A España, esta extraña festividad, llegó alrededor de los años 60 proveniente, como no, de los Estados Unidos que veían como desde Navidad hasta Pascua ( porque allí ellos sacan su dinero a base de huevos y conejos de chocolate) se les quedaba un espacio muy grande de tiempo sin ningún tipo de campaña consumista. Ellos, tan episcopalianos y poresbiteranos por entonces ( Ahora ni se sabe lo que son), no vieron nada malo en tomar a un Santo cristiano para poder fomentar e incitar al consumo. San Valentín, presbítero mártir en Roma fue el elegido, sin que exista ningún dato histórico que lo relacione con nada de aquello con lo que se relaciona ahora. A ese día se le llamó "Valentin's day".
Gracias a esto son muchos los que se ven obligados a gastar inecesariamente para demostrar algo que no se puede medir con nada materia: el amor. Aprovechan entonces para machacar con las solemnes tonterias de que si no te pones ropa interior mas apropiada para una prostituta, no compras una tarta cursi con forma de corazón de Mercadona y no te gastas lo que no tienes en alguna chorrada para tu novia, mujer etc. etc. pues como que no la quieres nada de nada.
Y la festividad de los enamorados ha arraigado de forma notable, pero este año con la crisis galopante que sufrimos, muchos restaurantes ni han planteado tan siquiera menus cursis con postres empalagosos con forma de músculo cardiaco.
Sinembargo, no esta mal la cosa para hacer memoria de algo muy importante: Si alguno de verdad quiere hacer memoria de su amor, coja el ejemplo de los Santos Adrián y Natalia o de los Santos Pedro y Febronia de Murom. Si un matrimonio quiere hacer memoria del amor que se tienen y que fue santificado con su coronación en el Santo Misterio, que se fije y celebre la festividad de estos Santos Esposos tal y como viene insistiendo desde hace años el Patriarca de Moscú.
Cuando dos personas se aman verdaderamente como cristianos, dan gracias a Dios todos los días por ese amor y piden a Dios que lo mantenga y bendiga. No son necesarias las rosas, más bien la paciencia, la bondad, el saber perdonar, la compañía incondicional... Amar, con mayúsculas.
Mis abuelos nunca celebraron este día y se amaron durante cincuenta y cinco años, en momentos buenos y malos, en dificultades y en bonanzas, criaron y educaron cinco hijos, los vieron casados y bien situados y fueron bendecidos con trece nietos. Mi abuelo murio el día de Domingo de Ramos, de repente, en la calle. Después de unos meses, arreglando papeles, encontramos un pequeño paquete envuelto para regalo con un broche con una perla rosa, en un cajon de su despacho, con una nota que decía: "Feliz día, un día más y uno menos para que nos podamos amar eternamente". No había cerca ningún aniversario, era simplemente un detalle, a destiempo, porque siempre merece la pena celebrar el amor. Mi abuela murió tranquila ocho años depués y lo último que dijo, un Domingo de Ramos (murió Viernes Santo) antes de entrar en el sopor del coma urético, fue: Ya falta menos, Ramón, para encontranos en el amor infinito de Dios"
Me he educado entre estos ejemplos de amor. Gracias a Dios no ha habido ningún divorcio en mi familia, quizás sea porque todos tenemos ante nuestros ojos como se han amado nuestros padres y nuestros abuelos.
Por desgracia las cifras hablan de una tónica distinta completamente: divorcios y más divorcios. Que los Santos Esposos intercedan por todos los enamorados y Dios los bendiga siempre.
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