El profeta siendo clarividente, al mirar hacia la eternidad, vio la luz indecible sin sol, sin luna, y sin estrellas, que penetra en toda parte e ilumina todo (Es 60:19; Ap 21:23). ¿Acaso saben, oh hombres instruidos, qué es esta luz? Están intentando adivinar: es la luz eterna del rostro del Altísimo. Es la Luz del Padre eterno y la Luz del Hijo eterno y la Luz del Espíritu Santo eterno - una Luz, una Divinidad, una Belleza.
Los Santos Padres de Nicea, iluminados por esta Luz eterna del otro mundo, formularon la relación del Señor Jesucristo con el Padre celestial, y la relación de Este con las creaturas, utilizando las seis palabras que siguen. Con las cuatro primeras, formularon la primera relación, y con las otras dos la segunda relación.
La primera palabra es: “Luz de Luz”. Un gran hombre iniciado en los misterios dijo: “Dios es Luz, y en El no hay ninguna tiniebla” (1 Jn 1:5). Cuando el padre es luz, ¿qué puede ser el hijo sino luz? Cuando el Padre eterno es Luz, Su Hijo es Luz también. El testimonio del Hijo de Sí mismo es: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 8:12). ¡Bienaventurados son si pueden decir que son iluminados sólo por esta Luz!
La segunda palabra es: “Dios verdadero de Dios verdadero”. El apóstol Felipe se atrevió un día a decir al Señor: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”. Entonces, nuestro manso Señor respondió: “El que Me ha visto a Mí, ha visto al Padre”. También dijo: “Créanme que Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí” (Jn 14:8-11; cf. 12:45). Luego agregó: “Todo lo que tiene el Padre es Mío” (Jn 16:15). También dijo: “Yo y el Padre somos uno” (Jn 10:30). Esto tuvo lugar cuando los Judíos habían recogido piedras para apedrearlo a Él, “porque Tú, siendo hombre, te haces Dios” (Jn 10:33), tal como ellos le decían. Deslumbrados por el pecado, esto es todo lo que ellos podían ver, y por lo tanto se expresaron en estos términos. No veían en Cristo, en otras palabras, sobre Cristo, más que el cuerpo de hombre, pero lo que estaba tras del velo carnal, tras del púrpura de sangre y de carne, esto les estaba velado y sus ojos no podían verlo. Observen: un simple cable de cobre, y un cable de cobre que transmite la electricidad, el pensamiento y la voz, aparecen idénticos a los ojos sin espíritu y sin experiencia. Una venda estaba puesta sobre su capacidad de visión espiritual, por ello, al mirar, no podían ver la esencia de Dios en la esencia del hombre.
Los que estaban bautizados, purificados y santificados, podían ver esto. Los santos apóstoles lo habían visto, como todos los hombres espirituales durante siglos y siglos, como los Santos Padres de Nicea. “Dios estaba en Cristo”, atestigua san Pablo (II Cor 5:19). Es una revelación de Dios. El hecho que haya sido engendrado por el Padre - Dios verdadero de Dios verdadero -, ¿acaso esto no se puede observar claramente en la manifestación del padre y del engendrado en todos los reinos de la vida? El Dios verdadero no podía engendrar a otro que al Dios Verdadero.
La tercera palabra: “Engendrado”. O sea el Hijo de Dios engendrado por Dios. La Luz engendrada por la Luz , la Verdad engendrada por la Verdad , la Vida por la Vida , la Gloria por la Gloria , Dios Verdadero por Dios Verdadero. El espíritu del hombre puede todavía entender el engendrar de un cuerpo por un cuerpo, pero difícilmente entiende el engendrar de un espíritu por un espíritu. Pero Dios es espíritu. El engendramiento carnal, oh hombres instruidos, no es que la sombra o el símbolo del engendramiento espiritual. Les es suficiente saber, oh portadores de Cristo, que vuestro Mesías y Salvador no es tiniebla de tiniebla, muerte de muerte, corrupción de corrupción, ni impotencia de impotencia, sino Luz de Luz, Dios Verdadero engendrado por Dios Verdadero. Y cómo fue engendrado en la eternidad, lo aprenderán en la eternidad. Lo aprenderán cuando se van de este mundo y el pórtico se cerrará tras de ustedes.
Os le fue dicho una vez que vuestro Mesías es el Hijo único de Dios, el único engendrado por Dios: alégrense pues nuevamente al escucharlo. Porque el engendramiento designa el amor. Les fue dicho, más arriba, que es el único engendrado por Dios por naturaleza. Supremo de Supremo, engendrado por el Altísimo antes de los siglos. Ahora, Su engendramiento se separa y se diferencia de la creación. Es engendrado, no creado. Puede asemejar a las creaturas pero no es una creatura.
La cuarta palabra es: “Consubstancial al Padre”, o sea de la misma esencia que el Padre. ¿Acaso no es una cosa evidente después de todo lo que se ha dicho sobre Él? Porque, cuando se dice que Él es el Hijo del Padre, se anuncia ya que Él es de la misma esencia, de la misma naturaleza que el Padre. O cuando se dice: Luz de Luz, se anuncia de nuevo que la luz engendrada es de la misma esencia y la misma naturaleza que la luz que engendra. O también: Dios Verdadero de Dios Verdadero, la verdad está así atestiguada que el Hijo es coesencial a Su Padre. En fin, cuando se dice: “engendrado, no creado”, se subraya más así lo que fue anunciado anteriormente. Porque lo que es engendrado es de la misma existencia que el padre, mientras que lo que es creado es de otra existencia y otra naturaleza que Su Creador. Vean: el hijo engendrado es de la misma existencia que su padre, mientras que el hacha es de existencia y de naturaleza distintas que su herrero.
