jueves, 10 de julio de 2014


Cuando el creyente pide la bendición y besa la mano al sacerdote, le dice: “Bendígame, padre”, el sacerdote le da la bendición y le dice: “Dios te bendiga, hijo”. El sacerdote actúa como mero transmisor de la gracia de Dios. No es la bendición del sacerdote, sino la del mismo Dios la que recibimos por su medio.
 
Padre Ambrose Iurasov

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