Lleno de dolor por sus pecados pasó este hombre largo tiempo en oración delante del Icono derramando abundantes lágrimas siendo perdonado por las oraciones que la Santa Madre de Dios dirigió a su Hijo por lo que el hombre salió de la Iglesia lleno de alegría.
Parroquia Ortodoxa de los Santos Andrés y Nicolás Patriarcado de Serbia. C/ Virgen del Sococrro 59 Alicante Viernes: Acatisto a la Madre de Dios: 19:00 h Sábados: Acatisto: 9:00 hh Divina Liturgia: 9:30 hh; Parastás por los difuntos:18:00 Vecernia: 18:30 hh Domingos: Acatisto 8:30 hh Divina Liturgia: 9:00 hh. Al finalizar la Divina Liturgia, Escuela Dominical. Los primeros domingos de cada mes se celebra la bendición del pequeño Aghiasma. Tfno 652 464 695 e-mail: parroquia_ortodoxa@yahoo.es
jueves, 30 de abril de 2009
1 de Mayo: Fiesta del Icono de la Madre de Dios “Alegría inesperada”
Lleno de dolor por sus pecados pasó este hombre largo tiempo en oración delante del Icono derramando abundantes lágrimas siendo perdonado por las oraciones que la Santa Madre de Dios dirigió a su Hijo por lo que el hombre salió de la Iglesia lleno de alegría.
miércoles, 29 de abril de 2009
La împlinirea a 650 de ani de la trecerea la Domnul a Sfântului Grigorie Palama, moaştele sale vor fi aduse în Capitală
Miercuri, 29 aprilie 2009, orele 18.30, o delegaţie a Mitropoliei de Veria, Kampania şi Nausa (Grecia) va aduce la Bucureşti, spre închinare, moaştele Sfântului Grigorie Palama, Arhiepiscop al Tesalonicului, de la a cărui trecere la Domnul se împlinesc anul acesta 650 de ani.
Reprezentanţii Bisericii din Grecia vor fi întâmpinaţi la Aeroportul Internaţional Henry Coandă de către o delegaţie a Patriarhiei Române.
La Catedrala Patriarhală din Bucureşti, racla cu cinstitele moaşte va fi întâmpinată în jurul orelor 19.30 de către Preafericitul Părinte Daniel, Patriarhul Bisericii Ortodoxe Române, înconjurat de membri ai Sfântului Sinod. Vor fi prezenţi membri ai Permanenţelor Consiliului Naţional Bisericesc şi Consiliului Eparhial al Arhiepiscopiei Bucureştilor, preoţi protopopi din Capitală, preoţi şi credincioşi din Bucureşti şi din alte localităţi, monahi şi monahii, elevi de la Seminarul Teologic Ortodox din Bucureşti. După slujba oficiată în Catedrala Patriarhală, Preafericitul Părinte Patriarh Daniel va rosti un cuvânt de întâmpinare.
Cinstitele moaşte vor rămâne spre închinare la Catedrala Patriarhală din seara zilei de 29 aprilie şi până în dimineaţa zilei de 1 mai, orele 9.00, iar în biserica-paraclis studenţesc „Sfântul Grigorie Palama" din incinta Universităţii Politehnice Bucureşti (Splaiul Independenţei nr. 313, în apropierea staţiei de metrou Grozăveşti), în ziua de vineri, 1 mai, între orele 9.00 - 14.00.
În după-amiaza zilei de 1 mai, delegaţia din Grecia va pleca la Galaţi, în Episcopia Dunării de Jos, unde cinstitele moaşte ale Sfântului Grigorie Palama vor fi aşezate spre închinare până în ziua de 4 mai 2009.
lunes, 27 de abril de 2009
Jueves de la Semana de Tomás: Jueves del Regocijo
viernes, 24 de abril de 2009
Благодатный огонь Άγιον φως Sfanta Lumina El Fuego Santo en Jerusalén 2009
Al contemplar las imágenes de este gran milagro, tengamos en cuenta lo que dicen los cristianos ortodoxos palestinos, lo que cantan a pleno pulmón en la Anátasis, antes de que suceda el gran acontecimiento de la manifestación del Fuego Santo encima de la lápida del Santo Sepulcro que recibe el Patriarca de Jerusalén: "SOMOS CRISTIANOS ORTODOXOS Y NUESTRA FE ES LA VERDADERA" Ellos saben lo que cuesta esta profesión de fe, día tras días. Sí, somos cristianos ortodoxos, nuestra fe es la verdadera así como lo es nuestra Iglesia, la única Iglesia de Cristo que recibe año tras año el ran regalo de la Luz de su Resurrección. Con humIldad, pero sin complejos.
CRISTO HA RESUCITADO!
EN VERDAD HA RESUCITADO!
http://www.youtube.com/watch?v=FA0bm2DmlSo&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=VrcVBEHe9d8&feature=PlayList&p=4BC2F89B5647F0CA&playnext=1&playnext_from=PL&index=4
jueves, 23 de abril de 2009
Después de la Semana Luminosa
Llegamos al final de la Semana Luminosa. Han pasado ya los intensos días de la Semana Santa y la dichosa noche de la Santa Pascua. Quedan ya “lejanos” los trabajos de la Santa Cuaresma, sus ayunos y oraciones y ahora qué…
Podemos correr el peligro de iniciar después del Domingo de Tomás un tiempo hasta la fiesta de Pentecostés que pase como el resto de los domingos del año que para nosotros los ortodoxos tienen ya de por sí un marcado carácter pascual.
Sin embargo es este tiempo hasta la fiesta de la Ascensión del Señor el periodo más importante del año. Es el tiempo de la Santa Pascua, un domingo que dura cuarenta días. Parece que terminada la Santa Cuaresma nos desinflásemos espiritualmente y nos dejásemos llevar del relax. Esto es todo lo contrario de lo que debería ser. Precisamente los cuarenta días de la Gran Cuaresma son la preparación para poder celebrar convenientemente la cuarentena pascual.
Qué es lo que podemos hacer para que los fieles noten este tiempo como un tiempo festivo, solemne y se le de la importancia que tiene?
Lo primero no perder la costumbre del saludo pascual durante los cuarenta días de la Pascua. Parece que éste se reduzca al día de la Pascua únicamente, todo lo más a la Semana Luminosa, fuera de esto algunos ortodoxos cuando les saludas con el “Cristo ha resucitado!” hasta te miran como un poco extrañados.
Conservar en el centro de la Iglesia el Icono de la Pascua, procurando, en la medida de las posibilidades que esté rodeado de flores.
La gran Cruz del altar podría permanecer sin el crucificado, con la corona de flores y los lienzos durante toda la Pascua, en un lugar visible de la Iglesia, quizás en el sitio en el que normalmente está el Epitafios que durante estos días permanece en la Santa Mesa. Detrás de la Santa Mesa puede estar la Cruz parroquial adornada con algún paño festivo.
Luego habría que considerar algunas cosas:
Usar el ornamento blanco todos los domingos como signo de la prolongación de la solemnidad pascual, además todos lo domingos tienen referencias pascuales.
Por qué no dejar las puertas del santuario abiertas durante toda la cuarentena pascual como signo del sepulcro vacío de Cristo?
El Patriarcado de Antioquía ha suprimido el ayuno durante la Pascua. No es esto algo lleno de sentido? Si hemos pasado cuarenta días de ayuno no es lógico que en la fiesta de la Pascua se suprima el ayuno como signo de la alegría de estos días. Por ahora, si se sigue el Tipicón, únicamente se permite el vino y el aceite los miércoles y viernes. Si San Pablo prohíbe el ayuno en el día de la memoria semanal de la Resurrección, no se debería de anular el ayuno de los días de la memoria anual de la Resurrección?
Y verdaderamente se tendría que fijar definitivamente la fiesta de San Jorge. El cambio afortunado o desafortunado de calendario permite que esta fiesta pueda caer dentro de la Semana Santa o la Cuaresma algunos años y siempre anda bailando. El año pasado por ejemplo caía dentro de la Semana Santa. Tienen los textos una clara referencia pascual ya que esta fiesta siempre caía dentro del tiempo de la Pascua en el calendario eclesiástico. En algunas iglesias como la griega se hace el cambio al Lunes de Pascua. Para no tener este problema no sería más fácil hacer lo que ha hecho la Iglesia de Bulgaria que es conservar la fiesta como cae en el calendario eclesiástico fijándola en mayo?
El hecho principal es que este tiempo no pase como se dice “sin pena ni gloria”, que sean verdaderamente los días principales del año en los que se vive y se celebra la Gloriosa Resurrección de Nuestro Señor.
FELIZ PASCUA!!!
CRISTO HA RESUCITADO!!!
EN VERDAD HA RESUCITADO!!!
23 de Abril: El Santo Megalomártir Jorge, el Victorioso
martes, 21 de abril de 2009
EL MILAGRO DEL FUEGO SANTO
El Fuego Santo desciende en la víspera de la Pascua Ortodoxa y solo ante la presencia del Patriarca Ortodoxo de Jerusalén. De ahí también la fe en su origen divino. La aparición de la llama significa la salida del sepulcro de la Luz de la verdad, es decir, de Cristo Resucitado. El fuego se enciende inexplicablemente con las oraciones del Patriarca sobre la losa de piedra del Santo Sepulcro. Este fuego en muchas ocasiones aparece también fuera encendiendo espontáneamente las velas de los fieles y las lámparas de aceite que cuelgan delante de la Anástasis. Tiene la propiedad de no quemar durante los primeros minutos y los fieles se pasan la llama de los manojos de velas encendidos por la cara y manos sin que les produzca quemaduras de ningún tipo.
El Fuego Santo es el mayor de los milagros del mundo cristiano. En el tiempo transcurrido se han acometido innumerables intentos, es mas, no solo de parte de personas de otras religiones, sino incluso de católicos romanos de desentrañar el prodigio sin éxito acusando a los ortodoxos de mistificación y fraude. Pero la última verdad es que el Fuego Santo sólo se enciende en la Pascua Ortodoxa corroborando el error de las fechas de los demás y sólo por las oraciones del Patriarca Ortodoxo de Jerusalén único Patriarca verdadero de la Santa Ciudad.
El hecho de que nieguen este gran milagro es la razón por la que se desconozca en los países no ortodoxos. Debido a la emigración poco a poco comienza a conocerse y a la vez a asombrar a quienes tiene noticia de él.
A continuación os pongo un artículo muy interesante sobre el Fuego Santo:
"El Milagro del Fuego Santo" es conocido, por los Cristianos de las Iglesias Ortodoxas, como "El más grande de todos los Milagros Cristianos". Tiene lugar cada año, a la misma hora, de la misma manera, y en el mismo lugar. No se conoce de ningún otro Milagro que ocurra, de manera tan regular, y por un período de tiempo tan extenso. Se puede leer acerca de él en fuentes tan antiguas, como las del siglo octavo después de Cristo. El Milagro ocurre en La Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén, la cual es, para millones de creyentes, el lugar más sagrado sobre la Tierra. La Iglesia del Santo Sepulcro es un sitio enigmático, en sí mismo. Los teólogos, historiadores y arqueólogos consideran que la Iglesia contiene tanto el Gólgota, la pequeña colina en la cual Jesucristo fue crucificado, como la "tumba nueva", cerca del Gólgota, que recibió Su Cuerpo Muerto, como se lee en los Evangelios. Es en este mismo punto que los Cristianos creen que Él resucitó de entre los muertos.
