Parroquia Ortodoxa de los Santos Andrés y Nicolás Patriarcado de Serbia. C/ Virgen del Sococrro 59 Alicante Viernes: Acatisto a la Madre de Dios: 19:00 h Sábados: Acatisto: 9:00 hh Divina Liturgia: 9:30 hh; Parastás por los difuntos:18:00 Vecernia: 18:30 hh Domingos: Acatisto 8:30 hh Divina Liturgia: 9:00 hh. Al finalizar la Divina Liturgia, Escuela Dominical. Los primeros domingos de cada mes se celebra la bendición del pequeño Aghiasma. Tfno 652 464 695 e-mail: parroquia_ortodoxa@yahoo.es
lunes, 30 de agosto de 2010
La Iglesia Ortodoxa Rusa recupera uno de sus tesoros más preciados en el Kremlin.
Este sábado se celebró en Moscú la ceremonia oficial del develado del icono del Redentor, ubicado sobre el portalón de la Torre Spassky del Kremlin. A pesar de la lluvia, en la ceremonia participó mas de un millar de creyentes. El patriarca Kirill de Moscú y de Toda Rusia tuvo a su cargo el oficio de la consagración y bendición de la imagen religiosa.
A las 15 horas de Moscú, simultáneamente con el tañido del carillón del Kremlin salieron del primer bloque del Kremlin y cruzaron el portalón del Kremlin el jefe de Estado y Su Santidad Kirill. Después de la plegaria, el Patriarca subió el pedestal adornado con flores blancas que lo acercó directamente hasta la imagen religiosa. El Primado ortodoxo esparció sobre el icono agua bendita y bendijo a los creyentes.
El presidente Medvedev, después de la bendición de la imagen religiosa, agradeció a quienes ayudaron a la preservación y restablecimiento de la reliquia.
-Estoy seguro que, desde el momento que fue recuperado y bendecido el ícono, del restablecimiento de la justicia, nuestro país ha obtenido una protección adicional, y por consiguiente, todos los presentes aquí, todos los que rezan y aman a nuestro país.
Ahora, todos los que acudan a la Plaza Roja, bajo la estrella de rubín que corona la torre y los famosos carillones verán el rostro de Cristo. Esa reliquia histórica y religiosa estuvo cerca de 80 años oculta de los ojos d la gente. Es mas, el ícono se consideraba perdido. Su segundo nacimiento es un suceso señero para la Rusia contemporánea.
El descubrimiento del fresco sobre el portalón de la Torre Spassky, en mayo de este año fue algo de veras sensacional. Resulta que en la década del 30 del siglo pasado fue tapiado. El poder soviético, que predicaba la ideología atea no podía aceptar que todos los que entraran en el Kremlin a través del portalón principal se inclinaran en señal de veneración ante la santa imagen. Entonces se dispuso retirar la imagen. Los restauradores cumplieron la tarea, taparon la imagen religiosa, pero, resultó que no la destruyeron sino que hicieron todo lo posible para preservarla para los descendientes. El secreto fue revelado después de que en la primavera se hiciera un sondeo en el nicho, en el que estaba instalada la santa imagen. A ello se refiere el director de los trabajos de restauración, Serguei Filatov.
-Debajo de una capa de estuco que habíamos estado viendo todos estos años se encontraban rejas metálicas y una malla. Ellas estaban mas o menos a unos diez centímetros de la capa de pintura del icono. Es decir, entre ambos existía un espacio de aire. La pintura fe hecha sobre un estuco de yeso. La última renovación de esta pintura fue realizada, según documentos, en la torre Spassky, con una técnica de óleo.
Fue necesario cerca de tres meses de un meticuloso trabajo por los mejores especialistas a fin de devolver al icono para la vista de todos. Resultó que sacarlo de debajo del estuco, sin dañarlo, fue mucho mas complicado que restaurarlo. Fue simplemente increíble que mas del 80% de la imagen resultara ilesa, expresaba sin ocultar su asombro el pintor restaurador Constantin Muraviov.
-Fue enorme el trabajo realizado para destaparlo. Sobre el ícono había innumerables fragmentos de yeso y de cementos petrificados. Cando tapiaron el cemento, los obreros arrojaron a través de la reja cemento, y la solución en 80 años se petrificó considerablemente.
Una vez que fueron retiradas las minúsculas partículas y que fueron llenados los fragmentos de la pintura que faltaban, los pintores aplicaron con precisión microscópica la pintura de oro. Y el ícono del Redentor apareció prácticamente en su expresión original. Cristo sostiene en las manos el Evangelio, y a sus pies lo veneran dos Santos rusos: San Sergio de Radonezh y San Varlaam Jutynski. El fresco fue creado sobre l Torre Spassky a mediados del siglo XVII, por orden del zar Alexei Mijailovich, en memoria de la erradicación milagrosa de Moscú de la peste. En la antigua Rusia existía de tiempos inmemoriales la tradición de situar una imagen religiosa sobre los portalones que llevan a la ciudad. Perder un ícono se consideraba de mal agüero, y recuperarlo, un milagro. Y por cierto que es un milagro lo ocurrido este año. Pero, pudo no haberse realizado de no existir personas, gracias a cuya habilidad profesional y fuerza moral se logró salvar la valiosa reliquia.
Valga recordar que, en 2007, la Fundación Internacional de San Andrés, la que tiene a su haber una buena cantidad de actividades similares planteó la iniciativa del restablecimiento de los íconos que se encuentran sobre los portalones del Kremlin. La iniciativa recibió el apoyo del presidente y la bendición del Patriarca y luego fue cristalizada.
Iglesia Ortodoxa de Georgia se declara dispuesta a ceder sus terrenos para "las aldeas del futuro"
Tbilisi, 30 de agosto, RIA Novosti. La Iglesia Ortodoxa de Georgia (IOG) está dispuesta a ceder sus terrenos al pueblo para sacar adelante la agricultura nacional.
"La Iglesia de Georgia tiene en su haber varios miles de hectáreas. Estoy dispuesto a regalar esos terrenos a la gente que construya allí las aldeas del siglo XXI", afirmó la víspera Elías II, el máximo jerarca de IOG.
Recordó que muchas aldeas en zonas fértiles de Georgia están vacías porque la gente emigra a las ciudades en busca de empleo y mencionó como ejemplo positivo las comunidades kibutz en Israel.
También aseguró que el presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, y los miembros de su Gobierno prometen "respaldar esa iniciativa por todos los medios".
"La Iglesia de Georgia tiene en su haber varios miles de hectáreas. Estoy dispuesto a regalar esos terrenos a la gente que construya allí las aldeas del siglo XXI", afirmó la víspera Elías II, el máximo jerarca de IOG.
Recordó que muchas aldeas en zonas fértiles de Georgia están vacías porque la gente emigra a las ciudades en busca de empleo y mencionó como ejemplo positivo las comunidades kibutz en Israel.
También aseguró que el presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, y los miembros de su Gobierno prometen "respaldar esa iniciativa por todos los medios".
Mensaje de Su Toda Santidad, el Patriraca Bartolomé I de Constantinopla, con motivo del día de la Indición
+BARTOLOMÉ
POR LA MISERICORDIA DE DIOS ARZOBISPO
DE CONSTANTINOPLA-NUEVA ROMA
Y PATRIARCA ECUMÉNICO
A TODO EL PLEROMA DE LA IGLESIA
LA GRACIA Y LA PAZ DEL CREADOR DE TODA LA CREACIÓN
NUESTRO DIOS, SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO
***
POR LA MISERICORDIA DE DIOS ARZOBISPO
DE CONSTANTINOPLA-NUEVA ROMA
Y PATRIARCA ECUMÉNICO
A TODO EL PLEROMA DE LA IGLESIA
LA GRACIA Y LA PAZ DEL CREADOR DE TODA LA CREACIÓN
NUESTRO DIOS, SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO
***
Hijos amados en el Señor,
Nuestro bienaventurado predecesor, el célebre Patriarca Demetrio, teniendo pleno conocimiento de la urgencia de la crisis del medio ambiente como así tambien de la responsabilidad de la Iglesia sobre su urgente y efectivo abordaje, dio, hace ya más de dos décadas, la primera encíclica oficial sobre la protección del medio ambiente. Aquella encíclica, por la cual la Madre Iglesia instituyó oficialmente al 1ro de Septiembre, inicio del año nuevo eclesiástico, como día de oración para la protección del medio ambiente, se dirigía hacia la plenitud de lglesia a lo largo y lo ancho de la tierra.
Como entonces hubo de señalar con discernimiento nuestra Iglesia, el significado del carácter distintivo eucarístico y ascético de nuestra Tradición se revela como una contribución mayor -urgente y personal- a la buena y universal lucha por la protección del medio ambiente natural como divina creación y común herencia. Hoy, mediando una crisis económica sin precedentes, la humanidad está siendo probada de diversas maneras. Esta prueba, sin embargo, no versa solamente sobre las dificultades personales de cada uno de nosotros, sinó sobre la humanidad en conjunto, en cuanto sociedad, conducta y percepción sobre el mundo que nos rodea y sobre la jerarquía de valores y prioridades.
