, de quien veneramos piadosamente las reliquias y de los que celebramos solemnemente la santa memoria (se refieren a los monjes athonitas muertos por orden del emperador Miguel III, por su oposición a la unión con Roma, firmada al concilio de Lión en 1274).

Tememos callar cada vez que surge un problema que concierne al legado de los Padres. Sentimos profundamente nuestro deber en relación a los venerables padres y hermanos de toda la Santa Montaña y respecto del piadoso pueblo fiel de la Iglesia, que considera el monaquismo athonita como el guardián inflexible de las tradiciones sagradas.

La visita del Papa al Phanar por una parte, y por otra la visita al Vaticano del arzobispo de Atenas, puede aportar alguna cosa útil “según el mundo”. Sin duda, muchos acontecimientos se han producido durante estas visitas, que no están de acuerdo con las disposiciones de la eclesiología ortodoxa, y ha sido decididos acuerdos que no serán útiles ni a la Iglesia ortodoxa, ni a los cristianos heterodoxos.

Primero de todo, el papa fue recibido como si él fuese el obispo canónico de Roma. Durante la ceremonia, el papa lleva el Omophor y el patriarca ecuménico lo saluda con estas palabras: “Bendito sea quien viene en nombre del Señor”, como si se tratara de Cristo Nuestro Señor. Acto seguido, el papa bendice a los fieles reunidos y se le canta “Ad multos annos”, por ser “muy santo” y “beatísimo obispo de Roma”. Por otra parte, la presencia del papa com el Omophor durante la Divina Liturgia ortodoxa, la recitación del “Padre Nuestro”, el beso litúrgico con el patriarca, son expresiones que superan las simples plegarias comunes. Y todo esto, cuando la institución papal no ha cedido nada sobre sus enseñanzas heréticas y sobre su política. Al contrario, dicha institución, de forma notoria, da ánimos al unitianismo y reafirma los dogmas relativos a la primacía e infalibilidad, yendo aún más lejos con las plegarias comunes inter-religiosas y el hegemonismo pan-religioso del papa de Roma que se transparenta en ellas. Respecto a lo que se refiere a la recepción del papa al Phanar, estamos particularmente afligidos por el hecho que todos los medios no han cesado de repetir la misma información errónea, según la cual los troparios cantados en ese momento han sido compuestos por uno o varios monjes de la santa Montaña. Aprovechamos la ocasión para informar a los piadosos cristianos ortodoxos que el compositor no es ni puede ser un monje de la Santa Montaña.

