La transparencia del Espíritu Santo en la Iglesia
P Dumitru Staniloae
P Dumitru Staniloae
Nació el 16 de noviembre de 1903 en Transilvania (Rumania. Estudió en Grecia y en Alemania y luego fue profesor y rector del Instituto de Teología de Sibiu, en Rumania. De 1949 hasta 1978 (salvo durante cinco anos en que estuvo en cárceles comunistas), enseña en Bucarest la Teología mística y dogmática. En 1945-48 y 1976-80, publica nueve volúmenes de una monumental Filocalia rumana. Escribió: Dios es amor (1980); Plegaria de Jesús y Experiencia del Espíritu Santo (1981); y numerosos articulos.
La Iglesia es el medio particular de las Energías increadas que el Espíritu Santo comunica al mundo: la Iglesia es la revelación incorporada y activa de Dios en la humanidad de los que la aceptan por la fe. Es como la extensión de la Encarnación. Es el Cuerpo místico del Cristo en el cual la Revelación lleva sus frutos, según la expresión de San Basilio el Grande.
Es en la Iglesia, bajo la forma de la Iglesia, que la Revelación divina realiza su obra de santificación y de salvación y, con ese fin, manifiesta su potencia.
Por el Espíritu Santo que habita en el Cristo y en la Iglesia, el Señor continúa ejerciendo su potencia en la Iglesia, no sólo por palabras, sino por acciones directas, en particular, ejerce su potencia por los sacramentos, las liturgias y su respuesta fiel a las plegarias de la Iglesia.
La Iglesia mantiene su lazo con el Cristo por la fe que se manifiesta en la plegaria: plegaria para la curación de las enfermedades, para la protección contra los enemigos, para el éxito de todo lo que es bueno, para la iluminación del espíritu, para una vida sin pecado, para la salvación.
Los fieles vienen a la Iglesia para invocar, por sus oraciones y por" las oraciones del presbítero, la ayuda de Dios en todas sus necesidades. Invitan al presbítero a su casa para que ruegue por ellos.[...] En la oración, el alma pierde su rigidez, se hace sensible, receptiva, abierta a la energía de Dios.
La Iglesia es el lugar y la forma de la potencia de Dios que perpetuamente actúa entre los hombres y en ellos porque es el lugar de la oración. La oración solicita la acción de Dios y Dios actúa gracias a la oración.
La Iglesia es el lugar del encuentro sensible entre nuestra oración y la potencia de Dios. EI sentido de la oración en la Iglesia ortodoxa seria incomprensible sin esta confianza en la fuerza del Cristo que opera por el Espíritu a través de los miembros de la Iglesia.
Tanto la oración por la cual se pide la acción de Dios como la respuesta divina son obra del Espíritu. La Iglesia constituye el campo de operaciones del Espíritu, el lugar donde se realiza la salvación.
Hay que recordar que la oración de los creyentes en sus casas y en cualquier lugar son también oraciones en la Iglesia, porque la Iglesia está allí donde se encuentra uno de sus miembros.
La oración implica una salvación que se realiza en sinergia. La Iglesia aparece así como la comunidad orante de los que saben que por la oración reciben la potencia transformadora y salvadora del Cristo, de los que se hicieron sensibles a esta potencia y son capaces de experimentarla.
La oración es la teología más completa, la teología conducida a su fin. La oración no es una especulación sobre Dios o sobre la fe, es la experiencia de Dios en la manifestación de su energía, que responde a la oración y acrecienta en el hombre la sed de orar: se hace la experiencia de la acción salvadora de Dios.
Si eres teólogo, oras en verdad, y si oras en verdad, eres teólogo.
Evágrio eI Póntico, s. IV
Evágrio eI Póntico, s. IV
EI Espíritu despierta en los fieles un sentimiento de responsabilidad ante Dios para la salvación de sus hermanos... Toda oración de la Iglesia y sus miembros es una epiclesis que pide y recibe el Espíritu Santo como potencia de Dios:
Rey del Cielo, Consolador, Espíritu de Verdad
Tú que estás presente en todas partes y que llenas todo;
Tesoro de bien y Donador de Vida,ven y habita en nosotros.
Purifícanos de toda manchay salva nuestras almas,
Tú que eres bondad.
Y el Espíritu otorga una de sus energías increadas. Esto, porque esta invocación se realiza en el único Cuerpo del Cristo y pide la potencia del Espíritu del Cristo; y este Espíritu, animando el cuerpo místico, distribuye a cada uno el don que le es necesario para sí, para el fortalecimiento de la comunidad eclesial, para el enriquecimiento del cuerpo místico del Cristo. EI Espíritu introduce en la profundidad del hombre la energía divina que nos unifica en el Hijo y nos hace participar de la relación del Hijo con el Padre. EI Espíritu que recibimos con el Cuerpo y la Sangre del Señor nos hace "concorporales y consanguíneos con el Cristo", nos integra en el Cuerpo y la Sangre espiritualizados del Señor.
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