Es importante que la presente penosa crisis económica se constituya en el gatillo que dispare el absolutamente necesario y arduo regreso hacia un desarrollo ambiental sustentable, es decir, hacia aquel modelo de una política económica y social que coloque como base al medio ambiente y no a la
incontrolada ganancia económica. Pensemos, pues, por ejemplo, qué podría suceder en países que hoy son golpeados violentamente por la crisis económica y el hambre, como Grecia, y que a la vez disponen de excepcional riqueza natural: ecosistemas únicos, clases singulares de flora y fauna y recursos naturales, bellísimos paisajes, abundante sol y viento. Si los ecosistemas son degradados y desaparecen, los recursos humanos se agotan y los paisajes se destruye, mientras a causa del cambio climático surgen otras condiciones climáticas inpredecibles ¿cuál será la base y el futuro económicos de estos países, y en general del planeta?
Consideramos, entonces, que ahora se convierte en indeclinable la necesidad de coordinar acuerdos sociales e iniciativas políticas a fin de que se sea posible el retorno hacia el camino de un desarrollo ambiental y ecológico sustentable.
Para nuestra Iglesia Ortodoxa la protección del Medio Ambiente como creación divina y “muy buena” constituye una responsabilidad mayor para el hombre, independientemente de sus beneficios materiales y económicos, que puede prescindir. La directa conección a la obligación divina y al mandamiento “trabajad y proteged” en cada suerte de la vida moderna, constituye el único camino para la coexistencia armónica con cada elemento de la creación y con el conjunto del mundo natural en general.
Llamamos, pues, a todos, hermanos e hijos amados en el Señor, a la titánica pero justa lucha en favor de la mitigación de la crisis ambiental, a fin de evitar peores consecuencias, teniendo como último fin la armonía de nuestra forma de vida y pensamiento -personal y comunitaria- requiriendo la mantención tanto de los ecosistemas naturales y de cada una de las clases de flora y fauna, tanto como de todo el universo todo como un conjunto indivisible
1 de septiembre 2010
+Bartolomé de Constantinopla
Querido hermano en Cristo
Y ferviente suplicante ante Dios
Nuestro bienaventurado predecesor, el célebre Patriarca Demetrio, teniendo pleno conocimiento de la urgencia de la crisis del medio ambiente como así tambien de la responsabilidad de la Iglesia sobre su urgente y efectivo abordaje, dio, hace ya más de dos décadas, la primera encíclica oficial sobre la protección del medio ambiente. Aquella encíclica, por la cual la Madre Iglesia instituyó oficialmente al 1ro de Septiembre, inicio del año nuevo eclesiástico, como día de oración para la protección del medio ambiente, se dirigía hacia la plenitud de lglesia a lo largo y lo ancho de la tierra.
Como entonces hubo de señalar con discernimiento nuestra Iglesia, el significado del carácter distintivo eucarístico y ascético de nuestra Tradición se revela como una contribución mayor -urgente y personal- a la buena y universal lucha por la protección del medio ambiente natural como divina creación y común herencia. Hoy, mediando una crisis económica sin precedentes, la humanidad está siendo probada de diversas maneras. Esta prueba, sin embargo, no versa solamente sobre las dificultades personales de cada uno de nosotros, sinó sobre la humanidad en conjunto, en cuanto sociedad, conducta y percepción sobre el mundo que nos rodea y sobre la jerarquía de valores y prioridades.
Es importante que la presente penosa crisis económica se constituya en el gatillo que dispare el absolutamente necesario y arduo regreso hacia un desarrollo ambiental sustentable, es decir, hacia aquel modelo de una política económica y social que coloque como base al medio ambiente y no a la
incontrolada ganancia económica. Pensemos, pues, por ejemplo, qué podría suceder en países que hoy son golpeados violentamente por la crisis económica y el hambre, como Grecia, y que a la vez disponen de excepcional riqueza natural: ecosistemas únicos, clases singulares de flora y fauna y recursos naturales, bellísimos paisajes, abundante sol y viento. Si los ecosistemas son degradados y desaparecen, los recursos humanos se agotan y los paisajes se destruye, mientras a causa del cambio climático surgen otras condiciones climáticas inpredecibles ¿cuál será la base y el futuro económicos de estos países, y en general del planeta?
Consideramos, entonces, que ahora se convierte en indeclinable la necesidad de coordinar acuerdos sociales e iniciativas políticas a fin de que se sea posible el retorno hacia el camino de un desarrollo ambiental y ecológico sustentable.
Para nuestra Iglesia Ortodoxa la protección del Medio Ambiente como creación divina y “muy buena” constituye una responsabilidad mayor para el hombre, independientemente de sus beneficios materiales y económicos, que puede prescindir. La directa conección a la obligación divina y al mandamiento “trabajad y proteged” en cada suerte de la vida moderna, constituye el único camino para la coexistencia armónica con cada elemento de la creación y con el conjunto del mundo natural en general.
Llamamos, pues, a todos, hermanos e hijos amados en el Señor, a la titánica pero justa lucha en favor de la mitigación de la crisis ambiental, a fin de evitar peores consecuencias, teniendo como último fin la armonía de nuestra forma de vida y pensamiento -personal y comunitaria- requiriendo la mantención tanto de los ecosistemas naturales y de cada una de las clases de flora y fauna, tanto como de todo el universo todo como un conjunto indivisible
1 de septiembre 2010
+Bartolomé de Constantinopla
Querido hermano en Cristo
Y ferviente suplicante ante Dios
viernes, 27 de agosto de 2010
martes, 24 de agosto de 2010
Reflexión sobre el Evangelio del próximo domingo.
“Entró el rey a ver a los comensales y, al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?’. Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: ‘Atadlo de pies y manos, y echadlo a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes’” (Mt 22, 11-13).
Aprovecho estos días de mini descanso (sólo de lunes a miércoles, no creáis, que aquí mientras el demonio no descanse, no descansaremos nosotros) para hacer una reflexión sobre el Evangelio del domingo que viene y así tendremos tiempo para meditarlo durante estos días.
Lo primero que hemos de entender al leer esta perícopa es que cuando uno va a una boda, o a un banquete ha de ir adecuadamente vestido, así de simple… Y así de complicado. Vamos a ver, si me invitan a una celebración y hace unas semanas tuve la oportunidad de asistir a la boda de unos amigos, lo que menos se le ocurre a uno es ir en pantalón corto y chancletas, aunque la boda sea a finales de julio, en Alicante, a 30º y con un 80% de humedad. Uno se encasqueta el traje, negro riguroso en mi caso, se ducha como Dios manda, se pone desodorante y colonia y aguanta el tipo a pesar del calor, de la humedad, y de las moscas borrachas y cuando el novio se digne, después de los postres, a quitarse la chaqueta, pues entonces te la quitas, la escurres y la preparas para llevarla a la tintorería.
Vamos a dar algún paso más. Al leer el Evangelio no es muy difícil comprender que se refiere primeramente al “atuendo espiritual”. No se ha de participar en la Divina Liturgia si antes no nos hemos revestido de la túnica nueva y limpia que nos proporciona el sacramento del perdón, sin haber lavado nuestros pecados en la fuente de la misericordia de Dios y sin haber sido perfumados antes por el oleo de la gracia. Aquél que se acerca a participar del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo manchado y enfermo por el pecado es reo de la condenación eterna según las palabras del Apóstol San Pablo: “quien coma el Pan o beba la Copa del Señor indignamente, se hace reo del Cuerpo y la Sangre del Señor” (1Cor 11, 27).
Para acercarse al participar en los Divinos y Vivificantes Misterios, el cristiano ortodoxo sabe perfectamente que es lo que ha de hacer:
En su casa, hará las oraciones para antes de la confesión, pedirá ayuda a Dios y la iluminación del Espíritu Santo para poder hacer bien el examen de conciencia, apuntando los pecados cometidos (cosa muy aconsejable para luego poderlos leer sin que se olvide ninguno). El sábado, antes o después de las vísperas, hará confesión de sus pecados al sacerdote, quien le reconciliará y dará la bendición para tomar la Santa Comunión. Guardará el ayuno estricto desde las doce de la noche y al levantarse, en casa o en la Iglesia, hará las oraciones para antes de la Comunión y después de ésta las de acción de gracias. Con todo esto el cristiano participa resplandeciente y se acerca dignamente a participar del Banquete de las Bodas del Cordero revestido con una vestidura luminosa.
“¿Se puede omitir algún paso?” No. Uno no se puede acercar a la Comunión sin haber confesado antes pues sería como acercarse sin el traje de bodas del que habla el Evangelio, como acercarse con un traje sucio y roto por los pecados y pretender que te den un sitio en la mesa del Novio.
“¿Y es necesario confesar siempre?” Sí, y recibir la bendición del sacerdote para acercarse a la Santa Comunión.
“¿Pero es qué yo comulgo todas las semanas?” Ejemplo muy sencillo: ¿Y es que no te duchas todas las semanas, ni te cambias de camisa, ni de ropa interior? Si el Santo peca siete veces al día, nosotros, pobres pecadores ¿no pecamos? El que diga esto, coja una buena guía para hacer la confesión, haga sincero examen y verá como la lista comienza a crecer.
