miércoles, 21 de mayo de 2008

Santos Emperadores iguales a los Apóstoles Constantino y Elena


Santo Emperador Constantino el Grande, igual a los Apóstoles


El Emperador Constantino el Grande era hijo de Constancio Floro, gobernador de la parte occidental del Imperio Romano, (Galia y Bretaña), y de la Santa Equiapostólica Elena. Por deseo del Emperador Diocleciano, en su adolescencia (a los 18 años) fue alejado de sus padres en calidad de rehén, y vivió en la corte de Nicomedia.


Cuando el Emperador Diocleciano renunció al trono, Constantino volvió a Galia, y en el año 306, después de la muerte del Emperador Constancio fue nombrado emperador. Su madre lo predispuso a tomar el cristianismo. Su padre aunque era pagano, defendía a los cristianos, viendo que estos —eran fieles servidores y dignos habitantes. En la corte de Diocleciano en aquel tiempo cuando todavía la Iglesia no era perseguida había cristianos que ocupaban distintos cargos y Constantino tenia en ellos muchos ejemplos que atestiguaban su honor y lealtad al trabajo.


También él vio los horrores de la persecución y la extraordinaria fortaleza de los confesores de Cristo; ello también lo predispuso en su causa. Posteriormente el mismo Constantino reconoció, que su estadía en la corte de Diocleciano contribuyó mucho para su conversión al cristianismo: “Yo me alejaba de los anteriores gobernantes hasta ahora, decía él, pues veía el salvajismo de sus costumbres.” Por su carácter él era, activo, belicoso, previsor, perspicaz, allegado a todos y generoso. Constantino era un genio mundial y no en vano fue elegido por la Divina Providencia del Señor para realizar un cambio grandioso en el imperio y en todo el mundo.


Durante su reinado el Emperador Constantino luchó en especial contra tres enemigos, y durante ese combate gradualmente, y decididamente se volcó hacia la recepción de la Santa Fe. En el año 308, él con suerte salió de la lucha con el Emperador Maximino Hérculo, y se apuró a expresar su agradecimiento con riquísimas ofrendas en el templo de Apolo. En ello quedó demostrado el rasgo dominante en el carácter de Constantino: a pesar de que todavía seguía siendo pagano, él era una persona religiosa, y el motivo de sus hazañas la dirigía hacia la ayuda del Cielo.


En el año 312 se produjo una guerra nueva entre el Emperador Constantino y el Emperador Majencio. En el transcurso de esta guerra, poco antes del momento decisorio de la misma, en horas del mediodía, cuando el sol comenzó a inclinarse hacia el occidente (poniente), con sus propios ojos Constantino vio sobre el Cielo una Cruz ilumináda con esta inscripción “Con El Vencerás” (en Griego NIKA). Durante la noche el Señor se le presentó en sueño con el mismo símbolo de la Cruz y le dijo, que con este símbolo él iba a vencer al enemigo. Al día siguiente por orden de Constantino, en todos los emblemas de su tropa fueron hechas las imágenes de la Santa Cruz. Al obtener la victoria sobre Majencio, Constantino, triunfante entró a Roma, y aquí en la plaza ordenó poner su estatua con la Cruz en la mano derecha con la siguiente inscripción “Con este símbolo salvador, yo salvé a la ciudad del yugo del tirano.” Después de esta victoria el Emperador Constantino, junto con su yerno Licinio editó el primer manifiesto, permitiendo a todos profesar el cristianismo sin temor. El segundo manifiesto firmado por él en el año 313, ordenaba la devolución a los cristianos los lugares destinados a los Divinos oficios y todo el patrimonio arrebatado en tiempos de persecución.