De inmediato, la tentativa de S. B. el arzobispo de Atenas de cerrar relaciones con el Vaticano a nivel de cuestiones sociales, culturales y bioéticas, así como el objetivo de defender el conjunto de raíces cristianas de Europa (estos mismos temas se encuentran también en la declaración común del papa i del patriarcado en la reunión del Phanar) pueden parecer inocentes, incluso positivas. En efecto, apuntan a hablar sobre las relaciones humanas en la paz. Por tanto, es importante que, paralelamente, todo esto no dé la impresión que Occidente y la ortodoxia se apoyan hoy sobre las mismas bases, o nos conduzca a olvidar la distancia que separa la tradición ortodoxa de lo que habitualmente se presenta como el llamado “espíritu europeo”. La Europa (occidental) lleva el peso de una serie de instituciones y actos anti-cristianos, como las cruzadas, la inquisición, el tráfico de esclavos y la colonización. Lleva sobre sí la carga de su trágica división con el cisma del protestantismo, la de las guerras mundiales devastadoras y también del humanismo antropocentrista, como así mismo su ateísmo. Todo esto es fruto de las desviaciones teológicas de Roma en relación a la ortodoxia. Una detrás de la otra, las herejías papistas y protestantes han alejado del mundo occidental el humilde Cristo de la ortodoxia, y han entronizado en Su lugar al hombre orgulloso. El santo obispo Nicolas d’Ochrid y Jitcha escribía después de estar en Dachau: “Entonces, ¿qué es Europa? El papa y Lutero… Esto es Europa, íntimamente, ontológicamente, e históricamente”. El bienaventurado padre Justin Popovitch: “El concilio Vaticano II constituye el renacimiento de todos los humanismos europeos… pues el concilio ha insistido en su adhesión al dogma de la infalibilidad papal”, y añade: “indudablemente, las autoridades y los poderes de la cultura y de la civilización europeas (occidentales) combaten a Cristo”. Es por todo esto que es importante anunciar el humilde ethos de la ortodoxia y sostener las verdaderas raíces cristianas de la Europa unida; las raíces que Europa tiene durante los primeros siglos del cristianismo, en la época de las catacumbas y de los siete concilios ecuménicos. Es deseable para la ortodoxia de no cargar sobre sí los pecados de otros; aún más, a todos los europeos que se han descristianizado en reacción a las desviaciones del cristianismo occidental, no se les ha de dar la impresión que la ortodoxia atada a éste. Eso sería impedir dar testimonio de la ortodoxia está como la auténtica fe en Cristo y única esperanza de los pueblos de Europa. Es evidente que los católicos romanos se han mostrado incapaces de renunciar a las decisiones de los concilios tardíos (y según ellos “ecuménicos”), que han legitimado el Filioque, el primado del papa, la infalibilidad del papa, la autoridad temporal del papa, la Gracia creada, la Inmaculada concepción de la Madre de Dios, el uniatismo. A pesar de todo esto, nosotros, ortodoxos, seguimos haciendo las visitas “protocolarias”, dando al papa los honores debidos a un obispo ortodoxo y transgrediendo una serie de cánones que prohíben las plegarias comunes, mientras el diálogo teológico hace aguas continuamente y, después de haber sido recuperado de las profundidades, se hunde de nuevo. Todas las señales conducen a la conclusión que el Vaticano no se orienta hacía un rechazo de sus doctrinas heréticas. Sino únicamente hacía su reinterpretación, en otras palabras, hacía su encubrimiento. La eclesiología católico-romana varía de una encíclica a otra; después de una pretendida eclesiología “abierta” de la encíclica “Ut Unum Sint”, hasta el exclusivismo eclesiológico de la encíclica “Dominus Jesus”. Conviene señalar que estas dos vías católico-romanas son contrarias a la eclesiología ortodoxa. La consciencia que la Santa Iglesia Ortodoxa tiene de sí misma en tanto que única Iglesia Una, Santa, católica y Apostólica, no reconoce las iglesias y confesiones heterodoxas como “Iglesias Hermanas”. Sólo las iglesias locales ortodoxas participando de la misma fe son “las Iglesia Hermanas”. Ninguna aplicación del término “Iglesias Hermanas” fuera de las Iglesias ortodoxas es teológicamente inadmisible. El “Filioque” es promovido, por parte católico-romana, como una expresión legítima de la enseñanza sobre la procesión del Espíritu Santo, y presentado teológicamente como equivalente a la doctrina ortodoxa según la cual esta procesión es “solo del Padre”. Esta posición católico-romana es desafortunadamente defendida por algunos de nuestros propios teólogos.

Además, el pontífice continúa presentando la primacía papal como un privilegio inalienable, lo que se deduce del reciente abandono del título de “patriarca de Occidente” por el actual papa Benedicto XVI; esto surge también en su mención del ministerio universal del apóstol Pedro y de sus sucesores durante su homilía en la catedral patriarcal, así como en un reciente discurso que incluía la frase siguiente: “… al seno de la comunión con los sucesores de los apóstoles, donde el sucesor del apóstol Pedro garantiza la unidad visible, la comunidad ucraniana católica (es decir uniata), ha preservado viva la tradición sagrada en toda su integridad” («Katholiki » N°3046/18.4.2006).