“Bueno pero es que son pecadillos” Y con una camisa con “manchitas” de alquitrán ¿Te presentarías en una boda?
Por ello, TODOS LOS FIELES, han de confesar antes de tomar la Santa Comunión y los sacerdotes han de velar para que esto sea así. Y una cosa es clara también: la simple bendición del sacerdote para recibir la comunión, no perdona los pecados ni justifica que uno se acerque a la Eucaristía si haber hecho la confesión de los pecados.
Y ahora pasemos al segundo punto. Una vez con el alma limpia, el aspecto exterior ha de ir en consecuencia con el interior.
¿Y esto que significa, Padre? Pues muy sencillo: que uno no puede ir a la Iglesia un domingo , o sea, al Banquete de Bodas, al que nos invita el Rey Celestial, como si fuéramos a la playa o a hacer la compra al Mercadona-Carrefour-Alcampo. La disposición interior, se ha de traslucir en la disposición exterior y de la misma manera que uno no asiste a una boda en pantalón corto y chanclas de la playa pues uno no puede asistir a la Divina Liturgia como si se fuera a pescar, porque de la misma manera que el jefe de protocolo en la puerta te puede impedir el paso, el sacerdote te puede decir que así no se puede entrar en la Iglesia.
Y es que sobre todo el verano es muy malo para esto, porque se abusa de los pantalones cortos, de las camisetas (sudadas la mayoría de las veces) y las chanclas, de los tirantes… Pero lo mismo puede ocurrir en invierno cuando se tira de chándal y zapatillas, porque claro el “finde” es para ir cómodos.
Pues bueno, el porte exterior ha de ir de acuerdo con el interior y no es que sea necesario venir de smoking a la Iglesia pero sobran los chándales y demás ropas deportivas que son precisamente para eso, para hacer deporte, pantalones cortos o medio cortos (los siempre odiados piratas), las camisetas con frases inapropiadas, los tirantes, los escotes infinitos delanteros y traseros, las minifaldas, las chancletas de la “pisci”. Vamos a la Iglesia, a participar en la Divina Liturgia y creo que es importante el que se note tanto interior como exteriormente.
“Padre, es que hace calor” Vamos, y eso tienes la cara de decírselo al sacerdote que celebra la Liturgia con su ropa, la rasa, el estijar y el felonio. Y ¿Qué pasaría si el sacerdote saliera a celebrar en pantalón corto?
Aprovecho estos días de mini descanso (sólo de lunes a miércoles, no creáis, que aquí mientras el demonio no descanse, no descansaremos nosotros) para hacer una reflexión sobre el Evangelio del domingo que viene y así tendremos tiempo para meditarlo durante estos días.
Lo primero que hemos de entender al leer esta perícopa es que cuando uno va a una boda, o a un banquete ha de ir adecuadamente vestido, así de simple… Y así de complicado. Vamos a ver, si me invitan a una celebración y hace unas semanas tuve la oportunidad de asistir a la boda de unos amigos, lo que menos se le ocurre a uno es ir en pantalón corto y chancletas, aunque la boda sea a finales de julio, en Alicante, a 30º y con un 80% de humedad. Uno se encasqueta el traje, negro riguroso en mi caso, se ducha como Dios manda, se pone desodorante y colonia y aguanta el tipo a pesar del calor, de la humedad, y de las moscas borrachas y cuando el novio se digne, después de los postres, a quitarse la chaqueta, pues entonces te la quitas, la escurres y la preparas para llevarla a la tintorería.
Vamos a dar algún paso más. Al leer el Evangelio no es muy difícil comprender que se refiere primeramente al “atuendo espiritual”. No se ha de participar en la Divina Liturgia si antes no nos hemos revestido de la túnica nueva y limpia que nos proporciona el sacramento del perdón, sin haber lavado nuestros pecados en la fuente de la misericordia de Dios y sin haber sido perfumados antes por el oleo de la gracia. Aquél que se acerca a participar del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo manchado y enfermo por el pecado es reo de la condenación eterna según las palabras del Apóstol San Pablo: “quien coma el Pan o beba la Copa del Señor indignamente, se hace reo del Cuerpo y la Sangre del Señor” (1Cor 11, 27).
Para acercarse al participar en los Divinos y Vivificantes Misterios, el cristiano ortodoxo sabe perfectamente que es lo que ha de hacer:
En su casa, hará las oraciones para antes de la confesión, pedirá ayuda a Dios y la iluminación del Espíritu Santo para poder hacer bien el examen de conciencia, apuntando los pecados cometidos (cosa muy aconsejable para luego poderlos leer sin que se olvide ninguno). El sábado, antes o después de las vísperas, hará confesión de sus pecados al sacerdote, quien le reconciliará y dará la bendición para tomar la Santa Comunión. Guardará el ayuno estricto desde las doce de la noche y al levantarse, en casa o en la Iglesia, hará las oraciones para antes de la Comunión y después de ésta las de acción de gracias. Con todo esto el cristiano participa resplandeciente y se acerca dignamente a participar del Banquete de las Bodas del Cordero revestido con una vestidura luminosa.
“¿Se puede omitir algún paso?” No. Uno no se puede acercar a la Comunión sin haber confesado antes pues sería como acercarse sin el traje de bodas del que habla el Evangelio, como acercarse con un traje sucio y roto por los pecados y pretender que te den un sitio en la mesa del Novio.
“¿Y es necesario confesar siempre?” Sí, y recibir la bendición del sacerdote para acercarse a la Santa Comunión.
“¿Pero es qué yo comulgo todas las semanas?” Ejemplo muy sencillo: ¿Y es que no te duchas todas las semanas, ni te cambias de camisa, ni de ropa interior? Si el Santo peca siete veces al día, nosotros, pobres pecadores ¿no pecamos? El que diga esto, coja una buena guía para hacer la confesión, haga sincero examen y verá como la lista comienza a crecer.
“Bueno pero es que son pecadillos” Y con una camisa con “manchitas” de alquitrán ¿Te presentarías en una boda?
Por ello, TODOS LOS FIELES, han de confesar antes de tomar la Santa Comunión y los sacerdotes han de velar para que esto sea así. Y una cosa es clara también: la simple bendición del sacerdote para recibir la comunión, no perdona los pecados ni justifica que uno se acerque a la Eucaristía si haber hecho la confesión de los pecados.
Y ahora pasemos al segundo punto. Una vez con el alma limpia, el aspecto exterior ha de ir en consecuencia con el interior.
¿Y esto que significa, Padre? Pues muy sencillo: que uno no puede ir a la Iglesia un domingo , o sea, al Banquete de Bodas, al que nos invita el Rey Celestial, como si fuéramos a la playa o a hacer la compra al Mercadona-Carrefour-Alcampo. La disposición interior, se ha de traslucir en la disposición exterior y de la misma manera que uno no asiste a una boda en pantalón corto y chanclas de la playa pues uno no puede asistir a la Divina Liturgia como si se fuera a pescar, porque de la misma manera que el jefe de protocolo en la puerta te puede impedir el paso, el sacerdote te puede decir que así no se puede entrar en la Iglesia.
Y es que sobre todo el verano es muy malo para esto, porque se abusa de los pantalones cortos, de las camisetas (sudadas la mayoría de las veces) y las chanclas, de los tirantes… Pero lo mismo puede ocurrir en invierno cuando se tira de chándal y zapatillas, porque claro el “finde” es para ir cómodos.
Pues bueno, el porte exterior ha de ir de acuerdo con el interior y no es que sea necesario venir de smoking a la Iglesia pero sobran los chándales y demás ropas deportivas que son precisamente para eso, para hacer deporte, pantalones cortos o medio cortos (los siempre odiados piratas), las camisetas con frases inapropiadas, los tirantes, los escotes infinitos delanteros y traseros, las minifaldas, las chancletas de la “pisci”. Vamos a la Iglesia, a participar en la Divina Liturgia y creo que es importante el que se note tanto interior como exteriormente.
“Padre, es que hace calor” Vamos, y eso tienes la cara de decírselo al sacerdote que celebra la Liturgia con su ropa, la rasa, el estijar y el felonio. Y ¿Qué pasaría si el sacerdote saliera a celebrar en pantalón corto?
BENDICIÓN DE LA FANUROPITA
Si la bendición se hace en la Liturgia, el coro, después de la Oración detrás del Ambón, canta el tropario y el contaquio del Santo.
Tropario tono 4.
Himnos celestiales de alabanza se cantan en la tierra y los coros de los ángeles se unen a la celebración de esta fiesta, alabando en lo alto y contestando con cantos a la Iglesia que en la tierra proclama la gloria celestial que has obtenido, oh Glorioso San Fanurio,
Gloria al Padre… Ahora y siempre…
Contaquion, tono 3º.
Salvaste a los sacerdotes de la impía cautividad, y rompiste sus cadenas, oh Piadosísimo, con el divino poder. Valientemente avergonzaste a los audaces tiranos, y fuiste causa de alegría para los coros de los ángeles. Nosotros ahora te honramos, oh Fanurio glorioso, soldado invicto de Cristo.
