La semana después del Domingo de Santa María de Egipto se llama la Semana de los Ramos, o de las Palmas. En los oficios del día martes de esta semana, la Iglesia recuerda que Lázaro, el amigo de Jesús, ha muerto y que el Señor lo resucitará de entre los muertos. (Juan 11) A medida que los días progresan hasta llegar al sábado, la Iglesia, en sus diversos himnos y oraciones, sigue a Cristo en su camino hacia Betania, al sepulcro de Lázaro. El día viernes en la tarde, en la víspera de la celebración de la resurrección de Lázaro, concluyen los cuarenta días del “Santo Ayuno” de la Gran Cuaresma:
Habiendo cumplido los cuarenta días por el beneficio de nuestras almas, Te rogamos, Tú que amas a la Humanidad, que seamos dignos de ver la santa semana de Tu Pasión, glorificando en ella Tus grandezas y Tu plan inefable de salvación para nosotros, cantando con una sola voz: Señor, gloria a Ti. (Himno de las Vísperas)
El Sábado de Lázaro es una celebración pascual. En este día, la Iglesia glorifica a Cristo como “la Resurrección y la Vida” quien, resucitando a Lázaro, ha confirmado la resurrección universal de toda la humanidad aun antes de Su propia Pasión, Muerte y Resurrección.
Oh Cristo Dios, cuando resucitaste a Lázaro de entre los muertos, aseguraste la resurrección universal. Por lo tanto, nosotros, como los niños, llevamos los símbolos de la victoria, y clamamos a Ti, Hosanna en las Alturas, Bendito sea el que viene en el Nombre del Señor. (Tropario de ese día)
Cristo, la alegría, la verdad y la luz de todos, la vida del mundo y su resurrección, ha aparecido en su bondad a los que están en la tierra. El se ha hecho la Imagen de nuestra Resurrección, otorgando el perdón divino a todos. (Kontakion)
Durante la Divina Liturgia en el Sábado de Lázaro, en lugar del Trisagion, se canta el versículo bautismal de la carta a los Gálatas : Vosotros que en Cristo os bautizasteis, de Cristo os revestisteis. Aleluya. (Gálatas 3,27) Este himno expresa el carácter de resurrección que tiene esta celebración. Además, recuerda que el Sábado de Lázaro antiguamente era uno de los grandes días del calendario litúrgico en que se administraba el bautismo en la Iglesia.
Después de la resurrección de Lázaro, Cristo fue saludado por las multitudes como el Mesías-Rey de Israel que tanto habían esperado. Entonces, en cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento, Jesús entró a Jerusalén, montado en un pollino de asno. (Zacarías 9,9; Juan 12,12) Las multitudes lo recibieron con ramos en sus manos y exclamaron a Él con gritos de alabanza: ¡Hosanna! ¡Bendito es Él que viene en el Nombre del Señor! ¡El Hijo de David! ¡El Rey de Israel! Debido a esta glorificación por el pueblo, los sacerdotes y escribas finalmente se decidieron a “destruirle, a condenarlo a la muerte.” (Lucas 19,47; Juan 11,53; 12,10)
La fiesta de la Entrada Triunfal de Jesucristo a Jerusalén, el Domingo de Ramos, es una de las doce fiestas mayores de la Iglesia. Los oficios de este día siguen en el mismo espíritu que los del Sábado de Lázaro. El templo guarda su esplendor de resurrección, y los himnos continuamente repiten el Hosanna ofrecido a Cristo como el Rey-Mesías que viene en el Nombre de Dios Padre para la salvación del mundo.
El tropario principal de esta fiesta es el mismo que se canta para el Sábado de Lázaro. Se canta en todos los oficios de este día, y en la Divina Liturgia se canta también como Tercera Antífona. El segundo tropario de este día, así como el kontakion y los otros himnos, glorifican la manifestación triunfal de Cristo “seis días antes de la Pascua” cuando se entregará en la Cena y en la Cruz por la vida de este mundo.
Hoy la gracia del Espíritu Santo nos ha reunido. Elevando Tu Cruz, digamos: Bendito sea el que viene en el Nombre del Señor. ¡Hosanna en las Alturas! (Estíquera de las Vísperas)
Cuando fuimos sepultados contigo en el bautismo, oh Cristo Dios, nos hiciste dignos de la vida eterna por Tu Resurrección. Ahora Te alabamos cantando: ¡Hosanna en las Alturas! Bendito sea El que viene en el Nombre del Señor. (Segundo Tropario del Domingo de Ramos)
Sentado en tu trono en los cielos, y llevado en un pollino de asno en la tierra, oh Cristo Dios, aceptando la alabanza de los ángeles y el canto de los niños quienes proclaman: Bendito eres Tú que vienes a restaurar a Adán nuevamente. (Condaquio del Domingo de Ramos)
En la vigilia de la fiesta de Domingo de Ramos, se leen las profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías-Rey, junto al relato del Evangelio que cuenta acerca de la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén. En el oficio de Matutinos, se bendice ramos que los fieles llevan durante la celebración litúrgica como signo de su propia glorificación a Jesucristo como Salvador y Rey. Estos ramos generalmente son palmas, u otra clase de ramo disponible según la costumbre local.
Los fieles que llevan sus ramos y cantan sus himnos al Señor en el Domingo de Ramos, son juzgados de la misma manera que la multitud de Jerusalén. Fueron las mismas voces que exclamaron ¡Hosanna! a Cristo que, pocos días después, gritaron ¡Crucifícale! Así, los fieles, mientras glorifican a Cristo con los “ramos de la victoria”, son sometidos a su juicio y entran junto con Él a los días de Su pasión voluntaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario