lunes, 30 de marzo de 2009

Nuestro Padre Juan Clímaco, autor de la escala de virtudes.



"La Escala al Paraíso" fue un libro inmensamente popular que logró para su autor, Juan el Escolástico, el sobrenombre de "Clímaco," por el que es generalmente conocido. Fue originario de Palestina y se dice que fue discípulo de San Gregorio Nazianceno. A la edad de dieciséis años, se unió a los monjes establecidos en el Monte Sinaí. Después de cuatro años que pasó probando su virtud, el joven novicio profesó y fue puesto bajo la dirección de un hombre santo llamado Martirio. Guiado por su padre espiritual, dejó el monasterio y se instaló en una ermita cercana aparentemente para acostumbrarse a dominar la tendencia a perder el tiempo en ociosas conversaciones. Al mismo tiempo, nos dice que, bajo la dirección de un director prudente, logró salvar obstáculos que no habría podido vencer si hubiera intentado hacerlo por sí solo. Tan perfecta fue su sumisión, que tuvo por regla nunca contradecir a nadie ni discutir cualquier argumento que sostuvieran aquellos que lo visitaban en su soledad.


Después de la muerte de Martirio, cuando San Juan tenía treinta y cinco años de edad, abrazó por completo la vida eremítica en Thole, un lugar solitario, pero suficientemente cercano a una iglesia que le permitiera a él y a los otros monjes y ermitaños de la región poder asistir los sábados y domingos al oficio divino y a la celebración de los santos misterios. En este retiro, el santo pasó cuarenta años, adelantando más y más en el camino de la perfección. Leía la Biblia con asiduidad, así como a los Padres y fue uno de los santos más eruditos del desierto; pero todo su propósito era ocular sus talentos y esconder las gracias extraordinarias con que el Espíritu Santo había enriquecido su alma. En su determinación de evitar toda singularidad, tomó parte en todo aquello que era permitido a los monjes de Egipto, pero se alimentaba tan frugalmente, que más parecía probar los alimentos que comerlos.


Su biografía refiere con admiración que era tan intensa su compunción, que sus ojos parecían dos fuentes que nunca cesaran de manar lágrimas y que en la caverna, a la que él acostumbraba retirarse para orar, las rocas resonaban con sus quejas y lamentaciones.


Se nos dice que Dios le concedió una gracia extraordinaria para curar los desórdenes espirituales de las almas. Entre otros a quienes él ayudó, hubo un monje llamado Isaac, llevado casi al borde de la desesperación por las tentaciones de la carne. Juan se dio cuenta de la lucha que sostenía y después de elogiar su fe, dijo: "Hijo mío, acudamos a la oración." Se postraron ambos en humilde súplica y, desde aquel momento, Isaac quedó libre de sus tentaciones. Otro discípulo, cierto Moisés, que parece en algún tiempo haber vivido cerca del santo, después de acarrear tierra para plantar legumbres, fue vencido por la fatiga y se durmió bajo el ardiente sol, al amparo de una gran roca. Repentinamente fue despertado por la voz de su maestro y se precipitó hacia adelante, justo a tiempo para evitar el ser aplastado por un alud de piedras. San Juan, en su soledad, tuvo conocimiento del peligro que lo amenazaba y había estado rogando a Dios por su seguridad.


A la muerte del abad de Monte Sinaí, fue unánimemente escogido para sucederle. Poco después, durante una gran sequía, la gente acudió a él como a otro Elías, rogándole que intercediera ante Dios por ellos. El santo encomendó su desgracia al Padre de las Misericordias y una abundante lluvia contestó a sus oraciones. Tal era su reputación, que San Gregorio el Grande, que ocupaba entonces la Silla de San Pedro, escribió al santo abad pidiéndole sus oraciones y enviándole camas y dinero para el uso de los numerosos peregrinos que acudían al Monte Sinaí.