Sacerdote: Roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
El sacerdote, de pie ante las Santas Puertas y vuelto ligeramente ante el icono de Cristo, inciensa la fanurópita mientras dice la siguiente oración:
Sacerdote: Señor Jesucristo, Pan celestial y dador generoso del alimento de vida eterna que en todo momento nos concedes tus dones abundantes, que por medio de las oraciones de Elías terminaste con la carestía y el hambre, esperanza del desesperado, ayuda del desvalido y salvación de nuestras almas. Bendice estos presentes y a aquellos que los han ofrecido en tu honor y en memoria de San Fanurio. Concede a tus siervos N. que lo han preparado toda clase de bienes terrenales y celestiales, llena sus corazones de tu alegría y condúcelos por el camino de la salvación. Atiende sus necesidades y cumple los deseos de sus corazones, guíalos por el camino de tus mandatos y haz que se regocijen para que puedan siempre glorificarte y entonar un himno de alabanza a tu nombre glorioso y bendito, por intercesión de la Santa Madre de Dios, del glorioso mártir San Fanurio y de todos tus Santos.
Coro: Amén.
Y a continuación se recita o canta el salmo 33:
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha y lo salva de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved que bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a Él. Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada. Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor; ¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella. Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor; Él cuida de todos sus huesos, y ni uno sólo se quebrará.
Y se termina la Divina Liturgia como de costumbre.
Receta de la Fanurópita
Un año más se acerca la fiesta del glorioso San Fanurio de Rodas y de nuevo ponemos la receta de la fanurópita que se bendice en su honor el día de su fiesta para agradecer los favores recibidos durante el año.
El jueves por la tarde se cantará el Acathisto a las 18:30 hh y a las 19:00 las solemnes Vísperas con artoklasia y litia y al finalizar la bendición de las Fanurópitas que se presenten.
Receta de la fanuropita
50 cl de zumo de naranja fresco (No del que se vende envasado)
25 cl de aceite de oliva virgen.
350 gr de azúcar
125 gr de miel o melaza.
75 gr de nueces o almendras molidas.
180 gr de pasas sin semilla (pasas de corinto o similar)
500 gr de harina de reposteria.
2 papeletas de gaseosa (2 azules y 2 blancas) o una cucharadita de bicarbonato sódico.
una cucharada de especias (canela, clavo, nuez moscada y cardamomo).
Los nueve ingredientes son en honor de los nueve martirios que sufrió San Fanurio antes de morir y que aparecen en su milagroso icono.
Se vierte en un cuenco el zumo de naranja, el aceite de oliva y el azúcar batiéndolo enérgicamente, a continuación se le añade la melaza o la miel y se continúa mezclando. Se tamiza la harina y se añade a la mezcla junto a las papeletas de gaseosa o el bicarbonato. A continuación se le añaden las especias, almendras o nueces picadas y las pasas que previamente se han pasado por harina. Se vierte la masa en un molde antiadherente redondo desmoldable previamente untado con aceite de oliva. Se cubre con papel de aluminio para que no se queme demasiado la parte superior y se pone en el horno a 170º durante 30 ó 40 minutos.
Se saca y cuando está frío se decora con azúcar glas, canela y pasas.
Que san Fanurio interceda por todos nosotros ante Dios nuestro Señor.
El jueves por la tarde se cantará el Acathisto a las 18:30 hh y a las 19:00 las solemnes Vísperas con artoklasia y litia y al finalizar la bendición de las Fanurópitas que se presenten.
Receta de la fanuropita
50 cl de zumo de naranja fresco (No del que se vende envasado)
25 cl de aceite de oliva virgen.
350 gr de azúcar
125 gr de miel o melaza.
75 gr de nueces o almendras molidas.
180 gr de pasas sin semilla (pasas de corinto o similar)
500 gr de harina de reposteria.
2 papeletas de gaseosa (2 azules y 2 blancas) o una cucharadita de bicarbonato sódico.
una cucharada de especias (canela, clavo, nuez moscada y cardamomo).
Los nueve ingredientes son en honor de los nueve martirios que sufrió San Fanurio antes de morir y que aparecen en su milagroso icono.
Se vierte en un cuenco el zumo de naranja, el aceite de oliva y el azúcar batiéndolo enérgicamente, a continuación se le añade la melaza o la miel y se continúa mezclando. Se tamiza la harina y se añade a la mezcla junto a las papeletas de gaseosa o el bicarbonato. A continuación se le añaden las especias, almendras o nueces picadas y las pasas que previamente se han pasado por harina. Se vierte la masa en un molde antiadherente redondo desmoldable previamente untado con aceite de oliva. Se cubre con papel de aluminio para que no se queme demasiado la parte superior y se pone en el horno a 170º durante 30 ó 40 minutos.
Se saca y cuando está frío se decora con azúcar glas, canela y pasas.
Que san Fanurio interceda por todos nosotros ante Dios nuestro Señor.
martes, 17 de agosto de 2010
Del Encomio a la Dormición de la Madre de Dios de San Teodoro el Estudita
Hoy, la Madre de Dios cierra sus ojos materiales y abre sus ojos espirituales dirigiéndolos hacia nosotros como estrellas rutilantes que no conocerán el ocaso y que velarán por nosotros intercediendo ante el rostro de Dios por la salvación del mundo. Hoy, esos labios movidos por la gracia de Dios caen en el silencio, más abre su boca celestial para pedir eternamente por los de su raza. Hoy, baja sus manos que estaban continuamente alzadas ante Dios para elevar espiritualmente su oración ante Dios por toda la creación. Hoy, radiante como el sol, se oculta, más su imagen sagrada brilla resplandeciente ofreciéndose para ser besada por sus hijos. La Santa Paloma voló a su místico palomar, sin embargo no deja de proteger a su pueblo; sale de su cuerpo, más no deja de estar con nosotros en espíritu; es elevada al cielo haciendo huir a los demonios por su intercesión ante el Señor.
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Comentario de los Padres al Evangelio
lunes, 16 de agosto de 2010
La fiesta de la Dormición en Alicante
Un año más hemos celebrado en la parroquia la fiesta de la Dormición de la Madre de Dios.
El sábado por la tarde el aroma de los nardos que adornaban el icono de la Madre de Dios se mezclaba con el del incienso que ascendía a Dios como ofrenda de la tarde. Después de las víperas dio comienzo el canto de los Lamentos ante la tumba de la Madre de Dios mientras su icono se cubría de pétalos de rosa. El domingo, después de la Divina Liturgia salimos por las calles del Raval Roig con el Epitafio de la Madre de Dios celebrando su entierro. En la procesión también salió la copia del Icono milagroso de la Madre de Dios de Nicula.
Cuantos ojos arrasados en lágrimas! Cuantas oraciones puestas en las manos de la Madre de Dios para que ella las presente ante su Hijo, nuestro Dios! Cuantos besos y acciones de gracias por el torrente de beneficios que derrama sobre aquellos que acuden a su protección!
Y en los labios de todos surgiendo del corazón una única súplica: ¡SANTÍSIMA MADRE DE DIOS, SÁLVANOS!
CELEBRACIÓN DE LA FIESTA DE LA DORMICIÓN EN EL MONASTERIO DE LA PANAGHIA SOUMELÁ
El monasterio de Soumelá, fue durante 15 siglos, desde el año 385 hasta el año 1923, fue el monasterio-guía para la salvaguardia de la tradición, del arte, de la historia, de la cultura griega y de la religión en todo el territorio del Ponto, cuyos habitantes oyeron hablar la propia lengua de los apóstoles en Jerusalén el día de Pentecostés.
El monasterio se encuentra a 50 km de Trebisonda, entre el desfiladero de Altindere (Torrente de Oro), a 1.200 metros de altura, con una extensión de 40 metros sobre un largo espolón rocoso del monte Zigana, a un paso del abismo.
Según la tradición, habría sido la misma Virgen la que indicó el lugar a los monjes atenienses Bernabé y Sofronio, quienes provenían de la península calcídica y adaptaron como celdas las grutas más pequeñas de la montaña y como iglesia la gruta más grande, exponiendo allí el ícono más artístico de los tres venerados en esos tiempos en Atenas y atribuidos a san Lucas.
La fama del santuario montañés y de la santidad de los dos monjes, muertos en el año 412 (en el mismo día, asegura la tradición), atrajo peregrinos, recibió ofrendas y sobre todo llamó a otros monjes, convirtiéndose así en el mayor centro cultural y de peregrinación de todo el nordeste de Asia Menor.
Entre la gente humilde que desafió a la montaña casi inaccesible se mezcló inclusive el emperador Justiniano, al retornar de una campaña contra los persas, dejando una urna de plata para conservar las reliquias de san Bernabé y el texto de los cuatro Evangelios, escrito sobre piel de gacela.
A pesar de todo, la montaña fue víctima del bandidaje que no respetó ni siquiera al monasterio, saqueado e incendiado en el año 640, pero reconstruido cuatro años después por Cristóbal de Vazelon, un monje valiente que reanimó a sus compañeros y fortificó la construcción con tanto ingenio que Atanasio de Trebisonda la reprodujo al edificar la Gran Lavra del Monte Athos.
