martes, 29 de abril de 2008

Mensaje Pascual del Patriarca Pavle de Servia


+ PAVLE

Por la gracia de Dios
Arzobispo ortodoxo de Pec,

Metropolitano de Belgrado-Karlovci

y Patriarca serbio,


y con él todos los Jerarcas de la Iglesia Ortodoxa serbia a todo el clero, monjes, y a todos los hijos e hijas de nuestra Iglesia Santa: la gracia, misericordia y paz de Dios Padre, y nuestro Señor Jesucristo, y el Espíritu Santo, os damos el alegre saludo Pascual:

¡CRISTO HA RESUCITADO!

“Hoy todo está llenos de luz,
el cielo y tierra y las regiones inferiores;
que toda la creación celebre la Resurrección de Cristo,
pues en Él estamos fundamentados”


Con estas palabras del gran himnógrafo de la iglesia nosotros os felicitamos en el día de la Fiesta de la Resurrección de Cristo y os repetimos, queridos hijos espirituales:

¡CRISTO HA RESUCITADO!

Después de Gran y Santo viernes, la tragedia más grande de humanidad, pero también la manifestación de la gloria de Dios cuando el hombre se hizo juez implacable de su Amor, cuando el hombre juzgó y mató al Dios y Hombre Cristo, cuando la mentira, y el engaño triunfaron sobre Cristo crucificado, cuando el cielo y tierra y las regiones inferiores se avergonzaron por la maldad de la humanidad, después de la oscuridad llegó el día de la Pascua, donde Cristo, Dios y Hombre verdadero, pasó de la muerte a la vida de la oscuridad de la tumba a la luz del Día. Contemplad el Día que es sobre todos los días, el día en que Él ha roto las cadenas del pecado y de la muerte, el día en que el diablo fue encarcelado. ¡Contemplad el día de nuestra libertad, el día de nuestra alegría! Con la Resurrección de Cristo, todo y todos están llenos con una nueva luz de vida, una luz en la que nosotros nos establecemos. Que se nos permita regocijarnos y alegrarnos en la Pascua del Señor, en el día de la libertad y de la vida. Aquellos que estaban encarcelados en medio de la oscuridad se alegran y se regocijan en la libertad de la Luz de la Resurrección. Con la Resurrección de Cristo, la antigua injusticia que trajo al hombre el pecado y la muerte han sido vencidas. El santo apóstol Pablo, lleno de la alegría de la Resurrección exclama: ¿Dónde está muerte tu aguijón, donde está invierno tu victoria? ¡Han sido vencidas para siempre! El aguijón de la muerte ha sido destruido y el Averno se ha vaciado y se han librado los que estaban prisioneros en él. La Luz del mundo ha brillado delante de la tumba como el Sol, así como antes de la pasión había brillado en el monte Tabor. Que toda la Creación se regocije en la Resurrección de Cristo pues por su poderío el débil y desvalido se ha vuelto fuerte y poderoso. En la Resurrección de Cristo el universo entero ha sido transformado. Esto es por qué la Resurrección es una nueva creación del mundo y un nuevo nacimiento de hombre, en la que Cristo Resucitado da su Vida al hombre y al mundo. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida,” dice el Señor

El Señor Resucitado se apareció a las Mujeres Miróforas y a los Apóstoles que estaban escondidos por miedo a los judíos y reuniéndolos en torno a Él dio fortaleza a su fe diciéndoles: ¡No temáis, Yo he vencido al mundo! Ese mundo que apenas hacía unos días lo había condenado y lo había crucificado en la Cruz. De la misma manera, Él hoy y siempre nos reúne a todos nosotros alrededor de Él y nos dice: ¡No tengáis miedo, porque yo he vencido al mundo! Habiendo visto y experimentado la gloria de Cristo resucitado proclamemos al universo entero: ¡Hombres, Cristo ha Resucitado! ¡Cristo ha Resucitado, glorifiquémosle! Cristo ha Resucitado, creedlo pueblos todos pues “nosotros proclamamos lo que nuestros ojos han visto, y nuestras manos han tocado” que como el apóstol santo y evangelista Juan el Teólogo dice, “para que vosotros también creyendo podáis tener la vida eterna”. Nuestra fe es la fe de la experiencia de la Cruz y la Resurrección. Nosotros sabemos esto porque lo creemos y hemos experimentado y el conocimiento obtenido a través de la experiencia es la más grande confirmación de fe. Antes de su sufrimiento, entierro y resurrección, nuestro Señor trajo tres de sus discípulos a la cima de una montaña muy alta, el monte Tabor. En esta montaña, en el misterio de su Transfiguración, Él les reveló el misterio de Su naturaleza divina, la naturaleza que ellos y el mundo entero conocerían a través de la experiencia después de su Resurrección. La manifestación de la naturaleza divina y su gloria se mostró con la luz de la gracia increada que está en Cristo y qué el mundo ha recibido a través de la Resurrección. El mundo sin Cristo es un mundo de oscuridad. El mundo con Cristo resucitado es un mundo de luz eterna, la luz que ilumina cada parte de nuestra alma y nuestro ser. Esto es por qué nosotros somos hijos de la luz. De Él que es la Luz de la Vida nosotros hemos recibido la luz para brillar en este mundo. Es por esto que él Señor nos dice: “Brille vuestra luz ante los hombres para que ellos puedan ver vuestras obras y puedan glorificar a vuestro Padre que está en los cielos.