Mientras tanto el amigable trato entre el Emperador Constantino y Licinio poco a poco se fue disipando, transformándose en una pelea abierta. Esta lucha definía el destino de los cristianos en el Imperio Romano, pues Licinio, sospechando que los cristianos orientales tenían un apego hacia Constantino, primero comenzó a oprimirlos, luego pasó a una persecución abierta, en cambio Constantino amparaba abiertamente a los cristianos. Ambos emperadores se preparaban a una batalla decisoria, cada uno de acuerdo a su fe. Los oráculos vaticinaban la victoria de Licinio y los cristianos rezaban por Constantino. Dios le otorgó la victoria a Constantino en la batalla cerca de Adrianópolis (322). Licinio perdió el trono y la vida. Constantino se transformó en soberano absoluto del imperio, y el cristianismo salió triunfante.


El Emperador Constantino dedicó toda su vida al bienestar de la Iglesia, y le hizo tanto bien a ella, que tiene merecido la denominacion de Equiapostólico. Desde su época las reparticiones gubernamentales, las normas, el servicio militar, comenzaron a orientarse sobre exigencias, que están contenidas dentro del cristianismo. Se pueden señalar las siguientes medidas y actividades del Emperador Constantino a favor del cristianismo, además de los edictos citados, correlativamente, en el año 314 puso fin a los juegos paganos, (313-315) liberó al clero de las obligaciones ciudadanas, y a las tierras de la Iglesia de los impuestos en general, (315) suprimió la pena de muerte a través de la crucifixión y edito una severa norma contra los judíos, que se sublevaban contra la Iglesia, (316) permitió liberar a los esclavos ante la Iglesia sin formalidades especiales, las cuales eran muy engorrosas en los juicios civiles, (319) prohibió a las personas particulares ofrecer sacrificios a los ídolos, y realizar adivinaciones en sus casas, (321) ordenó festejar el día domingo en todo el imperio, (325) para proteger a las vírgenes cristianas cambió las leyes de los romanos contra el celibato. Concedió a la Iglesia el derecho de recibir donación de bienes, permitió tomar altos cargos gubernamentales a los cristianos, ordenó construir templos cristianos y prohibió introducir en ellos, imágenes y estatuas de emperadores, a usanza de los templos paganos.


El Emperador Constantino encontraba oposición en Roma, en la cual el partido pagano era fuerte. Esta oposición de los paganos se descubrió, en especial cuando se festejaban los 20 años del reinado de Constantino, enfriando sus relaciones con la anterior capital del imperio. Finalmente dejó Roma, y estableció una nueva capital cristiana sobre las orillas del Bósforo, invitando a los obispos cristianos para bendecirla solemnemente, llamándola Constantinopla. En esta nueva capital del imperio en lugar de templos paganos comenzaron a construir templos cristianos, y en vez de estatuas de dioses paganos — imágenes sagradas.


El Emperador Constantino prestó mucha atención a la agitación provocada en la Iglesia, por el cisma de los donatistas y en especial, por la herejía de Arrio, tratando de todas maneras de unir a los divididos. Uno de los grandes méritos de Constantino fue — convocar el primer Concilio Ecuménico en el año 325 en la ciudad de Nicea. Constantino con todo el alma se dedicó a la Iglesia, pero a pesar de ello, de acuerdo a las costumbres de esa época, no se bautizó hasta los últimos días de su vida. Cuando sintió que llegaban los últimos momentos de su vida, entonces piadosamente recibió este gran sacramento, y murió mientras rezaba el día 21 de mayo del año 337. La historia le adicionó a su nombre (el calificativo de) “el Grande.” La iglesia por sus grandes servicios lo denominó “Equiapóstolico”.


Santa Emperatriz Elena, igual a los Apósotes.


En un mesón propiedad de sus padres en Daprasano (Nicomedia) nació pobre en el seno de una familia pagana. Allí pudo, en su juventud, contemplar los efectos de las persecuciones mandadas desde Roma: vió a los cristianos que eran tomados presos y metidos en las cárceles de donde salían para ser atormentados cruelmente, quemados vivos o arrojados a las fieras. Nunca lo entendió; ella conocía a algunos de ellos y alguna de las cristianas muertas fueron de sus amigas ¿qué mal hacían para merecer la muerte? A su entender, sólo podía asegurar que eran personas excelentes.San Ambrosio, que vivió en época inmediatamente posterior, la describe como una mujer privilegiada en dones naturales y en nobleza de corazón.


