sábado, 17 de abril de 2010

LAS MIRÓFORAS


Cuando leemos los Evangelios, impresiona el acertado realismo de lo que cuentan, aunque se esté narrando lo que excede, por sobrenatural, las cosas humanas. Aún en el Misterio, se impone la humanidad de sus personajes.

Por ejemplo, las escenas en las que salen mujeres, siempre son mujeres, comportándose con las formas más naturales y espontáneas de cualquier mujer: Marta acelerada y hospitalaria, María absorta, Magdalena obsequiosa y emocionada, la Samaritana conversadora, la Hemorroísa tímida y decidida; María, la Madre, Madre siempre, desde Belén al Calvario pasando por Caná... Todas son mujeres de verdad, sin figuraciones.

En la Pasión las mujeres aparecen siguiendo al Señor y lamentándose por Él; luego a distancia del Calvario, para terminar estando junto a la Madre del Señor y el Evangelista, al pié de la Cruz.

Después siguen hasta el Sepulcro, y son las últimas en retirarse; también las primeras que al alba del Domingo, apenas despunta el Día Primero, van con los bálsamos perfumados, con la intención de completar lo que se debía hacer con el cuerpo del amado Maestro.

La conversación de las Tres Marías caminantes, son palabras de mujer: "...Quién nos moverá la piedra de la entrada del Sepulcro?..."

Hoy las podemos ver en nuestras Iglesias: las últimas que se van, las que preparan todo, las que están pendientes de lo que falta, las que traen flores frescas para poner en los iconos, las primeras que llegan, las que esperan a que la Iglesia se abra antes de que comience Utrenie... Las que han sido fieles en los momentos de adversidad, cuando todos abandonaban la Iglesia y renegaban de Cristo.

Como las Miróforas creen y esperan y aman intensamente a su Señor Muerto y Resucitado.

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