El uniatismo es de nuevo reforzado y reafirmado de formas diferentes y variadas, a pesar de desmentidos ocasionales del papa. Esta actitud desprovista de sinceridad, es testimonio, entre otros ejemplos, por la ingerencia provocadora del anterior papa, Juan Pablo II, que llevó el diálogo católico-ortodoxo de Baltimore al fracaso, así como la carta enviada por el papa actual al cardenal Ljubomir Husar, arzobispo uniata de Ucrania. En esta carta del 22. 2. 2006, es puesto en relieve lo que sigue: “Es imperativo que aseguremos la presencia de los dos grandes portadores de la única tradición (el latino y el oriental)... la misión que la Iglesia greco-latina ha iniciado , estando en plena comunión con el sucesor del apóstol Pedro es doble: de una parte, ha de preservar de forma visible la tradición oriental de la Iglesia católica; por otra parte, ha de favorecer la unión de las dos tradiciones, testimoniando que ellas pueden no únicamente coordinarse entre ellas, sino que ellas constituyen también una unidad profunda en su variedad”. Vistos bajo este ángulo, los intercambios de amabilidad, así como las visitas del papa al Phanar y la del arzobispo de Atenas al vaticano, sin la previa unidad en la fe, terminan por crear, por una parte, falsas impresiones de unidad y, haciendo esto, alejan del mundo heterodoxo la perspectiva de la Iglesia ortodoxa como verdadera Iglesia. Por otra parte, tienen por consecuencia debilitar la conciencia dogmática de muchos ortodoxos. Más aún, empujan a algunos piadosos fieles ortodoxos, inquietos de lo que pasa de forma inoportuna y contraria a los santos cánones, a irse del cuerpo de la Iglesia y a crear nuevos cismas.

Asimismo, con amor por nuestra ortodoxia, pero con sentimiento de dolor por la unidad de la Iglesia, y con el objetivo de preservar la fe ortodoxa de todas las innovaciones, proclamamos a todos, lo que fue proclamado por la synaxis doble de nuestra santa Comunidad de la Santa Montaña el 9/22 de abril de 1980: “Creemos que nuestra santa Iglesia ortodoxa es la Iglesia de Cristo, una, santa, católica y apostólica, poseyendo la plenitud de la Gracia y de la Verdad, y, por ésta razón, una sucesión apostólica ininterrumpida. Por el contrario, la “Iglesias” y “confesiones” de Occidente, habiendo alterado la fe del evangelio, de los apóstoles y de los Padres respecto de muchos puntos, están privados de la Gracia santificante, de los verdaderos misterios y de la sucesión apostólica... El diálogo con los heterodoxos – si tiene como fin informarles sobre la fe ortodoxa, a fin de que volviéndose receptivos a la iluminación divina y que sus ojos se abran, vuelvan a la fe ortodoxa-, no es condenable.

“Bajo ningún aspecto, el diálogo teológico no ha de ser acompañado de plegarias comunes, de participación en asambleas litúrgicas y cultuales comunes, así como otros actos que den la impresión que nuestra Iglesia ortodoxa reconoce los católicos-romanos como siendo plenamente una Iglesia y el papa como obispo canónico de Roma. Tales acciones confunden el pleroma ortodoxo, y a la vez a los fieles católicos romanos se les da la falsa impresión respecto de lo que de ellos piensa la ortodoxia... “Por la Gracia de Dios, la Santa Montaña permanece fiel, - como todo el pueblo ortodoxo del Señor-, en la fe de los santos apóstoles y de los santos Padres, y también en el amor debido a los heterodoxos, que son realmente ayudados cuando los ortodoxos, por su consecuente posición ortodoxa, les muestran la amplitud de su enfermedad espiritual y les indican el modo de sanar. “Los intentos de unión del pasado abortados nos enseñan que para una unión durable y de acuerdo a la voluntad de Dios, en la verdad de la Iglesia, es necesaria una preparación y un camino diferentes a los que fueron seguidos en el pasado y que, parece, son seguidos en nuestros días”.