Durante cuatro años, San Juan gobernó a los monjes con tino y prudencia. Sin embargo, había aceptado el cargo con cierta renuencia y encontró manera dé renunciar a él poco antes de su muerte. Había llegado a la edad de ochenta años, cuando entregó su alma en la ermita que le había sido tan querida. Jorge, su hijo espiritual, que le había sucedido como abad, rogó al santo agonizante que no permitiera que ellos dos se separaran. Juan le aseguró que sus oraciones habían sido oídas y el discípulo siguió a su maestro en el lapso de pocos días.


Además del "Climax" como se titula su "Escala al Paraíso" tenemos otra obra de San Juan: una carta escrita al abad de Raithu, en la que describe las obligaciones de un verdadero pastor de almas. En el arte, Juan es siempre representado con una escalera.


En su pensamiento ejercieron especial influencia Gregorio Nacianceno y San Dionisio. Pero su primera fuente es la experiencia como monje y asceta. Su Escalera es justamente una guía para recorrer el camino interior hacia Dios. El asceta reconoce que alcanzar su meta (desligarse del mundo y unirse a Dios) no depende sólo de él, por ello se educa en la humildad sometiendo su voluntad a la guía espiritual, al pastor.


La Scala Paradisi consta de treinta escalones. Los primeros veintitrés están referidos a la lucha contra los vicios, los siete restantes a la adquisición de las virtudes. El primer paso que debe dar el monje es renunciar al mundo, mediante el desprendimiento de las cosas materiales y el desasimiento interior, retirándose a una vida solitaria. De este modo, separado de todo, puede mantenerse unido a Dios a través de la meditación y alcanzar al ser que verdaderamente es. Así, habiendo vencido los vicios y debilidades de la carne y del alma, habiéndose aislado del mundo y elevado más allá de la Creación por el pensamiento y el amor, logra la impasibilidad, la paz del alma, “la muerte del alma y la muerte de la inteligencia antes que muera el cuerpo”, y se abre para recibir a aquel que lo sobrepasa, a Dios, muriendo para el mundo y resucitando en la vida contemplativa. Llegado a este punto, en el que ha logrado la perfecta obediencia —afligiéndose sólo cuando se sorprende haciendo su voluntad y no la de Dios—, al monje sólo le falta la oración para unirse con Dios.


No se llega a Dios por los esfuerzos de la razón sino por la adhesión del alma enamorada. El hombre es imagen y semejanza de Dios y el amor constante a Dios es lo propio del alma. El alma que se reforma buscando recuperar su condición de imagen y semejanza de Dios, que se purifica, no necesita ya de la razón para mostrar a Dios, pues lo tiene dentro de sí. El asceta medita diariamente sobre la muerte. Le produce horror la posibilidad de que ésta le llegue sin que él esté preparado. Además, teme la muerte de su contemplación, que lo llevaría a separarse de Dios y renacer para el mundo. Meditando sobre la muerte, el asceta se une más a Dios y se prepara para la eternidad.


Al pastor dedica Juan la parte final de su obra, titulada Carta al pastor. Allí afirma que el verdadero pastor no guía por conocimientos recibidos desde afuera sino en base a una iluminación interior por la que conoce a Dios. El verdadero pastor, que recibe su sabiduría de Dios, es capaz de guiar no sólo a las ovejas dóciles y obedientes sino también a las incultas y desobedientes. El prototipo del buen pastor no es otro que el propio Jesucristo.

martes, 24 de marzo de 2009

La fiesta de la Anunciación


Hoy ha llegado la alegría de todos,

que absuelve de la primitiva condena.

Hoy ha llegado Aquel que está en todas partes,

para llenar de júbilo todas las cosas”


(Andrés de Creta, Homilía 111.
Exordio de la homilia sobre la Anunciación).