Con el fin de averiguarlo viajé a Jerusalén para estar presente en la ceremonia, en la cual el Milagro del Fuego Santo ocurre, y puedo dar testimonio de que no solo ocurrió en la antigua Iglesia, y durante toda la Edad Media, sino también el 18 de abril de 1998. El Patriarca Griego Ortodoxo de Jerusalén, Diódoro I, es el hombre que, cada año, entra al Sepulcro para recibir el Fuego Santo. Él ha sido el Patriarca de Jerusalén, desde 1982 y, por lo tanto, es el testigo clave del Milagro. Previamente a la ceremonia de este año, el Patriarca me recibió, en audiencia privada, donde tuve la oportunidad de hablar con él acerca del Milagro, con el fin de saber, exactamente, qué sucede en el sepulcro, y qué significado personal tiene el Milagro para él, en su vida espiritual. Además, por su intervención, fui admitido a los balcones en el domo de la Iglesia del Santo Sepulcro, desde donde tuve una buena vista de la gran cantidad de gente que se había reunido alrededor del Sepulcro, en anticipación al "Gran Milagro del Fuego Santo".
MENSAJE DE PASCUA DE SU SANTIDAD EL PATRIARCA PAVLE DE SERBIA
"Hermanos, digamos a los que no nos quieren:
nosotros perdonamos todo
a causa de la Resurrección de Cristo"
(Estítquera de Pascua)
Mensaje pascual de Su Santidad Bartolomé, Patriarca de Constantinopla
Queridos y dilectos hermanos e hijos en el Señor, ΧΡΙΣΤΟΣ ΑΝΕΣΤΗ! CRISTO RESUCITO!
La humanidad triste había escuchado algún día del siglo XIX de la boca del trágico filósofo que: “Dios está muerto!” Lo matamos…todos nosotros somos sus asesinos…Dios permanecerá muerto!”¿Qué otra cosa son las Iglesias sino los sepulcros y tumbas de Dios?”[1] Y así también algunas décadas más tarde, de la boca de otro homólogo suyo más tardío que: “Dios ha muerto! Les anuncio, señores, la muerte de Dios!”[2] Estas proclamaciones de los filósofos ateos han perturbado las conciencias de los hombres. Mucha confusión se subsiguió en el campo del espíritu y de la literatura, del arte y de la entonces teología, donde, prominentemente en el Occidente, comenzó a hablarse incluso de “la teología de la muerte de Dios”. La Iglesia, por supuesto, nunca tuvo ni tiene ninguna duda de que Dios murió. Esto sucedió el año 33 D.C, sobre el monte Gólgota de Jerusalén, en tiempos de Poncio Pilatos, el regente romano de Judea. Habiendo sufrido indecibles sufrimientos, fue crucificado como criminal y, hacia la hora nona del Viernes, dijo “todo está cumplido!” y entregó el Espíritu! Esta es una realidad indiscutible. El Hijo Unigénito y Verbo de Dios, Jesucristo, el verdadero Dios, murió “por todos” los hombres![3] Habiendo tomado todo lo nuestro, cuerpo, alma, voluntad, energía, esfuerzo, angustia, dolor, tristeza, desazón, alegría, todo, excepto el pecado, aceptó, por fin, nuestro problema más grande, la muerte, y en efecto, en su forma más humillante y torturante, es decir a través de la cruz. Hasta aquí estamos de acuerdo con los filósofos. Hemos de aceptar también que las Iglesias, los templos, son “sepulcros”, “monumentos de Dios”! Sin embargo, nosotros conocemos, vivimos y adoramos al Dios que muere como “un muerto que es el mismo principio de la vida”! Luego del tremendo Viernes, en la aurora de la mañana del “primero de los Sábados”, es decir del Domingo, sucedió aquello, por lo cual tuvo lugar la economía de Dios en la carne y en la pasión y en la cruz y en el descenso al Hades: La resurrección! Y así también es la resurrección una igualmente indudable realidad histórica! Y esta realidad tiene consecuencias directas y salvíficas en todos nosotros. Resucitó el Hijo de Dios, el cual es al mismo tiempo también Hijo del Hombre! Resucitó Dios con todo lo que había tomado de la humanidad: con el cuerpo que había tomado de la purísima sangre de la Santísima Madre de Dios y con su santa Alma. Resucitó de entre los muertos “resucitando a todo el género de Adán como filántropo!” La tumba de Jesús, el sepulcro nuevo de José, está de una vez y para siempre vacío! En vez de monumento fúnebre es un monumento de la victoria contra la muerte, es fuente de vida! El sol inteligible de Justicia ha brillado “desde el sepulcro, bello” concediendo luz sin fin, paz, alegría, gozo, vida eterna! Sí, los templos son “sepulcros” de Dios! Pero sepulcros vacíos, todos iluminados, llenos de “fragancia de vida”[4], de pascual mirra primaveral, bellos, agradables, adornados, con gloriosas coronas de mirto y con flores de esperanza alcanzable, templos que conceden y regalan la vida! La muerte de Dios cambia la dirección las fuerzas del Hades, la muerte fue reducida totalmente a un simple episodio que hace penetrar al hombre desde la vida biológica a la verdadera Vida. Las Iglesias, los sepulcros de Dios, son las amplias puertas del amor de Dios, las entradas totalmente abiertas del tálamo nupcial de su Hijo, el cual “como Novio entró desde el sepulcro” y nosotros los fieles penetrando por ellas “de la muerte festejamos la necrosis, del Hades la anulación, las primicias de una nueva vida eterna, y regocijándonos, alabamos al autor de estos bienes, al único y glorioso Dios de nuestros Padres”![5] Felizmente murió nuestro Dios y su muerte se hizo vida y resurrección nuestra! Felizmente existen tantos “monumentos” suyos en el mundo, tantos santos templos, donde puede entrar libremente el hombre que sufre, que está cansado y aquel que no tiene consuelo, a fin de deponer la carga de su dolor, de su angustia, de su miedo y de su inseguridad, a fin de “deshacerse” de su muerte! Felizmente existen las Iglesias del Cristo, crucificado, muerto y eternamente viviente, donde el hombre desesperado de nuestros días, engañado por los ídolos de barro y por todas las “vácuas ilusiones!”[6] de este “siglo fraudulento”[7], que le han robado el corazón, es decir la economía, la ideología, la filosofía, la metafísica, encuentra refugio y consuelo y salvación. Desde el Patriarcado Ecuménico, desde la Madre Iglesia que vive en su plenitud la pasión, el dolor, la cruz y la muerte, pero así también la resurrección del Teántropo, dirigimos a todos los hijos de la Iglesia un sentido saludo pascual y bendiciones, con el beso del amor de Jesucristo que ha resucitado de entre los muertos, que vive eternamente y que continuamente vivifica al hombre. A Él la gloria, el poder, el honor y la prosternación, con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos. Amén.
En la Santa Pascua 2009
Bartolomé de Constantinopla Ferviente suplicante ante Cristo Resucitado por todos Vosotros.
HRISTOS CEL ÎNVIAT, BOGĂŢIA VIEŢII NOASTRE: Pastorala de Sfintele Paşti 2009 a Preafericitului Părinte Daniel, Patriarhul Bisericii Ortodoxe Române
Hristos a înviat!
Preacucernici şi Preacuvioşi Părinţi,Iubiţi credincioşi şi credincioase,
Învierea Domnului nostru Iisus Hristos prăznuită în Sfânta şi Marea Sărbătoare a Sfintelor Paşti ne arată bogăţia iubirii milostive a lui Dumnezeu şi a slavei cereşti dăruite nouă, oamenilor, în Iisus Hristos, ca noi să fim părtaşi ai vieţii şi bucuriei veşnice a Preasfintei Treimi.Bogăţia iubirii şi slavei dumnezeieşti împărtăşită oamenilor în Hristos Cel Răstignit şi Înviat se arată mai ales în darul sfinţirii şi al înfierii dumnezeieşti a omului prin har, precum şi în darul învierii trupului omenesc din moarte şi stricăciune, pentru a participa la viaţa, slava şi fericirea veşnică din Împărăţia cerurilor, după ce am primit răscumpărarea şi iertarea păcatelor, prin jertfa Crucii.În această privinţă, Sfântul Apostol Pavel, în Epistola către Efeseni, ne învaţă zicând: „Binecuvântat fie Dumnezeu şi Tatăl Domnului nostru Iisus Hristos, Cel ce, întru Hristos, ne-a binecuvântat pe noi, în ceruri, cu toată binecuvântarea duhovnicească; precum întru El ne-a şi ales înainte de întemeierea lumii, ca să fim sfinţi şi fără de prihană înaintea Lui, mai înainte rânduindu-ne, în a Sa iubire, spre înfierea întru El, prin Iisus Hristos, din buna socotinţă a voii Sale, spre lauda slavei harului Său, cu care ne-a dăruit pe noi, prin Fiul Său Cel iubit; întru El avem răscumpărarea prin sângele Lui şi iertarea păcatelor, după bogăţia harului Său” (Efeseni 1, 3-7).Apoi, Sfântul Apostol Pavel se roagă pentru cei pe care-i păstoreşte zicând: „ca Dumnezeul Domnului nostru Iisus Hristos, Tatăl slavei (… ) să vă lumineze ochii inimii, ca să pricepeţi care este nădejdea la care v-a chemat, care este bogăţia slavei moştenirii Lui, în cei sfinţi” (Efeseni 1, 17-18).Mergând mai adânc în tâlcuirea bogăţiei iubirii lui Dumnezeu arătată oamenilor în Iisus Hristos, Apostolul Neamurilor spune lămurit că aceasta s-a făcut cunoscută prin Învierea lui Hristos şi Înălţarea Sa la cer: „Pe aceasta Dumnezeu a lucrat-o în Hristos, sculându-L din morţi şi aşezându-L de-a dreapta Sa, în ceruri (… ) şi toate le-a supus sub picioarele Lui şi, mai presus de toate, L-a dat pe El cap Bisericii, care este trupul Lui, plinirea Celui ce plineşte toate întru toţi” (Efeseni 1, 20 şi 22-23).Vedem, aşadar, că Hristos Cel înviat este capul Bisericii căreia El îi împărtăşeşte plinătatea vieţii Sale divino-umane, pentru ca în Biserică să cunoaştem bogăţia slavei înfierii şi învierii noastre în Hristos prin Duhul Sfânt.Bogăţia iubirii covârşitoare a lui Dumnezeu Tatăl pentru oameni, arătată în Hristos, lucrează în omul credincios mai întâi taina învierii lui din moartea păcatului şi apoi învierea din moartea şi stricăciunea (coruptibilitatea) trupului: „Dumnezeu, bogat fiind în milă, pentru multa Sa iubire cu care ne-a iubit pe noi cei ce eram morţi prin greşelile noastre, ne-a făcut vii împreună cu Hristos – prin har suntem mântuiţi! – şi împreună cu El ne-a aşezat în ceruri, în Hristos Iisus, ca să arate în veacurile viitoare covârşitoarea bogăţie a harului Său, prin bunătatea ce a avut către noi întru Hristos Iisus (… ), pentru că a Lui făptură suntem, zidiţi în Hristos Iisus spre fapte bune, pe care Dumnezeu le-a gătit