jueves, 29 de mayo de 2008

No son estos los gestos que ayudan al Ecumenismo


Desde luego, y como dice el comunicado de la Patriarquía Rumana, no son estos los gestos que ayudan al ecumenismo y a las relacciones con los católicos romanos. No son los impulsos de un momento determinado, sino el diálogo teológico serio y profundo el que tiene que existir entre la Ortodoxia y el Catolicismo.
Al contrario de lo que puedan pensar algunos, acciones como estas lo que llevan es a la confusión cuando lo que tienen que hacer los jerarcas es procurar en todo el bien del pueblo que les ha sido encomendado y obre todo en ellos no ha de prevalecer la opinión personal sino aquello que con sabiduría nos dice la Santa Iglesia. Por mucho que se desee la unidad no es este el camino.
Sirva como ejemplo lo sucedido después del concilio de Florencia en el cual los Jerarcas aceptaron la unión con Roma sin tener encuenta cual era la opinión del clero y del pueblo. Los gestos individuales que no tienen en cuenta la conciliaridad de la Iglesia están llamados al fracaso. No podemos caer en el relativismo de todo vale, por desgracia en este tema no todo vale y no todo puede ser sancionado con el aplauso general y este caso está claro en los cánones desde muy antiguo ya que es un problema tan antiguo como la Iglesia pues ya desde los primeros siglos el énemigo de los hombres se encargó de sembrar el error en el alma de los cristianos creando división en la Iglesia de Cristo. Desde luego no nos toca a nosotros juzgar pero es inevitable el contemplar con estupor la acción cometida.
Tengo un buen amigo sacerdote católico y nos juntamos frecuentemente. A pesar de la gran amistad que nos une desde hace muchos años, nunca se nos ha ocurrido concelebrar juntos la Liturgia pues sabemos que comulgar de un msimo cáliz nos separaría de nuestra comunión con la Iglesia. Prevalece el sentido eclesial sobre nuestra amistad y sobre nuestro deseo de poder participar juntos del mimo cáliz conscientes de que sólo se puede producir esto existiendo una auténtica comunión entre nuestras Iglesias. No somos dueños de los Misterios ni es la Santa comunión un simple gesto de amistad.

Quiera Dios que el serio diálogo teológico nos lleve a la unidad, sólo así podremos beber del mismo cáliz de salvación, comunión con Cristo vivo y resucitado. Hasta ese momento nos queda la reflexión y la oración.

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