Pero la experiencia les enseñó a los monjes que para salvarse debían recurrir a fortificaciones más seguras, de estilo militar. Por eso hicieron del monasterio un nido casi inaccesible, convirtiéndolo en un oasis de paz en medio de una creciente vorágine de guerras y de luchas, permitiéndole alcanzar el máximo esplendor en tiempos del imperio de la dinastía Conmeno, señores de la vecina Trebisonda.
En el año Alessio III pidió ser coronado emperador y dejó allí un "crisobolo", un sello de oro. Con él el monasterio se convirtió en una obra maestra del arte bizantino. También fue coronado allí Manuel III, que dejó como regalo una reliquia de la cruz, depositada en el tesoro: reliquia grande en un relicario grande.
La actividad del monasterio no fue interrumpida ni siquiera por la conquista turca en el año 1461. Es más, Mehemet II Fatih (el Conquistador) lo visitó con mucho respeto, dejando un "firmano", un decreto imperial con el cual aseguraba a los monjes la propiedad de las tierras circundantes. También recibió una alta estima por parte de Selim I, quien se refugió allí durante una batida de caza y más tarde mandó cinco velas gruesas y espiraladas, del mismo tamaño que su persona, con gemas e inscripciones de oro. Volvió allí en vísperas de la guerra contra Ismael de Tabriz y una tercera vez luego de la victoria, para entregar candelabros de oro macizo sustraídos al enemigo.
Dones y privilegios fueron provistos también por otros sultanes y por varios patriarcas, signo de una devoción que puso a la "Panàgia tu Mèlas", la Virgen de la Montaña Negra (el nombre Sumela parece derivado justamente de una alteración de "tu Mèlas") por encima del mismo santuario de Santa Sofía de Trebisonda, gloria de la ciudad edificada sobre la orilla del Mar Negro.
La vida de Sumela parecía inmortal: fe, arte, técnica – se dice que un ingenioso sistema de comunicaciones permitía transmitir y recibir noticias entre el monasterio y Trebisonda en sólo diez minutos – y cultura habían configurado el alma del Ponto, un punto cardinal del espíritu para los peregrinos, los eruditos y los artistas; los monjes lo habían transformado en un balcón lleno de cielo y no en una estación en el paisaje. Sus puertas rojizas parecían entintadas con la sangre que salva de la muerte.
Pero en el invierno transcurrido entre 1915 y 1916 el sueño se quebró por primera vez en quince siglos: la guerra obligó a los monjes a abandonar la montaña y el monasterio. Volvieron allí de la ocupación rusa y de nuevo al día siguiente del armisticio de 1918. Fue un paréntesis de cinco años, porque la guerra greco-turca de 1923 los alejó para siempre, mientras manos desconocidas intentaron suprimir Sumela con el fuego.
La memoria del monasterio sobrevive en el tiempo gracias a eruditos europeos que han hurgado entre las ruinas, sacando a la luz restos de frescos de sorprendente lozanía y de intensa espiritualidad. El monje Ambrosio puso a salvo las reliquias más preciosas amuradas en la iglesia de Santa Bárbara: el ícono de la Virgen fue llevado al monasterio de Dovràs, en las cercanías de Veroia, en Grecia, y el manuscrito de los Evangelios al museo bizantino de Atenas.
No son pocos hoy los apasionados que encaran la montaña para visitar las ruinas del antiguo monumento entre el verde, tan sorprendentemente adherido a la montaña que parece suspendido entre el cielo y la tierra. Aunque cuando los restos de algunas pesadas ventanas parecen los párpados de la muerte, detrás de ellos palpitan recuerdos de vida. La biblioteca, los residuos de la iglesia de la Asunción, el refectorio, las 72 celdas de los monjes distribuidas en cuatro pisos, el puesto de guardia en el quinto piso estremecen de recuerdos y son una auténtica azotea al infinito, mecida por las aguas del Altindere que serpentea entre barrancos rocosos.
Guiados por el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolome I, los ortodoxos del Ponto han vivido en Meryemana Monastiri, el actual nombre turco de Sumela, momentos de profunda conmoción, orgullosos que así los antiguos vestigios de fe hayan resistido a la furia del tiempo y de los hombres.
jueves, 12 de agosto de 2010
La visita de la Madre de Dios a la Santa Montaña de Athos
Deseando la madre de Dios visitar a San Lázaro en Chipre, salió hacia allí junto a san Juan el Teólogo en barco desde Palestina. A causa de una gran tormenta y de forma sobrenatural , arribó el barco a Athos entrando en la bahía de Klementos que es donde actualmente se encuentra el monasterio de Iviron. Todos los árboles y plantas, todos los pájaros, peces y animales, al notar la presencia de la Madre de Dios se inclinaron reverentes ante la que había llevado en su seno al Creador de todas las cosas.
Los habitantes de Athos, dirigidos por la Divina Providencia, salieron a recibir a la Santísima Madre de Dios, y después de escuchar sus dulces palabras, pidieron a San Juan el Bautismo. En ese momento la escultura del ídolo demoniaco que estaba en la montaña fue destruida, así como los demás estatuas, viendo los nativos salir de allí las turbas de demonios que las habitaban.
La Madre de Dios contemplando la belleza de aquel lugar, elevó sus manos al cielo y suplicó a su Hijo Divino:
“Mi Hijo y Dios, bendice este lugar y derrama sobre él tu misericordia. Protégelo hasta el fin de los días y a los que habiten en él , por tu santo nombre, concédeles por medio de la ascesis, el combate espiritual y el arrepentimiento el perdón de sus pecados; derrama sobre ellos abundantemente tus dones en esta vida y la vida eterna en la venidera. Glorifica este lugar por encima de todos los lugares de la tierra, libra de la condenación eterna a sus habitantes, sálvalos de toda tentación, de los enemigos visibles e invisibles y de la herejía y hazlo faro de la Fe Ortodoxa”
Entonces se escuchó una voz del cielo que decía:
“Todo lo que me pidas, Madre mía, yo lo cumpliré. A partir de ahora este lugar será tuyo, tu jardín y paraíso y un refugio de salvación para aquéllos que deseen ser salvados y un lugar de refugio inexpugnable para los que arrepentidos, deseen liberarse de la carga de sus pecados”
miércoles, 11 de agosto de 2010
LA DORMICIÓN DE LA MADRE DE DIOS.
Después de la Ascensión del Señor, la Madre de Dios permaneció bajo el cuidado del Santo Apóstol y Evangelista Juan, y durante los viajes de éste ella solía quedarse en la casa de sus allegados cerca del Monte de los Olivos. Su función en la primitiva Iglesia fue ser fuente de consolación y de edificación tanto para los Apóstoles como para los creyentes.
Durante la persecución que inició Herodes en contra de la joven Iglesia de Cristo (Hch 12:1-3), la Madre de Dios y el Apóstol Juan se dirigieron a la ciudad de Éfeso en el año 43. También viajó a Chipre para estar con San Lázaro, el resucitado por el Señor, donde este era obispo, como también estuvo en el Monte Athos. San Esteban de la Santa Montaña dice que la Madre de Dios proféticamente dijo: “Dejad que este lugar sea entregado a mi hijo y Dios. Yo protegeré este lugar e intercederé ante Dios por él”.
De acuerdo a la Santa Tradición, basada en las palabras de San Dionisios el Areopagita y San Ignacio de Antioquía, San Ambrosio de Milán tuvo la oportunidad de escribir en su obra “Sobre las vírgenes” que la Madre de Dios “era virgen no solo de cuerpo, sino también de alma, humilde de corazón, de pocas palabras, sabia en su mente, trabajadora y prudente. Su regla de vida era la de no ofender a nadie sino hacer el bien a todos”.
Las circunstancias en que sucedió la Dormición de la Madre de Dios se conocieron en la Iglesia Ortodoxa desde tiempos apostólicos. Ya en el primer siglo de la cristiandad, San Dionisio el Areopagita escribió sobre su Dormición. En el siglo II, la historia de que su cuerpo subió a los cielos la encontramos en las obras de Melitón, Obispo de Sardis. En el siglo IV, San Epifanio de Chipre hace referencia a la tradición sobre la Dormición de la Madre de Dios. En el siglo V, San Juvenal, Patriarca de Jerusalén, le dice a la Emperatriz Bizantina Pulqueria: “pese a que no existen datos sobre su muerte en las Sagradas Escrituras, sabemos sobre todo esto de la más antigua y creíble tradición”. Dicha tradición fue expuesta en la historia de la Iglesia de Nicéforos Callistos durante el siglo XIV.
En el momento de su Dormición, la Madre de Dios estaba de regreso en Jerusalén. Día y noche perseveraba en la oración e iba con frecuencia al Santo Sepulcro. En una de esas visitas, el Arcángel Gabriel apareció ante ella y le anunció que pronto dejaría esta vida. Así es que ella decidió visitar por última vez Belén llevando consigo las tres jóvenes que la atendían (Séfora, Abigail y Jael). Antes de esto le anunció a San José de Arimatea y a otros discípulos que pronto partiría de este mundo.
