Desconozco la reacción oficial que habrá tenido en Grecia la fotografía que se publicó del Metropolita Agustín de Alemania en el encuentro ecuménico celebrado a principios de mes en Alemania. Desde luego desde el Patriarcado Ecuménico el silencio se corta, sobre todo porque no quieren aguarle la fiesta al Patriarca pro la última condecoración recibida (Vanidad de vanidades; que vuestro único ornamento sea la Cruz de nuestro Señor Jesucristo).
De todas formas cada vez son alarmantemente más frecuentes este tipo de actuaciones en las que se cometen toda clase de desmanes por parte de jerarcas y clero, no ya en la participación o presencia en oraciones y encuentros, sino en acciones verdaderamente innecesarias como la entrada de los latinos en el santuario del Fanar o este pseudobautizo del Metropolita Agustín (que pena que sólo le una el nombre con el añorado Metropolita Agustín de Florina de bienaventurada Memoria).
Esta mezcolanza con papistas y protestantes, así como con los miembros de otras religiones en medio de esta coctelera de la panreligión universal, ha producido un efecto totalmente negativo en cuanto a la posible conversión y abandono del error de los sectantes. En medio del “Todo da lo mismo” Personas que habían estado cercanas a la Ortodoxia tanto provenientes del papismo como de las diversas denominaciones protestantes han dado un paso a tras.
Y ante esto, podemos plantearnos cuál es la verdadera fe eclesiológica de estos jerarcas y clero que participan en estas actividades. Creen en la Iglesia Una, Santa católica y Apostólica? Creen que solamente por la profesión de la verdadera fe, la fe conservada íntegra en la Iglesia Ortodoxa el hombre puede Salvarse? Creen en el mandato de anunciar esta verdadera fe, sin recortes y amputaciones, como mandato divino dado por nuestro señor para que los hombres se salven? Más sencillo Todavía: Creen en Cristo y en su Iglesia?
Con tanto correr detrás de los lobos, los pastores han descuidado a su rebaño que los contempla en algunos casos incrédulos, viendo como se mezclan con ellos en sus parafernalias ecuménicas, mientras aquellos que están fuera de la Iglesia de Cristo se preguntan: Qué necesidad hay de convertirse si ellos se juntan con los nuestros y los nuestros se juntan con ellos? El hecho claro es que los de dentro se pierden por el escándalo y los de fuera no viendo el escándalo caen el relativismo de una fe descarnada, sin fundamento e inventada para adaptarla a sus fines. Todo ello como consecuencia de la apostasía de aquellos que tendrían que ser para los fieles modelo de prístina fe y vida conforme a las enseñanzas de nuestros Santos Padres Teoforos.
No se preocupan estos que tan alegremente participan en las distintas pseudoliturgias y confiesan la nueva panherejía del ecumenismo ni de su propia salvación, ni de la salvación del rebaño a ellos encomendado, ni la salvación de aquellos que se encuentran en la oscuridad del error o en las tinieblas del paganismo y la increencia. Se mueven en una “iglesia” que se han construido, en medio de alianzas y de relaciones diplomáticas y políticas. Trabajan para recibir el reconocimiento de los hombres; se regocijan en medio de simposiums, conferencias, galardones, viajes… Todo centrado en unas relaciones humanas en las que lo que menos importa es la trascendencia, mezclándose indiscriminadamente con heterodoxos y paganos, sin brújula, ni objetivos, víctimas de esa laicidad que se está apoderando del corazón del mundo, pagados de si mismos y de los cargos que ocupan, pero sin fe, pues si la Fe Ortodoxa iluminara sus corazones, no buscarían el reconocimiento y los galardones de este mundo y pensarían más en la pala del sepulturero ya que tarde o temprano todos tendremos que presentarnos y responder ante el tribunal de Cristo.
Claro, ante este ritmo de vida, hay algo que les molesta inmensamente y que les agua la fiesta, los que ellos llaman despectivamente “zelotes”. Cabría aquí hacer la distinción que hace nuestro venerable Padre Paisios el Aghiorita ya que los zelotes son los que se sitúan al extremo de ellos y son tan perniciosos en sus actitudes como los ecumenistas, praticando su misma intransigencia y despreciando los verdaderos principios de la Ortodoxia. No saben que en el justo punto, allí donde suenan las cuerdas afinadas de la lira del Espíritu Santo, sin que queden flojas por la indolencia y el error de la herejía ni se tensen hasta romperse en error de los cismáticos extremistas, es donde se sitúa la Verdad y la Ortodoxia de la que ellos se encuentran tan alejados.
Ellos llaman al castigo de los que consideran disidentes, amenazan con sanciones canónicas a los que levantan la voz anunciando la Ortodoxia, mientras que los que comenten los desmanes campan a sus anchas rompiendo todos los límites establecidos por los Padres y creyéndose mejor que ellos. Los pastores asalariados huyen y vienen los lobos dispuestos a devorar a las ovejas. Los que están en las tinieblas se hunden más sin encontrar quien los ilumine y los paganos siguen con sus almas agarradas por Satanás sin que nadie les anuncie la Buena Noticia de Cristo por ser políticamente incorrecto.
Ahora más que nunca se hace necesario leer a los Santos Padres que con su santa doctrina nos han de iluminar en estos tiempos de confusión. Es el único argumento que se puede esgrimir ya que si yo vierto mi opinión podrán atacarme pero se atreverán a hacerlo cuando los citados sean Paisios Aghiorita, Serafin Rosse, Justín Popovic, Nectario de Egina, Gregorio Palamás… Podrán acaso levantar sus voces contra aquellos que son venerados en los iconos de nuestras Iglesias y cuyas palabras son consideradas como inspiradas por el mismo Espíritu Santo?
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