martes, 12 de febrero de 2013

LA RENUNCIA DE BENEDICTO XVI


La verdad sea dicha, que Benedicto renuncie a su cargo, me trae sin cuidado y desde luego no me ha quitado un ápice de sueño. La noticia la recibí mientras comía tranquilamente en casa y a los postres pensaba: "Seguro que se quien es el primero que corriendo se ha ido a escribir una carta laudatoria ante tan notable acontecimiento cosmológico…" En efecto al poco me sentaba en el ordenador, abría la página de Romfea y allí estaba la lauda de Bartolomé el “Papa del Fanar”.

Esto si que me afectó, por más que nos tenga acostumbrados a sus barbaridades y provocaciones. Me preocupa cómo piensa por ser un Obispo de la Iglesia Ortodoxa y porque sus palabras llegan a los fieles asombrados de todo el mundo, que tontos no son y más en este mundo globalizado se enteran perfectamente de lo que ocurre de Oriente a Occidente.

No se ha enterado todavía el Patriarca Bartolomé de que eso de las “iglesias hermanas” es una herejía que hace revolverse en sus raclas las reliquias de los Santos. Que él es Obispo de la Iglesia de Constantinopla y que Una es la Iglesia Santa, Católica y Apóstolica. Pero que lo que hay en Roma, por desgracia, no es una iglesia hermana sino una parasinagoga, tal y como llaman los Santos Padres a las reuniones o asambleas de herejes. Que se pongan como se pongan él y los demás seguidores de esta teología contraria a la enseñanza de la Iglesia y expresada por los Santos Padres de la Iglesia.

No estudió Teología el Patriarca? O no se acuerda de la auténtica eclesiología ortodoxa? De dónde ese afán cansino y provocador? Por qué el interés siempre de quedar bien con los heterodoxos y mal con sus propios verdaderos hermanos en la fe?

Celebró el pasado día 6 a San Fotio el Grande, Patriarca de Constantinopla, que condenó en el VIII Concilio Ecuménico de Constantinopla el “Filioque” y el decir que los latinos caídos en la herejía eran por tanto una iglesia hermana? Todo puede ser. Pero no me extrañaría que un día de estos lo quitase del calendario por ser un “Zelote”. Vamos a ver, que esto ya cansa, es como una palabra mágica para quitarse de en medio a los que no piensan igual que ellos y una puerta abierta a toda clase de atropellos e injusticias.

Lo que está claro es que es la Ortodoxia y que no lo es; que es ser ortodoxo y que ser heterodoxo. Más como siempre y nada más hay que ver la Historia de la Iglesia, los que se apartan de la Ortodoxia no dudan en perseguir a los que la profesan y a los hechos me remito: Intentos de jubilación de obispos “molestos” en Grecia, control en plan “securita” de sacerdotes y monasterios en Rumanía…

Más la teología está clara:

El uso de la expresión “Iglesias hermanas” es inadecuado teológicamente incluso cuando se utiliza para expresar la relación entre las distintas Iglesias Ortodoxas locales; más inadmisible es su uso para definir el carácter ontológico de la Iglesia Ortodoxa y el catolicismo romano. Siguiendo la teología eclesiológica paulina, en sus textos, el Apóstol nos muestra su conciencia total de que la Iglesia es una y universal en el sentido de plenitud de verdad y vida y que esta Iglesia tiene como única cabeza a Cristo. Al abordar el tema de las Iglesias locales utiliza expresiones como “la Iglesia que está en Corinto” manifestando así que la Iglesia está entera y plenamente donde hay una comunidad eucarística de creyentes presididos por su Obispo y que permanecen unidas por la comunión en la fe, la vida y el orden eclesiástico. La unidad de las Iglesias locales se manifiesta en la reunión sinodal de los Obispos de una provincia o zona eclesiástica y en esta asamblea todos los Obispos son iguales en dignidad.

En este sentido menos aún podríamos llamar al conjunto que forma el catolicismo romano una Iglesia hermana ya que no existe la unidad necesaria en la confesión de la misma fe, lo que la hace desgajarse del Cuerpo Místico de Cristo, rompiendo la comunión divinizante del hombre con la Trinidad.

Después de la ruptura de los Latinos con la Iglesia Una, Católica y Apostólica, decir que los católicos, a pesar de todos los errores teológicos y canónicos, sigue unida a la verdadera vid, que su sacerdocio y sacramentos son válidos y que es una iglesia en el sentido pleno de la palabra, no es más que una herejía semejante a la de Arrio, Nestorio o Sabelio.

Que Dios se apiade de nosotros. Amén.

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