viernes, 20 de febrero de 2009

DISCURSO CATEQUÉTICO SOBRE EL INICIODE LA SANTA Y GRAN CUARESMA


+BARTOLOMÉPOR LA MISERICORDIA DE DIOS
ARZOBISPO DE CONSTANTINOPLA, NUEVA ROMA
Y PATRIARCA ECUMÉNICO
A TODO EL PLÉROMA DE LA IGLESIA
LA GRACIA SEA Y LA PAZ DE NUESTRO SALVADOR
Y SEÑOR JESUCRISTO,
DESDE NOSOTROS, PUES,ORACIÓN, BENDICIÓN Y PERDÓN


"Venid, oh pueblos, hoy recibamosde los ayunos el don como tiempo de arrepentimiento regalado por Dios…"(Lunes de la Primera Semana de los ayunos)El ayuno que nos propone nuestra Santa Iglesia no es una privación sinó un don, y la metanoia, a la cual nos llama, no es un castigo sinó un regalo. Y cuando la Iglesia, a través de la perícopa evangélica que recién hemos escuchado, nos induce a no atesorar tesoros en la tierra "donde hay polilla y herrumbre que corroen", sino a que atesoremos tesoros en el cielo donde no hay ninguna amenaza de corrupción, nos dice la verdad, pues la Iglesia no es de este mundo, pero vive en este mundo y lo conoce: conoce al hombre, las reales necesidades y las fatigas; conoce bien nuestra época, época de grandes desarrollos y velocidades, de agitación de informaciones y de confusiones, de muchos miedos, amenazas y derrumbamiento. Por ello, mansa pero establemente, llama a todos a la metanoia; por ello disuade a sus hijos para que no tomen un camino equivocado al atesorar sus esfuerzos y al colocar su esperanza sobre bases corruptibles. En cambio, persuade a que atesoren en el cielo, pues, "allí donde está vuestro tesoro, allí se encuentra vuestro corazón". El tesoro que no se corrompe y la esperanza que no se ultraja es el divino amor, la fuerza que sostiene y articula todo. Es el Dios-Logos encarnado que vive entre nosotros por los siglos. Éste es la santificación de nuestras almas y cuerpos, pues no vino a juzgar, sinó a salvar al mundo; no ha venido a herir, sino a curar: "golpea con misericordia y se compadece ardientemente". Anuló al que tenía el poder de la muerte, es decir al demonio, abolió lo implacable de la muerte, es decir, la forma y la presencia despiadada y oscura de la muerte, la cual, cuando existe, oscurece y envenena toda la vida y la alegría del hombre. Por ello, cuando nuestro corazón y nuestra mente están dirigidas hacia el Teántropo Señor, que tiene dominio sobre vivos y muertos, entonces todo se ilumina y se transfigura. Y cuando el Apóstol nos induce a que no basemos en "lo inseguro de las riquezas sino en Dios, que nos provee espléndidamente de todo para que lo disfrutemos" (I Tim. 6,17) nos asegura que el verdadero gozo de la vida es aquello que nos da Dios y que nosotros recibimos con gratitud y agradecimiento. Entonces lo poco es rico, pues está bendito, y lo contingente y momentáneo brilla con la luz de la eternidad. Entonces, no solamente las alegrías de la vida poseen algo que no concluye, sino que las pruebas y las tribulaciones se convierten en motivo de divino auxilio. La divina economía de nuestra salvación es segura. Es "la que en la hondura de la sabiduría filantrópicamente todo provee", y así la prenda de nuestros esfuerzos está asegurada, pues "entregamos toda nuestra vida y esperanza" en el Teántropo Señor. Por ello, cuando el Evangelio nos refiere al cielo, lo hace literalmente: nos hace aterrizar en la realidad de la tierra que se ha hecho cielo. Esta seguridad vive y confieza la Iglesia. "A través de tu cruz, oh Cristo, un solo rebaño se hizo de ángeles y de hombres y una Iglesia; la tierra y el cielo se regocijan, oh Señor, Gloria a Ti". Es por ello que nos concede la posibilidad de vivir el milagro de que la tierra se ha convertido en cielo, y que el dominio de Dios está entre nosotros. Las raíces del hombre se encuentran en el cielo. Sin la Iglesia somos superficiales y errantes. La iglesia es nuestra casa. Al retornar el hombre a ella, regresa a sí mismo, vuelve en sí. Mientras se aleja, se pierde y se inutiliza. Al acercarnos a la Iglesia sentimos la originalidad de lo verdadero, contemplamos al Padre celestial que nos espera fuera de la casa. Nos convence la sensación de lo bueno y bello, y la presencia del fuerte amor que vence a la muerte, y no lo corrupto y dubitativo que se burla del hombre.Escuchemos, pues, el divino desafío de penetrar en el piélago del ayuno, a fin de llegar al puerto de la luz y de la resurrección con todos los santos.


