sábado, 1 de agosto de 2009

La telebasura y lo sagrado

He leído que, en Turquía, el Kanal T de televisión ha ideado un nuevo reality show, titulado “Competición de Penitentes". Se trata de reunir a un grupo de agnósticos/ateos y llevarles a un rabino judío, un imán musulmán, un monje budista y un sacerdote para que intenten “convertirlos”.

Por supuesto, todo ello ante las cámaras y supongo que con los ingredientes habituales de estos programas: convivencia, aislamiento, cotilleos, puntos, pruebas absurdas, premios, competencia, confesiones sentimentaloides, etc. Era de esperar que, tras dedicar este tipo de programas de televisión a la supervivencia, la seducción, las bodas, los famosillos, los aspirantes a cantantes o las modelos, por citar sólo unos pocos, terminase por tocarle a la religión.

El premio del concurso es un viaje de peregrinación para el “converso” a los santos lugares de la religión elegida: Jerusalén en el caso de los judíos, el Tíbet para los budistas, la Meca para los musulmanes y el Vaticano para los cristianos (curiosa esta última elección, en el país del Patriarca Ecuménico Ortodoxo de Constantinopla) El sacerdote que llevan no queda claro si es ortodoxo o papista. Los creadores del programa han afirmado que “no nos parece bien que nadie sea ateo. Dios es grande y no importa en qué religión creas. Lo importante es creer". Una mentalidad curiosa, sobre todo para alguien que espera que rabinos, imanes, monjes budistas y sacerdotes compitan entre sí para convertir a un grupo de agnósticos a su propia fe. Es el mismo tipo de cosas que se oían en Europa y en Estados Unidos a finales del s. XIX, así que no es difícil imaginar cuál es el paso siguiente de esa mentalidad.

Por ahora, parece ser que la Dirección General de Asuntos Religiosos de Turquía se ha negado a que un imán participe en el programa, al considerar que “hacer algo así para conseguir audiencia es una falta de respeto para con todas las religiones. La Religión no debería ser el tema de programas de entretenimiento“. A esto, contestan los responsables del programa diciendo que “ofrecen el mayor precio del mundo, el don de la fe en Dios”.

El programa se emitirá, si llega a emitirse, en septiembre. Parece ser que no faltan los voluntarios deseosos de participar y ya hay más de 200 aspirantes a ser uno de los diez participantes elegidos. Aunque, si algún listillo finge ser ateo para conseguir unas vacaciones gratis, se va a llevar una desilusión, porque un “tribunal de teólogos” comprobará antes que su ateísmo sea genuino y no fingido.

Se me ocurren multitud de preguntas sobre este asunto. ¿Son los reality shows la plaga de nuestro tiempo? ¿Consisten esencialmente en una profanación de las cosas más sagradas del ser humano, incluyendo el amor, la amistad o la religión, o depende de cómo se planteen? ¿Tiene razón la Dirección de Asuntos Religiosos de Turquía en que algo así es una falta de respeto para con todas las religiones? ¿Lo copiarán las televisiones europeas o aquí algo así no tendría ningún éxito?

Desde el punto de vista cristiano, en un país donde las dificultades para la evangelización son muy grandes, ¿conviene aprovechar estas cosas? Apenas existe presencia cristiana en los medios de comunicación: ¿sería este programa un resquicio por donde colarse en ellos? ¿Debería un sacerdote participar en este programa? ¿Y si fuera un laico? ¿La ideología de “da igual qué religión tengas” es una amenaza mayor que las imposiciones de una sociedad islámica?

Patético, quizás lo copie Zapatero y nos proponga un pastiche religioso en la 1, pues viene de Turquía y Erdogan es su compinche en la tomadura de pelo de la Alianza de las Civilizaciones.

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