mai înainte, ca să umblăm întru ele” (Efeseni 2, 4-7 şi 10).Din învăţătura Sfântului Apostol Pavel despre legătura adâncă dintre Învierea lui Hristos şi viaţa creştină vedem că bogăţia bunătăţii lui Dumnezeu dăruită oamenilor în Iisus Hristos ne cheamă la fapte bune, prin care noi să arătăm în jurul nostru bogăţia lucrării harului lui Dumnezeu în lume. Vedem, de asemenea, că slava Învierii lui Hristos ne descoperă o altă bogăţie decât bogăţia materială, pământească şi trecătoare, şi anume ne descoperă o bogăţie spirituală cerească, netrecătoare, adică bogăţia vieţii şi fericirii veşnice, care se dobândeşte prin credinţă vie în Iisus Hristos şi prin fapte bune. Astfel, înţelegem mai bine că Hristos a coborât din ceruri, S-a făcut Om, adică a luat chip de rob, ca pe noi să ne înalţe la ceruri, să ne facă fii ai Tatălui din ceruri, ca să moştenim împărăţia cerurilor şi viaţa veşnică. El, bogat fiind în slavă, S-a smerit şi a sărăcit pentru noi, ca pe noi să ne îmbogăţească dăruindu-ne slava înfierii prin har şi a învierii din păcat şi moarte (Cf. II Corinteni 8, 9). De aceea, comoara cea mai de preţ şi bogăţia cea mai mare a creştinului este însuşi Hristos – Domnul (Cf. Galateni 2, 20; II Corinteni 4, 7), prezent şi lucrător în viaţa acestuia prin harul Său, în care se arată dragostea lui Dumnezeu Tatăl şi împărtăşirea Sfântului Duh (Cf. II Corinteni 13, 13). Prin urmare, Apostolul Pavel se roagă pentru fiii săi duhovniceşti astfel: „Hristos să Se sălăşluiască, prin credinţă, în inimile voastre, înrădăcinaţi şi întemeiaţi fiind în iubire” (Efeseni 3, 17; vezi şi Coloseni 3, 3; Filipeni 1, 21).Iubiţi fii şi fiice duhovniceşti,Trăim astăzi într-o lume în care oamenii caută mai mult bogăţia materială trecătoare decât bogăţia spirituală a credinţei şi a vieţii veşnice, iar pe lângă sărăcia materială tot mai aspră, se arată şi o sărăcire spirituală a oamenilor, ca slăbire a credinţei, o răcire a dragostei frăţeşti şi o diminuare a faptelor bune. În această situaţie, este nevoie ca în lumina Învierii lui Hristos care luminează viaţa creştinului în Biserică şi în societate să vedem ce ne învaţă Sfânta Scriptură şi Sfinţii Părinţi ai Bisericii despre bogăţie şi sărăcie. Mai precis, să vedem când şi cum acestea ne împiedică sau ne ajută să dobândim mântuirea, adică iertarea păcatelor şi unirea cu Hristos, Izvorul vieţii veşnice.Potrivit învăţăturii Sfintei Scripturi, bogăţia aparţine lui Dumnezeu (Cf. Psalm 23, 1; 49, 12-13), însă El o dăruieşte oamenilor (Cf. Facerea 24, 35), ca oamenii să o dă-ruiască şi altora, mai ales săracilor (Cf. Matei 19, 21; Luca 12, 33; 16, 9; I Timotei 6, 18; I Ioan, 3, 17). Dumnezeu ajută pe om să adune bogăţia (Cf. Deuteronom 8, 16-18), când aceasta este o binecuvântare a lui Dumnezeu pentru om (Cf. Pilde 10, 22; Filipeni 4, 19).Totuşi, bogăţia materială trecătoare, pământească, adică averile şi banii, nu trebuie să fie scop în sine, ci mijloc de a căuta şi cultiva bogăţia spirituală netrecătoare, cerească, ce se dobândeşte prin iubire faţă de Dumnezeu şi faţă de oameni, prin milostenie şi alte fapte bune. Autorii Sfintei Scripturi observă cu înţelepciune că bogăţia materială este vremelnică (Cf. Pilde 27, 24), nestatornică (Cf. Psalm 38, 6; I Timotei 6, 17), trecătoare (Cf. Pilde 13, 7; 23, 4-5; Apocalipsa 18, 16), ea poate fi furată (Cf. Matei 6, 19; Luca 12, 33), poate fi distrusă (Cf. Matei 6, 19; Iacob 5, 2; I Petru 1, 18), poate pieri (Cf. Ieremia 48, 36), ea este înşelătoare (Cf. Matei 13, 22; Marcu 4, 19), ea nu îndestulează pe om (Cf. Ecclesiastul 4, 8; 5, 10), ea este izvor de ceartă şi invidie (Cf. Facerea 13, 6-8; 26, 12-16; 31, 1-2; 36, 6-7), ea nu poate fi luată de om cu sine după moarte (Cf. Psalm 48, 10; I Timotei 6, 7), iar când devine pentru om o patimă, bogăţia împiedică adesea intrarea lui în Împărăţia cerurilor (Cf. Matei 19, 23-24; Marcu 10, 23-25; Luca 18, 24-25); mai mult, grija excesivă pentru bogăţia materială înăbuşă adesea rodirea cuvântului lui Dumnezeu în viaţa omului (Cf. Matei 13, 22; Marcu 4, 19; Luca 8, 14); iar patima lăcomiei de avere sau iubirea de înavuţire cu orice preţ este sursă a multor nedreptăţi şi neajunsuri, „că iubirea de argint – constată Sfântul Apostol Pavel – este rădăcina tuturor relelor şi cei ce au poftit-o cu înfocare s-au rătăcit de la credinţă şi s-au străpuns cu multe dureri” (I Timotei 6, 10).Relele cele mai mari pe care le poate aduce lăcomia de avere vieţii spirituale sunt acestea: uitarea de Dumnezeu (Cf. Deuteronom 6, 10-12; Osea 13, 6), părăsirea de Dumnezeu (Cf. Deuteronom 32, 15), tăgăduirea sau negarea existenţei lui Dumnezeu (Cf. Pilde 30, 8-9), răzvrătirea contra lui Dumnezeu (Cf. Neemia 9, 25-26), lepădarea de Hristos (Cf. Matei 19, 21-22), mândria nesăbuită (Cf. Pilde 28, 11), învârtoşarea inimii sau lipsa de milostivire (Cf. Pilde 18, 23), asuprirea semenilor, mai ales a săracilor (Cf. Iacob 2, 6), înşelăciune (Cf. Iacob 5, 4). Cunoscând aceste consecinţe rele ale lăcomiei de avere, Mântuitorul Iisus Hristos îndeamnă pe cei bogaţi să-şi adune comori în ceruri, întrucât comorile cereşti sunt mai presus de orice bogăţie pământească (Cf. Matei 6, 19-20; Luca 12, 33; I Timotei 6, 19).Sfânta Scriptură conţine multe mustrări şi ameninţări împotriva celor ce adună comori materiale pe nedrept (Cf. Pilde 13,11) sau le dobândesc pe nedrept (Cf. Pilde 21, 6; 28, 20-23; Ieremia 17, 11), dar şi atitudini împotriva celor ce acumulează averi prin constrângerea semenilor (Cf. Iov 20, 18-23; Pilde 22, 16; Iacob 5, 1-5).Pe de altă parte, Sfânta Scriptură ne prezintă şi bogaţi buni la suflet sau milostivi, harnici şi darnici, care au înţeles că bogăţia lor este dar de la Dumnezeu pentru a fi dăruită celor în nevoi, dobândind astfel marele dar al mântuirii, adică al iertării păcatelor şi al vieţii veşnice. Astfel de oameni sunt Avraam (Cf. Facerea 13, 2; 24, 35), Lot (Cf. Facerea 13, 5), Isaac (Cf. Facerea 26, 13-14), Iacob (Cf. Facerea 32, 5), Iosif (Cf. Facerea 45, 8), Booz (Cf. Rut 2,1), Solomon (Cf. III Regi 3, 13), Iov (Cf. Iov 1, 3; 42, 12), Iosif din Arimateia (Cf. Matei 27, 57), Barnaba sau Varnava (Cf. Fapte 4, 37), Tavita din Iope (Cf. Fapte 9, 36), Corneliu sutaşul (Cf. Fapte 10, 2, 4, 31) şi alţii.În ceea ce priveşte sărăcia, Sfânta Scriptură ne învaţă că aceasta are un înţeles material, ca lipsă de bunuri materiale, şi un înţeles spiritual, ca lipsă de bunuri duhovniceşti sau lipsă de virtuţi şi calităţi sufleteşti. După cum bogăţia în sine nu este rea, ci poate fi dobândită şi întrebuinţată într-un mod bun sau rău, tot aşa şi sărăcia poate fi înţeleasă, acceptată şi trăită cu folos duhovnicesc sau poate duce la disperare şi la fapte rele.Cauzele sărăciei materiale sunt multiple: lenea şi nepăsarea (Cf. Pilde 6, 9-11; 10, 4; 19, 5), beţia şi nechibzuinţa (Cf. Pilde 21, 17; 23, 21), corupţia sau desfrânarea (Cf. Pilde 6, 26; Luca 15, 13), calamităţi sau dezastre naturale, invazii ale inamicului, oprimări din partea vecinilor puternici, sau camăta exagerată şi alte nedreptăţi sociale.Săracii sunt făpturi ale lui Dumnezeu (Cf. Iov 34, 19; Pilde 22, 2). Dumnezeu iubeşte atât pe cei săraci, cât şi pe cei bogaţi (Cf. Iov 34, 19), ascultă plângerea săracilor (Cf. Iov 34, 28; Iacob 5, 4), El nu nesocoteşte rugăciunea lor (Cf. Psalm 101, 18), ci ocroteşte pe săraci (Cf. Psalm 11, 5), le face dreptate (Cf. Psalm 139, 12), îi izbăveşte din necazuri (Cf. Iov 5, 15; 36, 15; Ieremia 20, 13), poartă grijă de nevoile lor (Cf. Psalm 67, 11; Luca 1, 53), înalţă pe cei săraci (Cf. Psalm 106, 41; 112, 7-8), este azil sau apărător al săracilor (Cf. Psalm 13, 6; Isaia 25, 4), a ales pe săracii acestei lumi, bogaţi în credinţă, ca moştenitori ai Împărăţiei cerurilor (Cf. Iacob 2, 5). Pe de altă parte, săracii trebuie să alerge la Dumnezeu (Cf. Iov 5, 8), să nădăjduiască în Dumnezeu (Cf. Psalm 9, 34), să laude pe Dumnezeu (Cf. Psalm 73, 22), să se bucure în Dumnezeu (Cf. Isaia 29, 19). Sfânta Scriptură ne arată că există oameni săraci, dar mărinimoşi şi darnici (Cf. Marcu 12, 43-44; Luca 21, 3-4; II Corinteni 8, 2). Săracii trebuie ajutaţi (Cf. Isaia 58, 7, Matei 5, 42; 19, 21; Marcu 10, 21; Luca 3, 11; 12, 33; 18, 22), nu cu părere de rău (Cf. II Corinteni 8, 2; 9, 5), ci cu bucurie şi inimă bună (Cf. II Corinteni 8, 3 şi 12, 9, 7), fără îngâmfare (Cf. Matei 6, 1). Cine miluieşte pe săraci cinsteşte pe Dumnezeu (Cf. Pilde 14, 31), împrumută pe Dumnezeu (Cf. Pilde 19, 17). Cine ajută pe săraci va fi mântuit de Dumnezeu (Cf. Pilde 40, 1-3), va fi fericit şi binecuvântat de Dumnezeu (Cf. II Corinteni 9, 10; Evrei, 13, 16), va primi răsplată veşnică (Cf. II Corinteni 9, 9; Matei 25, 34-36; Luca 12, 33; 14, 13; 18, 22).Exemple de dărnicie către săraci: Iov (Cf. Iov 29, 16; 30, 25; 31, 16), Zaheu (Cf. Luca 19, 8), primii creştini (Cf. Fapte 2, 45; 4, 34-35), Petru (Cf. Fapte 3, 6), Tavita (Cf. Fapte 9, 36-39), Corneliu (Cf. Fapte 10, 2), Pavel (Cf. Fapte 24, 17; Galateni 2, 10), Biserica din Macedonia şi Ahaia (Cf. Romani 15, 26). Sfânta Scriptură ameninţă cu pedepse pe cei ce nu ajută pe săraci (Cf. Iov 22, 7-10; Pilde 21, 13; Iezechiel 16, 49) sau pe cei ce le fac nedreptate (Cf. Isaia 10, 1-3), îi constrâng şi îi umilesc pe săraci (Cf. Iezechiel 22, 29-31; Amos 2, 6-7; 4, 1-3; 5, 11-12), îi jefuiesc (Cf. Amos 8, 4-7; Iacob 5, 4). Cine nesocoteşte sau dispreţuieşte pe săraci dispreţuieşte pe Hristos (Cf. Matei 25, 42-45) şi nu are dragoste faţă de Dumnezeu (Cf. I Ioan 3, 17). Hristos-Domnul a fost sărac în cele materiale, a trăit în lipsă (Cf. Matei 8, 20; Luca 9, 58; II Corinteni 8, 9), dar a îmbogăţit spiritual, cu harul, învăţătura, iubirea şi sfinţenia Sa, mulţimile care veneau la El. La fel şi apostolii au fost săraci din punct de vedere material, dar bogaţi în credinţă, sfinţenie, înţelepciune şi fapte bune. De aceea, Sfântul Apostol Pavel spunea corintenilor: „înfăţişându-ne pe noi înşine ca