martes, 5 de agosto de 2008

Icono de la Transfiguración (II): El Cristo.


En el centro de las representaciones iconográficas de la fiesta, resplandeciente de luz, aparece el Cristo. Los iconógrafos a menudo han sabido reproducir con gran maestría el concepto: cualquier parte del icono que se observe, desde los rostros de los personajes a los vestidos, a las rocas del paisaje, todo está iluminado por la luz procedente del Cristo. Sus ropas son blancas, las de la resurrección: la explosión de la divinidad, de la vida, de esa vida que es "la Luz de los hombres."Sus vestidos blancos quieren expresar que es la fuente de luz. Es es blancura esplendorosa de los vestidos que el evangelista Marcos describe con admiración. Está situado en un círculo de luz que significa la gloria, la divinidad, el infinito. Es Dios. Es como un sol, con títulos bíblicos que se aplican desde la antigüedad a Jesucristo. Él es el Salvador de los hombres, verdadero hombre, con mirada misericordiosa, que irradia un gran amor salvador hacia todos. La luz percibida por los discípulos (la luz tabórica) es de tonos apagados -es reproducida, en efecto, con un gris- comparada con aquella tanto más esplendorosa que rodea al Cristo: ésta es sólo una sombra de la luz inaccesible en la que habita el Señor.Cristo aparece en algunos iconos de la Transfiguración en medio de una figura geométrica que se llama "mandorla", "almendra". Es el signo pictórico que quiere reflejar la "nube" luminosa que lo cubre. Y la "nube" es el signo bíblico de la presencia de Yahvé, y por lo tanto es un símbolo del Espíritu Santo que está dentro de Jesús, que lo envuelve, que lo empuja, que impregna toda su humanidad de una manera velada, hasta que en la resurrección aparezca esta fuerza en todo su vigor.En la revelación de Cristo se desvela y revela toda la Trinidad:- el Padre que dice: "Este es mi Hijo muy amado: escuchadle".- Cristo, el Hijo amado, revelado como Logos y complacencia del Padre- El Espíritu es la nube que indica la gloria y la presencia sobre el Hijo amado, como en la Encarnación, cuando cubre con su sombra, como una nube, a Maria.

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