Y así debía ser cuando se enamoró de ella Constancio, el que lleva el sobrenombre de Cloro por el color pálido de su tez, general valeroso y prefecto del pretorio durante Maximiano. Tenía Elena 23 años al contraer matrimonio. En Naïsus (Dardania) les nació, el 27 de febrero del 274, el hijo que llegaría a ser César de Maximiano como Galerio lo fue de Diocleciano.Pero no todo fueron alegrías. Elena fue repudiada por motivos políticos en el 292 para poder casarse Constancio con la hijastra de Maximiano y llegar a establecer así el parentesco imprescindible entre los miembros de la tetrarquía.


Le costó mucho saberse pospuesta al deseo de poder de su marido, pero esto lo aceptó mejor que el hecho de verse separada de su hijo Constantino que pasó a educarse en el palacio junto a su padre y donde se reveló como un fantástico organizador y estratega.Muerto Constancio Cloro en el 306, Constantino decide llevarse a su madre a vivir con él a la corte de Tréveris. En esta época aún no hay certeza histórica de que su madre fuera cristiana. Sí, cuando -por testimonio de Eusebio de Cesarea- aparezca sobre el sol el signo de la cruz con motivo de la batalla de Saxa Rubra y la leyenda "con este signo vencerás" que dio el triunfo a Constantino y lo hizo único Emperador de Roma, en el 312.


Parece descubrirse la influencia materna en el santo Emperador Constantino tras el Edicto de Milán que prohibía la persecución de los cristianos y los edictos posteriores que terminan vetando el culto a los dioses lares. Agasaja a su madre haciéndola Augusta, acuña monedas con su efigie y le facilita levantar iglesias.


En el 326 Elena está con su hijo en Bizancio, a orillas del Bósforo. Aunque se aproxima ya a los setenta años alienta en su espíritu un deseo altamente repensado y nunca confesado, pero que cada día crece y toma fuerza en su alma; anhela ver, tocar, palpar y venerar el sagrado leño donde Cristo entregó su vida por todos los hombres. Organiza un viaje a los Santos Lugares en cuyo relato se mezclan todos los elementos imaginables pertenecientes al mundo de la fábula por tratarse del desplazamiento de la primera dama del Imperio a los humildes a lejanos lugares donde nació, vivió, sufrió y resucitó el Redentor.


San Juan Crisóstomo, San Ambrosio, San Paulino de Nola y Sulpicio Severo refieren que se dedicó a una afanosa búsqueda de la Santa Cruz con resultados negativos entre los cristianos que no saben dar respuesta satisfactoria a sus pesquisas. Sintiéndose frustrada, pasa a indagar entre los judíos hasta encontrar a un tal Judas que le revela el secreto rigurosamente guardado entre una facción de ellos que, para privar a los cristianos de su símbolo, decidieron arrojar a un pozo las tres cruces del Calvario y lo cegaron luego con tierra.


Las excavaciones resultaron con éxito. Aparecieron las tres cruces con gran júbilo de Elena. Sacadas a la luz, sólo resta ahora la grave dificultad de llegar a determinar aquella en la que estuvo clavado Jesús. Relatan que el obispo Demetrio tuvo la idea de organizar una procesión solemne, con toda la veneración que el asunto requería, rezando plegarias y cantando salmodias, para poner sobre las cruces descubiertas el cuerpo de una cristiana moribunda por si Dios quisiera mostrar la Vera Cruz. El milagro se produjo al ser colocada en sus parihuelas sobre la tercera de las cruces la pobre enferma que recuperó milagrosamente la salud.Tres partes mandó hacer Elena de la Cruz. Una se trasladó a Constantinopla, otra quedó en Jerusalén y la tercera llegó a Roma donde se conserva y venera en la iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén.


Murió Santa Elena sin que sepamos el sitio ni la fecha. Su hijo Constantino dispuso trasladar sus restos con gran solemnidad a la Ciudad Eterna y parte de ellos se conservan en la iglesia Ara Coeli, dedicada a Santa Elena.

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