jueves, 3 de febrero de 2011

LOS GRILLETES DE LA CAUTIVIDAD LATINA: El PECADO QUE NO ES ORIGINAL


Me llegó la palabra del Señor que dijo: ¿Por qué vosotros que sabéis hablar en proverbios aplicáis al país de Israel este refrán: “Los padres comieron las uvas agrias, y los hijos sufren dentera”? Por mi vida dice el Señor, que no tendréis más necesidad de decir ese refrán en Israel. He aquí que todas las almas son mías; mías son el alma del padre como el alma del hijo, más el alma que pecare esa morirá. (Ez 18, 1-4)

¿Somos conscientes de que la expresión “pecado original” no aparece en ninguno de los escritos de los Santos Padres? Esta es una expresión puramente agustiniana que es desarrollada tanto por la teología católica como por la protestante.

La expresión utilizada por los santos Padres es “propatorikón amártima ", el pecado antepasado, el pecado ancestral. Las implicaciones de esto son muy importantes y la diferencia entre los dos conceptos es radical. Según la doctrina agustiniana del pecado original, todos heredamos la culpa de Adán, nacemos en pecado. Antes de san Agustín esta enseñanza era totalmente desconocida para la Iglesia y sigue siéndolo con posterioridad: Según la enseñanza unánime de los santos Padres heredamos una inclinación por el pecado, fruto de la corrupción en la que nacemos. Esta debilidad es como la tendencia a la diabetes que podemos heredar de nuestros padres, mas en ninguna parte de las escrituras o de los Santos Padres se dice que heredemos la culpa de la transgresión de Adán. Somos responsables de nuestros propios pecados, no de los de Adán. Los Santos Padres hacen referencia a la herencia del pecado en cuanto a debilidad por el pecado y para que nadie se llame a engaño y malinterprete la frase “heredar el pecado” los Padres son cuidadosos de traernos de nuevo a la “verdadera religión”, señalando el otro aspecto de nuestra naturaleza que también es heredado; porque como señala San Basilio:

“También existen virtudes en nosotros por naturaleza y el alma tiene afinidad con ellas no por educación, sino por la naturaleza misma. Nadie nos enseña a odiar la enfermedad, sino que nos repele por nosotros mismos, el alma no tiene necesidad de un instructor que nos enseñe a repeler el vicio” (Hexaemeron, Homilía IX: 4)

San Cirilo de Alejandría, en su explicación del Evangelio de San Juan el Teólogo (Jn 9, 2), dedica toda la homilía a condenar la doctrina de que una generación es responsable o culpable de los pecados de una generación anterior. Nos dice que las personas que enseñan esas “tonterías” mezclan los errores griego (paganos) con las enseñanzas de la Iglesia. Escribe San Cirilo:

“Por boca de Moisés dio al pueblo de Israel muchas leyes y en ellas se dice que el culpable del pecado ha de ser castigado, más en ninguna parte pone que los niños deban compartir las penas por el pecado de sus padres, ni que se ponga como una carga sobre los descendientes los pecados de sus antepasados.” (Homilías sobre el Evangelio de San Juan, libro VI, cap. 1)

Y de nuevo, escribe:

“Por ello es también absurdo que caiga la sentencia de condena sobre todos los hombres por el pecado del primero, me refiero a Adán, el fundador de nuestra raza, que transgredió el pecado que le fue dado a él." (Homilías sobre el Evangelio de San Juan, libro II, cap. 17)

Como el mismo san Cirilo nos enseña, Dios no sería verdaderamente misericordioso si hiciera caer sobre los descendientes los pecados de los antepasados, sino más bien rencoroso, vengativo e injusto.

Al igual que el profeta Ezequiel, el santo profeta Jeremías es también muy claro sobre esto:

“En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen dentera. Sin embargo, cada uno morirá por su maldad, a todo hombre que come uvas agrias, le entra la dentera a sus dientes” (Jer 38, 29, Septuaginta)

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