“Este es el día de una buena nueva de alegría, es la fiesta de la Virgen; el mundo de aquí abajo se toca con el de ahí arriba; Adán se renueva y Eva se libra de la primitiva aflicción; el tabernáculo de nuestra naturaleza humana se convierte en templo de Dios gracias a la divinizacion de nuestra condición por El asumida. El modo del advenimiento de Dios nos es desconocido, el modo de la concepción queda inexpresable. El Angel se hace ministro del milagro; el seno de la Virgen recibe un Hijo; el Espíritu Santo es enviado; desde lo alto el Padre expresa su beneplácito, la unión se realiza por voluntad común; en Él y por medio de Él, henos aquí salvos; unimos nuestro canto al de Gabriel y cantamos a la Virgen: Ave llena de gracia, a través de ti llega la salvación, el Cristo nuestro Dios; la ha tomado nuestra naturaleza y nos ha elevado hasta él. Ruégale por la salvación de nuestras almas.” (Doxasticon. Himno de la víspera de la fiesta)


“Hoy se inicia nuestra salvación y la manifestación del eterno misterio: el Hijo de Dios se hace Hijo de la Virgen y Gabriel anuncia la gracia.Con él decimos a la Madre de Dios: Salve llena de gracia, el Señor es contigo. A ti capitana que por nosotros combates, nosotros, tus siervos, salvados de los peligros, dedicamos el himno de victoria, como canto de agradecimiento, oh Madre de Dios.Pero tú que posees una fuerza invencible, líbranos de todos los peligros, para que podamos cantarte: Alégrate, oh esposa inviolada” (De los dos himnos de la fiesta: el Apolytikion y Kontakion).


En la Anunciación es donde “ se ha realizado el misterio que sobrepasa todos los limites de la razón humana, la Encarnación de Dios” (Monje Gregorio).
Esta fiesta es “el canto proemial de una alegría indecible” (Andrés de Creta. Homilia 119).

Los primeros testimonios de esta solemnidad litúrgica aparecen en la época del emperador Justiniano, siglo VI.En la Iglesia antigua la fiesta de la Anunciación iba asociada inseparablemente a la Navidad. Al aumentar la importancia de la Natividad del Señor, se formó un pequeño ciclo navideño y la Anunciación cobró mas autonomía respecto al núcleo primitivo hasta constituirse en fiesta mariana autónoma. Desde el principio la fiesta se estableció el 25 de marzo, porque circulaba la opinión de que Jesús se había encarnado coincidiendo con el equinoccio de primavera, tiempo en el que según las concepciones de la antigüedad, fue creado el mundo y el primer hombre. Esto lo comenta muy extensamente Anastasio Antioqueño (+599) en su Homilia sobre la Anunciación, 6- 7. Ulteriores precisiones de naturaleza teológica son hechas por Máximo el Confesor (+662) en la Vida de María, 19. En ambos resuena la concepción de Cristo segundo Adán y la recreación del mundo por parte de Dios en la Encarnación con vistas a la Resurrección, plenitud de todo lo creado. Lo que mayormente llama la atención de esta fiesta es el sentido de alegría, alguna vez difusa, pero siempre profunda, que se nota en los himnos, oraciones y homilías. Esto entró en conflicto con la austeridad de la Cuaresma, se decreto que se celebrará con toda solemnidad cayera cuando cayera. La Iglesia ha dotado a esta solemnidad de una prefiesta, el 24 de marzo, con un espléndido oficio y numerosos himnos entre los que cabe destacar por su belleza el Canon de los Maitines de Teófanes Graptos (+845), acérrimo defensor de los iconos en la época iconoclasta.
Los textos de esta fiesta están influenciados por una amplia tradición bíblica y patristica que incluye las aportaciones de los apócrifos, en especial del Protoevangelio de Santiago.Tambien de tradición apócrifa es el estado viudo y de edad de José, así como la vara florecida de éste, como signo de elección para esposo de María, con la variante de la paloma que sale del bastón de José y se posa sobre su cabeza como elegido. La iconografía parece haber sintetizado las aportaciones de esta multiplicidad de tradiciones que tienen una raíz común en el evangelio de Lc. 1, 26-38, en el que está contenida la esencia del Credo de los primeros cristianos sobre la Encarnación: Jesús ha sido concebido por obra del Espíritu Santo y ha nacido de una Virgen.
Sobre el texto de Lucas 1, 26 – 38, Santos Padres y escritores espirituales, se detienen a comentar dos aspectos: por qué el anuncio fue dado a una virgen prometida y por qué la virgen quedó turbada por el saludo del ángel. Hay consideraciones muy buenas de reflexión teológica, catequética y meditativa.Citaremos algunos: Orígenes, Comentario del Evangelio de Lucas; Ignacio de Antioquia, en su Carta a los Efesios; Sofronio de Jerusalén, (+638), Homilia sobre la Anunciación, 23. Se debe al Comentario del Evangelio de Lucas, de Orígenes sobre la meditación que María hacia, qué esta aparezca representada con un libro sagrado delante o entre sus manos. Esta misma idea la remarca el monje Epifanio en su libro el Discurso sobre la vida de la Santa Madre de Dios, 5: “...María se dedicaba intensamente al estudio de la Sagrada Escritura, trabajaba la lana, la seda...” Cuando María aparece con un libro entre las manos o en el atril su significado teológico es: ella ha generado al Verbo, la Palabra, el Libro de nuestras almas.

