Los búlgaros ortodoxos celebraron ayer, Domingo del Perdon, una de las fiestas eclesiásticas más populares, el rito por el que los jóvenes piden perdón a sus padres y abuelos por los pecados que han cometido durante el año y que los enamorados lancen flechas ardiendo contra las casas de sus novias para enardecer su corazón. 'Sirni Zagovezni' es una fiesta sin fecha fija y se celebra cada año, siete semanas antes de Pascua. En diferentes partes de Bulgaria la fiesta se llama también 'Pokladi' o 'Proshka', que significa perdón. 'Mamá, te pido perdón por los errores y los pecados que pueda hacer cometido durante el año', dice al despertarse Stefan a su madre en su casa en Varna, en la parte oriental del país. La costumbre exige también que el joven, de 25 años, bese la mano derecha de sus padres mientras pide perdón y la respuesta siempre es 'Te perdono, hijo mío'. El rito ortodoxo es igual para Lyuba y Gueorgui, ambos de 27 años, y recién casados, que además de a sus padres tienen que pedir disculpas a sus padrinos. Por eso por la noche van a su casa para una cena tradicional y llevan comida y bebidas como regalo, por lo general gallina asada, vino y 'rakia'. Todo el día de 'Sirni Zagovezni' está marcado por fiestas pero la culminación tiene lugar después de la puesta del sol y en las aldeas se encienden grandes fuegos sobre los que niños saltan para ser sanos y felices hasta el final del año, según la leyenda. También hay procesiones de 'kukeri' o jóvenes, vestidos como monstruos con máscaras de lobos y cuernos y trajes de pelaje con centenares de campanillas tradicionales alrededor de la cintura, porque según la creencia, el ruido producido por el baile y los saltos ahuyenta los malos espíritus del pueblo. Es muy popular que los mozos todavía no casados disparen flechas con fuego contra la casa donde viven sus elegidas para demostrar el amor que sienten hacia la muchacha y 'contagiarla' con este sentimiento. 'Sirni Zagovezni', que marca el fin del invierno y el inicio de la primavera, es una fiesta muy importante para la familia ortodoxa búlgara. Todos se sienten a una mesa llena de manjares tradicionales búlgaros y allí se organiza una de las costumbres propias de la fiesta. La persona de más edad de la familia toma un hilo rojo al que ata a uno de sus extremos un pedazo de turrón blanco, y un huevo en el otro extremo y empieza a darle vueltas. Según la costumbre, la tarea de los niños en la familia es intentar agarrar la comida en movimiento sólo con boca y quien lo consiga estará sano durante todo el año. En la cena se come también carne, tortas con queso y patatas fritas o asadas, el último ágape generoso antes de que empiece mañana la Gran Cuaresma .
No hay comentarios:
Publicar un comentario