En su oración, la Madre de Dios pidió que el Apóstol Juan viniera a verla por última vez. El Espíritu Santo lo trajo desde Éfeso. Después de la oración, María ofreció incienso y Juan escuchó una voz del cielo que concluía la oración de la Virgen y que decía “amén”. La Madre de Dios interpretó que la voz significaba que pronto los apóstoles y los discípulos llegarían hasta el lugar en el que ella se encontraba.
Los creyentes, reunidos en gran número a su alrededor, dice San Juan Damasceno, escucharon las últimas palabras de la Madre de Dios. Ninguno sabía la razón de encontrarse presentes en este lugar hasta que San Juan se acercó a ellos, con lágrimas, y explicándoles que el Señor había decidido juntarlos a todos nuevamente para la dormición de la Madre de Dios.
También apareció entre los presentes el apóstol Pablo con sus discípulos Dionisio el Areopagita, Hieroteos y San Timoteo y algunos de los Setenta.
Fue a la tercera hora del día cuando sucedió la gloriosa Dormición de la Madre de Dios. Los Apóstoles se acercaron a su lecho y ofrecieron alabanzas a Dios. De repente, la luz de la divina Gloria resplandeció enfrente de ellos. El mismo Cristo apareció rodeado de ángeles y profetas.
Viendo a su Hijo, la Virgen María exclamó: “mi alma magnifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi salvador por que ha visto la humildad de su esclava” (Lc 1:46). Así entregó su alma a su Hijo y Dios; milagrosa fue la vida de la Purísima Virgen y maravillosa su Dormición.
A partir de ese momento comenzaron a preparar el entierro de su cuerpo purísimo. Los Apóstoles fueron los encargados de llevar su féretro sobre sus hombros. Esta procesión se realizó por toda Jerusalén hasta llegar al jardín del Getsemaní.
Un sacerdote judío de aquella ciudad llamado Efonio, lleno de odio, quiso tirar el féretro que transportaba el cuerpo de la Purísima Madre de Dios. El Arcángel Miguel cortó sus manos. Viendo esto se arrepintió y confesó la majestad de la Madre de Dios y así comenzó a ser un ferviente seguidor de Cristo.
Cuando la procesión llegó al jardín del Getsemaní, los Apóstoles y los discípulos comenzaron a dar el último adiós a la Virgen María. Recién a medianoche lograron depositar el cuerpo dentro del sepulcro y sellar la entrada con una gran piedra.
Por tres días no se fueron de ese lugar, orando y cantando salmos. Por la providencia de Dios, el apóstol Tomás no estuvo presente en el funeral. Llegando el tercer día a Getsemaní se acercó a la tumba y allí lloró preguntándose por qué no se le había permitido a él presenciar la partida de la Madre de Dios. Los apóstoles decidieron abrir la tumba para que Tomás pudiera dar su último adiós. Cuando abrieron el sepulcro, solo encontraron sus lienzos y entendieron que su cuerpo también había sido recibido en los cielos por Nuestro Señor.
La tarde del mismo día, estando los apóstoles reunidos en una casa para poder comer, la Madre de Dios se les apareció y les dijo: “Regocíjense, estaré con vosotros todos los días de vuestras vidas”. Ellos exclamaron: “Santísima Madre de Dios, sálvanos”, exclamación que no ha cesado desde entonces de hacer la Iglesia pidiendo su maternal y gloriosa intercesión.
Durante la persecución que inició Herodes en contra de la joven Iglesia de Cristo (Hch 12:1-3), la Madre de Dios y el Apóstol Juan se dirigieron a la ciudad de Éfeso en el año 43. También viajó a Chipre para estar con San Lázaro, el resucitado por el Señor, donde este era obispo, como también estuvo en el Monte Athos. San Esteban de la Santa Montaña dice que la Madre de Dios proféticamente dijo: “Dejad que este lugar sea entregado a mi hijo y Dios. Yo protegeré este lugar e intercederé ante Dios por él”.
De acuerdo a la Santa Tradición, basada en las palabras de San Dionisios el Areopagita y San Ignacio de Antioquía, San Ambrosio de Milán tuvo la oportunidad de escribir en su obra “Sobre las vírgenes” que la Madre de Dios “era virgen no solo de cuerpo, sino también de alma, humilde de corazón, de pocas palabras, sabia en su mente, trabajadora y prudente. Su regla de vida era la de no ofender a nadie sino hacer el bien a todos”.
Las circunstancias en que sucedió la Dormición de la Madre de Dios se conocieron en la Iglesia Ortodoxa desde tiempos apostólicos. Ya en el primer siglo de la cristiandad, San Dionisio el Areopagita escribió sobre su Dormición. En el siglo II, la historia de que su cuerpo subió a los cielos la encontramos en las obras de Melitón, Obispo de Sardis. En el siglo IV, San Epifanio de Chipre hace referencia a la tradición sobre la Dormición de la Madre de Dios. En el siglo V, San Juvenal, Patriarca de Jerusalén, le dice a la Emperatriz Bizantina Pulqueria: “pese a que no existen datos sobre su muerte en las Sagradas Escrituras, sabemos sobre todo esto de la más antigua y creíble tradición”. Dicha tradición fue expuesta en la historia de la Iglesia de Nicéforos Callistos durante el siglo XIV.
En el momento de su Dormición, la Madre de Dios estaba de regreso en Jerusalén. Día y noche perseveraba en la oración e iba con frecuencia al Santo Sepulcro. En una de esas visitas, el Arcángel Gabriel apareció ante ella y le anunció que pronto dejaría esta vida. Así es que ella decidió visitar por última vez Belén llevando consigo las tres jóvenes que la atendían (Séfora, Abigail y Jael). Antes de esto le anunció a San José de Arimatea y a otros discípulos que pronto partiría de este mundo.
En su oración, la Madre de Dios pidió que el Apóstol Juan viniera a verla por última vez. El Espíritu Santo lo trajo desde Éfeso. Después de la oración, María ofreció incienso y Juan escuchó una voz del cielo que concluía la oración de la Virgen y que decía “amén”. La Madre de Dios interpretó que la voz significaba que pronto los apóstoles y los discípulos llegarían hasta el lugar en el que ella se encontraba.
Los creyentes, reunidos en gran número a su alrededor, dice San Juan Damasceno, escucharon las últimas palabras de la Madre de Dios. Ninguno sabía la razón de encontrarse presentes en este lugar hasta que San Juan se acercó a ellos, con lágrimas, y explicándoles que el Señor había decidido juntarlos a todos nuevamente para la dormición de la Madre de Dios.
También apareció entre los presentes el apóstol Pablo con sus discípulos Dionisio el Areopagita, Hieroteos y San Timoteo y algunos de los Setenta.
Fue a la tercera hora del día cuando sucedió la gloriosa Dormición de la Madre de Dios. Los Apóstoles se acercaron a su lecho y ofrecieron alabanzas a Dios. De repente, la luz de la divina Gloria resplandeció enfrente de ellos. El mismo Cristo apareció rodeado de ángeles y profetas.
Viendo a su Hijo, la Virgen María exclamó: “mi alma magnifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi salvador por que ha visto la humildad de su esclava” (Lc 1:46). Así entregó su alma a su Hijo y Dios; milagrosa fue la vida de la Purísima Virgen y maravillosa su Dormición.
A partir de ese momento comenzaron a preparar el entierro de su cuerpo purísimo. Los Apóstoles fueron los encargados de llevar su féretro sobre sus hombros. Esta procesión se realizó por toda Jerusalén hasta llegar al jardín del Getsemaní.
Un sacerdote judío de aquella ciudad llamado Efonio, lleno de odio, quiso tirar el féretro que transportaba el cuerpo de la Purísima Madre de Dios. El Arcángel Miguel cortó sus manos. Viendo esto se arrepintió y confesó la majestad de la Madre de Dios y así comenzó a ser un ferviente seguidor de Cristo.
Cuando la procesión llegó al jardín del Getsemaní, los Apóstoles y los discípulos comenzaron a dar el último adiós a la Virgen María. Recién a medianoche lograron depositar el cuerpo dentro del sepulcro y sellar la entrada con una gran piedra.
Por tres días no se fueron de ese lugar, orando y cantando salmos. Por la providencia de Dios, el apóstol Tomás no estuvo presente en el funeral. Llegando el tercer día a Getsemaní se acercó a la tumba y allí lloró preguntándose por qué no se le había permitido a él presenciar la partida de la Madre de Dios. Los apóstoles decidieron abrir la tumba para que Tomás pudiera dar su último adiós. Cuando abrieron el sepulcro, solo encontraron sus lienzos y entendieron que su cuerpo también había sido recibido en los cielos por Nuestro Señor.
La tarde del mismo día, estando los apóstoles reunidos en una casa para poder comer, la Madre de Dios se les apareció y les dijo: “Regocíjense, estaré con vosotros todos los días de vuestras vidas”. Ellos exclamaron: “Santísima Madre de Dios, sálvanos”, exclamación que no ha cesado desde entonces de hacer la Iglesia pidiendo su maternal y gloriosa intercesión.
miércoles, 4 de agosto de 2010
Nos han transmitido nuestros Padres Teoforos la tradición de no comer del fruto de las vides hasta que estos no han sido bendecidos el día de la Transfiguración del Señor.
