martes, 25 de agosto de 2009

50 aniversario de la dormición del Santo Geronta José el Hesicasta


El 15 de agosto se celebró el 50 aniversario de la piadosa dormición del Santo Geronta José el Hesicasta.

Los primeros años de su vida:

Francisco, que era su nombre seglar, nació en Pharos hijo de George y María en 1898. En su adolescencia se fue a trabajar al puerto del Pireo y a los 23 años comenzó a leer la vida de los Padres, siendo este un punto de inflexión en su vida. a lectura de estas biografías, sobre todo la de los Padres estrictos del desierto suscitaron en él el deseo de ser monje. Primero en lugar cercano que estaba desabitado se entrega a la oración y al ayuno y después marchó a la Santa Montaña de Athos.

Monte Athos

El futuro Geronta anhelaba la oración continua pero se encontró con graves problemas. Por un lado no encontraba padre espiritual y por otro la gran indiferencia de muchos monjes hacia la oración incesante.

“No encontraba consuelo, pues deseaba ardientemente encontrar aquello a que Dios me había animado a buscar y no sólo no lo encontraba, sino que ni tan siquiera encontraba quien me ayudase.”

En medio de esta experiencia, le fue concedida una visión de la Luz increada y el don de la oración incesante:

“Fui transformado totalmente y me olvidé de mí mismo. Tenía el corazón lleno de luz, estaba rodeado por ella, estaba por todas partes. No era consciente de que tenía cuerpo, y la oración comenzó a fluir.

Durante un tiempo estuvo en lugares inaccesibles recitando la Oración de Jesús. Finalmente encontró al Padre Arsenios y descubrieron que compartían el deseo común del hesicasmo por lo que decidieron continuar con la búsqueda común. Poco después encontraron al Geronta Efrén y organizaron sus vidas para procurarse el mayor tiempo de oración posible. Además de su trabajo y de su regla de oración el Padre José acudía a una cueva al anochecer para dedicar seis horas a la Oración de Jesús.

Después del reposo del Geronta Efrén, el Padre José y el Padre Arsenios pasaban los veranos de un lugar a otro en la cumbre del Monte Athos, a fin de no ser encontrados y para poder aprender de los monjes espirituales; en invierno volvían a su choza en el desierto de San Basilio. El Padre José solo comía tres onzas de galletas secas al día acompañándolas a vecs de algunas verduras silvestres hervidas. Hablaban poco para poder orar más. El Padre José fue asaltado por el demonio de la concupiscencia y luchó por más de ocho años contra él usando como armas las vigilias y no dormía sobre una cama sino en una silla. Por último hallaron a un padre con gran experiencia ascética y espiritual: El Geronta Daniel.

La Pequeña Santa Ana.

El tiempo pasaba y la fama del Geronta José comenzó a difundirse. tres hermanos se unieron a ellos acudiendo muchos a vivir temporadas cortas de tiempo. En 1938 la hermandad pasó a una cueva de la Pequeña Santa Ana creciendo a siete miembros. Después de trece años y muchos trabajos se trasladaron a Nea Skete donde durmió en el Señor el 15 de agosto de 1959.

La Hesiquía


San José el Hecicasta es una de las figuras más importantes de la vida monástica Athonita contemporánea siendo uno de los que favorecieron la renovación de la Montaña Santa.

El regreso a la interioridad en Athos, a la oración continua y a la Teología Hesicasta de debe en gran parte a la presencia del bienaventurado Geronta José. No era versado en las habilidades de las cosas mundanas, y sólo curso hasta el segundo grado elemental. Pero lleno de la plenitud de la Gracia divina que iluminó su mente llegó a los más altos grados de la Teología.

Teólogo, no es aquél que ha estudiado en las modernas facultades teológicas, sino aquél por el cual Dios habla del Logos. La verdadera Teología es un don del Espíritu Santo. El Geronta lo describía así:

“Cuando en la obediencia, la quietud purifica los sentidos, calma la mente y purifica el corazón, entonces se recibe la gracia y la iluminación del conocimiento. Se convierte todo en nous, se llena todo de claridad y teología. Dios extiende la paz y la inactividad total de las pasiones en todo el cuerpo.”

La Teología, según los Santos Padres, es un fruto de la gracia divina en nosotros. Por ello ven en los monasterios del desierto la verdadera universidad donde se estudia. Las cartas de los venerables Gerontas son verdaderos ensayos teológicos aunque no sigan muchas veces las reglas de la sintaxis y la ortografía.

Todo esto lo vivió dentro del marco de la tradición ortodoxa, en el Monte Athos, donde la Madre de Dios ruega incesantemente por todos nosotros y donde día a día se intenta, con la ayuda de Dios, vivir el verdadero significado de la tradición ortodoxa.

Hoy en día se habla mucho de esta tradición ortodoxa y con razón ya que es muy difícil encontrar en nuestros días gente que viva esta tradición según el sentido ortodoxo de la palabra. Están en la tradición aquellos que estudian los textos de los Santos Padres, pero no basta sólo eso. Están verdaderamente en la tradición ortodoxa aquellos que han recibido la vida ortodoxa de aquéllos que la poseen y la transmiten sin error. Así muchos han tenido la experiencia de lo que es recibir directamente la experiencia de la vida ortodoxa de un verdadero padre espiritual y de la alegría espiritual que supone cuando el narra algo a su vez de su padre espiritual manifestándose así ininterrumpida la cadena de la transmisión de la tradición ortodoxa. Cuando uno recibe de primera mano la experiencia del Espíritu Santo, descubre que el Evangelio no es algo que ocurrió en el pasado, sino que confirma que Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre.
El conjunto de la vida del santo Geronta giró entorno a la meditación continua en la oración de Jesús, poniendo en práctica el mandato del Apóstol Pablo: “Orad sin cesar”


Trató de aplicar el comando de Pablo, "orar sin cesar". Él enseñó esto no sólo a los monjes, sino también a los seglares ya que pensaba que todo el mundo, independientemente de cual sea su ocupación o en que lugar se encuentren pueden practicar la oración noética. “Repetir sin cesar las palabras "Señor Jesucristo, ten misericordia de mí" y sentiréis como si tuvierais miel en la boca”. Decía el Geronta: “No hay que esperar a un determinado momento. Repetidla incesantemente, sentado, acostado, caminando o parado. Cuando luches, de pie, cuando te canses, sigue sentado y luego lucha de nuevo. Comiendo o trabajando, no dejes la oración.”


Es para el Santo Geronta la oración el aliento vital del alma y son infinitos los dones, el consuelo, la dulzura, la felicidad y la alegría indescriptible que se reciben al recitar la oración de Jesús, a quien se debe toda gloria, honor y adoración por los siglos de los siglos. Amén.

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