slujitori ai lui Dumnezeu (...), ca nişte săraci, dar pe mulţi îmbogăţind ” (II Corinteni 6, 4 şi 8).Urmând Sfintei Scripturi şi mai ales Evangheliei Domnului nostru Iisus Hristos şi învăţăturii Sfinţilor Apostoli, Sfinţii Părinţi ai Bisericii au scos în evidenţă marea tiranie spirituală şi multele nedreptăţi şi consecinţe sociale negative pe care le aduce lăcomia de averi materiale trecătoare, îndemnând pe cei bogaţi să fie milostivi şi darnici faţă de săraci, să nu îngroape comorile de aur în pământ, ci să le mute, prin milostenie, în ceruri, la loc sigur, iar pe săraci îi îndeamnă să nu deznădăjduiască, ci să adune bogăţie spirituală în suflet, prin credinţă şi rugăciune, prin cuvânt bun şi blândeţe.Astfel, Sfântul Ioan Gură de Aur († 407) îl îndeamnă pe bogat, zicând: „Averile pe care le pui în mâna săracilor, le pui într-o vistierie sigură, în mâna lui Dumnezeu. Mâna lui Dumnezeu îţi va da averile înapoi, întregi şi bine păzite; iar când te vei duce în patria ta (cerească), odată cu averile tale, vei fi lăudat, vei fi încununat şi pe deplin mulţumit şi fericit” . Acelaşi Sfânt Părinte ne spune: „Iov nu-şi lipea inima de avuţii când le avea şi nici nu le căuta când le-a pierdut! Bunurile materiale pentru aceasta se numesc bunuri, pentru ca să facem bine cu ele, nu pentru ca să le în-gropăm în pământ” .Iar despre sărăcie, Sfântul Ioan Gură de Aur spune: „Este mult mai bine a fi cineva sărac şi să vieţuiască în virtute, decât a fi împărat şi să vieţuiască în păcate” 6. „Sărăcia îl sileşte pe cineva a fi înţelept, pe când bogăţia de multe ori îl împinge spre rele mari” .În concluzie, acelaşi Sfânt Părinte constată că „nici bogăţia şi nici sărăcia prin sine însăşi nu este ceva bun, ci aceasta se întâmplă în urma întrebuinţării lor”. În alt loc zice: „Bogăţia este un bine, însă nu în sine, ci în mâna celui drept, pe de altă parte, sărăcia este ceva rău, însă nu după firea ei, ci prin gura celui necucernic, pentru că el, supărat pe ea, învinovăţeşte şi huleşte pe Făcătorul său”9. Apoi vine îndemnul: „Nu te teme de cuptorul sărăciei, ci de cuptorul păcatului. Acesta-i flacără şi chin, celălalt rouă şi odihnă. Lângă cuptorul păcatului stă diavolul, lângă cuptorul sărăciei stau îngerii, care alungă flacăra”. „Creştinul se arată mult mai încercat în sărăcie, decât în bogăţie. Cum aceasta? Când el cade în sărăcie, desigur că va fi mai smerit, mai înţelept, mai serios, mai îngăduitor, mai cinstit, pe când dacă se găseşte în bogăţie, are multe piedici spre aceasta”.„Să nu ne pierdem curajul dacă suntem săraci, ci cealaltă bogăţie să o căutăm, bogăţia în fapte bune”.Un alt Sfânt Părinte al Bisericii, Sfântul Vasile cel Mare († 379), pe care-l cinstim în mod deosebit anul acesta 2009, împreună cu ceilalţi Sfinţi Capadocieni, este un înflăcărat apărător al săracilor şi un aspru judecător al bogaţilor lacomi în vreme de foamete şi criză economică. Iată câteva din îndemnurile sale date bogaţilor lacomi de câştig cu orice preţ: „Nu scumpi produsele tale, îngreunând nevoile celor lipsiţi! Nu aştepta să lipsească grâul de pe piaţă, ca să-ţi deschizi tu hambarele, căci «cel ce scumpeşte grâul este blestemat de popor' (Pilde 11, 26). Nu aştepta vremuri de foamete, din dragostea de aur! Nu aştepta o lipsă generală, ca să-ţi înmulţeşti averile! Nu face comerţ cu nenorocirile oamenilor! Nu preface mânia lui Dumnezeu în prilej de înmulţire a averilor tale! Nu înrăutăţi cu biciul neomeniei tale, rănile celor în suferinţă”. Bogaţilor nemilostivi le spune: „N-ai milă? Nu vei fi miluit! N-ai deschis casa, vei fi dat afară din Împărăţie (a cerurilor)! N-ai dat pâine? Nu vei primi viaţă veşnică”. Iar în alt loc din aceeaşi Omilie către bogaţi, Sfântul Vasile cel Mare se întreabă: „Până când aurul va sugruma sufletele, până când va fi undiţa morţii, până când va fi momeala păcatului? Până când bogăţia va fi pricina războaielor, pentru care se făuresc arme şi se ascut săbii? Din pricina bogăţiei rudele nu mai ţin seama de rude, fraţii se uită cu ochi ucigaşi la fraţi. Din pricina bogăţiei, pustiile sunt pline de ucigaşi, marea de piraţi şi oraşele de calomniatori. (… ) Bogăţia v-a fost dată ca să răscumpăraţi sufletele, nu ca să vă fie pricină de pierzare”.În vreme de foamete, ca urmare a secetei cumplite, Sfântul Vasile cel Mare spunea: „Pentru aceasta Dumnezeu nu-Şi deschide mâna, pentru că noi ne-am închis-o pentru iubirea de fraţi. Pentru aceasta sunt uscate ogoarele, pentru că s-a răcit dragostea”.Un alt Sfânt Părinte din Capadocia, Sfântul Grigorie de Nyssa, ne arată importanţa milosteniei faţă de săraci zicând: „Săracii sunt vistiernicii bunurilor făgăduite, ei sunt paznicii Împărăţiei (cerurilor n.n.), cei care deschid uşile celor buni şi care le închid pentru cei învârtoşaţi la inimă şi urăsc pe oameni. Dar în acelaşi timp, ei sunt acuzatori de temut, cât şi buni apărători. Ei apără sau învinuiesc, dar nu prin cuvinte, ci aşa cum sunt ei văzuţi de Domnul şi Judecătorul lumii. Căci felul cum ne purtăm cu ei strigă înaintea Cunoscătorului de inimi mai puternic decât orice crainic'.Un alt episcop din Capadocia, care a trăit tot în veacul al IV-lea, Asterie al Amasiei din Pont, a rostit şi el omilii celebre despre bogăţie şi sărăcie, fiind un aspru luptător împotriva lăcomiei de averi materiale: „Cine l-a şters din catalogul apostolilor pe Iuda şi l-a făcut vânzător în loc de apostol? Nu oare faptul că purta pungă, că a pus mai întâi la cale vânzarea, iar apoi a dobândit preţul faptei sale necinstite? Pentru ce Faptele Apostolilor pomenesc de Anania şi Safira? Nu pentru că s-au furat pe ei înşişi şi au furat darurile afierosite Bisericii din propriile averi? (… ). Experienţa ne arată lăcomia drept o fiară, de care cu greu scapă cei prinşi de ea; înfloreşte mereu şi nu se veştejeşte; îmbătrâneşte cu cei pe care îi are sub stăpânirea ei şi nu-i părăseşte până la moarte (… ). Nu este uşor de eliberat sufletul unui om cuprins de lăcomie, fie că este tânăr cu trupul, fie că este bâtrân, afară numai dacă vine vreun gând curat care să taie boala cu un cuţit”.Iubiţi fraţi şi surori în Domnul,Atât Sfânta Scriptură, cât şi Sfinţii Părinţi ai Bisericii ne învaţă că adevărata şi netrecătoarea bogăţie este iubirea covârşitoare a lui Dumnezeu faţă de oameni arătată în Iisus Hristos şi împărtăşită nouă acum în Biserică prin lucrarea Sfântului Duh.Sărbătoarea Învierii Domnului nostru Iisus Hristos, prin care se arată slava şi bogăţia nesfârşită a iubirii lui Dumnezeu către oameni, ne îndeamnă să ne îmbogăţim mai întâi în credinţă statornică, în rugăciune, în vieţuire curată şi sfântă, în împărtăşirea mai deasă cu Sfintele Taine, după o pregătire mai intensă, aşa cum a fost perioada Postului Mare al Sfintelor Paşti, şi totodată să ne îmbogăţim în fapte bune care aduc lumină şi pace, bucurie şi fericire oamenilor pe care-i ajutăm.Criza financiară şi economică în care se află lumea de azi este în mare parte rezultatul lăcomiei, al câştigului nedrept, al speculei financiare, al evaziunii fiscale la nivel mondial. Când goana după profitul material obţinut cu orice preţ, fără măsură şi fără morală, devine o tiranie a sufletului, atunci capitalismul devine „sălbatic” şi se manifestă ca o patimă a lăcomiei, „ştiinţific” organizată.Consecinţele negative ale acestei crize pentru populaţia săracă sunt greu de descris, deoarece sărăcia impusă altora creează multă suferinţă şi nesiguranţă, dezorientare şi disperare. În această situaţie de politică economică fără etică, când totul devine nesigur şi imprevizibil, schimbător şi înşelător, este necesar să sporim rugăciunea, să ne apropiem mai mult de Dumnezeu Cel statornic şi netrecător, drept şi milostiv, dar şi să sporim vigilenţa şi prudenţa. Deşi criza financiară şi economică este în mare parte o judecată aspră pentru prea multa lăcomie de lucruri materiale adunate pe nedrept şi prea multa risipă de bani, ea poate fi totuşi înţeleasă şi folosită ca un nou început în viaţa persoanelor şi a popoarelor. Astfel, criza ne determină să fim mai economi şi mai cumpătaţi, să nu ne punem nădejdea în valorile materiale, bani şi averi, mai mult decât în valorile spirituale ale credinţei, dreptăţii, corectitudinii şi solidarităţii cu cei în nevoi.Chiar dacă suntem mai săraci din punct de vedere al bunurilor materiale, să nu sărăcim totuşi din punct de vedere spiritual, ci să ne îmbogăţim în bunătate, prin cuvântul bun de încurajare, sfatul bun, o mână de ajutor dată celor mai săraci decât noi, dar şi prin redescoperirea virtuţilor valoroase ale demnităţii şi creativităţii, ale muncii cinstite şi solidarităţii constante.Mai păgubitoare decât sărăcia, ca lipsă de cele materiale, este acum, în vreme de criză financiară şi economică, criza de omenie, adică slaba voinţă de a fi onest şi drept, harnic şi generos.Cu această speranţă de înnoire spirituală a vieţii şi de îmbogăţire în fapte bune, în lumina şi pacea sărbătorii Sfintelor Paşti, vă îndemnăm ca, prin cuvânt şi faptă, să aduceţi bucurie celor săraci şi bolnavi, orfani şi bătrâni, necăjiţi şi singuri, astfel încât şi ei să simtă că Învierea Domnului Iisus Hristos revarsă peste oameni bogăţia iubirii lui Dumnezeu Cel Milostiv.Cu prilejul Sfintelor Paşti, vă adresăm tuturor părinteşti doriri de sănătate şi mântuire, pace şi bucurie, dimpreună cu salutarea pascală: Hristos a înviat!„Harul Domnului nostru Iisus Hristos, dragostea lui Dumnezeu Tatăl şi împărtăşirea Sfântului Duh să fie cu voi cu toţi!” (II Corinteni 13, 13)Al vostru către Hristos-Domnul rugător,
† D A N I E L
ARHIEPISCOP AL BUCUREŞTILOR,MITROPOLIT AL MUNTENIEI ŞI DOBROGEI,LOCŢIITOR AL TRONULUI CEZAREEI CAPADOCIEIŞI PATRIARHUL BISERICII ORTODOXE ROMÂNE
lunes, 20 de abril de 2009
Martes de la Semana Luminosa: Fiesta de los neomártires griegos Santos Nicolás, Rafael e Irene
El por qué de la fecha de la Pascua Ortodoxa
¿Cuándo se produce el equinoccio de primavera?
