sábado, 26 de julio de 2008

Textos litúrgicos


Contaquio II

Como vaso escogido, el Señor amó la belleza de tu alma, y despreciando toda gloria terrenal, sólo anhelabas adornarte con la corona del martirio. Heridos por el amor divino, inspiradamente te cantamos diciendo: ¡Aleluya!

Icos II

Inspirado divinamente, oh valiente guerrero San Pantaleón, pasmaste al Emperador Maximiano por el valor de tu alma y por las palabras con que intrépidamente predicaste a Cristo. Ahora nosotros, alabando esta valentía, te decimos:

Regocíjate, Tú que despreciaste las amenazas de Maximiano.
Regocíjate, pues no te rendiste al consejo del ateo.
Regocíjate, propagador de verdadera adoración.
Regocíjate, pues derrotaste y pisoteaste el culto a los demonios.
Regocíjate, pues acusaste la impía furia de los verdugos.
Regocíjate, pues descubriste el engaño de los ídolos.
Regocíjate, pues por ti ha sido dispersada la asamblea de los ateos.
Regocíjate, pues cambiaste la corrupción por la alegría celestial.
Regocíjate, Tú que conversas con los ángeles.
Regocíjate, Tú que estás en el coro de los Santos misericordiosos.
Regocíjate, Tú que has avergonzado a Satanás.
Regocíjate, pues por ti Cristo es glorificado.

¡Regocíjate gran Mártir y Médico San Pantaleón!


Oración


Oh Glorioso mártir y médico anágiro San Pantaleón, que fiel al testimonio de Cristo Divino Médico de los cuerpos y las almas y siguiendo sus palabras “lo que gratis, recibisteis dadlo gratis” erais fuente de consuelo para los que aquejados de males espirituales y corporales acudían a ti, obteniendo de Dios para ellos la sanación y liberación de todas las enfermedades sin pedir nada a cambio, mira ahora a los que llenos de fe y aquejados por los males del cuerpo y el alma nos postramos con reverencia ante tu bendito icono pidiéndote llenos de fe que ruegues por nosotros ante el trono de la infinita misericordia. Pide a Cristo nuestro Dios que derrame el bálsamo de su compasión sobre nuestros corazones concediéndonos la lágrimas curativas que borren nuestros pecados. Concede por tus oraciones a los ciegos la luz del cuerpo, a los descreídos y pecadores la luz de la fe; que los cojos puedan andar por las sendas de la salvación, los sordos oír las palabras de la Verdad y los ciegos ver la Luz que no conoce ocaso. Libra de toda enfermedad y de todo peligro a tus siervos N.N. por los que hoy te pedimos que ruegues ante Dios nuestro Señor. Y a nosotros, pecadores, líbranos de los enemigos del alma y del cuerpo y que por tus santas oraciones nos veamos libres de toda enfermedad para poder cantar un día contigo en la gloria ante Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

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