lunes, 23 de marzo de 2009

Parada de la Santa Faz en la Parroquia




Este domingo fue un momento muy importante para nuestra Parroquia. El día 19 se trajo a la ciudad de manera extraordinaria la Reliquia de la Santa Faz desde el monasterio en el que se venera a 9 km de la ciudad y en el que alguno de vosotros ha estado. La última vez que vino a Alicante fue hace diez años y la anterior visita había sido en el año 1991.


Tradicionalmente entra por lo que antiguamente era la huerta de Alicante, por el norte de la ciudad y sale por la calle de la Virgen del Socorro, por el antiguo barrio del Raval Roig, para tomar la carretera de Valencia y llegar de nuevo al Monasterio. A su salida tenía que pasar por la puerta de la Parroquia y para gran alegría nuestra, el sábado se daba el permiso para que parase por unos minutos para poder ser venerada por los fieles. Momento históricoque se vivió con mucha emoción por parte de todos, los feligreses y muchos vecinos del Raval que al enterarse esperaban con nosotros la llegada de la Reliquia.


En el siguiente link se pueden ver fotografías.


III domingo de Cuaresma


Oh Señor, salva a tu pueblo y bendice tu heredad.
Concede la victoria a los cristianos ortodoxos
y por tu Cruz, salva a tu Igleisa.

En la siguiente dirección pueden verse fotos de la celebración del III domingo de Cuaresma en la Parroquia.

http://picasaweb.google.com/Parroquiaortodoxa/IIIDomingoDeCuaresmaLaVeneracionDeLaSantaCruz#

La UNESKO otorgara 5,5 millones de dolares para la renovacion de templos ortodoxos


El jefe de la Diplomacia serbia, Vuk Jeremic, declaro anoche que se alcanzo acuerdo con la UNESCO la que otorgara 5,5 millones de dolares para la renovacion de templos ortodoxos en Kosovo-Metohia, destruidos en la violencia de extremistas albaneses el 17 de marzo del 2004. Señalando el desalentador hecho de que nadie de los que participaron en esa violencia hace cinco años fue detenido, Jeremic dijo para Radio Television Serbia que nuestro pais brindara pleno apoyo a la UE, en el marco de sus ingerencias, a fin de mejorar el trabajo de la policia y de los organos de justicia para que finalmente comparezcan ante el tribunal los autores de dichos crimenes. Jeremic evaluo que el pogromo de marzo perpetrado hace cinco años , fue un intento de limpieza etnica de serbios kosovares y de erradicacion de su patrimonio cultural y religioso, destacando el ejemplo de Djakovica, porque en el centro de dicha ciudad en el lugar donde se encontraba la iglesia ortodoxa , hoy hay un parque . Tambien esto representa el intento de borrar toda huella de la existencia de serbios y de su religon en un espacio, destaco Jeremic. No existe un lugar en Europa en el que la cristianidad se ha visto tan amenazada como en Kosovo-Metohia.

