sábado, 23 de octubre de 2010

Homilia de Monseñor Agustín de Florina para el domingo XXIII después de Pentecostés


¿Hay hoy en día poseídos por el demonio? Un cristiano ortodoxo no podrá decir nunca que no y si alguien lo dudase lo enviaría a la isla de Kefalonia en Grecia. Los que son allí llevados no están locos. Una cosa es la locura y otra cosa es la acción del demonio que obliga a aquello que posee a cargar con pesadas cadenas. Allí en el momento en que se exponen las reliquias de San Gerásimo aúllan como lobos y al acercarse a ñla Crz de hierro del Santo gritan que les quema echando espuma por la boca.

Pero además del demonio del Evangelio y de los demonios de kefalonia, hay otros demonios que se pasean en medio de nosotros. Para distinguirlos recomiendo la lectura del libro de Dostoieski “Demonios”.

El demonio del Evangelio no iba a casa por la noche, se quedaba entre las tumbas. Hace unos días, por la noche tuve que ir a un pueblo y pasé por una carretera en la que ví a cuatro personas tiradas por el suelo, pensé que estaban muertos, pero vi a una chica de unos 25 años llorando. No estaban muertos, estaban borrachos, venían de un bar en el habían estado bebiendo hasta pasada la media noche y ahora estaban en un estado lamentable.

Esto es la acción de un demonio, el demonio de la embriaguez. ¿Quieres ver otro? El de la mujer que no soporta a su vecina porque tiene un buen marido. Es el peor de los demonios. Se llama odio y envidia.

Podemos ver otro demonio cuando en los tribunales se pone la mano en el Evangelio y se jura en falso para hacerle daño a otro, el demonio de la venganza.

¿Quieres ver otro más? Mira a los que ignoran a las viudas, a los huérfanos, a los necesitados y no son capaces de dar un vaso de agua a su Ángel de la Guarda. Es el demonio de la avaricia y del amor al dinero.

Y que es lo que sale de la boca de los que blasfeman de la Madre de Dios , de Cristo, de los objetos sagrados… De su boca salen demonios en forma de serpientes y escorpiones.

Por desgracia vivimos en una sociedad en la que no reina Cristo y su Evangelio. Hoy día nuestra sociedad está regida por satanás y sus ángeles. En la escuela donde en vez de enseñar los valor cristianos se enseña a los jóvenes a como masturbarse, en las familias donde el adulterio está presente, donde las mujeres se despreocupan de sus hijos, en los gobiernos que favorecen todos los pecados posibles, en los cines y en la televisión donde lo vergonzoso es motivo de admiración, en las calles y plazas donde se ven a jóvenes bebiendo y revolcándose como cerdos unos con otros… Se ha convertido en el maestro del mundo ante el cual todos se postran. ¡¡¡Qué difícil es la vida de aquellos cristianos que quieren cumplir la voluntad de Dios!!! Les toca vivir en medio de los gesarenos.

Donde hay avaricia y amor al dinero, allí está el demonio; donde hay fornicación y adulterio, allí está el demonio; donde hay odio y envidia, allí está el demonio; donde hay divorcio y aborto, allí está el demonio; donde hay maldiciones y juramentos en falso, allí está el demonio; donde hay ateísmo, allí está el demonio. Éste es su reino del mal.

Pero alguno podrá decir: “¡Esto nos puede llevar a la desesperación!” NO, Cristo abolió la palabra desesperación. Él nos trajo la esperanza pues Él es el Dioshombre, el que con su fuerza y amor a la humanidad ha venido para transformarla, pues Él es el único que la puede cambiar esta sociedad.

En un pueblo había trece alcohólicos. El médico les hablaba dándoles consejos buenos y necesarios, pero no los escuchaba, ni a él, ni a la policía, ni al alcalde. Hoy esos alcohólicos se mantienen sobrios. ¿Cómo sucedió el milagro? Hay dos categorías de sacerdotes: los sacerdotes judíos y los que aman a Cristo. Pues envié a uno de estos últimos, hombre sencillo y sin letras pero amante del Señor, a casa de los alcohólicos. Se arrepintieron los trece y no volvieron a beber más. Ese es el valor del trabajo espiritual, de la predicación y la catequesis, esa es la salvación del mundo.
La salvación está en que haya verdaderos sacerdotes amantes de Cristo y se su santa Iglesia Ortodoxa; por fuera van vestidos de negro pero por dentro son blancos como la nieve; siervos de Cristo, capaces de llorar con los pecadores. Así se convierten por el testimonio de su fe. Esas son las maravillas que hace nuestra Santa Iglesia.
La única manera de salvarnos es creer en nuestro Señor Jesucristo y adorarle junto a los ángeles y santos. Amén.

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