Sólo Cristo resucitado es la piedra angular de nuestra fe y de nuestra vida. Al mismo tiempo Él es la piedra angular y la cabeza divina y humana de nuestra Iglesia Santa. No hay más piedra angular que Él, ni ninguna otra puede ser puesta. Cuando los discípulos preguntaron San Juan Bautista si Cristo era que tenía que venir o si ellos debería esperar a otro, les contestó: “Yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia” Si el Santo Profeta y Bautista Juan dijo esto, él que puso su mano sobre la cabeza del Señor, si él que es el más grande de los nacidos de mujer dijo esto ¿Cómo es entonces que alguien puede proclamarse la cabeza visible de la Iglesia, infalible y vicario del Hijo de Dios aquí en la tierra? ¡Dios lo prohíbe y no lo acepta! Nuestra Iglesia Santa con todos sus sacerdotes y fieles ha de permanecer firme en la fe de Cristo resucitado, la fe de los profetas, de los apóstoles, de los mártires y los santos. Al mismo tiempo Dios da la fuerza a su Iglesia para que establezcamos diálogo con todos los hombres y naciones iluminándolos con la luz de Cristo. Nosotros no nos replegamos dentro de nosotros mismos ni nos encerramos en Cristo dentro de los confines de nuestra mente. Al contrario mostramos la verdadera Luz al mundo y damos testimonio de la Verdad a los hombres como lo hicieron los apóstoles, los mártires y los santos. En esto el mundo reconoce que somos de Cristo y como dice el Santo Apóstol Pablo: “Yo era todo para todos por ganar a alguno para el Evangelio de Cristo”.

¿Qué es la Resurrección de Cristo para nosotros que vivimos 2000 años después de que ocurrió? ¿Es sólo un recuerdo o memoria? ¿Es sólo una celebración, o es algo más profundo? La gracia de la resurrección de Cristo es la fuente inagotable de la salvación de hombre y del mundo en cada época y lugar. Es el cambio absoluto y completo del hombre y del mundo que Cristo Dios, y hombre verdadero, ha traído con su venida y resurrección. Así pues, la Resurrección de Cristo tiene la misma e igual fuerza y nos impulsa de la misma manera a nosotros hoy, 20 siglos después, que como impulsó a sus contemporáneos.

El Santo Apóstol Pablo, nos asegura que eternamente viviremos con Cristo porque “Así como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo procura toda la justificación que da la vida” (Romanos 5:18). “Sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre él. Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre; mas su vida, es un vivir para Dios. Así también vosotros, consideraos como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús” (Romanos 6: 9-11). El pasado, el presente, y el futuro han sido redimidos por la Resurrección.

En estos días de alegría Pascual, en este tiempo de misericordia divina hacia todos y todo, nosotros no podemos dejar de recordar la injusticia humana y la violencia que los poderosos de este mundo han infligido a nuestro Kosovo y Metohija, y la Nación Serbia entera Kosovo y Metohija son una parte íntegra de la vida de cada serbio, cuando cada serbio es una parte de Kosovo y Metohija. Sabiendo esto los maquinadores de esta injusticia histórica han querido infligir la herida más profunda posible, el mayor dolor y sufrimiento que nos hace mirar al dolor salvífico que sufrió Cristo en el Gólgota

Kosovo y Metohija no son sólo una parte de territorio serbio, es nuestra cuna espiritual porque nosotros crecimos, vivimos y maduramos con Kosovo y Metohija como individuos y como nación. Hemos vivido y hemos muerto por el Testamento de Kosovo: “El reino terrenal es pasajero, mientras el reino celestial es para siempre” y esto es lo que nos conectó psicológica y antropológicamente a cada uno de nosotros. Bien saben esto los poderosos de este mundo y por eso desean castigar a los Ortodoxos serbios, desean rompernos y aplastarnos formando una masa informe dispuestos a arrodillarnos delante de ellos, rindiéndonos a su voluntad. Más nosotros sólo nos sometemos a la voluntad de Cristo y a sus enseñanzas y sometiéndonos a ellas iluminamos sus actos ilegales y su hipocresía similar a la de Pilatos que se lavo las manos en la sangre del Justo.

