viernes, 19 de noviembre de 2010

La cultura de la muerte en España

Este gobierno no tiene ni idea de como gestionar la economía del país, sostiene una política diplomática que da vergüenza (véase lo del Sáhara) y en materia educativa es un auténtico desastre, pero cuando se trata de la muerte, son unos ases. Les encanta la muerte. Adoran la muerte. Facilitan la muerte. Da igual que seas un feto, un anciano o un enfermo. El gobierno de Zapatero no hace acepción de personas. Parece que las quiere a todas muertas.

Rubalcaba, ese señor cuya sola presencia en un gobierno -y no digamos en el ministerio del Interior- hace dudar de que en este país exista un régimen de libertades, nos ha anunciado hoy una ley de muerte digna. Dice que no será una ley para aprobar la eutanasia. Señal inequívoca de que, efectivamente, será una ley a favor de la eutanasia aunque le pongan otro nombre. Al fin y al cabo, al PSOE se le da bien eso de cambiar a las cosas de nombre. Al aborto le llaman interrupción voluntaria del embaraz y ahora le toca el cambio a la eutanasia.

Porque, vamos a ver, estimados señores del gobierno, del partido que le sostiene y de la ciudadanía que les vota. ¿Acaso en los hospitales españoles no se hace ya todo lo posible para que los enfermos terminales no sufran dolor? ¿es que se deja a los moribundos llegar a su fin entre gritos y estertores? No, ¿verdad? Entonces, ¿para qué una ley que regule algo que ya está regulado por la procesión médica y su código deontológico?

Cuando ustedes hablan de muerte digna, a algunos nos viene a la memoria el abrazo de Zapatero al doctor Montes, ese señor del que todo el mundo sabe lo que pasaba cuando estaba al cargo de la sección de Urgencias en el hospital Severo Ochoa de Leganés. Y como todo el mundo lo sabe, no lo digo, no vaya a ser que ese sujeto me ponga una querella. Yo creo que, directamente, lo mejor que podemos ir haciendo es llamar al nuevo texto legal como la “ley doctor Montes". Y más nos vale ir firmando testamentos vitales en los que dejemos claro que no queremos que nos administren sedaciones mortales. Con que nos quiten o reduzcan el dolor que podamos sufrir, es suficiente.

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