Santa y Gran Cuaresma 2009

+Bartolomé de Constantinopla, ferviente intercesor ante Diosde todos vosotros.

Gentileza: Archimandirta Epildoforos Lambriniadis

miércoles, 18 de febrero de 2009

Duminica Infricosatei Judecati


Iubiti credinciosi,

Evanghelia Duminicii de azi este cea mai infricosatoare din tot cursul anului, pentru ca ne vorbeste despre sfirsitul lumii care este tot mai apropiat si de marea Judecata de apoi a tuturor oamenilor si a ingerilor rai. Aceasta este a treia si ultima Duminica pregatitoare pentru Sfintul si marele Post, pentru ca ne aduce aminte de sfirsitul veacurilor, de Judecata, de osinda vesnica a pacatosilor si de rasplatirea dreptilor in Imparatia Cerurilor. Cine va cugeta la toate acestea, va trece cu folos curgerea Sfintului Post, se va impaca cu aproapele sau, se va ruga mai mult, se va spovedi cu cainta de pacatele sale si va primi cu mare evlavie Trupul si Singele Domnului nostru Iisus Hristos. Iata folosul acestei Duminici.

Se cuvine sa ne amintim ca la Judecata de apoi, Dreptul Judecator va spune celor de-a dreapta Sa: Veniti, binecuvintatii Parintelui Meu, mosteniti imparatia cea pregatita voua de la intemeierea lumii, caci flamind am fost si Mi-ati dat sa maninc; insetat am fost si Mi-ati dat sa beau; strain am fost si M-ati primit; gol am fost si M-ati imbracat, bolnav am fost si M-ati cercetat; in temnita am fost si ati venit la Mine... Adevarat zic voua, intrucit ati facut unuia dintr-acestia ai mei prea mici, Mie Mi-ati facut (Matei 25, 34-40).

Vedeti, fratii mei, cita putere are la Dumnezeu milostenia si iubirea aproapelui? Vedeti ca milostenia se lauda asupra judecatii? Vedeti ca cine face milostenie la saracii suferinzi, atit materiala pentru trup, cit si spirituala pentru suflet, acela se mintuieste cel mai usor? Vedeti ca mai mare decit toate faptele bune este dragostea si fiica ei milostenia? De aceea va indemn ca pe aceasta s-o iubiti, pe aceasta s-o lucrati mai mult decit pe toate celelalte, mai ales in sfintele posturi, si veti avea rasplata vesnica in ceruri.

Auziti ce zice Dreptul Judecator si celor zgirciti si rai de la stinga Sa, care nu fac milostenie in viata: Duceti-va de la Mine, blestematilor, in focul cel vesnic, care este gatit diavolilor si ingerilor lui, caci flamind am fost si nu Mi-ati dat sa maninc... (Matei 25, 41-45). Vedeti ce mare este pacatul lacomiei si al neiubirii de oameni.

Sa ne fereasca Dumnezeu de acest cumplit pacat. Iar noi sa incepem Sfintul Post chiar de astazi, lasind sec de carne. Apoi sa ne impacam cu toti ai nostri, sa postim, sa ne rugam si sa facem milostenie si orice fapta buna, dupa putere.

