viernes, 7 de octubre de 2022

ORACIÓN Y HUMILDAD

 El que persevera en la oración, pero no en la humildad, el amor, la mansedumbre y las demás virtudes, llega a este resultado: a veces, dado que Dios es bueno, le envía su gracia y cumple sus peticiones. Pero, por no acostumbrarse su mente a las virtudes de que he hablado, (con el tiempo), o pierde la gracia que recibió, o, estando orgulloso, ya no avanza ni crece en ella. Porque, como se ha dicho, el Señor encuentra su morada y descanso en el alma humilde, amante, mansa (que, en una palabra, cumple los santos mandamientos de Cristo). Por tanto, el que quiere crecer y perfeccionarse espiritualmente, debe esforzarse, ante todo, para que su corazón orgulloso y pendenciero se vuelva manso y obediente a Dios. Que se obligue a acostumbrar su alma a la bondad de la que puede hacer un deber. Al hacerlo, el alma crecerá (se espiritualizará) y el don de la oración florecerá en ella según su conciencia. Entonces el Espíritu le enseñará la verdadera humildad, el verdadero amor y la mansedumbre. Sólo así, creciendo y perfeccionándose según (la voluntad del) Señor, se muestra digno del Reino (de los cielos)". 


San Macario de Egipto, Otras siete homilías, Palabra sobre la libertad de la mente, 19.

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