(Firmado por) todos los representantes y superiores de la Synaxis común de los veinte monasterios de la Santa Montaña del Athos.

viernes, 7 de septiembre de 2007

NATIVIDAD DE LA SANTA MADRE DE DIOS



Cuando llegó el tiempo del nacimiento del Salvador del mundo, vivía en la ciudad de Galilea Nazaret, un descendiente del rey David, Joaquín, con su esposa Ana. Ambos eran personas devotas y conocidas por su humildad y misericordia. Alcanzaron la vejez sin tener hijos. Esto los apenaba mucho. A pesar de su avanzada edad no cesaban de pedirle a Dios que les enviara un vástago e hicieron la promesa de consagrarlo al servicio de Dios si se le concedía esa gracia. En aquel tiempo el no tener hijos era considerado un castigo de Dios por pecados cometidos. En especial, a Joaquín se le hacía muy difícil aceptar la falta de hijos, porque según las profecías, el Mesías-Cristo iba a pertenecer a la casa de David (a la que él pertenecía). Por su paciencia y por su fe, el Señor les otorgó, a Joaquín y a Ana una gran alegría: finalmente engendraron una hija. La llamaron María, que en hebreo significa: "Señora, Esperanza."


KONTAQUIO


Por tu Nacimiento, Oh Purísima;
Joaquín y Ana han sido liberados de los reproches de la esterilidad
y Adán y Eva, de la corrupción de la muerte.
Por eso, tu pueblo, habiendo sido redimido de las culpas de las transgresiones,
lo celebra y te dice:
“La Estéril da a luz a la Madre de Dios, la que nutre nuestra vida”.


TROPARIO


La oración y el gemido de Joaquín y Ana,
a causa de su esterilidad y el no dar a luz,
han demostrado ser aceptables y complacientes al oído del Señor.
Pues han brotado para el mundo un Fruto portador de la Vida.
El primero ofrecía su oración en la montaña,
mas la otra soportaba su reproche en el jardín.
Pero, con alegría la estéril da a luz a la Madre de Dios,
la que nutre nuestra vida.


EXAPOSTILIARIO


Oh María, la Joven que dio a luz a Dios, la Novia que no conoció matrimonio;
hoy, en tu Natividad, los confines de la habitada tierra se regocijan.
Porque por ella, soltaste del reproche la dolorosa esterilidad de tus padres;
y con el parto, anulaste la maldición de Eva, nuestra primera madre.
¡Renuévate, oh Adán! ¡Magnifícate tú, oh Eva!
¡Regocijaos vosotros oh profetas con los apóstoles y los justos!
y ¡Que haya una alegría común en el mundo entero,
para los ángeles y para la humanidad!
Pues hoy nace la Madre de Dios de los justos Joaquín y Ana.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Oración a la Santísima Theotokos


Oh Señora, Madre, la Protectora de los pecadores, Puente de los sufrientes en el mar de la vida, ancla de aquellos en tormentas y libertadora de aquellos en peligro, desde lo más profundo de mi corazón y alma contrita, en humildad, dolor, sollozos y lágrimas, yo un miserable, me refugio en ti como mi sola esperanza y mediadora. Me aferro a tu Hijo y Creador, conviértete en mi protección, no me dejes perecer, reconcíliame con tu Hijo que está enojado conmigo. Para la ira que él tiene justamente hacia mí. He pecado contra ti, desdichado de mí, te he insultado.Toda mi vida y he cometido iniquidades, por pensamientos y palabras y en mis sucias pasiones. He infectado mi alma y me he llegado a ensuciar completamente, he ennegrecido la belleza de mi alma. He deshonrado la imagen de Dios en mí. Lluvia de lágrimas caen de mis ojos, y si ellas corren perpetuamente como ríos y también fuentes, la dificultad de limpiar la vergüenza de mi alma contaminada. ¿Cómo puedo prevenirlo? ¿Cómo me limpiaré? ¡Soy culpable, irritando al Juez! tiemblo ante el infierno y los castigos futuros. ¿Quién puede salvar a éste hombre miserable de la terrible condena? ¡Nadie, excepto Tú, Bienaventurada Virgen María! Señora, Oh Señora, sálvame.


