lunes, 13 de octubre de 2008

Vida de nuestra venerable Madre Santa Paresqueva


Esta hermosa flor de la Iglesia es conocida universalmente y celebrada sobre todo por las Iglesias de Rumanía, Serbia, Bulgaria y Grecia. Pero es sobre todo celebrada en la ciudad de Iassi donde reposan sus reliquias desde hace 350 años y a donde acuden a venerarla miles de devotos peregrinos de todo el mundo ortodoxo.

Nació la Bienaventurada Madre Paresqueva en la primera mitad del siglo XI en la ciudad tracia de Epivatul. De padres cristianos y piadosos, tuvo un hermano llamado Eftimio que después de estudiar en un monasterio hizo la profesión monástica y llegó a ser obispo de Madita.

A la edad de diez años, entró la santa virgen en una Iglesia donde escuchó el texto evangélico que decía: “Quien quiera seguir en pos de mí, venda todo lo que tenga, cargue con su cruz y sígame”. Tan fuertemente calaron estas palabras en su corazón, que al salir de la Iglesia repartió entre los pobres su ropa y sus adornos. A pesar de las reprimendas de sus padres, vestía austeramente no guardando nada para si.

Llena de amor a Cristo su celestial Esposo, dejó la casa paterna retirándose a un lugar solitario donde vivía entregada a las vigilias y al ayuno. Toda su vida estaba entregada a Cristo y abundantes lágrimas derramaba en la tierra que así era regada con su penitencia.
Animada por un ángel, abandonó su retiro regresando a sutierra y de allí marchó a la ciudad de Constantinopla donde rezó en la Iglesia de las Blanquernas dedicada a la Madre de Dios. De allí marchó a Jerusalén donde visitó los Santos Lugares y el desierto de Jordania donde entró en un monasterio en el que permaneció hasta la edad de 25 años en que regresó a Epitavul permaneciendo escondida de todos y preparando su alma para el encuentro con el Novio celestial, adornándola con las joyas del ayuno, la oración y la ascesis.

Fueron encontradas sus reliquias y llevadas a la Iglesia de los Santos Apóstoles donde permanecieron por 200 años, hasta el año 1235. Durante este tiempo fue consuelo para todos los que se postraban ante ellas extendiéndose la fama de sus milagros por toda la Tracia y la península balcánica.

De allí fueron trasladadas a Tirnovo, capital del imperio búlgaro permaneciendo allí 160 años hasta que fueron trasladadas a Belgrado. De allí salieron hacia Constantinopla en el año 1521, después de que fuera tomada la ciudad por los turcos permaneciendo allí por 120 años.
Después de construir la Iglesia de los Tres Santos Jerarcas en la ciudad de Iassi, el Voivoda Vasile Lupu realizará todos los tramites necesarios con el Patriarcado de Constantinopla para trasladar los sagrados restos a Iassi.

En mayo del año 1641, el Patriarca y otros miembros del santo Sínodo firmaron un acuerdo con Vasile Lupu por el cual a cambio de pagar las deudas del Patriarcado y prestarle ayuda posterior, le daría las reliquias de Santa Paresqueva. Tuvieron que sacar las reliquias a escondidas del pueblo ortodoxo por temor a disturbios originados al perder la protección de la Santa.

Las Santas Reliquias se pusieron en la Iglesia de los Tres Santos Jerarcas siendo escudo y defensa para todos los que acudían a ella. Durante unas restauraciones la noche del 26 de diciembre de 1888, se produjo un gran incendio. Las llamas alcanzaron tal fuerza que derritieron la urna de plata y calcinaron el interior de madera, más el cuerpo incorrupto de Santa Paresqueva no sufrió ningún daño quedando intacto.

Fue puesto en un nuevo relicario costeado por Lupu Fălticeni y depositados en la Catedral metropolitana. El 10 de octubre de 1955 el Santo Sínodo de la Iglesia de Rumanía, declaró la fiesta para toda Rumanía.

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