De vom face asa, vom trece Postul Mare cu mult folos, vom ajunge cu bine la Invierea Domnului, iar la Judecata de apoi vom auzi pe Hristos zicindu-ne cu dulce glas: Veniti, binecuvintatii Parintelui Meu, mosteniti imparatia cea pregatita pentru voi de la intemeierea lumii. Amin.

DOMINGO DEL JUICIO FINAL


Este domingo está dedicado al Juicio de Dios. El criterio del Juicio lo define Cristo con su amor, amor verdadero e inagotable que abarca también a los fallecidos. Es decir, a aquellos que para nuestra Iglesia se han dormido en Cristo resucitado. Es precisamente por ello que ha dedicado a ellos el recordatorio de la Misa del Sábado de Carnestolendas. El amor de Cristo resucitado es el cimiento y la esencia de nuestra vida. Sólo así superamos el terror de la muerte y la corrupción del pecado. Si la persona acepta esta realidad, hereda el reino celestial de Dios. En el Credo confesamos que Cristo es el Juez de todos, nuestro juez. Viene de nuevo a la tierra para hacer justicia y para que su amor reine en más, por los siglos de los siglos, tal como rezamos en la liturgia y especialmente a la hora de la Divina Liturgia, que es el misterio de la presencia de Cristo resucitado en el mundo y en nuestra vida. La Iglesia no quiere asustarnos con la lectura evangélica del Juicio. No pretende infundirnos miedo frente a la presencia de nuestro Señor. El temor debe provenir de nosotros mismos, no de Dios. Por otra parte, el amor verdadero “ahuyenta al miedo”. Cuando los primeros padres cometieron el pecado de desobediencia a la voluntad de Dios y perdieron la comunión con Él, escucharon, dice la Biblia, a Dios que llegaba y les hablaba y se asustaron, sintieron miedo y corrieron a esconderse y a cubrir la desnudez de sus cuerpos que representaba desde ese momento la desnudez de sus almas. Sintieron temor a Dios porque se sentían culpables. Dios ama siempre y perdona al ser humano. La falta de confianza en Cristo crea el sentimiento de inseguridad y de miedo frente a la presencia de Dios. Es por eso que nuestra Iglesia nos apoya y nos consuela siempre. En la Iglesia sentimos que el amor de Dios Padre, la gracia de Jesucristo y la comunión del Espíritu Santo están con nosotros, en nuestras vidas. En la lectura evangélica de hoy, Cristo subraya el hecho del juicio y pone en claro algo muy importante que debemos tener presente en nuestra vida. El juicio de Dios se fundamentará exclusivamente en el ejercicio y la aplicación de ese su gran y singular mandamiento, que es el mandamiento del amor. Es el amor sin límites, sin condiciones y sin hipocresía al semejante, que es en último análisis imitación del amor de Dios. Nuestra Iglesia, con mucha sabiduría y método pedagógico prepara nuestra adaptación frente al gran esfuerzo que nos va a pedir dentro de unos pocos días. Paulatina, pero firmemente, nos introduce en la gran lucha, porque conoce nuestra susceptibilidad y prevé nuestra debilidad espiritual. Es por eso que enfatiza sus mensajes destacando la gran virtud cristiana del amor, virtud que el ser humano necesita ejercitar en su vida y en su lucha espiritual.

Devueltas las reliquias robadas en Kefalonia por los venecianos

Venecia devuelve las reliquias robadas de tres santos griegos de la isla de Kefaloniá.

