sábado, 11 de mayo de 2013

Humor pascual



Lo dijo Einstein: “hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana”. Lo del universo, lo niego, lo de la estupidez, cada día lo veo más corroborado.

Pues resulta que una familia conocida sufrió la muerte de un abuelo. A ver cómo explicas al niño pequeño lo que ha ocurrido. Los creyentes lo tenemos facilito: creemos en la vida eterna y contamos a los niños que se ha muerto y espera la Resurrección, ya llegará el momento de explicarle al niño lo del Juicio Final. Los no creyentes supongo que les dirán que la vida de todos acaba alguna vez y que hay que aceptar esa realidad de la condición humana. Hasta aquí todo correcto: creyentes y no creyentes responden así.


En el caso que nos ocupa, la familia del abuelo recién fallecido no era creyente, pero por lo visto se les hacía duro decir al niño que se acabó lo que se daba. Así que el padre le contó muy solemnemente que el abuelo se había ido a vivir con los marcianitos.

Amos a ver si nos aclaramos. En la vida uno puede ser creyente, cristiano budista, musulmán, Hare Krisna, Testigo de Jehová, agnóstico, ateo o incluso del alcoyano. Nada que objetar. Lo único que no puede ser es bobo, bobo solemne, bobo con balcones a la calle, repostero, escudo y diploma de honor.

De manera que uno no cree en Dios y para hablar de la vida y de la muerte tiene que echar mano de los marcianitos. No crees en Dios pero crees en los extraterrestres, Supermán, ET y la guerra de las galaxias (como claro ejemplo de esto no hay más que ver los documentales sobre la intervención histórica de los extraterrestres en nuestro planeta del cada vez más deletéreo "Canal de Historia" . Claro, luego te viene esta gente y te acusan de creer cosas inverosímiles. Tócate los pies, tía Pascuala.

El niño, con el abuelito recién fallecido, está deseoso de tragar todo lo tragable con tal de quedarse en paz. Pues se admiten marcianitos como animal de compañía del difunto abuelito. Pero claro, aquí en cuanto pasen dos días, el niño, que esperemos salga algo más espabilado que su padre, se preguntará qué milonga le soltaron y por qué le tienen que andar engañando de esa manera. Con un poco de suerte al chavalillo le advirtieron desde que era un bebé cómo se hacían los niños y que de cigüeña nada, porque a los niños hay que explicarles las cosas como son desde pequeños, pero de la muerte tararí que te vi.

Así que con los marcianitos el abuelo. Eso parece, y el padre en Babia y la madre en las Batuecas. Está claro que en cuanto dejas de creer en Dios acabas creyendo en cualquier cosa, hasta en el platillo volante donde el abuelito a los mandos echa carreras con el mismo Yoda.

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