Tropario, tono 4º
Ascendiste en la gloria, oh Cristo Dios Nuestro,
después de alegrar a tus discípulos
por la promesa del Espíritu Santo,
fueron confirmados con tu bendición
pues Tú eres el Hijo de Dios, el Redentor del mundo.
Kontaquio, tono 6º
Habiendo cumplido la dispensación para con nosotros
y unido todo lo terrenal con lo celestial,
ascendiste en la gloria, oh Cristo Dios,
sin apartarte de nosotros, sino permaneciendo inseparable
y prometiendo a los que te aman:
estoy con vosotros, y nadie estará contra vosotros.
Después de la Resurrección de entre los muertos, Nuestro Señor Jesucristo, pasó cuarenta días entre sus Discípulos hablando de la futura misión Apostólica. En este jueves, cuadragésimo día después de Pascua, Nuestro Señor se presentó nuevamente a los discípulos, y les ordenó no apartarse de Jerusalén, porque allí descendería el Espíritu Santo, procedente del Padre, y que el mismo Jesucristo les había prometido. Luego de dicho esto se dirigieron al monte de los Olivos, situado al oriente de Jerusalén, y al llegar Jesús levantó sus manos los bendijo y comenzó, ante los ojos de sus discípulos, a elevarse sobre la tierra en una nube de luz, alejándose cada vez más.
Observando esto, los discípulos lo reverenciaron, y el Señor, continuaba bendiciéndolos, mientras se alejaba cada ves más, hasta terminar ocultándose, sin que alejaran de Él su vista los discípulos. Después de esto se presentaron dos ángeles con vestimentas blancas, y les dijeron: “Galileos, ¿qué hacen aquí mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre vosotros al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse”.(Hechos 1:11)
Después de esto, se fueron a Jerusalén con alegría en sus corazones por la promesa realizada. Ya en la ciudad se reunieron en una habitación de Sión, orando y leyendo las Sagradas Escrituras, esperaban el descenso sobre ellos del Espíritu Santo. A estas reuniones también acudían La madre de Dios, otros discípulos de Jesucristo y algunas de las mujeres miróforas. Con esta Ascensión, el Salvador culminó su servicio sobre la tierra, que Él cumplió para la redención de nosotros los hombres pecadores.
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