miércoles, 27 de julio de 2022

28 de julio: Mateo 15, 12–21

Mateo 15, 12–21

En aquel tiempo, cuando los discípulos se acercaron a Jesús, le dijeron: ¿Sabes que los fariseos, al oírte, se escandalizaron? Y respondiendo Él, dijo: Todo brote que no haya plantado mi Padre celestial, será desarraigado. Déjalos; son guías ciegos para los ciegos; y si el ciego guía al ciego, ambos caerán en el hoyo. Entonces Pedro, le dijo: Explícanos esta parábola. Él dijo: Ahora, ¿tú también eres ignorante? ¿No comprendes que todo lo que entra en la boca va al estómago y se tira? Y lo que sale de la boca, del corazón sale, y eso contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estos son los que contaminan al hombre, pero comer sin lavarse las manos no contamina al hombre. Y saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón".

¿Cómo limpiar nuestro corazón?

San Macario el Egipcio, Las cincuenta homilías espirituales, homilía XVII, 15,

“Conviene, pues, investigar cómo y por qué (medios) se obtiene la pureza del corazón. (Hay que decir que) por nadie sino por Aquél que fue crucificado por nosotros; Este es el Camino, la Verdad, la Puerta, la Perla, el Pan vivo y celestial. Sin esta Verdad, uno no puede conocer la verdad y ser salvo".

San Clemente de Ohrid, Palabras y enseñanzas útiles para cualquier cristiano

Reunámonos en la iglesia, porque allí recibiremos salud para nuestras almas y cuerpos; en ella se realiza para nosotros un Misterio indeciblemente grande; aquí la voz divina habla a los oídos de nuestro corazón; aquí la oscuridad del pecado es desterrada de nuestros corazones; aquí el Divino Hijo se sienta sobre la mesa en forma inefable, derramando su Santa Sangre por nosotros como un cordero, para el perdón de nuestros pecados y haciéndonos herederos de su Reino.

Por eso, hermanos, debemos lavar toda nuestra impureza con el arrepentimiento y así dar un paso hacia Él, enjugando con lágrimas los pecados conocidos y desconocidos. Rompamos nuestro corazón con la humildad, como Él se humilló por nosotros, haciéndose, al mismo tiempo, Dios y Hombre, para salvar al hombre de las maldades diabólicas. Y el Señor nos mostró el camino de la salvación, diciendo: "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados".

El que no llora por sus pecados, llorará desconsolado en el tormento eterno.

jueves, 14 de julio de 2022

Para la reflexión:

Para la reflexión:

¿Cómo puedes saber si estás viviendo de acuerdo con la voluntad de Dios?
Aquí hay una señal: si estás angustiado por algo, significa que no te has entregado completamente a la voluntad de Dios, aunque te parezca que vives de acuerdo con su voluntad.
El que vive según la voluntad de Dios no tiene preocupaciones. Si tiene necesidad de algo, se ofrece a sí mismo y lo que quiere a Dios, y si no lo recibe, queda tan tranquilo como si hubiera obtenido lo que deseaba.
El alma que se entrega a la voluntad de Dios no teme a nada: ni a los truenos ni a los ladrones ni a ninguna otra cosa. Pase lo que pase, "Tal es el placer de Dios", dice ella. Si se enferma, piensa: 'Esto significa que necesito la enfermedad, o Dios no la habría enviado'... Si nos parecemos muy afligidos, significa que no nos hemos rendido a la voluntad de Dios.
El Señor nos ha dado el Espíritu Santo, y el hombre en quien habita el Espíritu Santo siente que tiene el paraíso dentro de sí. Tal vez dirás: '¿Por qué no tengo una gracia como esa?' Es porque no te has rendido a la voluntad de Dios, sino que vives a tu manera.
Cómo puedes saber si estás siendo influenciado por un espíritu maligno?
Si piensas mal de las personas, significa que tienes un espíritu maligno en ti susurrando malos pensamientos sobre los demás. Y si un hombre muere sin arrepentirse, sin haber perdonado a su hermano, su alma irá al lugar donde vive el espíritu maligno que poseía su alma.
Esta es la ley segura: si perdonas a los demás, es señal de que el Señor te ha perdonado. Pero si te niegas a perdonar, entonces tu propio pecado permanece contigo.
San Silvano Athonita