El Martes Santo contemplamos la Parábola de las diez vírgenes en espera del esposo. Contemplando cómo debemos vivir nuestras propias vidas en espera, velando por nuestro Señor siempre y esperándolo ansiosamente como se canta en el troparío de estos días.
He aquí que viene el Esposo a medianoche;
bienaventurado el siervo que encuentre velando;
mas el que está inadvertido, indigno es.
Cuida alma mía, de no caer en profundo sueño
y ser arrojada fuera del Reino y entregada a la muerte.
Mas velad clamando: Santo, Santo, Santo eres Tú, oh Dios;
por las intercesiones de la Madre de Dios,
ten misericordia de nosotros.
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