martes, 22 de junio de 2021

El sello del anticristo.





No es nuevo esto del milenarismo, sino que es algo que en la historia se repite, no sólo en tiempos de cambio de milenio, sino también en tiempos de catástrofes producidas tanto por la naturaleza, como por el hombre.
Surgen entonces multitud de profetas y agoreros que pasan los días anunciando el fin de los tiempos, la llegada del anticristo y el apocalipsis final.
Si esto ha sido un problema en todos los tiempos, ahora, en este momento de imperio y gobierno de las redes sociales, se erigen como auténticos "ifluencers" acaparando miles y miles de seguidores.
Dentro de la Ortodoxia, se levantan como paladines de la verdad incontestable y absoluta, olvidándose de que la única Verdad es Cristo.
En estos santos días después de la celebración del glorioso día de Pentecostés me gustaría hacer algunos comentarios:
Bien estaría de vez en cuando leer un poco de la historia de nuestra Iglesia para ver como estos milenaristas apocalípticos han ido surgiendo a lo largo de ella y han terminado cayendo en la herejía pues sólo el Padre sabe cuando será el glorioso día de la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo.
Que cada día, el cristiano tiene que vivir en un continuo deseo de esta venida, elevando a Dios la súplica más antigua que se conoce en la Iglesia: ¡MARANA THA! ¡¡¡Ven Señor!!! y ha de vivir amando a Dios y su prójimo como si al anochecer se tuviera que presentar ante el tribunal de Dios.
Que el tiempo que se pierde con el maldito internet, yendo de un link a otro, saltando de una web a la siguiente, pasando horas y horas en interminables chats y haciendo comentarios inútiles, lo dedicásemos a leer el Salterio y a clamar a Dios diciendo: ¡¡¡SEÑOR JESIUCRISTO, HIJO DE DIOS, TEN PIEDAD DE MÍ, PECADOR!!!
Tengo 53 años y desde que tengo uso de razón he oído lo del sello del anticristo, el 666, el número de la bestia, que será grabado para la perdición en la frente de los humanos.
Reflexionemos un poco:
Cuando fuimos bautizados, el sacerdote, después de salir de la pila del santo bautismo, nos ungió con el santo Miro mientras decía: EL SELLO DEL DON DEL ESPÏRITU SANTO. Fuimos ungidos, crismados, sellados, santificados e inundados por la gracia vivificante del Espíritu Divino que derramó abundantemente sus dones y gracias sobre nosotros.
¿Qué hacemos nosotros? Templos del Espíritu Santo, miembros del Cuerpo de Cristo, hijos del Padre, los arrojamos y tiramos de nuestro corazón con nuestros pecados, con cada mala palabra, con cada mentira, con cada envidia, con cada injuria, con cada acto de egoísmo, con cada pensamiento adúltero y lujurioso, abandonando los sacramentos, no acudiendo a la Liturgia los domingos a dar gracias al Dios Vivo por respirar cada segundo... Somos nosotros los que borramos este sello del Espíritu Santo de nuestra alma y nos sellamos NOSOTROS con el sello del anticristo.
Párate un momento y reflexiona sobre esto. Dios nos ilumine siempre con su gracia y su verdad.

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