La costumbre de traer frutas al templo se remonta a los tiempos del Antiguo Testamento (Gen. 4:2-4; Ex. 13:12; Num. 15:19-231; Deut. 8:10-14). De los Apóstoles la costumbre pasó a la Iglesia de Nuevo Testamento (1 Cor. 16:1-2). Las indicaciones sobre frutas traídas al templo se pueden encontrar en el tercer canon de las Constituciones Apostólicas.
En Grecia, España, Bulgaria, Rumanía... en agosto maduran los frutos y los mas importantes son espigas y uva. Desde antigüedad, la gente traía a la Iglesia para su bendición estos frutos, como acción de gracias a Dios. Sobre esto escribía ya San Juan Crisóstomo: "El agricultor recibe los frutos de la tierra, no tanto por sus esfuerzos y dedicación, como por la benignidad Divina, que se los devuelve, ya que él que planta y riega — es nada — todo es Dios que provee."
La uva se trae al templo por su relación directa con la Eucaristía, por eso, en la oración de bendición de uva el sacerdote dice: "Tú mismo bendice el fruto de la vid aquí presente, y llena de gozo a los que coman de estas uvas. Perdona nuestros pecados por la participación del Sagrado Cuerpo y de la Preciosa Sangre de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo."
Esta es la traducción de la oración de bendición según aparece en el Eucologio.
La costumbre de traer frutas al templo se remonta a los tiempos del Antiguo Testamento (Gen. 4:2-4; Ex. 13:12; Num. 15:19-231; Deut. 8:10-14). De los Apóstoles la costumbre pasó a la Iglesia de Nuevo Testamento (1 Cor. 16:1-2). Las indicaciones sobre frutas traídas al templo se pueden encontrar en el tercer canon de las Constituciones Apostólicas.
En Grecia, España, Bulgaria, Rumanía... en agosto maduran los frutos y los mas importantes son espigas y uva. Desde antigüedad, la gente traía a la Iglesia para su bendición estos frutos, como acción de gracias a Dios. Sobre esto escribía ya San Juan Crisóstomo: "El agricultor recibe los frutos de la tierra, no tanto por sus esfuerzos y dedicación, como por la benignidad Divina, que se los devuelve, ya que él que planta y riega — es nada — todo es Dios que provee."
La uva se trae al templo por su relación directa con la Eucaristía, por eso, en la oración de bendición de uva el sacerdote dice: "Tú mismo bendice el fruto de la vid aquí presente, y llena de gozo a los que coman de estas uvas. Perdona nuestros pecados por la participación del Sagrado Cuerpo y de la Preciosa Sangre de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo."
Esta es la traducción de la oración de bendición según aparece en el Eucologio.
BENDICIÓN DE LAS UVAS
EN LA FIESTA
DE LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
(6 de agosto)
Las uvas que traen los fieles a bendecir, se disponen en un tetrápodos delante del icono de la fiesta. Si la bendición se hace en la Liturgia, el coro, después de la Oración detrás del Ambón, canta el tropario y el contaquio del día.
Tropario, tono 7º
Te transfiguraste en el monte, Cristo Dios, mostrando a tus discípulos tu gloria, en cuanto podían resistirla. Brille también para nosotros pecadores tu luz eterna, por la intercesión de la Madre de Dios. ¡Tú que das la Luz, gloria a ti!
Contaquio, tono 7º
Te transfiguraste en el monte, Cristo Dios, y tus Discípulos contemplaron tu gloria, en cuanto podían comprenderla. Así, cuando te viesen crucificado, entenderían que padecías libremente, y anunciarían al mundo que Tú eres en verdad el resplandor del Padre.
Diácono: Roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Sacerdote: Dios Salvador nuestro, que te dignaste llamar a tu Hijo unigénito, nuestro Señor y Dios y Salvador Jesucristo, la Vid verdadera, y por Él nos has concedido el fruto de la inmortalidad, Tú mismo bendice el fruto de la vid aquí presente, y llena de gozo a los que coman de estas uvas. Perdona nuestros pecados por la participación del Sagrado Cuerpo y de la Preciosa Sangre de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo. Conserva nuestra vida sin daño, concédenos siempre tu paz y adorna nuestra vida con tus dones inmortales, por la intercesión de nuestra purísima Señora la Madre de Dios y siempre Virgen María y de todos tus Santos, que por todos los siglos te han agradado. Porque Tú eres el que bendice y santifica todas las cosas, Dios bueno que amas a la humanidad, te damos gloria, a ti, Padre sin origen con tu Hijo unigénito y con tu Santísimo Espíritu Bueno y Vivificador, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Y tomando con un ramo de albahaca el agiasma, rocía los racimos de uva diciendo:
Sacerdote: Sean bendecidas estas uvas por la aspersión de esta agua santa, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Coro: Amén.
¡Feliz fiesta!
LA TRANSFIGURACIÓN
La Transfiguración del Señor en el Monte Tabor(Mt 17,1-4)
Y después de seis días, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a Juan su hermano, y los lleva aparte a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos. Y resplandeció su rostro como el sol; y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías hablando con El. Y tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: "Señor, bueno es que nos estemos aquí: si quieres hagamos aquí tres tiendas: una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías". (vv. 1-4)
Comentarios de los Santos Padres
San Jerónimo: Mas pregunto yo: ¿cómo se pone después de seis días, mientras que San Lucas pone ocho? Pero la contestación es fácil. Porque aquí se habla de los días intermedios, mientras que Lucas cuenta también el primero y el último.
San Juan Crisóstomo, Homiliae in Matthaeum, hom. 56,1 El Señor espera que pasen seis días y no lleva inmediatamente a sus discípulos a la montaña, con el objeto de que los demás discípulos no abriguen sentimiento alguno de envidia, o bien para que llenos de vehementes deseos durante ese tiempo, los que habían de subir se acercaran con más ardor de su alma.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 56,1: Tomó El a esos tres discípulos porque eran los que ocupaban los tres puestos más elevados. Ved como San Mateo no oculta esa preferencia de los tres discípulos, ni tampoco San Juan, que hace mención de las principales alabanzas de Pedro: no conocían los apóstoles ni la emulación ni la vanagloria.
San Hilario, In Matthaeum, 17: También se significa en los tres que tomó consigo la futura elección de los pueblos, atendido el triple origen de Cam, Sem y Jafet.
San Jerónimo: El Señor apareció a los apóstoles como estará en el día del juicio. No se crea que el Señor dejó su aspecto y forma verdadera, o la realidad de su cuerpo y que tomó un cuerpo espiritual. El mismo evangelista nos dice cómo se verificó esta transfiguración en estas palabras: "Resplandeció su rostro como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve"; estas palabras nos manifiestan que su rostro resplandecía y que sus vestiduras eran blancas. No hay cambio, pues, en la substancia, el brillo es lo que había cambiado. El Señor efectivamente se transformó en aquella gloria, con que vendrá después a su Reino. La transformación le dio esplendor, mas no le quitó la figura. Supongamos que su cuerpo hubiese sido espiritual, ¿cómo se cambiaron sus vestiduras? Porque se pusieron tan blancas, que, según otro evangelista (Mc 9), ningún lavandero de la tierra las podría poner tan blancas. Todo esto es corporal y apreciado por el tacto y no espiritual que ilusiona la vista y es sólo un fantasma.
San Juan Crisóstomo, Homiliae in Matthaeum, hom. 56,1: Hubo muchos motivos para esto. Primeramente porque el pueblo decía que Jesús era Elías o Jeremías, o uno de los profetas y para que vieran la diferencia entre el Señor y sus siervos, se manifestó rodeado de los principales profetas. En segundo lugar, porque continuamente acusaban los judíos a Jesús de transgresor de la Ley, de blasfemo y de usurpador de la gloria del Padre y a fin de hacer ver Jesús su inocencia de todas estas acusaciones, se presenta con aquellos, cuyo testimonio era irrecusable para ellos. Porque Moisés promulgó la Ley y Elías no tuvo rival en celo por la gloria de Dios. Otro motivo fue, para que supiesen que El tenía poder sobre la muerte y sobre la vida. Por esta razón presenta a Moisés que había muerto y a Elías que aun vivía. El evangelista añade otro motivo y es el manifestar la gloria de la cruz y calmar a Pedro y a otros discípulos, que tanto miedo tenían a la pasión. Porque hablaban, dice otro evangelista (Lc 9), de la muerte que debía tener lugar en Jerusalén. Por eso se presenta con aquellos que se expusieron a morir por agradar a Dios y por la salud de los que creían. Ambos, en efecto, se presentaron libremente a los tiranos, Moisés al Faraón (Ex 5) y Elías a Achab (1R 10) También se aparece con ellos, para animar a los discípulos a que imitasen a Moisés en la mansedumbre y a Elías en el celo.
San Hilario, In Matthaeum, 17: Moisés y Elías fueron elegidos entre todos los santos para asistir a Cristo, para manifestarnos que el reino de Cristo está colocado entre la Ley y los Profetas, con los que juzgará el Señor, según tiene anunciado al pueblo de Israel.