Ante la falta de acuerdo de los astrónomos de la época, el Primer Concilio Ecuménico estableció convencionalmente el equinoccio de primavera para el día 21 de marzo del Calendario Juliano. Entonces: La Pascua Ortodoxa se celebra entre el 4 de abril y el 5 de mayo, del Calendario Gregoriano.
¿Por qué entre el 4 de abril y el 5 de mayo?
Para cumplir con las dos referencias del Primer Concilio Ecuménico:
1. El primer domingo después del primer plenilunio de la primavera, luego del equinoccio de primavera
2. Siempre después de la Pascua Judía. En caso de coincidir o anticiparse a la Pascua judía (14 de Nisán), nuestra Pascua Cristiana debe postergarse en una semana (para mantener la cronología de los hechos históricos). Recordemos que los calendarios Juliano y Gregoriano son solares, mientras que el calendario Judío es lunar; por ello la Pascua judía se celebra cualquier día de la semana, en cambio los cristianos la celebramos siempre el domingo.
domingo, 19 de abril de 2009
HOMILÍA PASCUAL DE NUESTRO PADRE ENTRE LOS SANTOS SAN JUAN CRISÓSTOMO
Aquél que es devoto y amante de Dios, que disfrute de esta magnifica y brillante fiesta. Aquél que es un siervo agradecido, que entre alegremente en el gozo del Señor. Aquél que está cansado en ayuno que reciba ahora el denario de recompensa. Si a1guien ha trabajado desde la primera hora, que reciba su gratificación correspondiente. Si alguien ha llegado después de la tercera hora, que participe en la fiesta agradecido. Aquél que llega después de la sexta hora, que no dude: él nada pierde. Si alguien ha demorado hasta la novena hora, que se aproxime, sin vacilación. Aquél que llega en la undécima hora, que no tema a causa de su demora, porque el Señor es de gracia y de generosidad. El recibe tanto a los últimos como a los primeros. El concede descanso al que viene en la undécima hora, igual como aquél que ha trabajado desde la primera. hora. El tiene misericordia del último, y satisface al primero. A aquél da, y a éste regala. El recibe las obras y acepta la intención. Honra los hechos, y alaba el empeño. Por lo tanto, entrad vosotros todos al gozo de vuestro Señor. Los primeros y los últimos, tomad vuestra recompensa. Ricos y pobres, regocijaos y alegraos juntos. Porque la mesa está llena, deleitaos de ella todos. El ternero está echado entero; que nadie se retire con hambre. Regocijaos todos del
banquete de la fe. Disfrutad de todas las riquezas de la bondad. Que nadie se queje de su pobreza, porque el Reino Universal se ha manifestado. Que nadie se lamente a causa de los pecados, porque el perdón ha surgido resplandeciente del Sepulcro. Que nadie tema la muerte, porque la muerte del Salvador nos ha librado. Porque destruyó la muerte cuando ésta se apoderó de El. Aquél que descendió al infierno aniquiló al infierno; y lo hizo experimentar la amargura; cuando éste tomó su Cuerpo. Esto predijo Isaías cuando exclamó diciendo: “El hades fue amargado, cuando Te encontró abajo. HA SIDO AMARGADO, funestamente, porque ha sido destruido. HA SIDO AMARGADO porque ha sido encadenado. Recibió un Cuerpo, y he aquí que era Dios. Tomó la tierra, y encontró Cielo. Tomó lo visible, y fue vencido invisiblemente. ¿Oh muerte dónde está Tu poder? ¿Oh hades dónde está Tu victoria CRISTO RESUCITÓ, y fuiste aniquilado. CRISTO RESUCITÓ y fueron arrojados los demonios, CRISTO RESUCITÓ y los Angeles se regocijaron. CRISTO RESUCITÓ y reinó la vida. CRISTO RESUCITÓ, y los sepulcros se vaciaron de los muertos. Porque Cristo habiendo resucitado de entre los muertos, fue el Primogénito de entre los muertos, a El sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
jueves, 9 de abril de 2009
Desactivan dos bombas caseras en iglesias griegas:
lunes, 6 de abril de 2009
Santa Madre María de Egipto
+ 522 d.c. Conmemorada el 1° de Abril
Había un cierto anciano en uno de los monasterios de Palestina, un sacerdote de vida y palabra santa, quien desde su infancia fue criado en los modos y costumbres monásticas. El nombre de este anciano era Zosimas. Él había realizado todo el camino de la vida ascética y en todo se adhería a la regla relacionada a las labores espirituales una vez dada a él por sus superiores. Él mismo también había agregado mucho a esta regla al trabajar por someter a la carne a la voluntad del espíritu. Y no había fallado en su meta. Era tan renombrado por su vida espiritual que muchos venían a él de monasterios vecinos y otros incluso de más lejos. Mientras hacía todo esto, nunca cesó de estudiar las Sagradas Escrituras. Ya fuera descansando, de pie, trabajando o comiendo (si las migajas que roía pueden ser llamadas comida), él incesante y constantemente tenía una sola mira: siempre cantar de Dios, y practicar la enseñanza de las Divinas Escritures. Zosimas solía relatar cómo, tan pronto como fue quitado del seno materno, fue entregado al monasterio donde él pasó por su entrenamiento como un asceta hasta que llegó a la edad de cincuenta y tres. Luego de eso, comenzó a ser atormentado por el pensamiento de que era perfecto en todo y que no necesitaba instrucción de nadie, diciéndose a sí mismo mentalmente: "¿Habrá un monje sobre la tierra que me pueda ser útil y mostrarme un tipo de ascetismo que yo no haya logrado? ¿Habrá un hombre en el desierto que me haya superado?"
Así pensaba el anciano, cuando de repente un ángel se le apareció y dijo:
"Zosimas, has luchado valientemente, dentro de lo posible para el hombre, valientemente has ido a través de la prueba ascética. Pero no hay hombre que haya llegado a la perfección. Ante ti yacen luchas desconocidas mayores que las que has logrado. Para que conozcas cuántos rumbos llevan a la salvación, deja tu tierra natal como el renombrado Abraham y ve al monasterio en el río Jordán".
Zosimas hizo como le fue dicho. Se fue del monasterio en el cual había vivido desde la infancia y se fue al río Jordán. Finalmente llegó a la comunidad a la que Dios lo había enviado. Habiendo golpeado a la puerta del monasterio, dijo al monje que era portero quién era; y el portero le dijo al abad. Al ser admitido en la presencia del abad, Zosimas hizo la usual postración y oración monástica. Viendo que él era un monje el abad preguntó:
"¿De donde vienes, hermano, y por qué has venido ante nosotros, hombres pobres y viejos?"
Zosimas respondió:
"No hay necesidad de hablar de donde he venido, sino que he venido, padre, buscando provecho espiritual, porque he escuchado sobre su gran habilidad en guiar a las almas hacia Dios."
"Hermano", le dijo el abad, "Solo Dios puede curar la iniquidad del alma. Que Él nos enseñe Sus caminos divinos y nos guíe. Pero como ha sido el amor de Cristo lo que te movió a visitarnos a nosotros hombres pobres y viejos, entonces quédate con nosotros, si es por eso por lo que has venido. Que el Buen Pastor Quien dio su vida por nuestra salvación nos llene a todos con la gracia del Espíritu Santo."
Luego de esto, Zosimas se inclinó ante el abad, pidió por sus oraciones y bendiciones, y se quedó en el monasterio. Allí vio ancianos instruidos en la acción y en la contemplación de Dios, inflamados en Espíritu, trabajando para el Señor. Cantaban incesantemente, permanecían en oración toda la noche, el trabajo estaba siempre en sus manos y los salmos en sus labios. Nunca una palabra fútil era escuchada entre ellos, no sabían nada sobre adquirir bienes temporales o de los cuidados de la vida. Pero tenían un deseo –volverse en vida como cadáveres. Su constante comida era la Palabra de Dios, y mantenían sus cuerpos con pan y agua, en la medida que el amor por Dios les permitiese. Viendo esto, Zosimas fue en gran manera instruido y preparado para la lucha que yacía ante él.
Muchos días pasaron y el tiempo se acercaba cuando todos los cristianos ayunan y se preparan a si mismos para adorar la Divina Pasión y Resurrección de Cristo. Las puertas del monasterio fueron mantenidas siempre cerradas y abiertas solamente cuando uno de la comunidad era enviado fuera con algún mensaje. Era un lugar desértico, no solo sin visitar por personas del mundo sino incluso desconocido para ellos.
Había una regla en ese monasterio que era la razón por la cual Dios llevó a Zosimas allí. En el comienzo del Gran Ayuno1 el sacerdote celebró la Divina Liturgia y todos participaron del santo Cuerpo y Sangre de Cristo. Después de la Liturgia fueron al comedor y comieron una pequeña comida de Cuaresma.
Una vez reunidos todos en la Iglesia, y luego de orar encarecidamente con postraciones, los ancianos se besaron mutuamente y se pidieron perdón. Y cada uno hacía una postración al abad y pedía sus bendiciones y oraciones por la lucha que yacía ante ellos. Luego de esto, las puertas del monasterio fueron abiertas, y cantando "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién podré tener miedo? El Señor defiende mi vida, ¿a quién habré de temer?"(Salmo 26:1) y el resto del salmo, todos fueron al desierto y cruzaron el río Jordán. Solo uno o dos hermanos fueron dejados en el monasterio, no para resguardar la propiedad (ya que no había qué robar), sino para no dejar la Iglesia sin servicio Divino. Cada uno llevaba consigo tanta comida como podía o deseaba en el camino, de acuerdo a las necesidades del cuerpo: uno llevaría un pan pequeño, otro algunos higos, otro algunos dátiles o trigo remojado en agua. Y algunos no llevaban más que su propio cuerpo cubierto con harapos y alimentado, cuando la naturaleza los obligaba, con las plantas que crecían en el desierto.
