Hoy toca analizar dos sentencias pronunciadas en situaciones ciertamente distintas pero con un mismo tema en común:
“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (San Pedro y los Apóstoles al Sanhedrín, Jerusalén)
“La libertad de conciencia no puede ser una excusa permanente para desobedecer la ley” (Caamaño a los españoles, El Escorial)
La primera frase fue la respuesta de los apóstoles a aquellos que les querían prohibir la predicación del Evangelio. La segunda es la advertencia del ministro de Justicia a aquellos que osen pensar que el gobierno de Zapatero va a permitir que los que cristianos apelen a su conciencia para oponerse a sus leyes de ingeniería social. Y dado el absoluto control que tiene este gobierno sobre los tribunales que acabarán dictaminando si esas amenazas, una vez concretadas en la ley de libertad religiosa, son conformes a la constitución, pues vayámanos haciendo a la idea de que en no mucho tiempo serán bastantes los cristianos que en España y nótese que hablo de "cristianos" pues da igual a que confesión pertenezcamos mientras seamos fieles a aquello que creemos, tendremos que optar entre seguir el ejemplo de los Apóstoles ante las autoridades religiosas de Jerusalén o agachar la cabeza, poner un esparadrapo en la boca de nuestras conciencias y cumplir leyes que chocan radicalmente contra nuestros valores y contra nuestra fe.
Dejar la libertad religiosa en manos de un gobierno de mentalidad totalitaria, anticlerical y laicista es como poner de jefe de bomberos a un pirómano. El zapaterismo es a la libertad religiosa, en especial si es la libertad de los cristianos, lo mismo que el castrismo a la democracia. En esa guerra abierta por amaestrar la conciencia de los españoles, el socialismo que nos gobierna sabe muy bien que es en el ámbito de la religión donde encuentra a su peor enemigo. Quienes tenemos fuertes convicciones religiosas no somos como las mascotas domésticas que saltan alegremente alrededor de sus amos cuando les dan una golosina. Los cristianos de verdad no queremos participar en la comisión de abortos, no queremos dejar que nuestros hijos sean adoctrinados, no deseamos acabar nuestras vidas en manos de doctores Montes. Y claro, como no van a convencernos por las buenas, van a usar la ley para someternos.
La cultura del laicismo radical es un fraude y un engaño. No construye nada. Solo conduce a la desesperanza: por el camino del aborto, del “divorcio express” y de las ideologías que pretenden manipular la educación de los jóvenes, no se llega a ningún destino digno del hombre y de sus derechos. Por ese camino no se respeta la Constitución española de 1978 y nos dirigimos a la disolución de la democracia.
¿Cómo le suenan a los llamados cristianos "pogres" estas palabras después de escuchar al ministro de Justicia decir que “también la libertad religiosa tiene que tener límites…. y debe moverse dentro de los límites de una sociedad democrática, y ajustarse a la lógica de esta sociedad“? ¿Somos conscientes de que la democracia que nació de la constitución de 1978 ha evolucionado hacia una realidad que atenta contra aquello en lo que creemos y por lo que vivimos? Y, sobre todo, ¿qué respuesta daremos a lo que se nos viene encima? ¿Sacrificaremos como muestra de adoración al Emperador? ¿Nos negaremos a sacrificar pero compraremos fraudulentamente certificados de haber realizado dichos sacrificios para salvarnos el cuello? ¿o haremos lo que Dios quiere que hagamos?
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