jueves, 11 de agosto de 2011

LOS QUINCE DÍAS DE LA PANAGHIA



Epitafio de la Madre de Dios de la Parroquia de Alicante
San Gregorio Palamás, después de ver a la Madre de Dios en una visión, escribió:

“¿Con que palabras podré describir la belleza iluminada por Dios de la Santísima Theotokos? Su gracia es imposible de ser descrita ya sea con palabras o de pensamiento. Sólo su visión divina ya llena de brillo, alegría y júbilos infinitos, como una anticipación de la gloria celestial.”

La belleza de su rostro proviene de la hermosura de su alma y de su corazón purísimo. Es como una luz derramada desde el interior de su bondad y de su belleza.

La belleza, que surge de su pureza, modestia y humildad, llamó la atención de Dios sobre ella y la convirtió en su Madre, y madre de su pueblo. Nuestro padre teoforo san Nicodemo el Aghiorita nos invita a todos a adoptar la modestia, las formas y pensamientos de la Madre de Dios.

Pongamos nuestros corazones en sintonía con el orden de las virtudes de la Santísima Madre de Dios pues la semilla de las mismas están también en nuestro interior pues ella es una de nuestra raza y con su ayuda podemos hacerlas florecer como místico ramillete en su honor y en alabanza a nuestro Dios recibiendo así de Él la riqueza de las gracias espirituales y los bienes celestiales.

Estamos en este santo tiempo, los quince días del ayuno de la Madre de Dios y en todas las iglesias de la Ortodoxia se elevan fervorosas las súplicas pidiendo su protección y amparo. Cuantos son lo que llegan a postrarse ante sus iconos milagrosos desde los santos monasterios de la montaña sagrada de Athos a la más humilde de las capillas dedicadas en su honor.

Cuantos son los agobiados por las enfermedades del cuerpo y el alma, los necesitados de consuelo, los afligidos por las incontables necesidades que piden a ella como único consuelo. ¡Ella sabe cuáles son los padecimientos de sus hijos, cuales son las tristezas que les afligen!

Más también conoce la ingratitud de tantos y tantos que en estos días del verano prefieren dedicarse a su descanso y relax olvidando el ayuno de la preparación de la fiesta, quedándose en sus casas mientras escuchan las campanas que invitan a la suplica ferviente. ¡Hijos ingratos que no merecen tal Madre! ¡Impíos desagradecidos que olvidan los innumerables favores de ella recibidos! ¡No merecen el nombre de ortodoxos, y si el de ateos sin Dios por el desprecio que hacen a su santísima Madre!

Mientras tanto, en las noches cálidas de agosto, aquellos que piadosamente acuden a la iglesia sienten como las súplicas son como un bálsamo que acaricia sus corazones aliviando sus dolores, como dulce rocío que extasía el alma.

La luz de las velas de cera elaboradas por las laboriosas abejas y de las lámparas votivas que contienen el aceite de olivos muchas veces milagroso, los exvotos, las lágrimas de arrepentimiento, las promesas , las súplicas, las acciones de gracias, los que se acercan para pedir perdón a Dios para poder celebrar dignamente esta fiesta santísima… Días santos, piadosos, los días de la preparación de la Dormición.

Grecia, Rumanía, Chipre, Bulgaria…. Pero también en países que no son tradicionalmente ortodoxos , en ciudades como Alicante. Miles de Iglesias y monasterios dedicados a la Santísima Madre de Dios, miles de peregrinos que acuden andando a veces cientos de kilómetros para postrarse ante los iconos milagrosos de la Panaghia. Y la Santa Montaña, el jardín escogido de la Madre de Dios, donde se veneran los iconos milagrosos más famosos de la Ortodoxia, la Tricherousa, la Economissa, Akathistos, Terrible Protección, Paramythia, Portaitisissa, Gorgoepikoos, Myrovlytissa, Galaktotrophousa, Axion Esti… y en nuestra pequeña Iglesia, su pequeño jardín, sus dos iconos el de la Eleoussa, Madre de la Ternura, protectora de la Parroquia y su milagroso icono de La Nicula, que desde su hermoso trono preside nuestra parroquia. ¡Ella es la protección de los Ortodoxos, la Defensora de la Iglesia de Cristo, el baluarte contra las herejías, la medicina de nuestras enfermedades, la Santa Madre de Dios y siempre Virgen María!

La purísima de cuerpo y corazón por su santa ascesis, madre de monjes y primera de los ascetas; la que es más honorable que los querubines, más excelsa que los serafines, la que está por encima de todos los Santos; la bienaventurada entre las mujeres, adornada por las joyas preciosas de sus innumerables virtudes, la Theotokos.

Frente a ella la impureza, la soberbia, el pecado, la insolencia, la ignorancia, el error de las herejías, la fealdad, la suciedad, opacidad de este mundo.

¡Acudamos a ella, cristianos ortodoxos, venid aquellos que buscáis el ser sus hijos, contemplad con honestidad y humildad, con pureza u sencillez su icono milagroso! ¡Acudid vosotros a vuestras iglesias y besad el suelo sobre el que se posa su hermosísima imagen! ¡Venid devotos, acudid y ved como resplandece su imagen, encontraos con la que es nuestra Madre y Madre de Dios! ¡Venid y cantad con alegría y devoción su canon! ¡SANTÍSIMA MADRE DE DIOS SÁLVANOS!



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