Luego de cruzar el Jordán, todos se dispersaron lejos y ampliamente en diferentes direcciones. Y esta era la regla de vida que tenían, y que todos observaban –no hablarse entre ellos, o conocer cómo cada uno vivía y ayunaba. Si acontecía que se veían entre ellos, se iban a otra parte del país, viviendo solos y siempre cantando a Dios, y en un tiempo definido comiendo una cierta cantidad de comida. De esta forma pasaban la totalidad del ayuno y solían regresar al monasterio una semana antes de la Resurrección de Cristo, en el Domingo de Ramos, vuelto cada uno teniendo su propia conciencia como testigo de su labor, y ninguno preguntaba a otro cómo había pasado su tiempo en el desierto. Tales eran las reglas del monasterio. Cada uno de ellos mientras estaba en el desierto luchaba consigo mismo contra el Juez de la lucha –Dios- no buscando agradar a los hombres y ayunar ante los ojos de todos. Porque aquello hecho por causa de los hombres, para ganar alabanza y honor, no es sólo inútil para aquel que lo realiza sino a veces la causa de gran castigo.
Zosimas hizo lo mismo que todos. Y fue lejos, lejos en el desierto con la esperanza secreta de encontrar algún padre que pudiera estar viviendo allí y que pudiera satisfacer su sed y ansia. Y vagaba incansablemente, como si se apresurase a un lugar definido. Ya había caminado por veinte días y cuando llegó la sexta hora se detuvo y, volviéndose al Este, comenzó a cantar la Sexta Hora y recitar las oraciones habituales. Él solía interrumpir así su viaje en horas arregladas del día para descansar un poco, cantar salmos de pie y orar de rodillas.
Y mientras cantaba así sin sacar sus ojos de los cielos, súbitamente vio a la derecha de la colina en la cual se encontraba la figura de un cuerpo humano. Al principio estaba confuso pensando que se encontraba ante la visión del diablo, e incluso se sobrecogió de miedo. Pero, habiéndose protegido a sí mismo con la señal de la Cruz y habiendo expulsado todo temor, volvió su mirada en esa dirección y en verdad vio una forma deslizándose hacia el sur. Estaba desnuda, la piel oscura como si estuviese quemada por el calor del sol, el cabello de su cabeza blanco como un vellón, sin ser largo, llegando justo bajo su cuello. Zosimas estaba tan gozoso de ver una forma humana que corrió hacia ella en persecución, pero la forma escapó de él. Él la siguió. A una cierta distancia suficiente como para ser escuchado, gritó:
"¿Por qué escapas de un hombre viejo y pecador? Esclavo del Dios Verdadero, espérame, sea quien seas, en el nombre de Dios te digo, por el amor de Dios por causa de Quien tu vives en este desierto."
"Perdóname en el nombre de Dios, pero no puedo volverme hacia ti y mostrar mi cara, Abba Zosimas, porque soy una mujer y estoy desnuda como tu ves, con la vergüenza descubierta de mi cuerpo. Pero si deseas realizar el deseo de una mujer pecadora, lánzame tu capa de modo que pueda cubrir mi cuerpo y volverme hacia ti y pedir tus bendiciones."
Aquí el terror se apoderó de Zosimas, porque oyó que ella lo llamaba por su nombre. Pero se dio cuenta que ella no podría haber hecho esto sin saber nada de él si ella no hubiese tenido el poder de la percepción espiritual.
Al momento hizo lo que le fue requerido. Se quitó su capa vieja y andrajosa y la lanzó hacia ella, volviéndose al hacer esto. Ella lo recogió y le fue posible cubrir al menos una parte de su cuerpo. Luego se volvió a Zosimas y dijo:
"¿Por qué deseaste, Abba Zosimas, ver a una mujer pecadora? ¿Qué deseas escuchar o aprender de mi, tu que no has retrocedido ante grandes luchas?"
Zosimas se lanzó al suelo y pidió sus bendiciones. Así también ella se inclinó ante él. Y así ellos permanecieron en el suelo postrados pidiendo por la bendición de cada uno. Y solo una palabra podía ser escuchada a cada uno: "¡Bendíceme!" Luego de un largo periodo la mujer le dijo a Zosimas:
"Abba Zosimas, eres tu quien debe dar bendiciones y orar. Has sido dignificado por la orden del sacerdocio y por muchos años te has parado frente al santo altar ofreciendo el sacrificio de los Divinos Misterios."
Esto infundió a Zosimas un terror aun mayor. Desde la lejanía con lágrimas le decía a ella:
"Oh madre, llena con el Espíritu, por tu forma de vida es evidente que vives con Dios y que has muerto para el mundo. La Gracia otorgada a ti es evidente –ya que me has llamado por mi nombre y has reconocido que soy un sacerdote, a pesar de que nunca antes me has visto. La Gracia no es reconocida por las órdenes propias, sino por los dones del Espíritu, así que dame tus bendiciones en el nombre de Dios, ya que necesito tus oraciones."
Luego entregándose al deseo del anciano la mujer dijo:
"Bendito sea Dios Quien se preocupa de la salvación de los hombres y sus almas"
Zosimas respondió: "Amén", y ambos se levantaron. Luego la mujer le preguntó al anciano:
"¿Por qué has venido, hombre de Dios, a mi que soy tan pecadora? ¿Por qué deseas ver a una mujer desnuda y vacía de toda virtud? Aunque sé una cosa – la Gracia del Espíritu Santo te ha traído a darme una ayuda a tiempo. ¿Dime, padre, cómo están viviendo los cristianos? ¿Y los reyes? ¿Cómo está siendo guiada la Iglesia?
Zosimas dijo:
"Por tus santas oraciones madre, Cristo ha dado paz duradera para todos. Pero realiza la indigna petición de un hombre viejo y ora por todo el mundo y por mi que soy pecador, para que así mis viajes por el desierto no sean infructuosos."
Ella respondió:
"Tu eres un sacerdote, Abba Zosimas, eres tú quien debe orar por mi y por todos –ya que esta es tu vocación. Pero como todos debemos ser obedientes, con gusto haré lo que me pides."
Y con estas palabras se volvió hacia el Este, y levantando sus ojos hacia el cielo y extendiendo sus manos, comenzó a orar susurrando. No se podían oír palabras aisladas, para que Zosimas no entendiese nada de lo que ella decía en sus oraciones. Mientras tanto él permanecía, de acuerdo a su propia palabra y en gran agitación, mirando al suelo sin decir una palabra. Y juró, llamando a Dios por testigo, que cuando al rato pensó que su oración era muy larga, levantó los ojos del suelo y vio que ella se había elevado a un codo de distancia del suelo y se mantenía orando en el aire. Cuando vio esto, incluso más terror se apoderó de él y cayó al suelo llorando y repitiendo muchas veces, "Señor ten piedad".
Y mientras yacía postrado en el suelo él fue tentado por un pensamiento: ¿Acaso no es un espíritu, y tal vez su oración es hipocresía? Pero en el mismo momento la mujer se volvió, levantó al anciano del suelo y dijo:
"¿Por qué te confunden pensamientos a ti, Abba, y te tientan acerca de mi, como si yo fuera un espíritu y una disimuladora en la oración? Sepa, santo padre, que yo soy sólo una mujer pecadora, aunque estoy protegida por el Santo Bautismo. Y no soy espíritu sino tierra y cenizas, y carne solamente."
Y con estas palabras ella se protegía a sí misma con la señal de la cruz en su frente, ojos, boca y pecho, diciendo:
"Que Dios nos defienda del maligno y de sus designios, porque fiera es su lucha contra nosotros."
Escuchando y viendo esto, el anciano se lanzó a tierra y, abrazando sus pies, dijo con lágrimas:
"Te ruego, en el Nombre de Cristo nuestro Dios, Quien fue nacido de una Virgen, por causa de Quien te has desnudado, por causa de Quien haz extenuado tu carne, no esconder de tu esclavo quién eres y cuándo y cómo llegaste a este desierto. Dímelo todo para que los maravillosos trabajos de Dios puedan ser conocidos. En una sabiduría oculta y en un tesoro secreto -¿Qué beneficio hay? Dímelo todo, te lo imploro. Porque no por vanidad o exaltación propia hablarás, sino para revelarme la verdad a mi, un pecador indigno. Creo en Dios, por Quien tú vives y a Quien tú sirves. Creo que Él me trajo a este desierto para mostrarme Sus caminos a través de ti. No está en nuestro poder el resistir los planes de Dios. Si no fuese la voluntad de Dios que tú y tu vida debieran ser conocidas, Él no me habría permitido verte y no me habría dado fuerzas para sobrellevar este viaje, a alguien como yo que nunca antes se atrevió a abandonar su celda."
Mucho más dijo Abba Zosimas. Pero la mujer lo levantó y dijo:
"Estoy avergonzada, Abba, de hablarte sobre mi desgraciada vida, ¡Perdóname en el nombre de Dios! Pero así como ya has visto mi cuerpo desnudo, asimismo descubro ante ti mi trabajo, para que puedas ver con qué vergüenza y obscenidad está llena mi alma. No escapaba por vanidad, como pensaste, porque ¿de qué tengo yo que enorgullecerme –yo que fui elegida como recipiente del diablo? Pero cuando comience mi historia huirás de mi, como de una serpiente, porque tus oídos no serán capaces de soportar la bajeza de mis acciones. Pero te contaré todo sin ocultar nada, solo implorándote primero que todo orar incesantemente por mí, para que pueda encontrar misericordia en el día del Juicio.
El anciano derramó lágrimas y la mujer comenzó su relato. "Mi tierra natal, santo padre, era Egipto. Aún durante la vida de mis padres, cuando tenía doce años, renuncié a su amor y me fui a Alejandría. Me avergüenza recordar cómo allí al principio arruiné mi virginidad y luego desenfrenada e insaciablemente me entregué a la sensualidad. Es más apropiado hablar de esto brevemente para que apenas puedas conocer mi pasión y mi lujuria. Durante diecisiete años aproximadamente, perdóname, viví así. Era como un fuego de perversión pública. Y no era por causa de las ganancias – aquí hablo la pura verdad. A menudo cuando deseaban pagarme, yo rechazaba el dinero. Actuaba así para hacer que tantos hombres como fuese posible tratasen de obtenerme, haciendo gratis lo que me daba placer. No pienses que yo era rica y que esta era la razón por la que no tomaba dinero. Vivía mendigando, a menudo hilando lino, pero tenía un insaciable deseo y una irreprimible pasión por yacer en la inmundicia. Esto era la vida para mí. Cada tipo de abuso de la naturaleza lo veía como vida."
"Así es como yo vivía. Luego un verano vi a una gran multitud de libios y egipcios que corrían hacia el mar. Le pregunté a uno de ellos, "¿A dónde se apresuran estos hombres?" Él respondió: "Todos van a Jerusalén para la Exaltación de la preciosa y Vivificadora Cruz, que tendrá lugar en unos pocos días." Le dije: "¿Me llevarán con ellos si deseo ir?" "Nadie te detendrá si tienes dinero para pagar el viaje y la comida" Y yo les dije: "Para ser franca, no tengo dinero, ni tampoco tengo comida. Pero iré con ellos e iré abordo. Y me alimentarán, quiéranlo o no. Tengo un cuerpo – lo tomarán en lugar de pagar por el viaje." Súbitamente fui llenada con un deseo de ir, Abba, de tener más amantes que pudiesen satisfacer mi pasión. Yo te dije, Abba Zosimas, que no me forzaras a contarte sobre mi desgracia. Dios es mi testigo, temo contaminarlo a usted y al mismo aire con mis palabras."
