martes, 26 de agosto de 2008

Conflicto en el Cáucaso ahondaría controversia ortodoxa



Aunque los patriarcas ortodoxos de Rusia y Georgia han llamado a la paz y la reconciliació n entre “pueblos hermanos”, la guerra que enfrentó a los dos países este mes de agosto probablemente profundizará la controversia entre las dos iglesias.

Ginebra, viernes, 22 de agosto de 2008

No podía ser menos en países donde la Iglesia Ortodoxa es la religión oficial de facto y donde la afiliación religiosa desempeña un papel tan importante en la definición de la identidad nacional.

Las congregaciones ortodoxas en Abjasia y Osetia del Sur, las dos provincias separatistas de Georgia, no han hecho un secreto de su interés en acercarse al Patriarcado de Moscú— una actitud que refleja el sentir de la inmensa mayoría de los habitantes de esas regiones respecto de la “madre Rusia”.

En varias ocasiones en el pasado, la Iglesia Ortodoxa de Georgia acusó al Patriarcado de Moscú de intentar controlar las iglesias ortodoxas en Abjasia y Osetia del Sur. Al igual que su homóloga rusa, la Iglesia Ortodoxa en Georgia goza de especiales privilegios y es reconocida como un factor de gran influencia en la vida nacional.

En Georgia, como en Ucrania, el apoyo de una Iglesia Ortodoxa autónoma, independiente del Patriarcado de Moscú, es fundamental para el proyecto nacionalista que procura disociar el país de los tradicionales lazos políticos, económicos y culturales con Rusia, y acercarlo al Occidente.

En octubre de 2007, el presidente georgiano Mikheil Saakashvili dijo que la iglesia ortodoxa “es un buque insignia para Georgia y una fuerza impulsora de su inminente renacimiento y reunificación.”

Cuatro meses más tarde, en su discurso de toma de posesión, Saakashvili prometió restaurar el control de su gobierno sobre las regiones separatistas y devolver las diócesis de Sukhumi y Abjasia a la Iglesia Ortodoxa de Georgia.

Al día siguiente, Saakashvili hizo un juramento religioso pleno de simbolismo en la catedral de Bagrati en Kutaísi, la segunda ciudad de Georgia. La catedral fue construida por Bagrat III, a quien se reconoce como el primer rey de la monarquía unificada en Georgia.

En esa ocasión, el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Georgia, Ilia II, le recordó sus promesas del discurso de inauguración.

“Esperamos que usted será capaz de reunificar a Georgia y todos esperamos que Georgia será reunificada pacíficamente”, dijo Ilia II. Un consejo que, obviamente, cayó en saco roto.

La Iglesia Ortodoxa de Georgia ha calificado de “inaceptables” los brotes de separatismo y ha acusado a quienes apoyan esos esfuerzos de ser “una fuente de violencia y agresión”.

“Los pueblos de Abjasia y Osetia son hijos de la Iglesia Ortodoxa de Georgia al igual que los georgianos, y asistirlos es nuestro principal deber”, declaró Ilia II el pasado 20 de abril.

En esa ocasión, el dignatario religioso georgiano manifestó sus temores de que las tensiones entre Rusia y Georgia desembocaran en un proceso incontrolable, y pidió a su homólogo ruso, el Patriarca Alexy II, un esfuerzo común para fomentar la paz entre los dos países.

Apenas conocerse el estallido del conflicto en Osetia del Sur, Alexey II pidió un alto al fuego y el regreso al “camino del diálogo”.
“Muestren virtud y sentido común: siéntense a la mesa de negociación para conversar con respeto de las tradiciones, puntos de vista y aspiraciones de los pueblos de Georgia y Osetia”, exigió el Patriarca ruso.

Pero el obispo Jorge, máximo dignatario ortodoxo en Osetia del Sur, condenó sin ambages la agresión de Georgia. “Hemos experimentado una vez más lo que significa el ‘cuidado’ de Georgia en la perenne humillación, los insultos, la falsedad, los actos terroristas y los disparos contra civiles”, dijo.

El prelado también exhortó a sus conciudadanos a “apoyar plenamente a aquellos que protegen nuestros hogares, niños, esposas, padres y amigos,” en clara alusión a los rusos.

A su vez, el arcipreste Dimitry Smirnov, quien encabeza el Departamento para las Relaciones con las Fuerzas Armadas del Patriarcado de Moscú, se alineó claramente con la posición oficial del gobierno ruso.

“La nación, que se unió al imperio ruso hace mucho tiempo, fue sometida al genocidio y ello obligó a nuestro país, a los rusos, a los ortodoxos, a extender nuestra ayuda a Osetia”, escribió Smirnov en un artículo publicado este miércoles 20.

La delicada situación podría tomar un nuevo rumbo si Rusia reconoce la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, lo que será discutido este 25 de agosto en una sesión extraordinaria del Consejo de la Federación, la cámara alta del parlamento ruso.

Sergei Mironov, vocero del Consejo, ha declarado que los legisladores están dispuestos a reconocer la independencia de esas regiones “si eso es lo que los pueblos de esas repúblicas desean y también si existe la decisión correspondiente del presidente ruso”.

El reconocimiento ruso de las regiones allanaría el camino para una eventual incorporación de las diócesis de Abjasia y Osetia del Sur al territorio canónico de la Iglesia Ortodoxa Rusa y ahondaría las diferencias en el seno de la Ortodoxia.

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