lunes, 24 de octubre de 2022

SOBRE LA ENFERMEDAD

 Sobre la enfermedad

 Pídele ayuda al médico, pero ante todo ora al Señor y a sus santos para que le den la capacidad de prescribir la medicina adecuada. Haz lo que la gente piadosa hace en tales casos. Porque no sabes dónde está escondida la ayuda de Dios para los enfermos. Tal vez Dios decidió que ella debería estar en este estado porque esto te trae la salvación, y permanecerá así toda tu vida, para salvarse a ti mismo. O tal vez el Señor envió la enfermedad por un tiempo, para probar tu fe.

 Sólo Dios sabe todo esto. La enfermedad no es una vergüenza y no es una señal de que Dios haya apartado al hombre de delante de su Rostro. Por el contrario, la enfermedad es también una misericordia divina. De Dios, todo es misericordia: ya sea la enfermedad, la pobreza o la necesidad. Debemos orar con más fervor a Dios, pero no diciendo: ¡Dame, Señor, salud!, sino: "¡Señor, que se haga tu voluntad!" ¡Gloria a ti, oh Dios! Si es tu voluntad, Señor, líbrame, y si no, hágase tu voluntad. Creo que esta enfermedad también es buena, al igual que la salud. ¡Gracias, Señor Misericordioso!

 Hay enfermedades que el Señor no permite que se curen, cuando ve que para la salvación se necesita más la enfermedad que la salud.

 

San Teofan Zăvorâtul. Extractos de cartas a pacientes que sufren de acedía. Acedia, el rostro espiritual de la depresión – Causas y remedios; Ed. Sophia, Bucarest, 2010, p. 146

 

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