Atenas, GRECIA, 10 de febrero (AFP) -- Una iglesia de Venecia (nordeste de Italia) devolvió a Grecia las reliquias de tres santos de Kefaloniá, consideradas desaparecidas desde el siglo XIV, anunció este martes la Iglesia Ortodoxa de la isla griega. Los huesos de los santos Gregorio, Teodoro y Leo fueron encontrados en un osario de la iglesia de San Zacarías, en Venecia (ver foto), el día 30 de enero, explicó en un comunicado el Obispo de Kefaloniá. Los restos fueron llevados a Venecia en el siglo XVI después de ser robados por los ejércitos de la República Veneciana. El sacerdote de Kefaloniá, Georges Antzulatos, pasó 25 años buscando las reliquias guiado por testimonios de sacerdotes católicos y peregrinos, según los cuales los restos estaban en un osario de la iglesia de San Zacarías. «Sabíamos que (los huesos) estaban en esa iglesia, por textos de cerca de mil años, pero necesitábamos de una autorización para verlos», dijo el sacerdote a AFP. Antzulatos precisó de cinco años de negociaciones epistolares entre autoridades católicas y ortodoxas antes que cuatro especialistas, coordinados por el investigador forense italiano Francesco Introna, pudiesen trabajar con los restos y confirmar el descubrimiento. «Los huesos confirman lo que sabemos según la tradición eclesiástica: que los tres tenían 60, 30 y entre 18 y 20 años de edad cuando murieron», destacó el sacerdote ortodoxo. Los tres santos fueron soldados del emperador romano Constantino II en el siglo IV después de Cristo y abandonaron las armas para vivir como ermitaños. Sus reliquias llegaron a Grecia el día 1º de febrero, habiendo sido depositadas provisoriamente en una iglesia de Vouliagmeni, al sur de Atenas, antes de ser llevadas definitivamente a Kefaloniá.

viernes, 13 de febrero de 2009

Domingo del Hijo Pródigo


El Evangelio de este domingo nos relata la parábola del hijo Pródigo. El Señor señala la felicidad de Dios ante el arrepentimiento de un pecador, equiparándola con la felicidad de un padre cuyo muy amado hijo pródigo vuelve al hogar. "Un hombre tenía dos hijos." El hombre representa a Dios; el hijo menor representa a los pecadores y el mayor, a los escribas y fariseos quienes eran justos sólo en apariencia.


El hijo menor, llegado a la mayoría de edad, frívolo e inexperto, solicita su parte de la herencia paterna. Según la ley de Moisés (Dt. 21, 17) le correspondía un tercio de todo, en tanto que el hijo mayor debía recibir los dos tercios restantes. Poco después de recibir su parte el menor de los hijos quiso marcharse a un país lejano para vivir según su voluntad. Allí malgastó sus bienes llevando una vida licenciosa.


Del mismo modo ocurre con el hombre que decidió regodearse en el pecado habiendo recibido de Dios los dones físicos y espirituales: rehúsa vivir conforme a la voluntad de Dios, se entrega a la iniquidad y a la disipación de sus fuerzas físicas y espirituales, dilapidando aquellos dones otorgados por Dios y sintiendo todo el peso de la ley Divina. "Sobrevino una gran hambruna." Dios con frecuencia envía al pecador, enquistado en su vida pecaminosa, desgracias exteriores para forzarlo a recobrar la conciencia.


Estas tribulaciones son a la vez un castigo Divino y un llamado al arrepentimiento. "Apacentar a los puercos" era la actividad más humillante para un judío pues su ley desprecia a los puercos por considerarlos animales impuros. De manera similar, cuando un pecador se complace en una determinada pasión a menudo se hunde en un estado de máxima humillación. "Bien hubiera querido llenar su estómago con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba." Las algarrobas son el fruto de un árbol con las que se alimentaba a los puercos.
Esto indica el desesperante estado en el que se encuentra el pecador. "Entonces, él volvió en sí" — frase extraordinariamente expresiva. Como un enfermo convaleciente de una grave enfermedad que recupera su memoria, así el pecador que, no ha tenido en cuenta la exigencia de la ley Divina pues su conciencia se hallaba oscurecida por el pecado, recobra su lucidez forzado por las tribulaciones, penosas consecuencias del pecado.