viernes, 20 de marzo de 2009

III DOMINGO DE CUARESMA: VENERACIÓN DE LA SANTÍSIMA CRUZ


El tercer domingo de la Gran Cuaresma se realiza la Veneración de la Santa Cruz. En el medio de la Gran Cuaresma, la iglesia nos ofrece la adoración de la preciosa y vivificadora Cruz, para que podamos renovar nuestras fuerzas y sobrellevar el ayuno debido a nuestras debilidades corporales.


Nuestra Santa Iglesia la ubica en medio del camino del ayuno para que la vivificadora Cruz sea la alegría del mundo, la fuerza del creyente, la esperanza del pecador, entonces prosternándonos ante ella, nos da bendición, regocijo fuerza para poder terminar el ayuno cantando: “Viendo, hoy, la preciosa Cruz de Cristo, nos prosternamos ante ella con fe y alegría, y abrasémosla con anhelo suplicando al Señor, que sobre ella fue crucificado por su propia voluntad, que nos haga dignos a todos los fieles de prosternarnos ante la venerable Cruz y de llegar al día de la Resurrección, sin condena!”


La Cruz es la fuerza divina de todos los sacramentos. Cuando el sacerdote santifica el agua durante el bautismo hace la señal de la cruz y bendice el agua diciendo: \"Que se destruyan, bajo la imagen de Tu Cruz, todas las fuerzas adversas.\" Al bautizado se le coloca una cruz con las siguientes palabras: \"El que quiera seguirme, niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame\" (Mc. 8:34)

martes, 17 de marzo de 2009

Guía para el arrepentimiento


El arrepentimiento y la confesión de nuestros pecados nos sanan ya que el pecado es enfermedad y al acercarnos al Misterio de la Confesión nos acercamos al mismo Cristo que es el médico de nuestras almas y cuerpos. Es esta la única manera adecuada de prepararse para recibir el Santísimo Cuerpo de Cristo y su Preciosísima Sangre, verdadera medicina y prenda de inmortalidad.

Es necesario acercarse a confesar los pecados después de haber examinado con detenimiento nuestras acciones. Para esto es útil tener un manual que nos ayude a hacer este examen. Esto también facilita el que podamos pedir consejo o resolver nuestras dudas con nuestro Padre Espiritual. Es muy importante tener este Padre que nos acompaña y guía en el camino de la fe y que con la ayuda del Espíritu Santo nos indica cual es el camino correcto por el que debemos de ir. Así mismo es necesaria una total confianza en él y el ser conscientes de que nos habla como si el mismo Cristo lo hiciera.

Cristo nuestro Señor instituyó este camino de salvación para el hombre arrepentido dentro de su Iglesia. Es un camino igual que el que recorre el Hijo Pródigo del Evangelio, que después de reconocer su pecado, vuelve arrepentido a la casa de su Padre para pedirle que se apiade de él y le conceda su perdón. La alegría del encuentro con el Padre nos es concedida por nuestro Dios-Hombre Jesucristo, el único Amante de la humanidad, por medio de este Santo Misterio.

