jueves, 26 de noviembre de 2009

Tradición y mandato apostólico.




Durante 2000 años, las mujeres ortodoxas han usado el velo antes de entrar en una iglesia. Según nuestra tradición las mujeres deben cubrir sus cabezas sobre todo cuando se acercan al Altar para besar los santos iconos y recibir los Sacramentos.


Pero poco a poco se va constatando la pérdida de dicha costumbre cristiana que no ha sido abrogada por ningún Sínodo y que es nada más ni nada menos que una tradición de origen apostólico mandada por el mismo Apóstol San Pablo que en su carta a los cristianos de la ciudad de Corinto dice (I Corintios 11, 1-17):


1 Sed mis imitadores, como lo soy de Cristo. 2 Os alabo porque en todas las cosas os acordáis de mí y conserváis las tradiciones tal como os las he transmitido. 3 Sin embargo, quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo; y la cabeza de la mujer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios. 4 Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta a su cabeza. 5 Y toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta a su cabeza; es como si estuviera rapada. 6 Por tanto, si una mujer no se cubre la cabeza, que se corte el pelo. Y si es afrentoso para una mujer cortarse el pelo o raparse, ¡que se cubra! 7 El hombre no debe cubrirse la cabeza, pues es imagen y reflejo de Dios; pero la mujer es reflejo del hombre. 8 En efecto, no procede el hombre de la mujer, sino la mujer del hombre. 9 Ni fue creado el hombre por razón de la mujer, sino la mujer por razón del hombre. 10 He ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles.11 Por lo demás, ni la mujer sin el hombre, ni el hombre sin la mujer, en el Señor. 12 Porque si la mujer procede del hombre, el hombre, a su vez, nace mediante la mujer. Y todo proviene de Dios. 13 Juzgad por vosotros mismos. ¿Está bien que la mujer ore a Dios con la cabeza descubierta? 14 ¿No os enseña la misma naturaleza que es una afrenta para el hombre la cabellera, 15 mientras es una gloria para la mujer la cabellera? En efecto, la cabellera le ha sido dada a modo de velo. 16 De todos modos, si alguien quiere discutir, no es ésa nuestra costumbre ni la de las Iglesias de Dios. 17 Y al dar estas disposiciones, no os alabo, porque vuestras reuniones son más para mal que para bien.


Según San Pablo, las mujeres se ponen el velo como una señal de que la gloria de Dios, no la nuestra, debe ser el centro de culto, y como un signo de sumisión a la autoridad divina y un signo de nuestro respeto de la presencia de los santos ángeles en la Divina Liturgia. En el velo, se refleja el orden divino invisible y así lo hacemos visible. San Pablo lo muestra claramente como un mandato, que es la práctica de todas las iglesias. Por ello no se pueden aducir motivos culturales para no usarlo ya que lo usan las mujeres en toda la Iglesia en países de cultura tan diferente como Etiopía o Rusia y tan distantes como Grecia y Japón


Algunas mujeres, influidas por el pensamiento feminista, creen que San Pablo estaba hablando como un hombre de su tiempo, y que este mandato no se aplica al nuestro. Mas si las cristianas ortodoxas desean rechazar velo, ¿por qué no rechazar lo demás que nos dice San Pablo.
San Pablo no dice estas cosas porque sea misógino como aseguran las feministas. Él nos asegura que ni es el hombre sin la mujer, ni la mujer sin el hombre, en el Señor. Porque como la mujer es del hombre, así mismo el hombre es de la mujer y todas las cosas de Dios. Los hombres necesitan a las mujeres y las mujeres necesitan a los hombres. Tenemos diferentes roles y somos iguales en dignidad y todo por la gloria de Dios. El velo es un signo de nuestro reconocimiento de estas diferencias en las funciones de cada uno.


El velo, también, es una señal de modestia y castidad. En la época del Antiguo Testamento, el dejar a una mujer con la cabeza descubierta, fue visto como una manera de humillar a una mujer adultera y para castigar a las que transgreden la ley (por ejemplo, Números 5:12-18, Isaías 3:16-17) Una mujer hebrea no habría ni tan siquiera imaginado entrar en el Templo (o más tarde, en la sinagoga), sin cubrir su cabeza. Lo mismo le ocurría a una mujer cristiana: Nunca hubiera pensado una mujer ortodoxa en entrar en una Iglesia, recibir la Santa Comunión o participar en una procesión si llevar la cabeza cubierta por el velo.


Aquello que se cubre con un Velo es un vaso sagrado.


El uso del velo es también una señal de modestia y castidad. La vírgenes eran cubiertas por un velo al consagrarse al Señor. De la misma manera la mujer velaba su cabeza al casarse por respeto al marido. Sólo las mujeres de dudosa moral llevaban el pelo al descubierto. La mujer cubre su cabeza en la Iglesia por su santidad como madre y esposa a imitación de la Santísima Madre de Dios que mantenía siempre cubierta su cabeza de la misma manera que estaba cubierto el Santo de los Santos en el Templo de Jerusalén (Hebreos, 9: 1-8)


1 También la primera Alianza tenía sus ritos litúrgicos y su santuario terreno. 2 Porque se preparó la parte anterior de la Tienda, donde se hallaban el candelabro y la mesa con los panes de la presencia, que se llama Santo. 3 Detrás del segundo velo se hallaba la parte de la Tienda llamada Santo de los Santos, 4 que contenía el altar de oro para el incienso, el arca de la Alianza - completamente cubierta de oro - y en ella, la urna de oro con el maná, la vara de Aarón que retoño y las tablas de la Alianza. 5 Encima del arca, los querubines de gloria que cubrían con su sombra el propiciatorio. Mas no es éste el momento de hablar de todo ello en detalle. 6 Preparadas así estas cosas, los sacerdotes entran siempre en la primera parte de la Tienda para desempeñar las funciones del culto. 7 Pero en la segunda parte entra una vez al año, y solo, el Sumo Sacerdote, y no sin sangre que ofrecer por sí mismo y por los pecados del pueblo. 8 De esa manera daba a entender el Espíritu Santo que aún no estaba abierto el camino del santuario mientras subsistiera la primera Tienda.


La mujer se cubre como vaso y receptáculo que es de la vida que produce su seno.


Este acto pequeño y aparentemente superficial para algunos, está lleno de un riquísimo simbolismo: La entrega a Dios, la imitación de la Santísima Madre de Dios, la cobertura de la gloria humana para la gloria divina…


Cumplamos el mandato del Apóstol Pablo, respetemos la gloria del Templo de Dios y la bendita dignidad de la mujer cristiana ortodoxa.

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