+ Padre Evgénios Boúlgaris

domingo, 2 de septiembre de 2007

XIV Domingo de Mateo

La parábola evangélica de hoy (Mateo 22:2-14) nos presenta el misterio del Reino de Dios y el comportamiento del ser humano frente a la invitación salvífica del amor de Dios. Un rey invitó a la boda de su hijo, a sus amigos y conocidos, que a la hora de la fiesta no respondieron a la invitación. Muchas y variadas las excusas, indiferencia y preocupaciones cotidianas vitales. Pero Dios nos invita siempre a Su comunión, a Su cuerpo, a la salvación. Esta invitación supera el tiempo y el espacio. Es decir, que es eterna y universal, aunque dirigida personalmente a cada uno de nosotros. Nuestra respuesta al llamado de Dios no representa una coacción, una reducción a esclavitud, una obligación de cumplimiento forzoso. Es una expresión de nuestro amor a Dios, obediencia en libertad a Su santa voluntad. Esta disposición manifestamos cuando acudimos a la iglesia, para participar de los diversos actos de culto. La iglesia es la reunión convocada del pueblo de Dios que se congrega para glorificar a Dios y renovar su votos bautismales. La palabra “iglesia” proviene de la palabra griega “Ekklesia” que, a su vez, proviene del verbo “ek-kaló” “convocar” “llamar” o “invitar”. Quien lanza el llamado, la convocatoria, es Dios mismo, a través de Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Dios encarnado, la buena voluntad del Padre, el cumplimiento de la promesa original. San Nicodemo Aguioritis escribe que “los creyentes necesitamos congregarnos en iglesia, para consolar nuestra hambre de la mesa mística y santa del Cuerpo del Señor y Verbo Divino que se halla en la iglesia, y para calmar nuestra sed con la Sangre vivificadora del Señor y de los néctares de la doctrina de las divinas Escrituras”. El Cuerpo del Señor, el pan esencial e imprescindible que pedimos en el “Padre nuestro”.
Necesitamos congregarnos en iglesia, porque la iglesia es también el arca de salvación. Acudimos a la iglesia y al entrar en ella, nos redimimos del diluvio de las pasiones y del pecado. El Apóstol Pablo nos exhorta que no dejemos de congregarnos en la iglesia, porque así fortalecemos los lazos de amor entre los creyentes. La oración es la hija espiritual de nuestro amor a Dios, y madre de nuestro amor a los hermanos. El amor fraterno que nace de la común oración y adoración, fortalece nuestra súplica. Cristo nos habló de la fuerza de las oraciones mancomunadas de la iglesia. “Si dos de ustedes unieran sus voces en la tierra sobre cualquier cosa que pidieran, les será dada por mi padre que está en el cielo, pues donde estén dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy en medio de ellos” (Mt. 18,19-20). Uno de los diez mandamientos que Dios le entregó a Moisés se refiere al día consagrado al Señor: “Guarda el día Sábado para santificarla, de la forma que te lo ordenó tu Señor Dios”. Para los hebreos el día consagrado a Dios era el sábado, es decir, el día del descanso del Creador, después de la Creación de seis días. Para nosotros, los cristianos, el día consagrado al Señor es el domingo, el día de la Resurrección de Cristo y de Su victoria sobre el diablo. Es el día por excelencia en que debemos agradecer al Señor por todo lo que hizo para nuestra salvación. El día de glorificación de Su amor. La mejor forma de honrar el día del Señor es acudiendo a Su santa casa y participar en el culto común de la Iglesia humilde y discretamente. En la Iglesia se conserva la alegría de los seres humanos, en la Iglesia se encuentra la alegría de los amargados, el agradecimiento de los apenados, el consuelo de los desafortunados, el descanso de los cansados. Pues Cristo dice: “Venid a mí, todos los fatigados y agobiados, y yo les daré descanso”.