jueves, 19 de noviembre de 2009

Funeral por el Patriarca Pavle



El cielo de Belgrado amanecía azul y límpido esta mañana en la que a las 7:30 ha dado comienzo en la catedral de San Miguel Arcángel la solemne Liturgia presidida por el Patriarca Ecuménico, Su Santidad Bartolomé I. En varias ocasiones, durante la retransmisión que ha ofrecido la Televisión Serbia, ha sido enfocado nuestro Obispo Luka que asistía con un ornamento episcopal con el Buen Pastor bordado en la espalda tal y como está en el icono de Cristo que veneramos en el iconostasio de la Parroquia

Una vez terminada la Divina Liturgia ha comenzado el impresionante traslado del féretro de Su Santidad el Patriarca Pavle hasta la iglesia de San Sava. No sólo han formado este cortejo Dignatarios y autoridades civiles y religiosas, más de doscientas mil personas han participado en el cortejo fúnebre del que ha sido para ellos durante estos años su padre espiritual.

El pueblo serbio ha seguido a su Patriarca en medio de un impresionante silencio roto tan sólo por el continuo repicar de las campanas de la ciudad y al llegar a la explanada de la basílica, toda Belgrado se ha convertido en una gran catedral con el cielo azul como cúpula para que todos sus hijos espirituales pudieran asistir al servicio de su funeral.

El comentario generalizado era el de que ha muerto un Santo, en el que brillaron resplandecientes las virtudes de la modestia, la humildad y el ascetismo. Consagrado totalmente a la Ortodoxia y a su pueblo se ha dormido en el Señor respetado por todos, creyeran o no.
El Patriarca Bartolomé, en su homilía lo ha llamado ángel terreno que ha ascendido a los cielos, lumbrera teológica, hombre de paz y de horizontes abiertos, siervo impecable de cuerpo menudo pero de espíritu gigante, digno heredero de San Sava.

Por su parte Vladika Amfilohie, dijo de él que siendo un hombre modesto y silencioso, se convirtio en luz que desde la cima del monte ilumina el mundo.

Después del servicio del funeral ha sido trasladado al monasterio de Rakovica, a pocos kilómetros de Belgrado, donde ha sido enterrado en la más estricta intimidad, según sus deseos, en el cementerio monástico cerrando así su vida como monje iniciada el en lejano ya 1948, después de que fuera curado milagrosamente por la Madre de Dios de la tuberculosis que padecía y por la cual le daban sólo tres meses de vida.

Difíciles serán de borrar las imágenes de esta mañana. Que desde el cielo siga protegiendo a sus hijos y a la Iglesia que le fue encomendada. ¡Que su memoria sea eterna!

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