Explicación del Credo
por San Nicolás Velimirovitch
Los Santos Padres de Nicea, iluminados por esta Luz eterna del otro mundo, formularon la relación del Señor Jesucristo con el Padre celestial, y la relación de Este con las creaturas, utilizando las seis palabras que siguen. Con las cuatro primeras, formularon la primera relación, y con las otras dos la segunda relación.
La primera palabra es: “Luz de Luz”. Un gran hombre iniciado en los misterios dijo: “Dios es Luz, y en El no hay ninguna tiniebla” (1 Jn 1:5). Cuando el padre es luz, ¿qué puede ser el hijo sino luz? Cuando el Padre eterno es Luz, Su Hijo es Luz también. El testimonio del Hijo de Sí mismo es: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 8:12). ¡Bienaventurados son si pueden decir que son iluminados sólo por esta Luz!
La segunda palabra es: “Dios verdadero de Dios verdadero”. El apóstol Felipe se atrevió un día a decir al Señor: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”. Entonces, nuestro manso Señor respondió: “El que Me ha visto a Mí, ha visto al Padre”. También dijo: “Créanme que Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí” (Jn 14:8-11; cf. 12:45). Luego agregó: “Todo lo que tiene el Padre es Mío” (Jn 16:15). También dijo: “Yo y el Padre somos uno” (Jn 10:30). Esto tuvo lugar cuando los Judíos habían recogido piedras para apedrearlo a Él, “porque Tú, siendo hombre, te haces Dios” (Jn 10:33), tal como ellos le decían. Deslumbrados por el pecado, esto es todo lo que ellos podían ver, y por lo tanto se expresaron en estos términos. No veían en Cristo, en otras palabras, sobre Cristo, más que el cuerpo de hombre, pero lo que estaba tras del velo carnal, tras del púrpura de sangre y de carne, esto les estaba velado y sus ojos no podían verlo. Observen: un simple cable de cobre, y un cable de cobre que transmite la electricidad, el pensamiento y la voz, aparecen idénticos a los ojos sin espíritu y sin experiencia. Una venda estaba puesta sobre su capacidad de visión espiritual, por ello, al mirar, no podían ver la esencia de Dios en la esencia del hombre.
Los que estaban bautizados, purificados y santificados, podían ver esto. Los santos apóstoles lo habían visto, como todos los hombres espirituales durante siglos y siglos, como los Santos Padres de Nicea. “Dios estaba en Cristo”, atestigua san Pablo (II Cor 5:19). Es una revelación de Dios. El hecho que haya sido engendrado por el Padre - Dios verdadero de Dios verdadero -, ¿acaso esto no se puede observar claramente en la manifestación del padre y del engendrado en todos los reinos de la vida? El Dios verdadero no podía engendrar a otro que al Dios Verdadero.
La tercera palabra: “Engendrado”. O sea el Hijo de Dios engendrado por Dios. La Luz engendrada por la Luz , la Verdad engendrada por la Verdad , la Vida por la Vida , la Gloria por la Gloria , Dios Verdadero por Dios Verdadero. El espíritu del hombre puede todavía entender el engendrar de un cuerpo por un cuerpo, pero difícilmente entiende el engendrar de un espíritu por un espíritu. Pero Dios es espíritu. El engendramiento carnal, oh hombres instruidos, no es que la sombra o el símbolo del engendramiento espiritual. Les es suficiente saber, oh portadores de Cristo, que vuestro Mesías y Salvador no es tiniebla de tiniebla, muerte de muerte, corrupción de corrupción, ni impotencia de impotencia, sino Luz de Luz, Dios Verdadero engendrado por Dios Verdadero. Y cómo fue engendrado en la eternidad, lo aprenderán en la eternidad. Lo aprenderán cuando se van de este mundo y el pórtico se cerrará tras de ustedes.
Os le fue dicho una vez que vuestro Mesías es el Hijo único de Dios, el único engendrado por Dios: alégrense pues nuevamente al escucharlo. Porque el engendramiento designa el amor. Les fue dicho, más arriba, que es el único engendrado por Dios por naturaleza. Supremo de Supremo, engendrado por el Altísimo antes de los siglos. Ahora, Su engendramiento se separa y se diferencia de la creación. Es engendrado, no creado. Puede asemejar a las creaturas pero no es una creatura.
La cuarta palabra es: “Consubstancial al Padre”, o sea de la misma esencia que el Padre. ¿Acaso no es una cosa evidente después de todo lo que se ha dicho sobre Él? Porque, cuando se dice que Él es el Hijo del Padre, se anuncia ya que Él es de la misma esencia, de la misma naturaleza que el Padre. O cuando se dice: Luz de Luz, se anuncia de nuevo que la luz engendrada es de la misma esencia y la misma naturaleza que la luz que engendra. O también: Dios Verdadero de Dios Verdadero, la verdad está así atestiguada que el Hijo es coesencial a Su Padre. En fin, cuando se dice: “engendrado, no creado”, se subraya más así lo que fue anunciado anteriormente. Porque lo que es engendrado es de la misma existencia que el padre, mientras que lo que es creado es de otra existencia y otra naturaleza que Su Creador. Vean: el hijo engendrado es de la misma existencia que su padre, mientras que el hacha es de existencia y de naturaleza distintas que su herrero.
Explicación del Credo
por San Nicolás Velimirovitch
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