Hemos de superar cualquier obstáculo y tentación que nos bloquee el camino que nos conduce hasta los brazos de nuestro Padre Misericordioso. En la Iglesia, delante del icono de nuestro Salvador, nos espera el sacerdote que como hombre y compañero de camino, comprende y tiene misericordia de sus hermanos, porque él también es pecador, animándonos al arrepentimiento y a la conversión del corazón

Hay que arrojar lejos de nosotros cualquier pensamiento que nos turbe o nos atemorice rechazándolo como tentación del maligno enemigo de los hombres que quiere que no nos acerquemos a confesar y pedir perdón por nuestros pecados, ya que así permanecemos en sus garras lejos de Dios. Hemos de ignorar cualquier cosa o persona que se interponga en nuestro camino, aún cuando sean buenas, para lograr lo que es verdaderamente necesario para nosotros que es nuestra reconciliación con Dios. Cuando estamos enfermos superamos todos los obstáculos necesarios para poder ir a un buen médico que nos libre de nuestra enfermedad. Así pues nada ha de impedirnos buscar el remedio a la enfermedad mortal del pecado, ni de tomar la medicinas a veces amarga de la penitencia, si sabemos que con ello quedaremos sanos.


Hemos de confesar detalladamente nuestros pecados y enuméralos cada uno por separado: San Juan Crisóstomo dice: "Uno no sólo debe decir: ‘he pecado’, o ‘soy un pecador’ sino que también debe declarar cada tipo de pecado, en que momento y como se pecó." San basilio el Grande nos dice: "La revelación de los pecados está sujeta a las mismas reglas como la declaración de una enfermedad física. El pecador está espiritualmente enfermo y su Padre Espiritual es su médico. De ésta manera se entiende que uno debe confesar o decir todos sus pecados de la misma manera que un enfermo físico dice o revela todos los síntomas de su enfermedad al médico del cual espera recibir su curación."

No menciones a nadie más ni involucres a otras personas en tu confesión, porque eso no es una confesión sino una acusación y es otro pecado más para ti. No trates de ninguna manera de justificarte durante la confesión culpando a tus "debilidades," "a las modas", "a las costumbres,".
En medio de las dificultades, en muchas ocasiones la gente viene a la Iglesia para pedir que se rece por ellas, por tal o cual problema. Antes de esto hemos de reconciliarnos con Dios para que Él, perdonando nuestras transgresiones acoja benevolente nuestras súplicas.

Cristo Resucitado nos espera y es su amor infinito el que nos da la bienvenida cuando nos acercamos a este Santo Misterio. Él nos ayuda a liberarnos de la pesada carga de nuestros pecados diciéndonos: Venid a mí los que estéis cansados y agobiados, pues yo os aliviaré (Mt. 11, 28)

A la hora de realizar el examen de nuestras acciones, palabras y pensamientos nos puede ser útil lo siguiente: examinar nuestra relación con Dios, con los otros, o sea con nuestros prójimos, con nosotros mismos, con nuestra pareja si estamos casados y con nuestros hijos si los tenemos.

Ponemos a continuación la invitación al examen de conciencia que nos ofrece San Nicodemo el Haghiorita en el Exomologuetarion. No nos avergoncemos nunca de confesar nuestros pecados, al contrario, avergoncémonos de los pecados cometidos que nos separan de Dios.

“Mira, hijo espiritual, Cristo está invisiblemente aquí presente, esperando tu confesión; no te avergüences, ni asustes, y no escondas ninguno de tus pecados; que tu corazón los confiese para que puedas recibir el perdón de ellos por medio del mismo Cristo. Si tú escondes alguno, sepas que el pecado no confesado, no solamente pesará sobre tu conciencia, sino que quedará escrito, y se descubrirá delante de los ángeles y de los hombres el día del Juicio Final. Y no sólo esto sino que a ese pecado no confesado añadirás aún otro más, el de sacrilegio. Así pues, ya que has venido al médico mira de curarte totalmente y no continuar enfermo, porque sino el mal permanecerá en ti. Has de saber, hijo mío, que según los criterios de este mundo el que revela sus pecados lo hace para ser castigado; pero según el criterio de la confesión el que revela sus pecados lo hace para ser perdonado.”

