domingo, 11 de noviembre de 2007

FIESTA DE SAN JUAN CRISÓSTOMO



Con motivo de la celebración de la fiesta de San Juan Crsisóstomo quisiera proponer para la reflexión el siguiente texto que puede venir muy bien a la hora de plantearnos cual es nuestra posición ante las situaciones de pobreza que actualmente se dan, y ya no hablamos de la pobreza en países del tercer mundo sino de la que podemos contemplar en nuestro entorno cercano y que se ve agravada por la situación económica nada favorable que estamos viviendo, aunque algunos se nieguen a reconocerlo: "Dime, ¿de dónde te viene a ti ser rico; de quién recibiste la riqueza?, y ése, ¿de quién la recibió? Del abuelo, dirás, del padre. ¿Y podrás, subiendo el árbol genealógico, demostrar la justicia de aquella posesión? Seguro que no podrás, sino que, necesariamente, su principio y su raíz han salido de la injusticia". Eran tiempos en que el trabajo agrícola era la fuente exclusiva de recursos, distante aún el desarrollo de la industrialización. Por lo tanto, la referencia a la "tierra" en estos párrafos debe ser tomada como metáfora de "sistema productivo". La dolorosa realidad es que en la sociedad actual se da validez sólo al primer término del concepto cristiano de "propiedad", obviándose su función social. Es entonces cuando toma sentido lo de "privada", por cuanto "priva" a los demás de su goce y uso. El propietario hará valer que tiene derecho legal a sus bienes, a todos los que su ambición alcance, porque posee las escrituras correspondientes y porque, en el mejor de los casos, paga impuestos por ellos. Los medios masivos se encargan de mostrar a los insaciables acumuladores de bienes como "triunfadores", ofreciéndolos como modelos de identificación social. ¿Hace falta recordar que de los 6000 millones de habitantes de la Tierra 2800 millones viven con menos de 2 dólares al día, y de éstos, 1200 millones con menos de 1 dólar al día? (PNUD) ¿De lo que puede deducirse, cristianamente, que hay demasiados pobres? ¿No estremece saber que el patrimonio de las tres personas más ricas del mundo es equivalente al de los 40 países más pobres del mundo? Es obvio, entonces, que la función social de la propiedad privada está lejos de cumplirse, aunque hay ciudadanos y empresas que son una encomiable excepción. Y más duro todavía, de nuestro entorno cercano, ¿Sabemos cuantas viudas y pensionistas tienen que sobrevivir con pagas de miseria (300 e) después de toda una vida de esfuerzo y trabajo? Los evangelios ponen en boca de Jesucristo varias opiniones sobre el tema: "Dejaos de amontonar riquezas en la tierra, donde la polilla y la carcoma las echan a perder, donde los ladrones abren boquetes y roban" (Mateo 6,19); "nadie puede estar al servicio de dos amos, porque aborrecerá a uno y querrá al otro, o bien se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero" (Mateo 6,24). Y cuando un joven rico, que cumplía con los mandamientos, se le acercó preguntándole qué más tenía que hacer para ganar la vida eterna, Jesús le dijo: "Una cosa te falta: vete a vender lo que tienes y dáselo a los pobres, que Dios será tu riqueza, y, anda, sígueme a mí" (Marcos 10,21). Es decir que lo instaba a cumplir con la función social de la riqueza. "Enfermedad es del estómago retener y no distribuir los alimentos, pues con ello perjudica al cuerpo entero. Así, enfermedad o maldad es de los ricos retener para sí lo que tienen, pues eso es perdición suya y de los demás. El ojo, a su vez, recibe toda la luz, pero no la retiene para sí solo, sino que alumbra a todo el cuerpo. Y es que, mientras sea ojo, no pertenece a su naturaleza retener toda la luz. ( ) Así, también vosotros, cuanto fuere puesto en vuestras manos no lo retengáis para vosotros solos, pues perjudicáis al bien común; pero, antes que a nadie, os perjudicáis a vosotros mismos" (San Juan Crisóstomo, Homilía X, 4 ). Es decir que la doctrina cristiana no condena la posesión de bienes, sino el destino que se da a ellos. Este es el sentido de la parábola evangélica de los talentos (Mateo 25 y Lucas 19), en la que el señor premia a los siervos que han dado fruto con lo recibido y condena al siervo que no ha construido nada con la parte recibida. Puede asimismo homologarse la posesión abusiva de bienes con la depravación de algunos políticos de considerarse "dueños" de un cargo o función y pretender eternizarse en él, como si se tratase de una propiedad privada. Creo que puede ser muy positivo al recordar a San Juan Crisóstomo tener en cuenta estos textos y hacer examen de lo que ocurre en nuestra sociedad y en nuestras vidas.

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