Orígenes, Homilia 3 in Matthaeum: Si alguno comprende la relación del espíritu de la Ley y las palabras de Jesús y la sabiduría de Cristo oculta en las profecías, éste ve a Moisés y a Elías en la misma gloria con Jesús.
San Jerónimo: Es de considerar que el Señor se negó a dar a los escribas y a los fariseos las señales que le pedían. Y a los apóstoles, para aumentar su fe, les da la señal: nada menos que la de hacer bajar a Elías del lugar donde estaba y la de sacar a Moisés de entre los muertos, que es lo que se había mandado a Achab por Isaías (Is 7): "Que pidiese una señal en el cielo o en el infierno".
San Juan Crisóstomo, Homiliae in Matthaeum, hom. 56,2. Las palabras que dijo el ardoroso Pedro son éstas: "Y tomando Pedro la palabra, dijo: Señor, bueno es que nos estemos aquí", etc. Porque comprendió que era conveniente que Jesús fuera a Jerusalén, aun teme por Cristo, pero después de la reprensión no se atreve a decir otra vez: "Ten compasión de Ti" (Mt 16,22), mas indirectamente y con otras palabras le insinúa lo mismo. Porque veía la mucha tranquilidad y la soledad, pensó que les era conveniente quedarse allí; él lo conjetura por la disposición del lugar y esto es lo que significan las palabras: "Bueno es que nos estemos aquí", etc. Quiere permanecer allí para siempre y por eso habla de tiendas: "Si quieres, hagamos aquí tres tiendas" etc. ; pensó que si se hacían éstas no iría Jesús a Jerusalén y si no iba no moriría, pues sabía que allí le tenderían lazos los escribas. Pensaba además con la presencia de Elías, que hizo bajar fuego sobre la montaña (2R 1) y con la de Moisés, que entró en una nube y habló a Dios (Ex 24 Ex 33), que podrían ocultarse de manera que ningún pecador pudiese saber dónde estaban.
San Jerónimo: Vas equivocado, Pedro; o como dice otro evangelista (Lc 9), no sabes lo que te dices: no busques tres tiendas porque no hay más tienda que la del Evangelio, donde están contenidos la Ley y los Profetas. Mas si buscas tres tiendas, no iguales a los siervos con el Señor; haz tres tiendas (o mejor una sola) para el Padre, para el Hijo y para el Espíritu Santo. Porque las tres Personas que forman un solo Dios, no deben tener en tu corazón más que una sola tienda.
Y después de seis días, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a Juan su hermano, y los lleva aparte a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos. Y resplandeció su rostro como el sol; y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías hablando con El. Y tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: "Señor, bueno es que nos estemos aquí: si quieres hagamos aquí tres tiendas: una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías". (vv. 1-4)
Comentarios de los Santos Padres
San Jerónimo: Mas pregunto yo: ¿cómo se pone después de seis días, mientras que San Lucas pone ocho? Pero la contestación es fácil. Porque aquí se habla de los días intermedios, mientras que Lucas cuenta también el primero y el último.
San Juan Crisóstomo, Homiliae in Matthaeum, hom. 56,1 El Señor espera que pasen seis días y no lleva inmediatamente a sus discípulos a la montaña, con el objeto de que los demás discípulos no abriguen sentimiento alguno de envidia, o bien para que llenos de vehementes deseos durante ese tiempo, los que habían de subir se acercaran con más ardor de su alma.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 56,1: Tomó El a esos tres discípulos porque eran los que ocupaban los tres puestos más elevados. Ved como San Mateo no oculta esa preferencia de los tres discípulos, ni tampoco San Juan, que hace mención de las principales alabanzas de Pedro: no conocían los apóstoles ni la emulación ni la vanagloria.
San Hilario, In Matthaeum, 17: También se significa en los tres que tomó consigo la futura elección de los pueblos, atendido el triple origen de Cam, Sem y Jafet.
San Jerónimo: El Señor apareció a los apóstoles como estará en el día del juicio. No se crea que el Señor dejó su aspecto y forma verdadera, o la realidad de su cuerpo y que tomó un cuerpo espiritual. El mismo evangelista nos dice cómo se verificó esta transfiguración en estas palabras: "Resplandeció su rostro como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve"; estas palabras nos manifiestan que su rostro resplandecía y que sus vestiduras eran blancas. No hay cambio, pues, en la substancia, el brillo es lo que había cambiado. El Señor efectivamente se transformó en aquella gloria, con que vendrá después a su Reino. La transformación le dio esplendor, mas no le quitó la figura. Supongamos que su cuerpo hubiese sido espiritual, ¿cómo se cambiaron sus vestiduras? Porque se pusieron tan blancas, que, según otro evangelista (Mc 9), ningún lavandero de la tierra las podría poner tan blancas. Todo esto es corporal y apreciado por el tacto y no espiritual que ilusiona la vista y es sólo un fantasma.
San Juan Crisóstomo, Homiliae in Matthaeum, hom. 56,1: Hubo muchos motivos para esto. Primeramente porque el pueblo decía que Jesús era Elías o Jeremías, o uno de los profetas y para que vieran la diferencia entre el Señor y sus siervos, se manifestó rodeado de los principales profetas. En segundo lugar, porque continuamente acusaban los judíos a Jesús de transgresor de la Ley, de blasfemo y de usurpador de la gloria del Padre y a fin de hacer ver Jesús su inocencia de todas estas acusaciones, se presenta con aquellos, cuyo testimonio era irrecusable para ellos. Porque Moisés promulgó la Ley y Elías no tuvo rival en celo por la gloria de Dios. Otro motivo fue, para que supiesen que El tenía poder sobre la muerte y sobre la vida. Por esta razón presenta a Moisés que había muerto y a Elías que aun vivía. El evangelista añade otro motivo y es el manifestar la gloria de la cruz y calmar a Pedro y a otros discípulos, que tanto miedo tenían a la pasión. Porque hablaban, dice otro evangelista (Lc 9), de la muerte que debía tener lugar en Jerusalén. Por eso se presenta con aquellos que se expusieron a morir por agradar a Dios y por la salud de los que creían. Ambos, en efecto, se presentaron libremente a los tiranos, Moisés al Faraón (Ex 5) y Elías a Achab (1R 10) También se aparece con ellos, para animar a los discípulos a que imitasen a Moisés en la mansedumbre y a Elías en el celo.
San Hilario, In Matthaeum, 17: Moisés y Elías fueron elegidos entre todos los santos para asistir a Cristo, para manifestarnos que el reino de Cristo está colocado entre la Ley y los Profetas, con los que juzgará el Señor, según tiene anunciado al pueblo de Israel.
Orígenes, Homilia 3 in Matthaeum: Si alguno comprende la relación del espíritu de la Ley y las palabras de Jesús y la sabiduría de Cristo oculta en las profecías, éste ve a Moisés y a Elías en la misma gloria con Jesús.
San Jerónimo: Es de considerar que el Señor se negó a dar a los escribas y a los fariseos las señales que le pedían. Y a los apóstoles, para aumentar su fe, les da la señal: nada menos que la de hacer bajar a Elías del lugar donde estaba y la de sacar a Moisés de entre los muertos, que es lo que se había mandado a Achab por Isaías (Is 7): "Que pidiese una señal en el cielo o en el infierno".
San Juan Crisóstomo, Homiliae in Matthaeum, hom. 56,2. Las palabras que dijo el ardoroso Pedro son éstas: "Y tomando Pedro la palabra, dijo: Señor, bueno es que nos estemos aquí", etc. Porque comprendió que era conveniente que Jesús fuera a Jerusalén, aun teme por Cristo, pero después de la reprensión no se atreve a decir otra vez: "Ten compasión de Ti" (Mt 16,22), mas indirectamente y con otras palabras le insinúa lo mismo. Porque veía la mucha tranquilidad y la soledad, pensó que les era conveniente quedarse allí; él lo conjetura por la disposición del lugar y esto es lo que significan las palabras: "Bueno es que nos estemos aquí", etc. Quiere permanecer allí para siempre y por eso habla de tiendas: "Si quieres, hagamos aquí tres tiendas" etc. ; pensó que si se hacían éstas no iría Jesús a Jerusalén y si no iba no moriría, pues sabía que allí le tenderían lazos los escribas. Pensaba además con la presencia de Elías, que hizo bajar fuego sobre la montaña (2R 1) y con la de Moisés, que entró en una nube y habló a Dios (Ex 24 Ex 33), que podrían ocultarse de manera que ningún pecador pudiese saber dónde estaban.
San Jerónimo: Vas equivocado, Pedro; o como dice otro evangelista (Lc 9), no sabes lo que te dices: no busques tres tiendas porque no hay más tienda que la del Evangelio, donde están contenidos la Ley y los Profetas. Mas si buscas tres tiendas, no iguales a los siervos con el Señor; haz tres tiendas (o mejor una sola) para el Padre, para el Hijo y para el Espíritu Santo. Porque las tres Personas que forman un solo Dios, no deben tener en tu corazón más que una sola tienda.
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Comentario de los Padres al Evangelio
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