Zosimas, entre lágrimas, le contestó:
"Sigue hablando, en el nombre de Dios, madre, habla y interrumpas la continuación de un relato tan edificante."
Y, reanudando su historia, ella continuó:
"Ese joven, al oír mis desvergonzadas palabras, se rió y se fue. Mientras tanto yo, lanzando mi rueda para hilar, corrí hacia el mar en la dirección que todos parecían tomar. Y, viendo algunos hombres jóvenes de pie en la orilla, como diez o más de ellos, llenos de vigor y alerta en sus movimientos, decidí que ellos servirían para mi propósito (parecía que algunos de ellos esperaban más viajeros mientras otros se habían ido a tierra). Desvergonzadamente, como era usual, me mezclé con la multitud, diciendo: "Llévenme con ustedes al lugar al que van: no seré una carga." También añadí unas pocas palabras más evocando la risa general. Viendo mi disposición a ser desvergonzada, de buena gana me llevaron en el bote. Aquellos a quienes esperaban también vinieron, y zarpamos de inmediato."
"¿Cómo le relataré a usted lo que sucedió luego de esto? ¡Qué lengua puede contar, qué oídos soportar todo lo que sucedió en el bote durante el viaje! Y además frecuentemente forzaba a aquellos miserables jóvenes incluso contra su propia voluntad. No hay depravación que se pueda o no mencionar de la cual yo no fuera su maestra. Estoy sorprendida, Abba, de cómo el mar soportaba nuestro desenfreno, cómo la tierra no abrió sus mandíbulas, y cómo fue que el infierno no me tragó viva, cuando había enredado en mi red a tantas almas. Pero pienso que Dios buscaba mi arrepentimiento. Porque Él no desea la muerte de un pecador, sino que de forma magnánima aguarda su regreso hacia Él. Finalmente llegamos a Jerusalén. Pasé los días antes del festival en el pueblo, llevando el mismo tipo de vida, tal vez peor. No estaba satisfecha con los jóvenes que había seducido en el mar y que me habían ayudado a llegar a Jerusalén; a muchos otros –ciudadanos del pueblo y extranjeros- también seduje.
"El santo día de la Exaltación de la Cruz comenzaba mientras yo aún vagaba cazando jóvenes. Al alba vi que todos se apresuraban a ir la Iglesia, así que corrí con el resto. Cuando la hora de la santa elevación se aproximaba, trataba de pasar entre la multitud que luchaba por pasar a través de las puertas de la Iglesia. Finalmente había logrado pasar aunque con gran dificultad casi hasta la entrada del templo, desde donde el Vivificador Madero de la Cruz era mostrado a las personas. Pero cuando pisé en el umbral que todos cruzaban, fui detenida por una fuerza que no me dejaba entrar. Mientras tanto yo era empujada aparte por la multitud y me encontré a mi misma de pie sola en pórtico de la Iglesia. Pensando que esto había sucedido debido a mi debilidad femenina, traté de nuevo de hacerme paso entre la multitud, tratando de empujar hacia adelante. Pero en vano luché. Otra vez mi pie pisó el umbral por el cual muchos entraban en la Iglesia. Solo yo parecía ser rechazada por la iglesia. Era como si allí hubiese un destacamento de soldados parados para oponerse a mi entrada. Una vez más fui excluida por la misma fuerza poderosa y otra vez quedé en el pórtico."
"Habiendo repetido mi intento tres o cuatro veces, finalmente me sentí exhausta y no tuve más fuerza para empujar y ser empujada, así que me hice a un lado y me detuve en un rincón del vestíbulo. Y solo entonces con gran dificultad comencé a entender la razón por la cual no podía ser admitida para ver la vivificadora Cruz. La palabra de la salvación suavemente tocó los ojos de mi corazón y me reveló que era mi vida sucia lo que impedía mi entrada. Comencé a llorar, lamentarme y golpearme el pecho, y a suspirar desde las profundidades de mi corazón. Y así estuve llorando cuando vi sobre mí un icono de la Santísima Madre de Dios. Y volviendo hacia ellas mis ojos corporales y espirituales dije:
"Oh Señora, Madre de Dios, que diste a luz en la carne a Dios el Verbo, yo sé, oh qué bien sé, que no es honor o alabanza para ti cuando alguien tan impuro y depravado como yo mira tu icono, oh siempre Virgen, que mantuviste el cuerpo y el espíritu en pureza. Con razón inspiro odio y desagrado ante tu virginal pureza. Pero he escuchado que Dios, Quien ha nacido de ti, se hizo hombre con el propósito de llamar a los pecadores al arrepentimiento. Por lo tanto ayúdame, ya que no tengo otro auxilio. Ordena que la entrada de la Iglesia me sea abierta. Permíteme ver el venerable Madero sobre el cual Él Quien fue nacido de ti sufrió en la carne y sobre el cual Él derramó Su santa Sangre para la remisión de pecadores y por mí, indigna como soy. Sé mi fiel testigo ante tu Hijo de que yo nunca contaminaré mi cuerpo con la impureza de la fornicación, sino que tan pronto como haya visto el Madero de la Cruz renunciaré al mundo y a sus tentaciones y me iré a donde tu quieras llevarme."
"Así hablé y como si hubiese adquirido cierta esperanza en la fe firme, y sintiendo cierta confianza en la misericordia de la Madre de Dios, dejé el lugar donde estaba orando. Y fui de nuevo y me incorporé a la multitud que empujaba en su camino hacia el templo. Y nadie parecía obstruirme, nadie me impedía entrar en la iglesia. Estaba llena de temor, y casi delirante. Habiendo llegado hasta las puertas que no había alcanzado antes –como si la misma fuerza que me había estorbado despejara el camino para mí- entré ahora sin dificultad y me encontré a mi misma dentro de un lugar sagrado. Y así es como vi la Vivificadora Cruz. Vi también los Misterios de Dios y cómo el Señor acepta el arrepentimiento. Arrojándome al suelo, adoré esa santa tierra y la besé con temor. Luego salí de la iglesia y fui donde ella, que había prometido ser mi protección, al lugar donde había sellado mi voto. Y doblando las rodillas ante la Virgen Madre de Dios, le dirigí palabras como estas:
"Oh amorosa Señora, tu me has mostrado tu gran amor por todos los hombres. Gloria a Dios Quien recibe el arrepentimiento de los pecadores a través de ti. ¿Qué más puedo reunir o decir, yo que soy tan pecadora? Ha llegado el tiempo para mi, oh Señora, de realizar mi voto, de acuerdo a tu testimonio. ¡Ahora llévame de la mano al sendero del arrepentimiento! Y con estas palabras escuché una voz de lo alto:
"Si cruzas el Jordán hallarás reposo".
"Escuchando esta voz y teniendo fe en que era para mi, exclamé a la Madre de Dios:
"¡Oh Señora, Señora, no me abandones!"
"Con estas palabras abandoné el pórtico de la iglesia y comencé mi viaje. Cuando abandonaba la iglesia un extraño me miró y me dio tres monedas, diciendo: "Hermana, tome ésto".
"Y, tomando el dinero, compré tres panes y los llevé conmigo en mi viaje, como un don bendito. Le pregunté a la persona que vendía el pan: "¿Cuál es el camino hacia el Jordán?" Fui dirigida a las puertas de la ciudad que llevaban por ese camino. Corriendo atravesé la puertas y aún llorando continué mi viaje. A aquellos que conocí les pregunté el camino, y luego de caminar por el resto de ese día (creo que eran las nueve cuando vi la Cruz) de lejos llegué al atardecer la Iglesia de San Juan Bautista que estaba en la orilla del Jordán. Luego de orar en el templo, fui al Jordán y lavé mi cara y manos en sus santas aguas. Participé de los santos y vivificadores Misterios en la Iglesia del Precursor y comí la mitad de uno de mis panes. Luego, después de beber un poco de agua del Jordán, me acosté y pasé la noche en el suelo. En la mañana encontré un pequeño bote y crucé a la orilla opuesta. De Nuevo oré a nuestra Señora que me guiase a donde quisiera. Luego me encontré en este desierto y desde entonces hasta este mismo día estoy apartada de todo, manteniéndome lejos de la gente y escapándome de cualquiera. Y vivo aquí adherida a mi Dios que salva a todos los que se vuelven a Él de la desesperanza y tormentas (Salmo 53)" Zosimas le preguntó: "¿Cuántos años han pasado desde que comenzaste a vivir en este desierto?"
Ella respondió:
"Cuarenta y siete años han pasado ya, creo, desde que dejé la ciudad sagrada".
Zosimas preguntó:
"¿Pero qué comida encuentras?"
La mujer dijo:
Tenía dos panes y medio cuando crucé el Jordán. Pronto se secaron y se volvieron duros como roca. Comiendo un poco diariamente los terminé gradualmente luego de unos pocos años."
Zosimas preguntó:
"¿Puede ser que sin enfermarte hayas vivido tantos años así, sin sufrir de ninguna forma un cambio tan completo?"
La mujer respondió:
"Me recuerdas, Zosimas, lo que no me atrevo a hablar. Porque cuando recuerdo todos los peligros que superé, y los pensamientos violentos que me confundían, de nuevo me da miedo de que ellos tomarán posesión de mi."
Zosimas dijo:
"No escondas de mí nada; háblame sin ocultar nada."
Y ella le dijo: "Créeme, Abba, diecisiete años pasé en este desierto luchando contra bestias salvajes – deseos y pasiones desenfrenados. Cuando estaba a punto de comer, solía comenzar a echar de menos la carne y el pescado que tanto tenía en Egipto. Lamentaba también no tener el vino que tanto amaba. Porque yo tomaba mucho vino cuando vivía en el mundo, mientras aquí ni siquiera tenía agua. Estaba quemada y sucumbía de sed. El desenfrenado deseo de canciones libertinas entró en mi y me confundió en gran manera, alentándome a cantar canciones satánicas que había aprendido. Pero cuando tales deseos entraban en mí me golpeaba a mi misma en el pecho y me recordaba el voto que había hecho, cuando iba al desierto. En mis pensamientos me volvía al icono de la Madre de Dios que me había recibido y a ella imploraba en oración. Le imploraba que expulsara los pensamientos a los cuales mi alma miserable estaba sucumbiendo. Y luego de mucho llorar y golpeando mi pecho solía ver una luz al final que parecía brillar sobre mí desde todas partes. Y luego de la violenta tormenta, la calma duradera descendía."
"¿Y cómo puedo contarte sobre los pensamientos que me llevaban a la fornicación, cómo puedo expresártelos a ti, Abba? Un fuego estaba encendido en mi miserable corazón que parecía quemarme completamente y despertar en mí una sed por abrazos. Tan pronto como este deseo ardiente venía a mi, me arrojaba al suelo y lo mojaba con mis lágrimas, como si viera ante mí a mi testigo, que había aparecido en me desobediencia y que parecía pronosticar el castigo por el crimen. I no me levantaba del suelo (a veces me quedaba así postrada por un día y una noche) hasta que una calmada y dulce luz descendía y me iluminaba y espantaba a los pensamientos que me poseían. Pero siempre volvía los ojos de mi mente hacia mi Protectora, pidiéndole que brindara ayuda a alguien que se hundía con rapidez en las olas del desierto. Y siempre la tenía a ella como mi Auxiliadora y quien aceptaba mi arrepentimiento. I así viví durante diecisiete años entre constantes peligros. Y desde entonces incluso hasta ahora la Madre de Dios me ayuda en todo y me guía como si fuese de la mano."
