sábado, 18 de diciembre de 2010

DOMINGO ANTERIOR A LA NAVIDAD



Domingo de la Genealogía

En este domingo anterior a la fiesta del nacimiento nuestro Señor y Dios Jesucristo, recordamos su genealogía según la carne. En el Evangelio de San Mateo se nombra a todos, desde Adán hasta el Justo Patriarca San José, esposo de la Virgen María, que obediente al mensaje del Arcángel Gabriel, cumplió el mandato del Señor y acogió a su Desposada, que llevaba en su seno el Fruto bendito engendrado por obre del Espíritu Santo.

Por Adán, el primer hombre, por su desobediencia al mandato del Creador, entro el pecado en el mundo, más ahora, el Logos Divino consustancial Padre y por el que fueron creadas todas las cosas, en cumplimiento del decreto divino, se humilla y se hace Hombre y sin perder su divinidad, brota de la raíz de Jessé, fructifica el fruto divino en el seno de la Virgen para nuestra salvación.

Son los nombres de las generaciones antes de Cristo, y de Cristo surge la nueva generación de hijos de Dios, que luchan por cumplir su voluntad. Nosotros hemos surgido no ya del tronco de Jessé, sino del árbol bendito de la Cruz, en el que ha pendido el Señor como un fruto fecundo regado por la sangre y el agua de su costado. Nosotros somos la generación que busca al Señor, según las palabras del salmo del Rey David; los que se preocupan por tener limpio su corazón para vivir siempre en Él.

Somos llamados a reconocer la imagen del creador en todos los hombres nuestros hermanos a los que hemos de anunciar como hicieron los profetas en los tiempos antiguos el gozo inefable de la Redención. Así mismo somos interpelados para no dejarnos envenenar por el orgullo, la hipocresía, la mentira, la traición… Hemos de convertirnos en comunicadores del amor divino, trasparentando en nuestras vidas es amor a fin de atraer hacia nosotros la misericordia y la bendición divina.

Nos preparamos con alegría para celebrar el misterio de la Encarnación del Logos, del Dios que se hace hombre. Hemos de pedir, llenos de humildad nuestra regeneración y renovación para que no seamos identificados con la generación maldita e infiel; abrir nuestros corazones y nuestras vidas, apartar todo pecado de nuestras almas para poder recibir en nuestros corazones al Niño Divino de Belén. Que Él, Dios con nosotros, guíe nuestros pasos para poder descansar en su amor. Amén.

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