EL SALVADOR DE LAS AGUAS
El origen de esta primera fiesta dedicada al Salvador en el mes de agosto lo encontramos en la Santa Iglesia de Constantinopla. El mes de agosto era especialmente propenso al desarrollo de enfermedades, sobre todo en grandes ciudades como Constantinopla. El calor hacía que fácilmente se descompusieran los alimentos y sobre todo las aguas almacenadas en las cisternas de la ciudad. Por esto, el primer día en que comenzaba el ayuno de preparación de la fiesta de la Dormición de la Madre de Dios, el Patriarca acompañado del Emperador, entraban en el tesoro imperial para recoger el santo, precioso y vivificante madero de la Verdadera Cruz, que era llevado hasta el altar de la iglesia de la Divina Sabiduría. Después de los oficios se santificaban las aguas, en las que se sumergía esta preciosa Cruz. Salía entonces una procesión desde Santa Sofía que recorría toda la ciudad para que los fieles pudieran venerar la Santa Cruz. Las calles aparecían todas cubiertas con la hierba real, el básilico, que entre nosotros es conocido como albahaca y el patriarca asperjaba al pueblo con un ramo de esta planta y flores. Incontables fueron las ocasiones en las que la ciudad se vio libre de pestes y epidemias y más incontables las veces en las que los enfermos recuperaban la salud al recibir estas aguas salutíferas y venerar la Cruz de Cristo nuestro Dios. Tanto en Grecia como en Rumanía perdura la costumbre de usar la albahaca como asperges y según la creencia de los fieles la fragancia que deja esta planta hace que huyan los demonios.
Pronto pasó esta fiesta de la Iglesia de Constantinopla al resto de la Ortodoxia como remedio contra las enfermedades y causa de salud del alma y del cuerpo. Pidamos a Cristo nuestro Dios que por las oraciones de su Santísima Madre y por la preciosa y vivificante Cruz nos veamos libres de todos los peligros para el alma y el cuerpo y que sea siempre para nosotros arma invencible contra los ataque de los enemigos visibles e invisibles. Amén.
Pronto pasó esta fiesta de la Iglesia de Constantinopla al resto de la Ortodoxia como remedio contra las enfermedades y causa de salud del alma y del cuerpo. Pidamos a Cristo nuestro Dios que por las oraciones de su Santísima Madre y por la preciosa y vivificante Cruz nos veamos libres de todos los peligros para el alma y el cuerpo y que sea siempre para nosotros arma invencible contra los ataque de los enemigos visibles e invisibles. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario