Uno de los cánceres que tenemos que sufrir dentro de la Ortodoxia es el filetismo. En él, la Iglesia pierde su catolicidad y se encorseta dentro del nacionalismo. es uno de las lacras que nos dejaron las potencias europeas tras la desaparición del Imperio Otomano y a las cuales les convenía la existencia de una gran cantidad de pequeños estados débiles en la zona que antes ocuparan los turcos.
Dentro del Imperio que regía la Sublime Puerta, no había ni griegos, ni búlgaros, ni serbios... Había cristianos y esto es una de las grandes paradojas de la historia: precisamente bajo el yugo musulman es donde mejor se expresó la idea de la Iglesia como catolicidad.
Tras la caida del Imperio se alentó el nacionalismo como una forma de mantener a los cristianos ortodoxos divididos y consiguieron que se repitieran escenas tan obscenas y abominables como ortodoxos serbios, griegos y búlgaros matándose entre si, lo que no se veía desde los años del Imperio Bizantino. Recientemente por desgracia hemos visto lo mismo al enfrentarse rusos y georgianos.
Si bien es verdad que fue la Iglesia en estos países la que salvaguardó las tradiciones y la lengua ante la fuerza omnipresente de los turcos, antes y después d ela I Guerra Mundial fueron los estados los que utilizaron a la Iglesia con sus pretensiones nacionalistas. Así lo hemos visto últimamente con la creación de los cismas de Montenegro y Macedonia. Si hay nación, tiene que haber Iglesia nacional.
Esto fue precisamente lo que se condenó en el Sínodo de Constantinopla de 1872 y eso precisamente es lo que seguimos contemplando en la actualidad.
El ultimo de los frutos de la herejía filetista se ha dado en Ucrania. Tras su independencia de Rusia surgieron varias Iglesias que compiten por ver cuál es la verdadera Iglesia ucraniana separada por supuesto del Patriarcado de Moscú. El reconocimiento de una de esas iglesias filetistas por el Patriarcado de Constantinopla llevó incluso a enturbiar las relacciones entre Constantinopla y Moscú, asunto que parece haberse arreglado a día de hoy. Pero los anímos se han exaltado cuando el Patriarca Kiril ha visitado Ucrania para la celebración del día de la cristianización de Rusia que recuerda el bautismo del Santo Príncipe Vladimir.
El último día de la visita del Patriarca una bomba, estallaba en una de la Catedral del Santo Manto de la ciudad de Zaporozhie bajo la jurisdicción del Patriarcado de Moscú. El resultado ha sido una monja muerta y ocho personas heridas, algunas de gravedad entre las que se encuentra la mujer del sacerdote.
Esos son los frutos del nacionalismo, la profanación de una Iglesia, la muerte de una sierva de Dios, cristianos heridos por cristianos y todo el día en que se recuerda la entrada en el cristianismo de los rusos en Kiev.
Dios se apiade del alma de los que han puesto la bomba, sane a los heridos y conceda el descanso eterno y la paz a su sierva asesinada.
Y nosotros, hermanos, mucho cuidado y atentos porque en este mal es muy fácil caer y lo hacemos cuando nos creemos que por haber nacido en un país somos mejores ortodoxos que los nacidos en otro; cuando creemos que ser ortodoxo depende de hablar o rezar en una u otra lengua, cuando rechazamos una parroquia o a un sacerdote por no ser de "mi país".
Hace poco tiempo en un país X, no voy a decir el nombre, se mandaba y ordenaba a los fieles de la diáspora que sólo asistieran a las iglesias de dicho patriarcado. Y yo le digo al Santo Sínodo de ese país ¿Y si no hay parroquia del patriarcado, que es preferible que se queden en casa antes que ir a la parroquia de otro patriarcado? Habría pues que recordarles a los partidarios del nacionalismo eclesial que fuera de sus países no tienen jurisdicción según los cánones del Concilio de Calcedonia y que lo que está sucediendo en los países de Europa Occidental y América es una barbaridad y un escándalo pues se empeñan en mantener a los ortodoxos divididos y no dejan que se desarrollen Iglesias Ortodoxas en Francia, Italia, España, Estados Unidos... Y todo por la pérdida de control, sobre todo económico, que eso supondría.
Estos son los frutos del filetismo, líbrenos Dios de sus frutos y consecuencias y sobre todo de los falsos pastores que los alienten y a los muertos por el odio que engrenda, Dios se digne a concederles la corona inmarcesible.
1 comentario:
Excelente artículo. Una gran verdad que se sigue sufriendo en América Latina.
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