jueves, 10 de enero de 2008

Perdiendo el idioma de Jesús: La dura historia de los asirios bajo el yugo del Islam



Publicado originalmente en inglés por Christianity Today
Los asirios son el mayor grupo cristiano de Irak. La historiadora de la cultura, Dra. Eden Naby, de origen asirio, está muy preocupada por la supervivencia de su comunidad, que ha sufrido persecuciones a lo largo de todo el siglo XX. Ha publicado numerosos trabajos sobre los asirios, así como sobre los afganos, turcomanos, uigures y kurdos, y ha impartido seminarios NEH (de la Fundación Nacional para las Humanidades) para profesores de la Universidad Harvard y de la Universidad de Massachusetts en Amherst sobre minorías religiosas y étnicas en Medio Oriente. Actualmente está terminando la redacción de un libro sobre la diáspora asiria en todo el mundo y está preparando una monografía sobre los asirios en el Medio Oriente.

Rob Moll, editor asistente de Christianity Today Online habló y contactó por e-mail con la Dra. Naby para tratar la situación de los asirios y su lucha por mantener su herencia cultural.-
ROB MOLL: Los asirios han estado en Irak por largo tiempo. ¿Podría hablarnos de su historia en la región?
EDEN NABY: Irak es un término reciente. Los asirios estaban en la región mucho antes que los británicos, los otomanos, los árabes y los kurdos. El término Mesopotamia tiene más sentido para los asirios, puesto que la palabra griega –que significa “tierra entre los ríos”– expresa dónde han vivido históricamente, entre el Tigris y el Éufrates. La combinación de una etnicidad y una lengua cada vez más minoritarias, junto con el problema de ser cristianos bajo gobiernos musulmanes, ha empujado a los asirios hacia las áreas más remotas de Irak, que son las áreas naturales de refugio para los marginados (esto es, desiertos o montañas). Los asirios se fueron a las montañas, aunque una población significativa permaneció en las planicies de Nínive, donde las iglesias datan de los siglos IV y V ó de una fecha anterior.
Cuando se creó el improvisado estado de Irak, por medio de conquistas y negociaciones con los sucesores de los otomanos, muchos asirios quedaron en Irak. Otros vivían en Turquía, Irán y Siria. Después de la revolución islámica de 1979, los asirios salieron de Irán en cantidades tales que ahora sólo queda un 15 por ciento de la comunidad que había al fin de la segunda guerra mundial.
¿Qué fuerzas llevaron a la emigración de los asirios?
La persecución de los asirios durante los siglos pasados se ha centrado en torno a su cristianismo, no su etnicidad. Es sólo en los siglos XIX y XX que la etnicidad ha llegado a tener un rol como fuente de fricción en Medio Oriente.
Los registros del siglo XIX son abundantes y claros: los gobiernos islámicos trataban a toda la “gente del Libro” como ciudadanos tolerados de segunda clase. Los asirios debían pagar los impuestos per cápita que se imponían a los no musulmanes, y estaban sujetos al sistema feudal opresivo que predominaba en Medio Oriente, que mantenía a los asirios en la pobreza y el hambre.
Pero, de manera más directa, fueron víctimas de las tribus de kurdos, quienes a menudo eran nombrados como “recolectores de impuestos” por las autoridades otomanas en las áreas donde vivían los asirios. De este modo, los kurdos se acostumbraron a abusar de los asirios por ser una minoría diferente que no hablaba kurdo y porque, al ser cristianos, no podían recurrir a la protección de las autoridades. Más flagrante era el habitual rapto de niñas y mujeres asirias.
La oportunidad de emigrar llegó con el avance de la rusa zarista hacia el sur y con la llegada de diplomáticos y misioneros occidentales. La primera gran migración fue hacia Rusia, donde aún existe una comunidad próspera y educada que ha conservado su lengua aramea desde 1828.
La segunda migración fue hacia Norteamérica, tierra amigable con los cristianos que podía y quería recibir a trabajadores empeñosos y buenos estudiantes. A fines del siglo XIX, los hombres empezaron a venir en busca de trabajo a ciudades que ofrecían empleos industriales.
Pero la persecución aumentó, al igual que las oportunidades para emigrar. Los años 1895 y 1896 fueron particularmente duros, así como 1905, 1909, 1912, 1914 y finalmente 1915, el Año de la Espada. Para 1918, casi todos los asirios se encontraban refugiados en algún lugar. Hasta 1924, cuando la ley de inmigración de los EE.UU. se tornó más restrictiva, hubo un enorme flujo de asirios hacia ese país.