El hijo pródigo despierta de su inconsciencia, advierte y comprende su miserable condición, y busca los medios para huir de ella. "Ahora mismo iré a la casa de mi padre" — decide abandonar el pecado y arrepentirse. "He pecado contra el cielo" es decir, el lugar sagrado en el que habita Dios rodeado de los espíritus puros e impecables. "Y contra ti, padre," pues el hijo ha menospreciado al ser que más lo ama. "Ya no merezco ser llamado hijo tuyo," expresión esta de gran humildad y reconocimiento de su indignidad, que siempre acompañan al sincero arrepentimiento del pecador. "Trátame como a uno de tus jornaleros" — oración que denota el profundo amor por la casa de su padre y su aceptación de las más difíciles condiciones con tal de ser recibido una vez mas en el hogar paterno.


Todo esto es una indicación del infinito amor de Dios por el pecador arrepentido y aquel gozo que, según las palabras de Jesús, tiene lugar "en el cielo por un pecador que se convierte." El anciano padre, al ver a su hijo regresar de tan lejos, sin saber nada de sus sentimientos, corre hacia él, lo abraza y lo besa sin darle la oportunidad de concluir su frase de arrepentimiento. El padre ordena que su hijo sea ataviado con las más finas vestimentas en lugar de sus harapos; luego ofrece un banquete para celebrar su regreso. Todos estos son rasgos antropomórficos que permiten explicar la manera en la que el Señor Dios recibe con amor y misericordia al pecador arrepentido, y lo colma generosamente con nuevos dones y bienes espirituales en reemplazo de aquellos malogrados a causa del pecado. "Estaba muerto y ha revivido" — el pecador alejado de Dios se asemeja a un muerto, pues ciertamente la vida de un hombre depende sólo de Dios, Fuente de vida. El retorno de un pecador a Dios es equivalente a la resurrección de entre los muertos.

El hermano mayor, enojado con su padre por la misericordia dispensada a su hermano, es una vívida imagen de los escribas y fariseos, orgullosos de su exacto y riguroso cumplimiento formal de la ley, pero cuyas almas son frías e impiadosas hacia sus hermanos. Ellos, jactándose de su observancia de la voluntad Divina no estaban dispuestos a unirse a publicanos y pecadores arrepentidos. El hermano mayor "se enojó y no quiso entrar" al banquete; del mismo modo los fariseos, falsos cumplidores de la ley, se enojaron con Nuestro Señor Jesucristo por Su comunión con los pecadores arrepentidos. El hermano mayor, en lugar de mostrar condescendencia hacia su padre y hermano comienza por destacar sus propios méritos y rehusa reconocer a su hermano, nombrándolo con desprecio: "este hijo tuyo." El padre replica: "Tu siempre estás en mi compania y todos mis bienes son tuyos" — indicación de que los fariseos, teniendo la ley en sus manos, en todo momento podían tener acceso a Dios y sus dones espirituales. Aun así ellos no fueron capaces de ganarse la benevolencia del Padre Celestial a causa de su distorsionada y cruel disposición moral y espiritual.

lunes, 2 de febrero de 2009

Nuevo Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa



Kiril, el decimosexto Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, ha sido entronizado este mediodía en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú. En la ceremonia, que duró casi cuatro horas, estuvieron presentes el presidente ruso, Dmitri Medvédev, el primer ministro, Vladímir Putin, mandatarios de diversos países eslavos, representantes de todas las Iglesias Ortodoxas y de otras confesiones.


El momento culminante fue cuando a Kiril le fue cambiado el atuendo y fue sentado, tres veces, en el sitial patriarcal o trono, ese momento, repicaron las campanas de la Catedral mientras los clérigos exclamaban: ¡axios!.


Finalmente, el nuevo Patriarca recibió los atributos de jefe de la Iglesia Ortodoxa Rusia, el tocado blanco a modo de capucha con la cruz en la parte superior, el manto verde y el bastón de madera que el metropolita Pedro recibió del Patriarca de Constantinopla en 1305.