sábado, 8 de mayo de 2010

Ὑπὸ τὴν σὴν εὐσπλαγχνίαν


Ὑπὸ τὴν σὴν εὐσπλαγχνίαν,
καταφεύγομεν, Θεοτόκε.
Τὰς ἡμῶν ἱκεσίας,
μὴ παρίδῃς ἐν περιστάσει,
ἀλλ᾽ ἐκ κινδύνων λύτρωσαι ἡμᾶς,
μόνη Ἁγνή, μόνη εὐλογημένη.


Esta es la oración más antigua de la que tenemos noticia y que se sigue utilizando hoy en día en la Liturgia Ortodoxa.

Lo podemos afirmar gracias a un pequeño trozo de papiro encontrado en las ruinas de Oxirrinco. En él se le llama ya en el S.III a la Virgen “Theotoke”, dos siglos antes de que el Concilio de Éfeso confesara de forma solemne que este título era adecuado para la Virgen María, en contra del parecer de Nestorio y sus seguidores. Es decir, en Éfeso, la Tradición de la Iglesia fue defendida contra los que preferían sus propios razonamientos a la enseñanza y práctica ya multisecular de la Iglesia.

Resulta impresionante rezar esta oración, sabiendo que los cristianos la rezaban ya, por lo menos, en el siglo III, que es la fecha en la que Edgar Lobel dató el papiro en el que se encontraba. Nosotros no la hemos recibido de los arqueólogos, sino de la Tradición de la Iglesia. De todas formas es importante que la arqueología nos muestre una vez más que la Tradición no es algo inventado, sino que verdaderamente nos transmite la herencia que los primeros cristianos recibieron de Cristo y de los Apóstoles.

Como dato curioso, se puede señalar que, aunque su descubridor Edggar Lobel fechó el papiro, como hemos dicho, en el siglo III, el editor encargado de la publicación de los papiros, M.C.H. Roberts, lo publicó como perteneciente al siglo IV. Respondiendo a las críticas recibidas por ello, contestó que le parecía “casi increíble que una plegaria dirigida de forma tan directa a la Virgen en esos términos pudiese haber sido escrita en el siglo tercero”. Es decir, sus prejuicios no le permitían aceptar los datos de la ciencia sobre el asunto, porque no concordaban con la idea protestante de que la veneración a la Virgen y a los Santos tuvo su origen en la conversión de Constantino y en la supuesta paganización de la Iglesia en el siglo cuarto. La misma historia de Nestorio, pero dieciséis siglos después.

En cambio, como siempre sucede, los fieles que, con sencillez, rezan esta oración porque la han recibido de manos de la Iglesia, son los que están más cerca de lo que transmitieron los primeros cristianos y, por lo tanto, más cerca de Cristo.

Bajo tu protección y amparo
nos acogemos, oh Madre de Dios,
en las dificultades de la vida.
Defiéndenos de los peligros,
Tú, la única pura y bendita.

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