Durante las épocas de persecución, aun con el respaldo de diplomáticos y misioneros británicos y norteamericanos, los asirios podían hacer muy poco para defenderse, excepto suplicar, lograr que los misioneros compraran la libertad de sus hermanas e hijas y estudiar con esfuerzo para superarse. Los ámbitos de la medicina y la técnica se convirtieron en su fuerte. Como médicos, dieron a conocer al resto del Medio Oriente el arte de la sanación que tanto se había desarrollado en la antigua práctica médica, más el conocimiento griego.
Hay un fuerte énfasis en la educación en la comunidad asiria en Norteamérica.
En comunidades minoritarias, especialmente del Medio Oriente, donde bajo el Islam hay pocas oportunidades económicas, la educación es la clave. La medicina es una tradición de larga data entre los asirios.
La medicina se puede transportar de una cultura a otra. En cambio, la mayoría de los intelectuales que vinieron aquí y estaban instruidos en el ministerio religioso, la educación o cualquier otra cosa, terminaron trabajando en fábricas.
Los asirios se encuentran concentrados en ciertas áreas de los EE.UU. ¿Por qué?
Principalmente debido a los trabajos industriales. Los misioneros también ayudaron a enviar algunos niños a la escuela. La Wesleyana de Ohio, el International College de Springfield, Massachusetts y la Universidad de Columbia, son algunas de las tantas instituciones educacionales a las que asistieron los asirios. El profesor Abraham Yohannan llegó a Columbia para ayudar a traducir el Nuevo Testamento al siríaco (no el idioma antiguo, sino el asirio vernacular de Irak).
Los inmigrantes que llegaron antes de la primera guerra mundial venían a trabajar. Sólo después de 1912 la comunidad empezó considerar establecerse permanentemente en los EE.UU., al ver oleadas de persecución dirigidas contra ellos. Después de la primera guerra, los miembros de nuestra comunidad fueron muertos o esparcidos. Dos tercios de nuestra población fueron asesinados o murieron de hambre.
¿Cómo se ha mantenido conectada la comunidad asiria, tanto dentro de Estados Unidos como con los asirios de Medio Oriente?
La conexión básica es la familia. Las personas de nuestra comunidad, como en la mayoría de las comunidades de Medio Oriente, permanecen estrechamente conectadas con la familia extendida. Cuando la gente migra desde Irak o Siria, parte de la familia se queda atrás. Esto es una ventaja y una desventaja a la vez, porque cuando tienes a tu tío abuelo viviendo aún en Bagdad, eres muy cuidadoso con lo que dices sobre Saddam Hussein o cualquiera que pudiera ir y dañar a tu gente.
La segunda conexión es a través de organizaciones religiosas o instituciones culturales. Pero no es fácil que esto se mantenga hasta una segunda o tercera generación debido al problema del idioma.
¿Qué tan importante es la preservación del idioma para conservar la cultura?
Es posible ser asirio y no dominar el idioma. Por supuesto que hay personas que son judías, armenias, indoamericanas, etc., que no dominan la lengua de su comunidad. Tenemos personas que sienten poderosamente que son asirios, pero la base de esta identidad se ha reducido considerablemente debido a la pérdida del idioma.
Sencillamente, no tenemos las facilidades para propagar nuestra lengua escrita. En 1920, en nuestra comunidad teníamos una alfabetización mayor que hoy en día. La razón es que, antes de 1920, Occidente tenía un enorme interés en nuestra lengua. Hay un relato sobre la celebración de los 50 años de presencia norteamericana en el noroeste de Irán, que fue en 1884. Habían invitado a algunos dignatarios persas, y un misionero estaba sentado junto a uno de ellos. El dignatario notó que muchas mujeres estaban sentadas juntas, con libros en sus manos, y le preguntó al misionero: “¿Qué están haciendo esas mujeres con esos libros? ¿Acaso las mujeres de su comunidad pueden leer?" Entonces, ellos pidieron que todas las mujeres que pudieran leer se pusieran de pie. Eran 600.
No creo que hoy tengamos 600 mujeres en Irán que puedan leer en nuestro idioma. Tenemos una población de 15.000. No ha habido oportunidad para que nuestra gente estudie su lengua.-

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