Hemos de tener a Kosovo y Metohija en nuestros corazones y preocuparnos de todos nuestros hermanos y hermanas que sufren allí. La Patria es el corazón de hombre, dice un poeta. Dentro de nuestros corazones nosotros hemos puesto Kosovo y Metohija. Hacemos un llamamiento a todos los serbios y a todos los ortodoxos para evitar que se separe de nosotros Kosovo y Metohija, para cumplir el testamento del Santo Zar Lazar. Es como si pretendieran quitar a los judíos la ciudad santa de Jerusalén. Llamamos a todos, desde los políticos y los intelectuales hasta los más humildes, a los mayores y los más jóvenes hijos e hijas de nuestra patria para que con nuestras vidas honradas merezcamos Kosovo y Metohija ante Dios.

Que los intelectuales con su trabajo científico defiendan Kosovo y Metohija; que los artistas con su creatividad expresen la belleza y el ser de nuestro Kosovo y Metohija; que nuestros atletas dediquen sus triunfos a Kosovo y Metohija. Que cada padre susurren a sus hijos recién nacidos Kosovo y Metohija y que sean éstas las primeras palabras que escuchen. Que cada agricultor dedique la primera hora de su labor a Kosovo y Metohija; que cada obrero dedique su primera hora de trabajo a Kosovo y Metohija; que cada político dedique su primer pensamiento político a Kosovo y Metohija; que cada pastor ofrezca su primera oración a Dios a Kosovo y Metohija.

Esta es la llamada a la batalla agradable a Dios, y nuestras oraciones serán escuchadas por Él porque ponemos en sus manos a Kosovo y Metohija y confiamos en su juicio no en el de los mentirosos movidos por viles intereses. Así como el salmista cantaba antiguamente a Jerusalén injustamente asaltada y destruida, nosotros también hemos de cantar por Kosovo: Si me olvido de ti Kosovo, si nos olvidamos de ti Metohija, que se olvide de mí el Señor, que se me paralice la mano derecha. Que se me pegue la lengua al paladar si no te recuerdo, y si no pongo a Kosovo y Metohija como el principio de mi alegría.

Estimados hijos espirituales, nosotros vivimos en un tiempo duro y crítico de globalización, en un tiempo en el que se pisotean los derechos humano básicos: el derecho de hombre a la vida; el derecho de un bebé a nacer; el derecho de padres para educar y guiar a sus niños; el derecho de una madre para ser una amante y afectuosa madre para sus niños y una esposa para su marido, ¡el derecho del hombre de ser hombre! Está creándose una civilización extraña de globalización según la medida de unos valores morales deformados e in morales, sin la levadura que da el significado eterno a la vida humana. Una civilización que está en la oposición directa a Cristo Resucitado y a su Evangelio no puede sobrevivir. Estando atentos a esto, hemos de ser cautos y sabios cuando nosotros nos acercamos esta mesa extraña de ofertas y deleites mundanos. Hemos de escoger sabiamente sólo lo que es digno de Cristo. Neguémonos a esta pseudo-civilización torcida e inhumana como Cristo se negó a las tentaciones del Diablo: “Si te inclinas ante mí todo esto que ves será tuyo”. Nosotros sabemos cual es la respuesta que hemos de dar: “Sólo a tu Dios adoraras y ante Él solo te postrarás.

Saludamos a nuestros hermanos sobre todo a aquellos que están en la diáspora: En Estados Unidos de América, Canadá, Australia, Europa, Asia y África. También saludamos a nuestros hermanos y hermanas de la Republika Srpska, de Bosnia y Herzegovina, Croacia, Montenegro, Eslovenia y la República Yugoslava de Macedonia y los llamamos a unirse en nuestro Señor Jesucristo Resucitado para que nunca más vuelvan a dividirse y pelear entre ellos.

Saludamos a toda la Iglesia de Dios extendida a lo largo del mundo y a las personas de buena voluntad. Llamamos a todos a la paz y la unidad y a ser testigos ante todas las tribulaciones. Renovémonos en Cristo Resucitado y brillemos con bondad y virtud en este mundo. Reunidos en la Divina Liturgia y dando testimonio de la verdad, démonos el fraternal abrazo de la paz y saludémonos a nosotros y a toda la creación diciendo:

¡Cristo ha resucitado!
¡En verdad ha resucitado!




1 comentario:

Anónimo dijo...

¡En verdad ha resucitado!

Saludos desde Barcelona