martes, 29 de abril de 2008

Mensaje Pascual del Patriarca Ecuménico


† BARTOLOMÉ

POR LA GRACIA DE DIOS ARZOBISPO DE CONSTANTINOPLA

NUEVA ROMA

Y PATRIARCA ECUMENICO

A TODA LA GREY DE LA IGLESIA

LA GRACIA, LA PAZ Y LA MISERICORDIA

DEL SALVADOR CRISTO RESUCITADO CON GLORIA


Queridos y entrañables hermanos e hijos en el Señor, “¡He aquí que el invierno pasó!” “amaneció la primavera” de salvación, “aparecieron las flores en la tierra, la voz de la tórtola se oyó, ... los viniedos exhalan su fragancia, han dado aroma” . Ha amanecido la Pascua sacrosanta y magna, y acoge, ilumina y da brillo al mundo. “Ahora todo se ha colmado de luz, el cielo, la tierra y los bajo tierra” . CRISTO RESUCITÓ Dios, Impasible, Inmortal, el bello Novio de la Iglesia, nuestro Señor Jesucristo, Hermano Primogénito y Amigo, “resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con la muerte” al tercer día, desde que, de lo alto de la Cruz exclamó “¡Se ha consumado! El “hades abajo se amargó al encontrarlo” a Él, porque, no sólo abolió su poder y vació de manera divina sus arcas oscuras, regalando la vida a quienes se encontraban en los sepulcros, sino además, porque regala una vida infinita y una resurrección cierta, a todos aquellos que después de ello y hasta el fin de la era, creerán en Él, vivirán en Él y mantendrán hasta el final la confesión y la fe en Él. Cristo “armado en Su cinto con la justicia y revestido en sus costillas con la verdad” se levantó del Sepulcro, “resucitando a Adán y toda su descendencia, como filántropo” . He aquí, pues, queridos y entrañables hermanos e hijos, el capítulo de nuestra gran fiesta y el clima de primavera que, en tiempos de primavera anuncia la Iglesia a la Ecumene. ¡El pesado invierno de la muerte pertenece al pasado! La tiranía del diablo fue vencida definitivamente. El temible reino de las tinieblas y de la perdición fue disuelto. “El Señor reinó, se vistió con decoro” . Hemos visto a Jesús sufriendo en la Cruz voluntariamente, a causa de amor extremo, muriendo y siendo sepultado por nosotros y por nuestra salvación. Nos hemos prosternado ante el Resucitado de entre los muertos y, junto a los Apóstoles y las mujeres portadoras de ungüentos, hemos oído de Su santa boca “Paz a vosotros” y “Alégrense” , y se alegró nuestro corazón. Y “nuestra alegría nadie la podrá quitar de nosotros” , porque en adelante, nuestra muerte personal, de cada uno de nosotros, ha sido potencialmente abolida. En tanto y en cuanto, nosotros también hemos crucificado la mentalidad carnal que hay en nosotros, del hombre viejo “junto a las pasiones y los deseos” y “hemos muerto junto a Cristo, creemos que también conviviremos” con Él. Desde que fuimos sepultados junto a Cristo “por medio del bautismo” , seremos también partícipes de Su Resurrección . Proclama esta verdad con suma elocuencia San Gregorio Teólogo diciendo: “Ayer estaba crucificándome junto a Cristo, hoy estoy siendo glorificado junto a Él. Ayer estaba muriendo junto a Él, hoy estoy volviendo a vivir junto a Él. Ayer estaba siendo sepultado junto a Él, hoy estoy resucitando junto a Él” . Con estas convicciones, nuestro problema eterno lo ha resuelto, una vez para siempre, el Señor Resucitado. Nuestra agonía se terminó. “¡Resucitó Cristo y la vida prevalece!” . En adelante, nuestra Vida y nuestra Resurrección, no es lo buscado, no es un sueño, no es una utopía, sino, es la realidad tangible y palpable. Una realidad que tiene una persona concreta y un nombre: “el nombre superior a todo nombre” Jesucristo, delante de Quien “se doblará toda rodilla de los celestiales, de los terrenales y de los demonios” , y toda lengua confesará que Él es el único Vivificador y Señor, que vive y reina por los siglos, compartiendo voluntariamente Su Reino, Su gloria y la herencia de Su Padre, con todos los partícipes de Su Cruz, de Su muerte y de Su Resurrección, como “primogénito entre muchos hermanos” . A Él rogamos extensamente, desde nuestra sede martírica Patriarcal y Ecuménica, para que conceda paz al mundo, iluminación de verdad y de justicia a las almas de las personas, paciencia y sostén a cada uno que está siendo tentado, sabor de salvación y de vida eterna a todos los creyentes. A este Vencedor de la muerte y príncipe de la vida, sea la gloria, el poder, el honor y la prosternación, junto al Padre y al Espíritu Santo, por los siglos. Amén.

En la Santa Pascua 2008

† Bartolomé de Constantinopla Ferviente suplicante ante Cristo Resucitado por todos vosotros

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