miércoles, 4 de agosto de 2010

LA TRANSFIGURACIÓN


La Transfiguración del Señor en el Monte Tabor(Mt 17,1-4)

Y después de seis días, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a Juan su hermano, y los lleva aparte a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos. Y resplandeció su rostro como el sol; y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías hablando con El. Y tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: "Señor, bueno es que nos estemos aquí: si quieres hagamos aquí tres tiendas: una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías". (vv. 1-4)


Comentarios de los Santos Padres

San Jerónimo: Mas pregunto yo: ¿cómo se pone después de seis días, mientras que San Lucas pone ocho? Pero la contestación es fácil. Porque aquí se habla de los días intermedios, mientras que Lucas cuenta también el primero y el último.

San Juan Crisóstomo, Homiliae in Matthaeum, hom. 56,1 El Señor espera que pasen seis días y no lleva inmediatamente a sus discípulos a la montaña, con el objeto de que los demás discípulos no abriguen sentimiento alguno de envidia, o bien para que llenos de vehementes deseos durante ese tiempo, los que habían de subir se acercaran con más ardor de su alma.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 56,1: Tomó El a esos tres discípulos porque eran los que ocupaban los tres puestos más elevados. Ved como San Mateo no oculta esa preferencia de los tres discípulos, ni tampoco San Juan, que hace mención de las principales alabanzas de Pedro: no conocían los apóstoles ni la emulación ni la vanagloria.

San Hilario, In Matthaeum, 17: También se significa en los tres que tomó consigo la futura elección de los pueblos, atendido el triple origen de Cam, Sem y Jafet.

San Jerónimo: El Señor apareció a los apóstoles como estará en el día del juicio. No se crea que el Señor dejó su aspecto y forma verdadera, o la realidad de su cuerpo y que tomó un cuerpo espiritual. El mismo evangelista nos dice cómo se verificó esta transfiguración en estas palabras: "Resplandeció su rostro como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve"; estas palabras nos manifiestan que su rostro resplandecía y que sus vestiduras eran blancas. No hay cambio, pues, en la substancia, el brillo es lo que había cambiado. El Señor efectivamente se transformó en aquella gloria, con que vendrá después a su Reino. La transformación le dio esplendor, mas no le quitó la figura. Supongamos que su cuerpo hubiese sido espiritual, ¿cómo se cambiaron sus vestiduras? Porque se pusieron tan blancas, que, según otro evangelista (Mc 9), ningún lavandero de la tierra las podría poner tan blancas. Todo esto es corporal y apreciado por el tacto y no espiritual que ilusiona la vista y es sólo un fantasma.

San Juan Crisóstomo, Homiliae in Matthaeum, hom. 56,1: Hubo muchos motivos para esto. Primeramente porque el pueblo decía que Jesús era Elías o Jeremías, o uno de los profetas y para que vieran la diferencia entre el Señor y sus siervos, se manifestó rodeado de los principales profetas. En segundo lugar, porque continuamente acusaban los judíos a Jesús de transgresor de la Ley, de blasfemo y de usurpador de la gloria del Padre y a fin de hacer ver Jesús su inocencia de todas estas acusaciones, se presenta con aquellos, cuyo testimonio era irrecusable para ellos. Porque Moisés promulgó la Ley y Elías no tuvo rival en celo por la gloria de Dios. Otro motivo fue, para que supiesen que El tenía poder sobre la muerte y sobre la vida. Por esta razón presenta a Moisés que había muerto y a Elías que aun vivía. El evangelista añade otro motivo y es el manifestar la gloria de la cruz y calmar a Pedro y a otros discípulos, que tanto miedo tenían a la pasión. Porque hablaban, dice otro evangelista (Lc 9), de la muerte que debía tener lugar en Jerusalén. Por eso se presenta con aquellos que se expusieron a morir por agradar a Dios y por la salud de los que creían. Ambos, en efecto, se presentaron libremente a los tiranos, Moisés al Faraón (Ex 5) y Elías a Achab (1R 10) También se aparece con ellos, para animar a los discípulos a que imitasen a Moisés en la mansedumbre y a Elías en el celo.

San Hilario, In Matthaeum, 17:
Moisés y Elías fueron elegidos entre todos los santos para asistir a Cristo, para manifestarnos que el reino de Cristo está colocado entre la Ley y los Profetas, con los que juzgará el Señor, según tiene anunciado al pueblo de Israel.

Orígenes, Homilia 3 in Matthaeum: Si alguno comprende la relación del espíritu de la Ley y las palabras de Jesús y la sabiduría de Cristo oculta en las profecías, éste ve a Moisés y a Elías en la misma gloria con Jesús.

San Jerónimo: Es de considerar que el Señor se negó a dar a los escribas y a los fariseos las señales que le pedían. Y a los apóstoles, para aumentar su fe, les da la señal: nada menos que la de hacer bajar a Elías del lugar donde estaba y la de sacar a Moisés de entre los muertos, que es lo que se había mandado a Achab por Isaías (Is 7): "Que pidiese una señal en el cielo o en el infierno".

San Juan Crisóstomo, Homiliae in Matthaeum, hom. 56,2. Las palabras que dijo el ardoroso Pedro son éstas: "Y tomando Pedro la palabra, dijo: Señor, bueno es que nos estemos aquí", etc. Porque comprendió que era conveniente que Jesús fuera a Jerusalén, aun teme por Cristo, pero después de la reprensión no se atreve a decir otra vez: "Ten compasión de Ti" (Mt 16,22), mas indirectamente y con otras palabras le insinúa lo mismo. Porque veía la mucha tranquilidad y la soledad, pensó que les era conveniente quedarse allí; él lo conjetura por la disposición del lugar y esto es lo que significan las palabras: "Bueno es que nos estemos aquí", etc. Quiere permanecer allí para siempre y por eso habla de tiendas: "Si quieres, hagamos aquí tres tiendas" etc. ; pensó que si se hacían éstas no iría Jesús a Jerusalén y si no iba no moriría, pues sabía que allí le tenderían lazos los escribas. Pensaba además con la presencia de Elías, que hizo bajar fuego sobre la montaña (2R 1) y con la de Moisés, que entró en una nube y habló a Dios (Ex 24 Ex 33), que podrían ocultarse de manera que ningún pecador pudiese saber dónde estaban.

San Jerónimo: Vas equivocado, Pedro; o como dice otro evangelista (Lc 9), no sabes lo que te dices: no busques tres tiendas porque no hay más tienda que la del Evangelio, donde están contenidos la Ley y los Profetas. Mas si buscas tres tiendas, no iguales a los siervos con el Señor; haz tres tiendas (o mejor una sola) para el Padre, para el Hijo y para el Espíritu Santo. Porque las tres Personas que forman un solo Dios, no deben tener en tu corazón más que una sola tienda.

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