San Nicodemo Hagiorita: Exomologuetarión, Addendum “Cómo el Padre Espiritual ha de preguntar al que se confiesa por sus pecados” p 195; Ed Uncut Mountain Press, 2006, Tesalónika, Grecia (en inglés)

martes, 10 de marzo de 2009

2° Domingo de Cuaresma.


En este domingo la lectura Evangélica relata la curación del paralítico en Cafarnaum. Tres Evangelistas, Mateo, Marcos y Lucas concuerdan en sus relatos sobre la curación del paralítico. Marcos sitúa lo ocurrido en Cafarnaum, mientras que Mateo dice que Nuestro Señor realizó este milagro cuando vino a "Su ciudad." En efecto, así se llamaba Cafarnaum según el testimonio de San Juan Crisóstomo: "Jesús nació en Belén, fue criado en Nazareth mas vivió en Cafarnaum." Marcos y Lucas dicen que a causa del gentío que había en la casa donde estaba Jesús, los hombres que llevaban al paralítico en una camilla, no encontraban por donde ingresarlo, así que subieron a la azotea y lo bajaron con camilla y todo a través del techo. Cabe suponer que este techo estaba formado de tablones y pieles que servían en épocas calurosas para cubrir el patio interno de la casa, rodeado a los cuatro lados, de construcciones con techos planos a los que se subía fácilmente con escaleras. Solo una firme creencia pudo animar a los hombres que llevaban al paralítico a actuar con tanta audacia. Al ver la fe de aquellos hombres Cristo exclamó: "Ánimo hijo mío, tus pecados quedan perdonados," indicando con ello el nexo existente entre el pecado y la enfermedad. Según la enseñanza de la Palabra de Dios, las enfermedades son consecuencia de los pecados (Jn. 9:2; Santiago 5:14-15) y son enviadas por Dios en algunos casos para el castigo por los pecados (I Cor. 5:3-5, 11:30.) A menudo entre la enfermedad y el pecado existe una relación evidente como por ejemplo, las enfermedades surgidas del alcoholismo y el libertinaje. Por ello, para curar la enfermedad es necesario quitar el pecado, perdonarlo. Por lo visto, el paralítico se veía a sí mismo como un gran pecador y apenas esperaba ser perdonado. Esta es la razón por la que Nuestro Señor lo reconforta con las palabras: "¡Ánimo, hijo!" Los escribas y fariseos presentes, viendo en las palabras de Cristo una indebida apropiación de autoridad perteneciente sólo a Dios, lo condenaban en sus pensamientos por considerar Sus palabras una blasfemia. El Señor conocía los pensamientos de los fariseos y escribas y así se los hizo saber: "¿Qué es mas fácil, decir al paralítico: tus pecados quedan perdonados o decirle: levántate y anda?" Para una y otra cosa se requiere similar autoridad Divina. "Pues para que veáis que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, yo te lo mando (dice dirigiéndose al paralítico): Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa." San Juan Crisóstomo da una excelente explicación sobre la coherencia de este discurso: "Más el perdón es invisible y la curación visible; yo pues antepongo lo menos a lo más, a fin de que lo más e invisible quede demostrado por lo menos y visible." El milagro de la curación confirmó que Cristo, dotado con el poder Divino, no en vano dijo al paralítico: "Tus pecados te son perdonados." Sin embargo, no debe pensarse que Nuestro Señor realizó este milagro con el único deseo de convencer a los fariseos de Su Divina omnipotencia. Este milagro, como todos los demás, fue el acto de Su Divina bondad y misericordia. El paralítico dio testimonio de su completa recuperación al portar la camilla en la cual él había sido traído al Señor. El resultado de este milagro fue que el pueblo se asombró y alabó a Dios por conceder semejante poder a los humanos; es decir, es evidente que, como los fariseos, la gente común tampoco creía en Jesús como el Hijo de Dios, sino que lo consideraba sólo un hombre.