martes, 4 de octubre de 2022

 

ALIMENTO PARA EL ALMA

4 de octubre

Marcos 11, 11-23

En aquel tiempo, Jesús entró en Jerusalén y fue al templo y, al anochecer, salió para Betania con los doce. Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue allí, para ver si había algo en ella; y cuando llegó a la higuera, no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Y hablando, le dijo: De ahora en adelante, nadie en el mundo debe comer fruto de ti. Y sus discípulos lo escucharon. Y llegaron a Jerusalén. Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían ya los que compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas. Y no permitió que nadie pasara por el templo con un vaso, y les dijo: ¿No está escrito: ¿"Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones"? Pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones. Y los principales sacerdotes y los escribas lo oyeron, y buscaban cómo prenderlo. Pero tenían miedo, porque toda la multitud estaba asombrada de su enseñanza. Y cuando llegó la noche, salieron de la ciudad. Por la mañana, al pasar, vieron la higuera seca desde las raíces. Y Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, he aquí, la higuera que maldijiste se ha secado. Y respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. De cierto os digo, que cualquiera que dijere a este monte: Levántate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que se hará lo que dice, y se hará todo lo que diga

 

¿Qué es la fe?

 Clemente de Alejandría, Stromata, Stromata II, Cap. VI, 28.1-28.2.

La fe es una suposición que aceptas de buena gana, es una suposición juiciosa antes de comprender, es la expectativa de una cosa que adquieres en el futuro, la expectativa de otras cosas que no son las de la fe, es una opinión de cosas inciertas, y la confianza es la creencia segura de que recibirás lo que esperas. Por eso creemos, porque estamos comprometidos con lo que creemos. Y es para la gloria de Dios y nuestra salvación. Confiamos en el único Dios, que sabemos que no romperá sus buenas promesas que nos ha hecho, no nos negará las bondades creadas en virtud de sus promesas, que nos son dadas graciosamente.

Clemente de Alejandría, Stromata, Stromata V, Cap. I, 2.1,

Feliz el que habla al oído de los que escuchan (Eclesiástico 25, 12). La fe es el oído del alma, y ​​el Señor alude a esta fe cuando dice: El que tiene oídos para oír, que oiga (Mateo 11, 15; 13, 9, 43; Marcos 4, 9, 23; Lucas 8; 14, 35), para que por la fe entiendan lo que dice el Señor y cómo lo dice.

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