viernes, 9 de diciembre de 2011

LA REPRESENTACIÓN ORTODOXA DEL MISTERIO DE LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.


Son muchas las iglesias y hogares en las que por desgracia se ha ido introduciendo desde hace muchos años representaciones que están totalmente alejadas de la auténtica iconografía ortodoxa que es la única permitida por la Iglesia. Se abandonan nuestros iconos venerables fijados por la tradición y cargados de teología por imágenes ridículas, llenas de colorines, cargadas de un sentimentalismo blasfemo contra el sublime misterio de la Encarnación del Verbo de Dios que es el fundamento de la iconografía cristiana auténtica.

Dentro de esta maraña de imágenes importadas desde el occidente papista o protestante está la representación de la llamada “Sagrada Familia” que puebla cuadros, felicitaciones de Navidad, y demás artefactos que son ajenos al espíritu de estos días marcados por el afán de consumir impuesto por las grandes marcas y centros comerciales por todo el mundo.

Como decía esta representación está totalmente alejada del auténtico significado del misterio que nos disponemos a celebrar y que nos explica como un libro sin palabras el icono de la Santa Navidad. Los iconos realizados según los cánones de la iconografía ortodoxa son expresiones de la fe que profesamos, su realización viene marcada por los libros en los que están contenidos estos cánones y que son bien conocidos por los iconógrafos. Sólo así pueden recibir la bendición del sacerdote y ser expuestos para la veneración de los fieles tanto en los templos como en los hogares. No dependen de modas o de gustos personales, esto hace que si ahora se presentara un fiel del siglo VIII en una iglesia recién construida se encontrase como en la suya propia y viceversa, cuando nosotros entramos en una iglesia antigua sabemos “leer” las imágenes que encontramos en las paredes e iconos que hay en ella.

El icono ortodoxo de la Navidad representa el dogma de la Iglesia y como los Santos Padres nos han mostrado este Misterio. Sin embargo, los heterodoxos occidentales pintan la imagen según valores artísticos y de acuerdo a los gustos de cada pintor y de cada época. Ellos hacen hincapié en el lado humano del evento dejando de lado la teología del misterio. Se humaniza de tal manera lo gloriosamente divino, se hace todo tan “natural” que de ahí a la blasfemia sólo hay un paso. Pues lo que contemplamos está fuera de todo entendimiento y por encima de lo que se podría concebir como un nacimiento o una familia normal. La Virgen ha concebido por obra del Espíritu Santo y al dar a luz ha permanecido Virgen; José, al que se le ha encomendado la custodia de la Virgen contempla estremecido el Misterio de Dios en los brazos de su Madre; la Creación entera permanece muda al ver a su Creador tomar carne de la Virgen que lo amamanta con sus pechos; el Redentor yace envuelto en fajas mortuorias en una cueva oscura como anuncio de la futura muerte y Resurrección; los Magos vienen a adorarlo siguiendo a la estrella y los pastores escuchan los cantos glorificadores de los ángeles.

Lo peor del caso es que ese filobizantinismo que está de moda también entre los papistas y algunos anglicanos y por supuesto el influjo de los uniatas ha llevado a una representación pseudo “bizantina” un falso icono que no puede ser aceptado como tal por los auténticos ortodoxos.

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