Zosimas preguntó:
"¿Cómo es posible que no necesitaste comida ni vestido?"
"Luego de haber terminado los panes que tenía, de los cuales hablé, por diecisiete años me he alimentado de hierbas y todo lo que puede ser encontrado en el desierto. Las ropas que tenía se rompieron y gastaron cuando crucé el Jordán. Sufrí mucho del frío y del calor extremo: a veces el sol me quemaba y otras veces tiritaba por la helada, y frecuentemente cayendo al suelo yacía sin aliento ni movimiento. Luché contra muchas aflicciones y terribles tentaciones. Pero desde entonces hasta ahora el poder de Dios en numerosas formas ha protegido mi alma pecadora y mi humilde cuerpo. Cuando solamente reflexiono en los males de los cuales Nuestro Señor me ha librado tengo alimento imperecedero de esperanza de salvación. Estoy alimentada y vestida por la todo poderosa Palabra de Dios, el Señor de todos (Deut. 8). No sólo de pan vivirá el hombre (Deut. 8:3) Y errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.(Job 24; Hebreos 11:38)."
Al oír que ella citaba palabras de la Escritura, de Moisés, Job, y los Salmos, Zosimas le preguntó:
"¿Así que haz leído los salmos y otros libros?"
Ella sonrió ante esto y le dijo al anciano:
"Créeme, no he visto un rostro humano desde que crucé el Jordán, excepto la tuya hoy. No he visto una bestia o un ser viviente desde que llegué al desierto. Nunca he aprendido de libros. Ni siquiera he escuchado a alguien que cantara o leyera de ellos. Pero la Palabra de Dios que está viva y activa, por sí misma enseña al hombre conocimiento. Así que este es el final de mi historia. Pero, como te pedí al comienzo, así también ahora te imploro en el nombre de la Verbo Encarnado de Dios, orar al Señor por mi que soy pecadora"(Hebreos 4:12)
"Bendito sea Dios que crea lo grande y lo asombroso, lo glorioso y maravilloso sin fin. Bendito sea Dios que me ha mostrado como El recompensa a los que le temen. (Juan 10). Verdaderamente, Oh Señor Tu no olvidas a los que te buscan."(Salmo 9)
"Te ruego, santo padre, en el nombre de Jesucristo nuestro Dios y Salvador, que no le cuentes a nadie lo que has escuchado, hasta que Dios me lleve de esta tierra. Y ahora ve en paz y de nuevo el próximo año me habrás de ver, y yo a ti, si Dios nos preserva en Su gran misericordia. Pero en el nombre de Dios haz como te lo pido: el próximo año durante la Cuaresma no cruces el Jordán, como es costumbre en el monasterio." Zosimas estaba impresionado de escuchar que ella supiera las reglas del monasterio y sólo pudo decir:
"Gloria a Dios, Quien concede grandes dones a quienes lo aman."
"Permanece, Abba, en el monasterio. E incluso si deseas irte, no podrás hacerlo. Y al atardecer del santo día de la Última Cena, pon algo del Vivificador Cuerpo y Sangre de Cristo en un santo recipiente digno de mantener tales misterios para mí, y tráelo. Y espérame en las orillas del Jordán inmediatas a las partes deshabitadas de la tierra, para que pueda venir y tomar parte de los Vivificantes Dones. Porque, desde el tiempo que comulgué en el templo del Precursor antes de cruzar el Jordán hasta este día no me he acercado a los Santos Misterios. Y los ansío con irreprimible amor y vehemencia. Y por lo tanto te pido y te imploro que me concedas mi deseo, trayéndome los Vivificantes Misterios en la misma hora que Nuestro Señor hizo a Sus discípulos partícipes de Su Divina Cena. Dile a Juan, el abad del monasterio, dónde vives: mírate a ti mismo y a tus hermanos, porque hay mucho que necesita corrección. Sólo no digas esto ahora, sino cuando Dios te guíe. ¡Ora por mi!"
Abba Zosimas se enferma y recupera
"¿Y qué tal si viene? No hay bote; ¿Cómo cruzará el Jordán para venir a mi que soy tan indigno?"
Y mientras reflexionaba así vio a la mujer santa aparecer y pararse en el otro lado del río. Zosimas se levantó regocijado y glorificando y dando gracias a Dios. Y nuevamente le vino el pensamiento de que ella no podría cruzar el Jordán. Luego vio que ella hacía la señal de la Cruz sobre las aguas del Jordán (y esa noche estaba iluminada por la luna, como él relatara después) y luego ella al instante puso un pie sobre las aguas y comenzó a moverse a sobre la superficie hacia él. Y cuando él quería postrarse, ella le gritaba mientras aún caminaba sobre el agua.
"¡Qué haces, Abba, tú un sacerdote y llevando los Santos Dones!"
Él la obedeció y al llegar a la orilla ella le dijo al anciano:
"¡Bendice, padre, bendíceme!"
Él le respondió temblando, porque un estado de confusión le había sobrevenido a la vista del milagro:
"Verdaderamente Dios no mintió cuando El prometió que cuando nos purifiquemos seremos como Él. Gloria a Ti, Cristo nuestro Dios, que me haz mostrado así a Tu esclavo cuán lejos estoy de la perfección."
Entonces la mujer le pidió que dijera el Credo y el Padre Nuestro. Él comenzó, ella finalizó la oración y de acuerdo a la costumbre de ese tiempo le dio el beso de la paz en los labios. Habiendo participado de los Santos misterios, ella alzó sus manos al cielo suspirando con lágrimas en sus ojos, exclamando:
"Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; Porque han visto mis ojos tu salvación." (Lucas 2:29).
Luego le dijo al anciano:
"Perdóname, Abba, por pedirte, pero realiza otro deseo mío. Ve ahora al monasterio y deja que la gracia de Dios te guarde. Y el próximo año ven de nuevo al mismo lugar donde te vi por primera vez. Ven en el nombre de Dios, porque de nuevo me verás, porque tal es la voluntad de Dios."
Le dijo a ella:
"Desde hoy en adelante me gustaría seguirte y siempre ver tu santo rostro. Pero ahora realiza un único deseo para un hombre viejo y toma un poco de la comida que te traje.
Y le mostró el cesto, mientras ella solamente tocaba las lentejas con las puntas de sus dedos, y tomando tres granos dijo que el Espíritu Santo guarda la sustancia del espíritu incorrupta.
Luego dijo:
"Ora, en el nombre de Dios ora por mí y recuerda a una miserable desventurada."
Habiendo tocado los pies de la santa y pedido a ella que orase por la Iglesia, por el Reino y por él mismo, la dejó ir con lágrimas, mientras él se iba suspirando y afligido, porque no podía esperar vencer al invencible. Mientras tanto ella nuevamente hizo la señal de la Cruz sobre el Jordán, y pisó sobre las aguas y cruzó como antes. Y el anciano volvió lleno de gozo y terror, culpándose a sí mismo de no haber preguntado a la santa su nombre. Pero decidió hacerlo el próximo año.
Y cuando otro año pasó, nuevamente fue al desierto. Llegó al mismo lugar pero no podía ver señal de nadie. Así que alzando sus ojos al cielo como antes, él oró:
"Muéstrame, oh Señor, Tu tesoro puro, que Tú has ocultado en el desierto. Muéstrame, te lo ruego, a Tu ángel en la carne, del cual el mundo no es digno."
Luego en la orilla opuesta del río, con su cara vuelta hacia el sol naciente, él vio a la santa que yacía muerta. Sus manos estaban cruzadas de acuerdo a la costumbre y su cara estaba vuelta hacia el Este. Corriendo él derramó lágrimas sobre los pies de la santa y los besó, no atreviéndose a tocar nada más.
Durante mucho tiempo lloró. Luego, recitando los salmos apropiados, dijo las oraciones del entierro y pensó para sí mismo: "¿Debo yo enterrar el cuerpo de una santa?" Y luego vio palabras trazadas en el suelo junto a su cabeza:
"Abba Zosimas, entierra en este punto el cuerpo de la humilde María. Regresa al polvo lo que es del polvo y ora al Señor por mi, que partí en el mes de Fermoutin de Egipto, llamado Abril por los Romanos, en el primer día, en la misma noche de la Pasión del Señor, luego de haber participado de los Divinos Misterios2."
Leyendo esto el anciano se alegró de saber el nombre de la santa. Entendió también que tan pronto como había participado de los Divinos Misterios en la orilla del Jordán fue al momento transportada al lugar donde murió. La distancia que a Zosimas le había tomado veinte días abarcar, María había atravesado evidentemente en una hora y al instante había rendido su alma a Dios.
Luego Zosimas pensó: "Es mi tiempo de hacer lo que ella deseaba. ¿Pero cómo cavaré una tumba sin nada en mis manos?"
Y luego vio cerca un pedazo de madera dejado por algún viajero en el desierto. Recogiéndolo comenzó a cavar en el suelo. Pero la tierra estaba dura y seca y no cedía a los esfuerzos del anciano. Se fue cansando y cubriendo de sudor. Suspiró desde el fondo de su alma y alzando sus ojos vio un gran león parado cerca del cuerpo de la santa y lamiendo sus pies. A la vista del león él tembló de miedo, especialmente cuando se le vinieron a la mente las palabras de María de que ella nunca había visto animales salvajes en el desierto. Pero protegiéndose con la señal de la Cruz, le vino el pensamiento de que el poder de aquella que yacía allí lo protegería y mantendría intacto. Mientras tanto el león se acercó a él, expresando afecto en cada movimiento.
Zosimas le dijo al león:
Mientras aún hablaba el león con sus patas delanteras comenzó a cavar un agujero lo suficientemente profundo como para enterrar el cuerpo.
Otra vez el anciano bañó los pies de la santa con sus lágrimas y pidiéndole que orase por todos, cubrió el cuerpo con tierra en la presencia del león. Fue como había sido, desnuda y descubierta excepto el la andrajosa capa que le había sido dada por Zosimas y con la cual María había logrado cubrir parte de su cuerpo. Luego ambos se fueron. El león se fue a las profundidades del desierto como un cordero, mientras que Zosimas volvía al monasterio glorificando y bendiciendo a Cristo nuestro Señor. Y al llegar al monasterio les contó a todos los hermanos sobre todo, y todos se maravillaron al oír los milagros de Dios. Y con temor y amor ellos mantuvieron la memoria de la santa.
El Abad Juan, como Santa María le había dicho anteriormente a Abba Zosimas, encontró ciertas cosas erróneas en el monasterio y se deshizo de ellas con la ayuda de Dios. Y San Zosimas murió en el mismo monasterio, casi alcanzando la edad de cien años, y pasó a la vida eterna. Los monjes mantuvieron esta historia sin escribirla y la pasaron de boca en boca de uno a otro.
Pero yo (agrega San Sofronios) tan pronto como la escuché la escribí. Tal vez alguien más, mejor informado, ya ha escrito la vida de la Santa, pero yo registré todo hasta donde sé, colocando la verdad sobre todo. Mi Dios que obra impresionantes milagros y generosamente concede dones a aquellos que se vuelven a él con fe, recompensa a aquellos que buscan la luz para ellos mismos en esta historia, que escuchan, leen y son entusiastas al escribirla, y que Èl les conceda la fortuna de la bendita María junto con todos aquellos que en diferentes épocas han agradado a Dios por sus pensamientos y obras piadosas.
Y que nos conceda glorificar a Dios, el eterno Rey, que nos conceda también Su misericordia en el día del juicio en el nombre de Jesucristo nuestro Señor, a Quien pertenece toda gloria, honor, dominio y adoración junto con el Padre Eterno y el Santísimo y Vivificador Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amen.
Notas
2 Santa María murió en 522 d.C.