jueves, 15 de agosto de 2013

La fiesta serbia del santo familiar podría convertirse en Patrimonio de la Humanidad




La centenaria tradición Serbia de celebrar el llamado "slava", la fiesta dedicada al santo protector de cada familia, ha sido propuesta para ingresar en la lista de la UNESCO del patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad.

Los serbios cristianos ortodoxos han desarrollado un culto nacional con complejos ritos para celebrar esta fiesta patronal que sólo se festeja en este país.

 El día del santo, cada familia serbia invita a casa a parientes y amigos próximos como en un acto de integración para compartir con ellos buena comida, vino y plegarias, en un conjunto de costumbres y ritos religiosos y sociales.

El origen del "slava" familiar aún no ha sido definido, explica en declaraciones a Efe Vesna Marjanovic, doctora en etnología y jefa del departamento de estudios de cultura popular del Museo Etnográfico de Belgrado.

"Hay científicos que lo relacionan con los cultos de los antepasados, por un lado, y de las culturas agrarias, por el otro. Hay otros que consideran que se ha desarrollado de los lares romanos, porque este ámbito era una provincia romana", agrega.

"Lo que sí es cierto, a partir de documentos escritos del siglo XIII, es que "slava" era de alguna manera una peculiaridad de la ortodoxia de los serbios con respecto a las otras iglesias ortodoxas en la región", asegura Marjanovic.

Se trata de un tipo de sacrificio y gratitud por la existencia, y una relación religiosa con el más allá, cuenta.

La tradición de celebrar el "slava" no fue interrumpida ni siquiera durante los 500 años de ocupación otomana ni tampoco durante los 40 años de comunismo en la entonces Yugoslavia, aunque en algunas ocasiones se practicaba con "mimetismo", sin cura ni vela.

No sólo las familias, sino también ciudades, pueblos, gremios, facultades, partidos políticos, instituciones, tienen su propio "slava", y el que aún no lo tiene se adjudica uno.

El "slava" se transmite de padre a hijo varón, aunque la pregunta es cómo una familia elige a un patrono a quien reverenciar, recuerda Marjanovic.

Se considera que surge en muchos casos de fiestas colectivas que en el pasado se celebraban en iglesias o monasterio locales consagrados a San Nicolás, San Jorge, San Juan, San Elías o cualquier otro patrono.

Como hubo muchas migraciones en esta turbulenta región la gente que abandonaba su hogar llevaba en sus recuerdos y sus emociones ese vínculo, que era la santidad del templo de sus antepasados, para luego celebrarlo dentro de su nueva casa de otra manera, más íntima.

Marjanovic encabeza el proyecto de investigación de esta tradición, recientemente presentada para entrar en la lista del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO.

Destaca que con su equipo ha recopilado "un maravilloso material sobre el terreno para mostrar toda la diversidad" de esa centenaria tradición serbia.

Según la etnóloga serbia, se espera la respuesta de la UNESCO para el año próximo.

Los acompañantes del "slava" son el pastel-pan típico, amasado con "agua bendita" y decorado con figuras como cruz u hojas de vid, el dulce de granos de trigo molidos que se sirve al invitado al entrar en casa en señal de bienvenida, la vela, el icono y el vino.

En las zonas con fuerte influencia de la Iglesia, se celebra según los cánones establecidos en el siglo XIX.

"La población introduce su folclore y su propia percepción de ese acto religioso que ha pasado a ser social", explica Marjanovic.

Ricas variedades de platos, dependiendo de la fecha, se sirven a los invitados en la festividad de la familia.

Con ocasión de San Nicolás, el "slava" más celebrado, el 19 de diciembre, que cae en tiempo del ayuno de carne previo a la Navidad, la mesa abunda con manjares dignos del mejor festín.

Así, se suele servir la carpa en vino con ciruelas pasas, verduras en gelatina, fríjoles con pimentón al horno, atún y champiñones o arroz con nuez molida envuelta en hojas de repollo encurtido, ensaladas de puerro, maíz y hortalizas, seguido de toda una serie de tartas y pasteles.

Hoy en día muchas familias, sobre todo en los centros urbanos, adquieren lo necesario en panaderías, restaurantes o pastelerías, aunque en las zonas rurales se prepara este banquete diez o quince días antes de la fiesta familiar.

"Está en la consciencia de los serbios que con ocasión del 'slava' y una boda deben dejar la mejor impresión, aunque tengan que tomar préstamos para ello", concluye la etnóloga.

Snezana Stanojevic


Fuente: EFE

1 comentario:

Anónimo dijo...

bonito blog, un saludo desde identidadeshispanicas@gmail.com