martes, 12 de marzo de 2019


¿POR QUÉ AYUNAMOS LOS CRISTIANOS ORTODOXOS?

Al ayunar, un hombre levanta su alma sobre su prisión terrenal y penetra a través de la oscuridad de la vida animal a la luz del Reino de Dios, a su propia verdadera patria.

El ayuno hace al hombre fuerte, decisivo y valiente ante los hombres y los demonios.

El ayuno hace al hombre generoso, manso, misericordioso y obediente.

Al ayunar, Moisés se hizo digno de recibir los Mandamientos de las manos de Dios.

Al ayunar, Elías cerró los cielos, de modo que no hubo lluvia durante tres años; mediante el ayuno, hizo descender el fuego del cielo sobre los adoradores de los ídolos, y al ayunar se hizo tan puro que pudo, en el Horeb, hablar con Dios.

Al ayunar, Daniel fue librado de la muerte en el pozo de los leones, y los Tres Niños del horno de fuego.

Al ayunar, el rey David elevó su corazón al Señor, y la gracia de Dios descendió sobre él y cantó las oraciones más dulces y sobresalientes que cualquier hombre, antes de la venida de Cristo, haya levantado a Dios.

Al ayunar, el rey Josafat aplastó a sus enemigos, los amonitas y los moabitas.

Al ayunar, Esther y los judíos fueron salvados de la persecución de Haman.

Al ayunar, la ciudad de Nínive se salvó de la destrucción que el profeta Jonás había profetizado.

Al ayunar, Juan el Bautista se convirtió en el más grande de los nacidos de mujer.

Armado por el ayuno, San Antonio venció a las hordas de demonios y los expulsó lejos de él. Pero no sólo San Antonio, un ejército incontable de santos cristianos, tanto hombres como mujeres, se han purificado a sí mismos mediante el ayuno, se han fortalecido a sí mismos y se han convertido en los héroes más grandes de la historia humana. Porque conquistaron lo que es más difícil de superar: a ellos mismos. Y, al conquistarse a sí mismos, conquistaron al mundo y a Satanás.

San Basilio dice: "El ayuno fortalece el alma".

San Diodoro dice: "Los verdaderos ascetas se abstienen de comer, no porque consideren que eso es malo en sí mismo, sino en orden, a través de la restricción, de frenar a los miembros ardientes del cuerpo".

San Jerónimo dijo: "Para Dios, el Creador y el Señor del universo, el sonido de un estómago retumbante no es necesario, pero sin él no puede haber castidad".

Y finalmente, ¿no comenzó el Señor Jesús mismo con el ministerio divino de la salvación de la humanidad con un ayuno de cuarenta días? ¿Y no mostró Él, de esta manera, claramente que debemos comenzar seriamente nuestra vida como cristianos con el ayuno? Por su propio ejemplo, el Señor nos mostró cuán grande es el arma del ayuno. Con esta arma, venció a Satanás en el desierto, y con él venció a las tres pasiones satánicas principales con las que Satanás lo tentó: el amor a lo fácil, el amor a la alabanza y el amor al dinero. Estas son tres codicias destructivas, las tres trampas más grandes con las que el enemigo malvado de la raza humana atrae a los soldados de Cristo.

San Nicolás de Zica

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